Centro de Investigación Aplicada • 27 de Junio de 2014 • No. 18
Las leyes y las universidades Joel Núñez Mucha Universidad Nacional de Ingeniería jrnm1402@gmail.com pesar de los sentimientos encontrados de muchos, entre congresistas, rectores, autoridades, docentes y estudiantes universitarios, el día de ayer se aprobó en el pleno del congreso la nueva ley universitaria. El proyecto que se perfila como el pilar de la reforma de la educación superior, si bien difiere en ciertos aspectos de la propuesta inicial, mantiene en esencia la exigencia para la calidad en la educación universitaria, según el congresista Daniel Mora.
A
Una aclaración que debe hacerse ante la preocupación de muchos estudiantes es que la ley no es retroactiva, es decir, no afecta a los actuales alumnos. Sí afecta al resto de la comunidad universitaria ya que entre las disposiciones transitorias prevé el cese de cada Asamblea Universitaria, así como nuevas elecciones de las autoridades, ya sea Rector, Vicerrector entre otros; además del establecimiento de un ente regulador en reemplazo de la actual Asamblea Nacional de Rectores (ANR). La pregunta del debate sería, ¿de verdad es necesaria una regulación para las universidades? La respuesta contundente de los opositores de la Nueva Ley es que no, los argumentos que sostienen son del libre mercado y la elección del consumidor basada en información previa. Por el contrario, otro tanto de personas creen que la regulación es una necesidad debido a la realidad académica nacional de la educación universitaria.1
”La pregunta del debate sería, ¿de verdad es necesaria una regulación para las universidades?” Pero lo realmente preocupante es como se podrá dar paso a la implementación de un sistema de educación universitaria basada en la investigación a partir de un sistema precario, que en el aspecto legal define a la Universidad como instituciones que ”se dedican al estudio, la investigación, la educación y la difusión del saber y la cultura, y a su extensión y proyección sociales”. No hay duda que el establecimiento de un ente regulador permitirá defender este hecho no solo en el papel sino también en el acto; no obstante, el capital humano actual no abastece las necesidades previstas en la ley; de ahí que el tiempo de transición a las nuevas condiciones que permitan este nuevo sistema será un proceso de espera, algo que la ciudadanía peruana ha demostrado no soportar. No faltará dentro de un par de años algún crítico acérrimo que mencione el fracaso de la reforma, justificando la falta de calidad por falta de personal. Algún político que, criticando gestiones previas y ganándose la simpatía del pueblo, haga retroceder lo poco o mucho que se avance, y tampoco faltarán dentro de las aulas aquellos que renieguen de las nuevas exigencias, e incluso sobrarán los impacientes que hoy estén de acuerdo y mañana ya no.
1 Entre estas críticas se puede encontrar: el posicionamiento de las universidades peruanas dentro de los rankings internacionales y la no alineación de ”incentivos” puesto que el 50% de estudiantes universitarios estudian en universidades que suman el 2% de la producción académica del país. (Para mayor información visitar: utero.pe UNIVERSIDADES EN PERÚ PARTE 4: EL SISTEMA PERVERSO, OFERTA Y DEMANDA.)
1
Centro de Investigación Aplicada • 27 de Junio de 2014 • No. 18
Cualquiera sea el caso, una reforma institucional que busca la calidad de la educación universitaria, busca también el desarrollo nacional. Esto último se ha olvidado, incluso
2
dentro de las universidades públicas; que se podría esperar si dentro de las propias aulas de las que se debe exigir calidad solo se obtiene conformismo.