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La lengua de señas es una verdadera lengua?.................................................2

Capítulo 1. ¿Qué es ser sordo?

una acción terapéutica. Cada cual busca efectivamente datos objetivos a partir de los cuales poder fundar una política racional. Pero lo propio de este proceso es que todo ocurre en la oscuridad. Cada caso es un caso particular y todo lo que hay que hacer o inventar, no está justamente indicado de antemano. Cuando los deseos son grandes hay, en toda política, una parte importante que se transforma en apuesta.

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Esto es verdad para todos, incluso para las víctimas de la deficiencia. Es difícil renunciar al deseo de ser como todo el mundo, o al menos parecer. En primer lugar porque ser discapacitado no es solamente “ser otro”, sino que, si tomamos el término deficiencia al pie de la letra, ser discapacitado significa “ser menos”. Por otro lado, porque a los discapacitados se les hace creer que es posible acercarse a ese sueño porque se les dan los medios para hacerlo, se les dice que depende de ellos y que es cuestión de voluntad. De este modo, el sueño se vuelve también una obligación.

El margen de las acciones que pueden ejercerse sobre sí mismo parece siempre amplio. Entre todos los actos de heroísmo, cotidianos y anónimos, a los que los discapacitados están condenados, hay siempre algunos que podrían haber logrado con más éxito si hubieran aumentado por su parte la dosis de esfuerzo. Para que este incesante trabajo sobre sí –y sobre todo para que los inevitables fracasos por los que se infiltran la culpabilidad, el desprecio de sí mismo y la cólera– se transforme en reivindicación y en acción sobre la sociedad, tienen que darse condiciones sociales bien precisas que no analizaremos aquí.

Pero existe otra razón por la que las reivindicaciones de los sordos no son escuchadas. Es que se trata de niños, y no se acostumbra a preguntarles a los niños de qué manera quieren ser educados. Toda forma de educación, se nos dice con justeza, comporta una cierta forma de violencia. Quienes reivindican y piden ser escuchados son los sordos adultos.

Se dice que los sordos adultos son otros sordos: son los fracasos de la pedagogía de ayer. No se debe detener el progreso: mañana todos los sordos hablarán y parecerán oyentes. Hace cien años que se anuncia sin cesar la buena noticia: acabamos de encontrar el método. En Francia, el último en vigencia es el método verbo–tonal.

Cuántos padres de niños sordos no son reticentes con respecto a los sordos adultos. Éstos son la imagen de lo que su niño no será, son la imagen de aquello que hay que mantener a distancia. Pero, una vez que los niños alcancen la mayoría

de edad, se llevarán a cabo grandes elecciones. Desde hace un siglo, y a pesar del “progreso”, estas elecciones se hacen, invariablemente, siguiendo el mismo modelo. O bien el sordo sigue viviendo a la sombra de su madre, a la que siempre necesitará, o bien –cruel separación– traicionando los esfuerzos de sus padres y maestros, se casará con otro sordo e integrará el mundo de los suyos.

Es remarcable además que la mayoría de quienes se ocupan de luchar contra la deficiencia, ignoran casi todo acerca del mundo de los sordos adultos. Demasiado ocupados en la búsqueda del último invento que acabará con la deficiencia, trabajando obstinadamente para el futuro, y yendo siempre hacia adelante, son incapaces de mirar qué ocurre del “otro lado”. Su tarea se termina en el momento en el que han dado –como dicen– el máximo de posibilidades a los niños sordos. Les han dado las herramientas, ahora les toca a ellos utilizarlas.

Dichosos los sordos que, capaces de formarse un juicio acerca de estas herramientas, aprenderán finalmente y de sus mayores, cómo vivir.

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