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La identidad sorda

La identidad sorda18

Desde hace algunos años se habla mucho de la comunidad de los Sordos, de cultura sorda y de identidad sorda. Estas tres realidades van juntas. Si bien comienza a haber escritos sobre la comunidad de los Sordos y sobre la cultura sorda, no hay en cambio nada escrito aún en Francia –al menos de mi conocimiento– sobre la identidad sorda19. Como si las nociones de comunidad de los sordos y de cultura sorda debieran ser explicitadas, ilustradas y/o pudieran dar lugar a abundantes comentarios, mientras que la noción de identidad sorda, tal vez porque parece obvia, no necesitara ser precisada. No habría pues, gran cosa para decir al respecto20. ¿Cómo es que lo que designa la absoluta e irreductible

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18 In Etudes et Recherches, 2LPE, vol. 5, 2° semestre, 1987, pp. 41-55. 19 Sobre la counidad sorda y la cultura sorda, ver el número especial de Santé Mental “L’oeil écoute”, nº 85, abril 1985, los artículos de Christian Cuxac “La fin d’un monde”, pp. 29-32 y Bernard Mottez “Aspects de la cultura sourde”; Harry Markowicz “La communauté des Sourds en tant que minorité lingüistique”, suplemento del nº 24 de “Coup d’oeil”, Oct-Nov 1980, 12p. En inglés, Paul C. Higgins, Outsiders in a Hearing World, A Sociology of Deafness, Academic Press, London, 1980. Mientras esperamos la aparición del libro de Carol Padden y Tom Humphries sobre la cultura sorda, se puede leer de C. Padden “The Deaf Community and the Culture of Deaf People” in Charlotte Baker, Robin Battison (ed), Sign Language and the Deaf Community, Washington, NAD, 1980, pp. 89-103. 20 Esta diferencia de consideración, tal vez no proviene, después de todo, más que de la diferencia de estatuto de los tres términos. Cuando hablamos de comunidad de los Sordos, designamos una realidad objetiva, o en todo caso objetivable, y que podría ser descripta de manera pertinente o no. Ocurre lo mismo, a excepción de pequeños detalles, con lo que denominamos la cultura sorda. Con la identidad, en cambio, nos hallamos en otro registro. Muchos, cuando hablan de identidad, insisten con que se trata de un proceso. Quieren decir con eso que se trata de una historia. Otros ponen el acento en el carácter subjetivo del concepto. Debemos ir más allá. O, en todo caso, es hacia ese más allá, que debemos tender. Recurriendo a la terminología austiniana (J. L. Austin, How to do with words, Oxford, 1962; traducción francesa, Quand dire c’est faire, Seuil, Paris, 1970), diría que con la comunidad de los sordos y con la cultura sorda, nos hallamos en el registro constatativo, mientras que, con la identidad sorda, estamos en el registro performativo. Así, podemos divertirnos discutiendo, incluso, acerca de la existencia misma de una comunidad de sordos y de una cultura sorda, pero, cuando un sordo afirma y reivindica su identidad sorda, no hay ni discusión ni negación

Capítulo 1. ¿Qué es ser sordo?

singularidad de cada uno pueda ser confundido –o resultar de– lo que debemos llamar una copia?

Debo confesar que el concepto de identidad sorda no me parece claro de entrada. Es más, a veces me resulta problemático. Y no soy el único. Que este concepto cause problemas a quienes no pueden oír hablar ni de cultura ni de comunidad de los Sordos, ya que prefieren simplemente negar la existencia de aquello que les molesta, parece algo natural. Es en este sentido también que no quieren oír hablar de identidad sorda. Ustedes saben que no es mi posición.

Actualmente, sobre todo en 2LP, se insiste mucho sobre la necesidad de que los jóvenes sordos estén en contacto con adultos sordos a quienes puedan identificarse. ¿La identidad no es en muchos aspectos lo contrario de la identificación?

El concepto de identidad sorda circula a veces como una nueva versión de la antigua “psicología del sordo”. En lugar de las tentativas imposibles, deprimentes y sin ningún interés que intentaban dar una “descripción objetiva” de lo que los sordos son, se intenta ahora proporcionar un modelo normativo de lo que deberían ser. Cualesquiera sean los elementos que incluyamos en ese modelo, éste no nos permite avanzar en nuestra comprensión de lo que significa “ser sordo”. Pero sobre todo, proceder de esta manera nos sitúa en las antípodas de la posición que nos permitiría comprender el carácter profundamente liberador para ustedes, Sordos, del descubrimiento y/o la reivindicación de lo que ustedes llaman vuestra identidad sorda. Es decir, la liberación de ustedes mismos a través de aquello que ustedes tienen de más singular, de más personal.

He sentido, pues, la necesidad de reflexionar sobre esos problemas, a fin de ver un poco más claramente. Esta investigación fue llevada a cabo en el marco de mi seminario, en la École des Hautes Études en Sciences Sociales. Fue realizada con la colaboración activa de los Sordos, algunos deliberadamente gestuales, otros

posibles. No podemos más que tomar en cuenta aquello que adquiere toda su realidad en el acto mismo de su enunciación… Nos resta entender qué es lo que esto significa. No se trata del embrión de una lista de atributos, tan apreciados por los psicólogos. Sino de la reivindicación de un derecho a existir plenamente como persona. Y, como este derecho pasa forzosamente por el reconocimiento de que se es sordo, entonces es necesario hacerla a través de los medios apropiados. Se trata de una reivindicación cercana a la reivindicación de existir simplemente. A decir verdad, esto toca directamente el fondo de la experiencia cotidiana de los sordos: ver a los otros agitarse, actuar, discutir, decidir –incluso acerca de problemas que los conciernen a ustedes- haciendo simplemente como si ustedes no estuvieran allí.

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