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Resumen
Capítulo 1. ¿Qué es ser sordo?
Cuarto Congreso de la Organización Mundial de Sordos Judíos Resumen47
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Del 12 al 17 de julio, en el año de la conmemoración del 500° aniversario de la salida de los judíos de España, tuvo lugar en París, el 4º Congreso Mundial de Sordos Judíos. Es la primera vez que un congreso de la WOJD (World Organization of Jewish Deaf), creada en 1977, se desarrolla fuera de Israel.
Este congreso se llevó a cabo un mes después de la desaparición de Max Leven (1905-1992), una gran figura del mundo Sordo. Max Leven ocupó desde muy temprano puestos de responsabilidad en ámbito del deporte silencioso. Participó junto a Eugène Rubens-Alcais, en la creación de los primeros Juegos Olímpicos de Sordos (1925). Desde principios de los años 30, hasta 1966 –excepto durante su retiro forzado en los años de guerra–, fue consejero, presidente y vicepresidente del Apoyo Fraternal de Sordomudos, del Hogar de Sordos de París y de la Alianza Francesa de Sordomudos48 .No pudo asistir al congreso fundador de la Liga Internacional de Sordos Israelitas (Weltbund der Jüdischen Gehörlosen) que se realizó en Praga en 1931. Estuvo presente en cambio, en el segundo congreso que se llevó a cabo, paradójicamente, en Berlín en 1934. Según la información que tenemos, se rehusó a crear entonces en Francia, una Asociación de Sordos Judíos. Juzgaba que el momento era particularmente inoportuno. En 1976 en cambio, fundó la ASJF (Asociación de Sordos Judíos de Francia)49, junto con Pierre Nataf y Bernard Baran, actualmente tesorero adjunto y vicepresidente de la ASJF, respectivamente.
El congreso fue organizado por la ASJF, cuyo presidente actual es Patrick Leven, hijo de Max.
47 Traducción francesa de “Vierter Kongress der Weltorganisatrtion der Jüdischen Gehörlosen”, Hamburg, Das Zeichen, 23, 1993, pp. 94-97. 48 N. de T. : en francés: Appui Fraternel des Sourds-Muets, Foyer des Sourds de Paris et Alliance Française des Sourds-Muets. 49 N. de T. : en francés: ASJF : Association des Sourds Juifs de France.
Fiel a la tradición de las grandes reuniones sordas, la semana fue rica en actividades sociales. Se hizo turismo –paseo por París en barco, visita a la Torre Eiffel, a la pirámide del Louvre, al Arco de la Defensa, al Memorial del mártir judío desconocido… Hubo espectáculos –fuegos artificiales del 14 de julio, espectáculos teatrales a cargo del grupo Symbiose de Joël Chalude, y del Jewish Deaf Drama Group (JDDG) de David Jackson. Actividades que culminaron con un suntuoso banquete. Sin embargo, me referiré aquí únicamente, a los días 13, 14 y 15 de julio que fueron consagrados enteramente a las exposiciones, discusiones y mesas redondas.
Annette Leven (Fr) (s), secretaria de la ASJF y profesora de LSF en una escuela de la región parisina, abrió el congreso con una intervención titulada: “Crisis identitaria: Sordo, Judío, Francés, tres veces exiliado”50. Esta exposición apuntaba directamente al centro de lo que constituyó para nosotros, la trama de este coloquio, su leitmotiv: la dificultad de ser judío cuando se es sordo. Puntuada de ejemplos concretos, precisos, relatos de vivencias que suscitaron, a su vez, otras de parte de la asistencia. A menudo patética, siempre intensa, y a veces violenta, su intervención fue, en primer lugar, un llamado cargado de reproches, dirigido a los oyentes judíos, para que se muestren más acogedores con los sordos, para que dejen de considerarlos como menores de edad, como retardados, y para que los respeten en su particularidad y les permitan vivir su judaísmo. Annette Leven insistió, por ejemplo, en la importancia de la existencia de un hogar (=club), estaríamos tentados de decir una “tierra”, o sobre el hecho de que se recurra a intérpretes para los grandes acontecimientos en la vida de la comunidad judía, práctica que parece más bien ignorada.
David Jackson (GB) (s), presentó la otra cara de las cosas, el complemento: se refirió al antisemitismo de los Sordos. Dio algunos ejemplos. Desmontó ciertos mecanismos que lo sostienen. Y preconizó remedios.
Como sucede con otras minorías, cuando un miembro eminente de esta comunidad se libra a actos reprobables, es al conjunto de esta minoría que se le imputa dicho acto. Si se trata de un miembro de la mayoría, es sobre esta sola persona que recaen los reproches. Los Judíos, así como los Negros o los Asiáticos, están obligados a trabajar más para sobrevivir. D. Jackson sugiere que es tal vez por esta razón que los Judíos triunfan, pero después se les reprocha su éxito. El estereotipo del Judío, con una gran nariz y labios gruesos, está presente aún en la
50 N. de T. : en francés: « Crise identitaire : Sourd, Juif, Français, trois fois exilé ».
Capítulo 1. ¿Qué es ser sordo?
comunidad sorda; los grupos religiosos integristas contribuyen a alimentar este imaginario, a aumentarlo. Todas estas imágenes han sido la base de la propaganda nazi. ¿Qué hacer entonces? Los Sordos están sub-informados. Éste es su problema en el mundo entero. No conocen las creencias de los judíos, sus costumbres. No han tenido la ocasión de comprender la cultura judía. En los hogares no judíos, habría que desarrollar programas de Jewish awareness51 , conducidos por sordos judíos estimados por la comunidad sorda en general. Hay que invitar a los sordos no-judíos a jornadas de puertas abiertas en los hogares de sordos judíos. Hay que hacerlos participar de algunas fiestas judías. Hay que organizar para ellos viajes a Israel. Los Sordos judíos deben estar orgullosos de su cultura y no esconderla: no hay por qué avergonzarse de ser judío.
El momento más desgarrador fue indudablemente aquel en que Ruth AlufLewin (Is) (s), vice-presidente de la WOFD, habló de la Shoah (Holocausto). Cómo los Sordos se transformaron en víctimas del mismo, y cuál fue su número. Habló de las leyes eugenistas de Hitler, de las esterilizaciones masivas de Sordos. Habló del memorial especial dedicado a los Sordos judíos, actualmente en construcción, en el que se expondrán de manera permanente las obras de David Bloch52. Este último se hallaba en la sala y fue invitado a brindar testimonio, lo que permitió que la asistencia descubriera su gran estatura, su locuacidad y su humor. Otras personas a quienes la Shoah ha tocado de cerca, aportaron también su testimonio. Lo que más me impresionó sin embargo, fue sin duda la simple observación de un joven de la asistencia, que dijo que hasta hace dos años, ignoraba todo acerca de la Shoah. Esto muestra en efecto, hasta qué punto la sordera ligada al oralismo puede hacer que alguien sea, hasta ese punto, ignorante de una realidad que concierne tan de cerca su propio ser.
51 N. de T.: en inglés en el original. 52 David Bloch pinta sobre porcelana y graba en madera. Algunos de sus grabados relativos a la Shoah estaban expuestos en el hall de exposiciones del congreso. Algunos forman parte de la exposición permanente de la universidad de Gallaudet “In der Nacht”. David Bloch nació en Baviera en 1910. Ingresó a la Escuela de Sordos de Munich a la edad de 5 años. Fue internado en Dachau en 1938, donde permaneció dos años. Logró escapar de Alemania y llegó a Shanghai, donde se casó con una china. Emigró a los Estados Unidos en 1949. Para más información cf, el número de la primavera de 1975 de Gallaudet Today y Deaf Heritage, de Jack Gannon (pp. 97-99), en donde se reproducen varias de sus obras.
La intervención de Ruth Aluf-Lewin fue interrumpida un momento por la llegada de un rabino que fue presentado primero –¿simple error del intérprete? – como el rabino Sitruk, el actual gran rabino de Francia. El interesado rectificó la información, era el rabino Sirat, precedente gran rabino de Francia, actualmente afectado especialmente a los sordos. El rabino felicitó a los intérpretes por su prestación, puesto que permiten comprender verdaderamente lo que dicen los Sordos. Recordó que la esperanzan es una gran virtud judía y citó al profeta que dijo que al final de los tiempos, los Sordos oirían. Pidió disculpas por la brevedad de su intervención e informó que debía partir. Tenía que asistir en otra parte, a una reunión importante prevista desde hacía tiempo.
Dos rabinos americanos en cambio, participaron de todo el congreso. Ambos se oponían en todos los aspectos. El rabino Douglas Goldhamer, joven, seductor, de aspecto deportivo, cabeza descubierta y vestido con jeans y corbata, es un rabino reformado. De entrada, como para esquivar cualquier eventual pregunta de la asistencia, precisó qué era lo que lo diferenciaba del rabino Fred Friedman, mucho más ortodoxo. Este último, vestido de negro, con sombrero y hasta con barba, era más acorde a la idea que nos hacemos comúnmente de un rabino, en todo caso en Francia. El rabino D. Goldhamer es oyente, el rabino Friedman, sordo.
Desde sus primeras y vigorosas intervenciones quedó claro que el rabino Goldhamer es un militante de la causa sorda. Dirige un seminario para rabinos en formación, varios de ellos son sordos. Invitó a los Sordos judíos franceses que quieran ser rabinos a formarse en este seminario, proposición que el autor de este resumen encontró magnífica. No perdió nunca la ocasión de responsabilizar a la ley misma por la situación marginal de los Sordos en el seno de la comunidad judía. Sostuvo que es la ley la que debe ser modificada. Parecería difícil pedirle al rabino Friedman que adhiriera a esta proposición.
Si hubiera que resumir de manera lapidaria el punto de vista del rabino liberal con respecto a su homólogo más ortodoxo, diría que le reprocha ser más Judío que Sordo. ¿Qué es lo que está en primer lugar: “Sordo o Judío?” Éste fue precisamente el tema de la intervención con la que el rabino Fred Friedman abrió la segunda jornada. Tomó el título de un taller –workshop– animado por M. J. Bienvenu en el congreso nacional de sordos judíos norteamericanos realizado en New Jersey en 1990. Un taller que dejó marcas y quedó grabado en todas las memorias. Lamentó la atmósfera afectiva en la que se llevó a cabo y denunció los desvíos que de él resultaron. Afirmó que comprende, puesto que es sordo, que es difícil faltar a
Capítulo 1. ¿Qué es ser sordo?
los grandes acontecimientos de la vida sorda, como ciertos encuentros deportivos y planteó la siguiente interrogación: cuando los partidos tienen lugar durante el servicio de Rosh Hashana, Yom Kippour o Pesaj, ¿debo reunirme con mis amigos sordos, o debo ir al encuentro de mis amigos sordos Judíos para celebrar con ellos estas fiestas? No se puede estar en dos sitios diferentes al mismo tiempo. Muchos Sordos Judíos, hay que alegrarse y felicitarlos, ocupan puestos de responsabilidad, tanto a nivel local en los hogares, como a nivel nacional. Pero ¿por qué en lugar de querer complacer a los no judíos, no se preocupan más bien por planificar esos encuentros en función de las fiestas judías? Siguen soñando que sus hijos tendrán una esposa judía, que celebrarán las fiestas. Habiendo crecido en una familia en la que ya no hay una vida judía, serán asimilados.
Los Sordos Judíos son como el pan. Una vez que la masa está hecha, es imposible separar la harina del agua.
La comunicación del rabino Douglas Goldhamer, que le siguió, abordó un tema completamente diferente. El rabino sorprendió. Presentó la filosofía de Aboul al Barakat, un nombre desconocido hasta entonces para toda la asistencia. Este erudito árabe, nació hacia 1100 en la religión judía. Inmediatamente después de haber terminado la escuela de medicina, fue llamado para tratar al sultán de Irak. Lo hizo con éxito y fue recompensado por ello. Pero cuando volvió a Bagdad para recibir sus regalos, fue insultado por un noble de la corte por ser judío. Para poder seguir teniendo relaciones estrechas con el sultán y ejercer la medicina, se convirtió al Islam.
Pero, precisa el rabino Goldhamer, lo que vuelve a Aboul al Barakat único para la cultura del mundo, no es el hecho de que haya nacido judío y muerto musulmán. Es que habiendo nacido oyente, murió sordo. Comenzó a quedarse sordo después de su conversión y llegó a ser tan sordo que tuvo que abandonar el ejercicio de la medicina. Fue entonces que escribió Kitab el Mutabar, un sorprendente tratado de filosofía que, según sugiere el rabino Goldhamer, debe su lado innovador y hasta revolucionario a la sordera de su autor. Yendo en contra de las escuelas filosóficas prevalecientes, judías y musulmanas, así como del aristotelismo, que fundan todas el acceso a la verdad en los órganos de los sentidos –principalmente el oído– y en el logos –la palabra–; Aboul al Barakat, funda la verdad en lo que el rabino Goldhamer llama la intuición. La disertación acerca de esta filosofía, en la que el rabino Goldhamer ve un antecedente del cogito cartesiano, tuvo razones para excitar la curiosidad. Y nos alegramos de que ésta pueda ser enteramente satisfecha. El rabino D. Goldhamer acaba de traducir al inglés ese tratado bajo
el título A book on Intuition. La obra debería estar disponible en las Ediciones de Gallaudet.
El congreso terminó con la doble intervención de Guy Bouchauveau (Fr) y Rachild Benelhocine (Fr), Sordos, pero no judíos, acerca del humor sordo. Esta comunicación fue precedida por la de Bernard Mottez (Fr), autor de este resumen. Sin que hubiera habido de antemano la menor connivencia, ella trató sobre la cuestión de las identidades, tema que había sido abordado previamente por varios participantes. Pero esta vez, fue abordado desde el punto de vista de alguien que no es ni sordo, ni judío.
Como preludio de su intervención, Bernard Mottez precisó que la tesis que se proponía desarrollar era que “ser Sordo” y “ser judío” es, en varios puntos, lo mismo. Y que en consecuencia, los sordos judíos son, de alguna manera y naturalmente, más judíos que los otros judíos. Del mismo modo, y por la misma razón, estos Sordos son potencialmente más esclarecidos, más conscientemente Sordos que los otros Sordos. Desgraciadamente –dijo–, todo lo que había escuchado desde el principio del congreso –hasta qué punto es difícil ser judío, cuando se es sordo– tendía a mostrar que estaba en un error. Se había equivocado de operación. Había hecho de esas dos identidades una suma, mientras que tratándose de identidad, debería haber pensado en una sustracción.
Pero como no podía volver a escribir su texto, se propuso decir lo que había preparado, exactamente como había previsto hacerlo.
Hay aún más.
Ser sordo no es solamente no oír, oír mal y/o no comprender. Por miles de razones es también, y tal vez en primer lugar, no ser oído. Desaparecer, pura y simplemente, por falta de interlocutor no es un caso de figura especial fuera del campo de la sordera. Es la sordera misma por excelencia, su figura extrema.
En los primeros minutos de este congreso, luego de haberse presentado y antes de exponer su comunicación, Annette Leven pidió a los oyentes presentes que levantaran la mano. Cinco o seis manos se alzaron, nada más. Se trataba de personas que no eran judías, como mi esposa y yo, o de oyentes judíos muy cercanos a los Sordos, como el rabino Goldhamer o algún pariente. Aquellos a quienes algunos querían dirigirse explícitamente en directo, o aquellos que se esperaba que fueran testigos de lo que iba a decirse e intercambiarse, simplemente no estaban presentes. Por cierto, el rabino Sirat se presentó. Pero la manera en que pasó, como un relámpago, para decir dos palabras sin tener tiempo para oír lo que sin cesar se decía, fue peor que si no hubiera venido. Buen ejemplo de puesta en escena de la sordera.
Capítulo 1. ¿Qué es ser sordo?
De este modo, lo que Annette Leven se proponía mostrar y denunciar –a saber, el exilio de los Sordos en el seno del mundo judío– comenzó a presentarse y a vivirse en la realidad a partir de esos primeros minutos en los que se constató la ausencia de los Judíos oyentes. Sin discursos, la demostración acababa de ser hecha. En última instancia, Annette Leven ya no tenía necesidad de hablar. No tenía nada que agregar. Otra razón más trágica podía dejarla muda. La ausencia de aquellos a los que se dirigía prioritariamente podía transformarla en una voz gritando en el desierto.
A pesar de todo, escogió hablar.
En esos mismos primeros minutos, me di cuenta yo también, que mis propósitos estaban destinados, prioritariamente, a los oyentes judíos, y la idea de que no estarían ahí, hizo que lo que había previsto decir, me pareciera carente de sentido. Apoyando la causa de los Sordos, quería decirles que los sordos judíos, no eran por eso menos judíos.
Sin embargo hablé, puesto que estaba previsto que lo hiciera.
Expliqué que, como estaba indicado en el programa, estaba previsto que hablara junto con Harry Markowicz, profesor en la universidad de Gallaudet. Markowicz es Judío y oyente. Él es quien me sirvió de guía en el descubrimiento del mundo de los Sordos. Hizo de guía con su sensibilidad de judío. Tal como dije, todavía me quedan marcas de esta mediación judía. Se suponía que debíamos prolongar delante de testigos, el diálogo que nunca hemos dejado de tener desde hace 15 años. Desgraciadamente no pudo estar aquí.
Desarrollé entonces, principalmente, la idea de que la gran distinción que existe entre los Sordos y nosotros los oyentes, y entre los Judíos y nosotros que no lo somos, es que los Sordos y los Judíos no quieren que nos transformemos ni en Sordos ni en Judíos. Nosotros, que formamos parte de la mayoría, tenemos al contrario la molesta costumbre de pensar que el mejor regalo que podemos hacerles es volverlos semejantes a nosotros.
Harry Markowicz hubiera llevado más lejos de lo que yo he podido hacer, el paralelismo entre la lengua de señas y el yiddish, insistiendo principalmente en la conferencia de Tchernovitz (1908), que puede aportar un esclarecimiento original y útil a lo que ocurre hoy con la lengua de señas.
He aquí esencialmente, al menos tal como yo lo he vivido, lo que sucedió en estos dos días tan ricos en intercambios, en emociones y para mí, en descubrimientos.