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Sociedad
Los colaboradores, motores de la empresa
La empresa Prodiser creció con la convicción de que sus colaboradores son su recurso principal y que su misión incluye brindar oportunidades de empleo y crecimiento a los que más las precisan. Una filosofía que la llevó a ser reconocida en el ranking “Mejores Lugares para Trabajar en Paraguay”
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“La empresa nació en 1995 como un emprendimiento de distribución de productos de limpieza de mi marido Julián”, relata Aureliana Alfonso. “De a poco comenzamos a desarrollar algunos productos como detergentes y productos de limpieza”. Mientras ayudaba en la comercialización, Aureliana y toda la familia se iban preparando profesionalmente para dar mayor solidez y crecimiento a la empresa, que en ese momento sólo contaba con un colaborador, además del matrimonio. Aureliana se recibió en Administración de Empresas, y pudo aportar en la estructuración del negocio familiar. “Crecíamos muy de a poco”, recuerda. “Tenemos cinco hijos, y siempre quisimos que ellos y la familia ocupara el primer lugar. Por eso, crecimos ‘lento pero seguro’”. Se mantuvieron en el mercado como empresa familiar no sin dificultades. La escasa estabilidad en la economía y en la política nacional no los favorecía. Los hijos, Liz, Fátima, Laura, Antonio y Ana, creciendo se fueron incorporando y contribuyendo al crecimiento de Prodiser.
Fue a raíz de la tesis de licenciatura en Ingeniería Comercial de Liz y Fátima que se formalizó la creación de Prodiser como sociedad anónima y se registró la marca comercial Verapá.
Hoy todos están cumpliendo tareas profesionales en la empresa, aunque algunos aún no se hayan recibido. “Aunque iba creciendo el número de colaboradores, nunca perdimos, aún en los momentos más difíciles, la esencia de ser, como empresa, la gran familia, como decimos”. Aureliana lo enfatiza, como para ratificar que no se trata de un mero eslogan.
La pandemia fue beneficiosa para el rubro de los productos de higiene, de limpieza y sanitarios, y en el 2020 pasaron de 25 a 40 colaboradores. Aun así, la dueña y gerenta no se duerme en los laureles. Hoy la fábrica quedó pequeña, y nos gustaría “poder ofrecer más fuentes de trabajo”. Aunque el Covid-19 haya impulsado las ventas, por supuesto que
la cuarentena implicó ciertos desafíos. “Teníamos que estar, no podíamos parar, o disminuir la producción, por un sentido de responsabilidad, de compromiso con la sociedad y con los médicos y los hospitales…”.
Durante un tiempo hubo que trabajar por cuadrillas, siguiendo las disposiciones gubernamentales. La empresa, sin embargo, pudo seguir pagando los salarios completos no obstante la disminución de horas trabajadas. También proveyó almuerzos para los trabajadores y transporte para que los mismos no tuvieran que viajar en colectivo con los consiguientes riesgos de contagio. Todo esto, expresa Aureliana, “nos pone muy contentos, por lo que pudimos hacer y porque eso demuestra que todo el equipo directivo -que es nuestra familia- ve y siente de la misma manera la necesidad de poner en primer lugar a las personas. Porque antes de ser trabajadores, son personas, con todo lo que eso significa”.
Esta “cultura organizacional”, por lo visto, paga, y no sólo del punto de vista de los resultados económicos.
Laura Moreira, una de las hijas de Julián y Aureliana, es jefa de Marketing. Cuenta a Ciudad nueva: “El año pasado la institución Yoica fue contratada por Prodiser para realizar un estudio general sobre la capacidad y fuerza laboral con la que contaba nuestra empresa”. Al entregar los resultados, Yoica informó acerca de las fortalezas, debilidades y aspectos a mejorar. “Al término del estudio y al ver los resultados, nos propusieron medir nuestro clima laboral mediante una encuesta denominada Trust Index, mediante la cual cada colaborador de Prodiser expresaba su nivel de satisfacción con la empresa”. De acuerdo con los resultados obtenidos en la encuesta y a los comentarios expresados y a un cuestionario organizacional dirigido a la empresa, Prodiser pudo entrar en el ranking de los “Mejores Lugares para Trabajar en Paraguay” de la organización Great Place To Work, donde ocupa el octavo lugar en la categoría “empresas nacionales”. Entre los ítems en las que la empresa se destacó, Laura enumera que: “el 100 % de los colaboradores respondieron que a las personas se les trata con equidad cualquiera sea su género; el 97 % respondió que al ingresar a la organización se sienten bienvenidos; el mismo porcentaje afirmó que se siente orgulloso cuando dice que trabaja en Prodiser; el 95 % de los funcionarios respondieron que los jefes conducen el negocio de forma honesta y ética; el 95 % de ellos expresaron que los jefes muestran un interés sincero en ellos como personas y no sólo como empleados y el 85 % concluye que Prodiser es un gran lugar para trabajar”.
“Para nosotros fue emocionante recibir este reconocimiento”, resalta Aureliana. “Realmente cada colaborador es valioso para nosotros, y representa una oportunidad para darle un trabajo digno y el calor familiar”. Comenta que la empresa busca priorizar a los más desfavorecidos, procurando dar oportunidades a jóvenes que han tenido problemas para conseguir su primer empleo. Y relata una experiencia personal. “En una época me levantaba a la una de la mañana para acompañar a un joven colaborador que había chocado en su moto, como si fuera madre. Se había accidentado porque estaba alcoholizado. A otro lo pillaron con droga, y recuerdo que en la Comisaría, nos sentamos el comisario, este joven y yo. “Tirá esa porquería y aprovechá porque nadie te va a dar otra oportunidad como lo hace esta señora”, le decía el comisario. Y yo realmente sentía que tenía que hacer la parte de su madre, realmente, dándole una oportunidad pero siendo exigente también”.
En Prodiser están convencidos de que “el motor de toda organización es el equipo humano”. Por esto creen que es interés de todos que las personas puedan trabajar a gusto, motivadas. Y como política empresarial se trazaron la elevación de las capacidades y de la educación del personal, para que todos “salgan un día de Prodiser mejores y con mayores oportunidades” de como entraron.
Eso se plasma en los permisos que otorgan a quienes tienen que preparar un examen de facultad, por ejemplo. “De una manera u otra posibilitamos que los colaboradores puedan realmente tener el tiempo de estudiar y rendir cuando lo soliciten”. Incluso estimulan a jóvenes que no habían pensado en cursar una carrera a hacerlo.
Para Aureliana, el reconocimiento de Great Place To Work confirma que están en un buen camino. Y subraya que en esto se nota la influencia de la Economía de Comunión. “Hace más de 15 años que yo conozco esta visión y esta práctica económica. Cuando la conocí, me tocó profundamente el concepto de mirar a cada persona como un hermano que es al mismo tiempo una presencia de Jesús, y desde entonces trato de mirar así a cada funcionario desde el día en que ingresa a la empresa”.
Gebé y Doblevé
Vida en pareja
Maria y Raimondo Scotto
Sueños nuevos
“Cuando novios, teníamos muchos sueños, pero cuando nos casamos y llegó el bebé, nos sentimos perdidos…”.
S. y G.
Generalmente, como novios tenemos muchos sueños, pero con poca concreción por falta de experiencia. A veces nos sentimos omnipotentes y no podemos aceptar la realidad. Luego comienza la vida juntos y enseguida experimentamos nuestras debilidades. No es fácil armonizar las diversidades entre ambos y las relaciones con las familias de origen; equilibrar trabajo, amistades y descanso. La llegada de un niño, no obstante la alegría que conlleva, complica más la situación. Podría surgir una sensación de frustración, que impulsa a pretender el máximo de la vida, lo que puede llevar a un activismo agotador o a instrumentalizar a los demás para nuestra propia realización personal. Para encontrar un nuevo equilibrio es preciso recibir juntos la realidad tal como es, encontrar la propia realización en el aquí y ahora, sin falsas expectativas, saber saborear las pequeñas alegrías cotidianas. Esta nueva paz interior será el regalo más duradero para ese hijo y podrán comenzar juntos a soñar “sueños nuevos”. De hecho, los sueños de hoy no pueden ser los de ayer.
Integrar la diversidad
Un joven discapacitado físico, Ciriaco Ladu, dialoga con Federico De Rosa, colaborador de Ciudad nueva italiana (autista).
Ciriaco: ¿Cómo podemos los discapacitados ayudar a las personas a reflexionar sobre la situación que están viviendo en esta pandemia?
Federico: En este tiempo, muchas cosas que parecían darse por sentadas ya no lo están. Ahora todos viven la “discapacidad” de una libertad reducida y de la pérdida de certezas económicas. Es como si todos los “normales” se hubieran vuelto súbitamente discapacitados. Nosotros, las personas discapacitadas desde hace tiempo, debemos mostrarles cómo pueden ser felices de otra manera. En otras palabras, nosotros, los “diversamente hábiles” (como se decía un tiempo en Italia), podemos ayudarlos a ser “diversamente felices”.
C: Me parece que esto es muy cierto, pero ¿cómo podemos nosotros, considerados discapacitados, ayudar a las personas que se creen normales? ¿Nos escucharán?
F: Sí, pero depende de nosotros. Nosotros, portadores de diversidades humanas profundas y, a menudo, limitantes, ¿somos conscientes de que toda persona discapacitada puede trazar un camino hacia su ser “diversamente feliz” y luego al menos intentar seguirlo? ¿O también nosotros somos prisioneros del mito ilusorio de la normalidad, que para nosotros se convierte en un paraíso dolorosamente perdido? Con la vida podemos demostrar que ningún límite puede impedir que un ser humano busque activamente su felicidad personal.
C: Yo soy feliz porque me conformo con lo que tengo y con lo que puedo hacer. Pero ¿una persona que quiere tener más, cómo puede encontrar la felicidad en un mundo que se lo impide?
F: Es precisamente éste, querido Ciriaco, el aporte que las personas con discapacidad podemos dar en este momento histórico, pero sólo si logramos ser “diversamente felices”. Para ser felices, no es necesario obtener lo que deseamos, lo que a menudo es imposible. En mi opinión, la felicidad nace de una vida cada vez más esencial. Saber renunciar a lo que la pandemia nos niega es redescubrir el gran valor de lo que todavía podemos hacer. Saber renunciar a lo que quisiéramos obtener pero que no es posible, es el camino a la libertad.
C: Estimado Federico, tu respuesta me convence, pero me cuesta creer que se pueda dar un cambio tan radical en nuestra sociedad. Creo que una manera de ayudar a ello sería la de que nos puedan escuchar, encontrar la forma de despertar el interés en lo que nosotros pensamos, decimos y hacemos. Si la gente aprendiera a escucharnos, podría existir una posibilidad real de cambio.
F: Estimado Ciriaco, confiamos en nuestros lectores de Ciudad nueva para difundir esta idea. Los límites impuestos por la pandemia han dejado a todos “diversamente hábiles”. Si estamos unidos, nosotros los “diversamente hábiles históricos”, podemos indicar cómo ser “diversamente felices”. Ningún límite puede detenernos si en el corazón somos verdaderamente libres de todo.
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