ALVARO ZINNO FOTOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA URUGUAYA
Autorretrato. 1980 (aprox.). 1
Manguera. 1982-1987. Negativo 6x6. 2
Mano. 1982-1987. Negativo 6x6. 3
Dormitorio. 1982-1987. Negativo 6x6. 4
Pinares. 1982-1987. Negativo 6x6. 5
Casita. 1988-1995. Negativo 6x6. 6
Lucesitas. 1988-1995. Negativo 6x6. 7
Cuba. 1995-2002. Negativo 6x6. Composición digital. 8
Cuba. 1995-2002. Negativo 6x6. Composición digital. 9
La Pelouse. 2000-2002. Negativo 6x6. Composición digital. 10
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Hall. 2000-2002. Negativo 6x6. Composición digital. 12
Sin título. 2000-2002. Negativo 6x6. Composición digital. 13
Porche, de la serie Fotografías mínimas. 2007-2009. Negativo 6x6. 14
Patio, de la serie Fotografías mínimas. 2007-2009. Negativo 6x6. 15
Caballo, de la serie Donde duermen las cosas. 2015-2017. Digital. 16
Hamaca, de la serie Donde duermen las cosas. 2015-2017. Digital. 17
Sillones, de la serie Donde duermen las cosas. 2015-2017. Digital. 18
Cama, de la serie Donde duermen las cosas. 2015-2017. Digital. 19
Sótano, de la serie Donde duermen las cosas. 2015-2017. Digital. 20
Gattamelata, de la serie Donde duermen las cosas. 2015-2017. Digital. 21
Térmica, de la serie Fantastic. 2018. Digital. 22
Moonrise Buceo, de la serie Fantastic. 2019. Digital. 23
Piscina, de la serie Fantastic. 2020. Digital. 24
“En general mis fotos son de que lo vi y después volví a fotografiar. Tengo la ventaja de que no son cosas que vayan a desaparecer. A veces me sorprendo al pasar por lugares que de alguna manera veo siempre y un día me cae una ficha de que ahí hay una foto que podría haber sacado diez años antes. Ese día estás con una sensibilidad especial y lo ves”. ÁLVARO ZINNO
14 de agosto de 2020. Entrevista a Álvaro Zinno realizada por Alexandra Nóvoa. Centro de Fotografía, Montevideo.
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Empecemos por tu contexto familiar… Mi familia era más bien conservadora. Mi padre era de Paysandú y mi madre de Montevideo, hija del escultor Antonio Pena. Vivíamos en la casa donde mi madre vivió toda la vida. Era una casa grande, antigua, con dos claraboyas, pisos de dameros de mármol y el resto de pinotea, que mi padre se encargó de reciclar antes de que se usara el reciclaje de las propiedades. Era impresionante. Me acuerdo de que venían de la Facultad de Arquitectura a verla. Esa casa tenía un sótano con esculturas y montones de objetos, mi padre era medio acumulador de cosas que conseguía en remates y en la feria de Tristán Narvaja. Mi madre era profesora de Matemática y mi padre arquitecto, pero hizo pocas obras y daba clases en la utu, así que imaginate que no había mucha plata en mi familia. Supongo que esa casa, el sótano y las esculturas del abuelo influyeron en mí. La demolieron hace como un año. En la muestra «Donde duermen las cosas» hay tres o cuatro fotos de ese sótano. ¿Cuándo empezaste a interesarte por la fotografía? En Europa, durante su viaje de Arquitectura, mi padre se había comprado una
cámara Rolleiflex. Cuando ya casi no se usaba, un día la agarré y aprendí lo básico de funcionamiento de cámaras. Usé unos rollos viejos que mandé a revelar y a hacer copias chiquitas, casi contactos. Tendría dieciséis años. A esa edad estarías decidiendo qué estudiar o qué carrera seguir. Sí, mi padre no quería que mis hermanas y yo estudiáramos arquitectura. Sin duda estaba peleado con la carrera. Terminé eligiendo ingeniería. No sé por qué la elegí, deben de haber intervenido varios factores más allá de los vocacionales, que no eran importantes. Más o menos debe de haber coincidido con los principios de mi interés por la fotografía. Me influyó mucho la biblioteca de la Alianza UruguayEstados Unidos, la Artigas Washington, donde había libros de fotografía. Sería por mis dieciocho años. Me gustaba la fotografía antes de conocer esa biblioteca. Había visto anuarios de Nikon y ese tipo de publicaciones, con fotografías que buscaban atrapar el ojo, con ángulos y tratamientos en busca de lo extraordinario. Yo era bastante inconsciente, no reflexionaba sobre temas artísticos, eran más bien impulsos. Pero en esa biblioteca conocí libros de autores que me
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conmovieron, americanos y europeos, de un tipo de fotografía diferente a lo que se podía llamar en la época «fotoclubera». Te atrapaban el alma, no solo el ojo.
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¿En algún momento pensaste en ir al Foto Club? Fui a alguna presentación. Me emocionaba la fotografía, pero no sé por qué no pasó de estudiar allí. Fui un par de años al taller de Clever Lara, me «desvié» para ese lado de las artes plásticas, del dibujo y no fui a cursos de fotografía. En el taller hice alguna foto, sería sobre finales de los setenta. Se hicieron muestras del taller y se expuso alguna fotografía mía. Y así empecé, entre la Rollei y una cámara 35mm que tenía un novio de mi hermana. Él tenía una especie de laboratorio en la casa y empecé a hacer laboratorio con una ampliadora de verdad. No tenía nada que ver con los inventos que hacía con la Rollei usándola como ampliadora: le sacaba la tapa de atrás, la ponía en una caja acondicionada, una lámpara y ahí ponía los negativos. Era una locura. Podemos decir entonces que tu formación en fotografía fue más bien autodidacta. Sí. En realidad miraba montones de
libros de imágenes y libros técnicos. Había cosas que no entendía, como la luz y el diafragma, aspectos básicos que alguien te los tiene que explicar o los tenés que leer. Fue un autodidactismo, pero apoyado en libros. En alguna entrevista leí que si bien se te ve como un autor muy técnico, vos no te sentís así. Ese tipo de opiniones me sorprende. No soy muy cuidadoso con las copias y lucho un poco con eso. Sí me gusta la parte física, como lo que te contaba de la caja ampliadora, pero no lo de llevar la copias a la perfección, aunque lo envidio y me gustaría poder hacerlo. Ahora digitalmente soy más cuidadoso, me gusta mucho trabajar en la computadora con las fotos, pero tampoco pongo el foco en eso. ¿Cuándo comenzaste a mostrar tu trabajo? Fue a principios de los 80. No había o no conocía exposiciones de fotografía por entonces. Una vez pasé por la Galería del Notariado, que tenía un espacio de exposiciones dirigido por Nancy Bacelo, vi unas cosas que me gustaron y pensé que yo podía exponer algo allí. Pedí la sala y me dijo que sí. Yo no sabía ni lo que era
hacer una exposición. Antes yo ya había ganado algún premio. Me acuerdo de haber ido a un concurso con la Rollei sobre la Rural del Prado, que era de un rematador y gané una mención. Ahí conocí a algunos fotógrafos. Después estuve en otro concurso que era a partir de una obra de teatro en la Alianza Uruguay-Estados Unidos. De a poco me fui metiendo y conociendo. Tenía algunos amigos más jóvenes que también se estaban dedicando a la fotografía. Es una disciplina relativamente fácil de entrar. No es lo mismo que la pintura. A la fotografía podías entrar solo con tener una cámara. Igual tampoco era tan sencillo. Ahora no se entiende porque cualquiera está muy en contacto con la fotografía por medio del celular y un montón de opciones y de posibilidades para editar. ¿Cómo conociste a los integrantes de esa generación con la que se te suele identificar, integrada por Marcelo Isarrualde, Alfonso de Béjar o Juan Ángel Urruzola, entre otros? A ellos los conocí por la fotografía. A Marcelo me acuerdo de conocerlo en el Subte, habíamos participado en algún concurso. Empezamos a hablar, él vivía a tres cuadras de mi casa y nos hicimos
amigos. Teníamos enfoques similares. A esa altura yo ya tenía más definidos mis gustos por la fotografía. Con Marcelo éramos más críticos del estilo fotoclubista. Me acuerdo de que en la exposición del Notariado a la que fue un grupo del Foto Club no miraban las fotografías, sino más bien qué papel era, qué velocidad y diafragma había usado, cosas así. Como soy un poco desprolijo ¡no me acordaba qué velocidad, diafragma o película había usado! En la actualidad, si no tuviera la información que queda embebida en los archivos, me pasaría lo mismo. ¿Te pareció que estos fotógrafos estaban haciendo cosas que tenían más que ver contigo? Sí, totalmente. Además con la gente del Foto Club no sentía puntos de contacto. Y con ellos sí, instantáneamente con Marcelo tuve mucha cercanía y con Alfonso de Béjar aprendí varias cosas. Él hacía una fotografía muy sutil, sus fotos transmitían algo profundo y misterioso. Manejaba cosas mínimas, atmósferas, bajo contraste, negros lavados, algo relacionado con el cuerpo. Nunca logré la sutileza y calidad de su obra. Yo quería llegar a eso y siempre algo dentro de mi cabeza no me lo permitía. Lo mío siempre
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fue más intenso a nivel de imagen: las copias no son sutiles, sino firmes, todo el rango de densidad y colores. No puedo zafar de eso. Por otro lado, Alfonso con sus fotos me enseñó sobre lo que yo hacía y me liberé de un montón de cosas que pensaba que tenía que hacer y que no eran lo mío. Por ejemplo, yo hacía fotos en 35mm medio documentales, tratando de captar el momento. Al mismo tiempo había empezado con tomas en 6x6 en las que no había gente, no tenían ningún sentido de intención social ni buscaban denunciar nada. Algo que en esa época no era nada importante, había otras urgencias, había que militar. ¿No era tan bien visto trabajar sobre temas personales? No, en la dictadura esos temas, pulsiones, atmósferas o lugares, era una historia que estaba desapareciendo, deteriorándose. Era de segundo orden. Pero las cosas que le pasan a uno siempre están presentes en su obra. O sea que ese intercambio también te ayudó a encuadrar tu trabajo. Sí, aunque bastante después entendí cosas como que si estoy parado al lado de una persona y los dos vamos a sacar una
foto, más o menos vemos lo mismo, pero vamos a hacer imágenes distintas. En el momento de la toma ocurre algo especial. Como dicen por ahí, se alinean el objeto, la cámara y la cabeza. Juegan un montón de factores: los momentos previos a la toma, la toma y el tratamiento posterior, porque en mi caso, por lo menos, la captura está condicionada por el proceso posterior. No tomo fotografías desde ángulos especiales, sino que en general las saco con la cámara a nivel de los ojos. Cuido mucho la luz. Es un factor de expresión y transmite el clima en el que estoy trabajando. Se puede arreglar después, pero si no está bien de origen no anda. El color sí es más manejable en la posproducción. ¿Cómo seguiste después de esa primera exposición? Por los 80 hice otra, también en el Notariado, de imágenes que me venían a la cabeza y que no tenían ningún contenido social. Me sentía más liberado. Eran cuadradas y más grandes, y eso me representa más que las de 35 mm. Luego de esa exposición, gracias a Marcelo participé en un concurso del diario El Día, que el premio era un viaje a Suecia. Gané ese premio con una foto de las cuadradas.
Compré una cámara Leica con un lente 35 milímetros y todo el viaje lo hice con esta cámara. Saque fotografías de calle, gente, situaciones, etcétera. Viéndolas ahora no eran malas, pero no veo en ellas nada especial. Después volví al formato cuadrado y al tipo de fotos que más me gusta hacer, de espacios vacíos, composiciones y objetos que llaman mi atención. Me siento bien haciendo eso, incluso a veces feliz, y veo en ellas algo original. ¿Habías visto imágenes de ese estilo en la Artigas Washington, por ejemplo? Sí, me había llamado la atención Stieglitz, Steichen, Brassaï, Kertész, el Grupo f/64 y otros autores que no se centraban tanto en lo documental. Ahí descubrí el poder de ciertas imágenes que resonaban en mí. Lo que yo hago sí tiene que ver con la gente, porque estas atmósferas están construidas y vividas por gente, nunca le saqué una foto a un nido de pájaros, por ejemplo. En mis fotos esos lugares y cosas, que en general son antiguos, tienen una carga. De eso ha tratado mi trabajo siempre, no he cambiado mucho, le he dado vueltas a las mismas cosas con lecturas diferentes, cambiando el tipo de luz y posproducción, pero pienso que siempre me sale medio lo mismo.
¿Cuándo supiste qué dirección querías tomar en fotografía? Nunca pensé en una dirección. Aparece cuando mirás un poco para atrás con toda la autocrítica que podés y rescatás lo más original que hiciste. Si no fuera así ahora sería músico (horrible) y pienso en más direcciones. No ando mucho con la cámara –en eso funciono distinto a otros fotógrafos– pero sí con el teléfono. El otro día estaba a unas cuadras de casa y vi un espacio con una luz especial, fui a mi casa a buscar una cámara y le saqué fotos. En general mis fotos son de lo que vi y después volví a fotografiar. Tengo la ventaja de que no son cosas que vayan a desaparecer. A veces me sorprendo al pasar por lugares que de alguna manera veo siempre y un día me cae una ficha de que ahí hay una foto que podría haber sacado diez años antes. Ese día estás con una sensibilidad especial y lo ves. En alguna entrevista comentabas de espacios que para vos pueden transmitir diferentes sensaciones. A mí me las transmiten, por eso les saco una foto. Lo que me empezó a sorprender hace un tiempo, a partir de diferentes comentarios, es que en algunas fotos el receptor también entendía lo mismo.
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¡Éxito! Cuando es tan sutil lo que querés comunicar a veces es más difícil.
exposición, a trabajar en un concepto, si bien no aprendí a editar la muestra.
¿Cuáles son esas sensaciones? Hay sin duda una nostalgia. Creo que no es muy optimista el mensaje, como me parece que no lo es la vida. Mejor dicho, la vida es de una manera y un poco nos mienten sobre ella. Cuando crecés y lo ves, aparece la decepción. Cuando sos joven te parece que todo es posible, y cuando sos más grande te das cuenta de que sos solo esto. No es necesariamente pesimista, capaz que se trata de aprender a manejarlo y de que no te mientan tanto (Hollywood miente mucho). También veo en mi trabajo el registro de una cierta calidad, en un sentido amplio, de los materiales del pasado, en el trabajo y en las terminaciones. Eso habla mucho acerca de la sociedad. Una de mis series se llama «Fotografías mínimas», que expuse en el Centro Cultural de España (cce). Consistía en retratar rincones (matemáticamente se llaman triedros), que contenían mucha información. Fotografías de paredes, aberturas, el piso, macetas con plantas, en general de La Paloma y La Pedrera, que muestran los contenedores de las vacaciones de muchos uruguayos. Con esa muestra entendí cómo hacer una
¿Le pedís opinión a alguien? A veces pido sí. Aunque no termino dando mucho corte, quiero estar alertado de las equivocaciones que voy a cometer. ¿Cómo fuiste cambiando tu manera de exponer desde esas primeras veces en el Notariado hasta el cce? Las exposiciones del Notariado eran cualquier cosa. Nadie (ni yo) editaba ni nada. Fue una época difícil. No tenía plata, entonces hacía unos inventos con vidrio y pegado atrás del passpartout que no quedaba nada bien. En ese entonces había muchos problemas con los marcos, la gente no los compraba. Un amigo me decía: «¡Tienen una cámara de mil dólares colgando y no tienen un set de marcos para hacer exposiciones!». Ya en el cce las fotografías estaban en otro formato, de un metro por un metro, a partir de negativos analógicos. Trabajé, como dije antes, en un concepto. El enmarcado lo hacía el cce, todo bien. Si tuviera que referir algún problema, es mi baja productividad. Tenía pocas fotos como para editar con libertad. Después aprendí a trabajar con un concepto de exposición.
En fotografía es fácil juntar un montón de fotos que están buenas y exponerlas, pero no debería ser así, o ser solo eso. ¿Qué otras exposiciones recordás? Por ejemplo una en la Alianza UruguayEstados Unidos, que fue otro tipo de incursión. Allí expuse una cosa rarísima, que era una pirámide invertida a la que le salía un rayo de luz. Era solo eso la exposición. También recuerdo otra colectiva en el Subte, que era un homenaje a los cincuenta años de la película Rashomon, de Akira Kurosawa. La instalación que hice para esa exposición era como una lluvia eterna, con siete pantallas de tul, colgando de un prisma de donde salía luz y agua. Abajo había una bandeja gigante metálica que juntaba el agua. Al verla funcionando me sorprendí a mí mismo, sentí que era mejor de lo que había imaginado. Después participé en un salón en el Museo Nacional de Artes Visuales, con unas fotografías panorámicas de 1.20 x 2.40 o 3 metros, pegando tres negativos de 6x6, lo que le daba una resolución impresionante. Cuando las vi colgadas me sentí satisfecho con lo que había hecho. Con el tiempo fui aprendiendo a hacer exposiciones y que partieran de una misma idea.
¿Es importante para vos exponer tu trabajo? Sí, desde el principio quise exponer y participar en los concursos. No sé por qué las exposiciones son proyectos más complicados, pero el premio funciona como una exposición express. Me acuerdo de uno, que fue el Premio Bicentenario del Instituto de Cultura Iberoamericano (ici) que se expuso en el Museo Nacional de Artes Visuales en 1991. Era de plástica en general –la gente dice plástica por un lado y fotografía por otro, nunca entendí eso– y gané con una foto que era simple, mínima, de un hotel que había en la Ciudad Vieja. En la foto había una silla, un teléfono de pared y una lámpara amarilla. En ese momento no me daba cuenta, pero fue importante ese premio, creo que cambió cosas, no por mi foto, sino porque una foto ganaba un premio de plástica. Ese premio fue otro viaje a Europa en el que coincidí con un amigo, Eduardo Cardozo, que había ganado el premio Paul Cézanne, y nos fuimos los dos. Fue cuando me compré la Mamiya 6 (formato medio, cuadrado, se coloca a nivel del ojo) vendiendo las otras cámaras. Después gané la posibilidad de ir a una bienal en Cuba, donde saqué varias fotos. Los espacios de La Habana me hacían
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acordar a Montevideo. Allí sentí ese clima del Montevideo de mi infancia, de juguetes americanos, y comencé a armar mi serie donde incluyo estos juguetes. En fin, veo que siempre me dieron ganas de mostrar lo que hago. Ahora hay un cambio peligroso y espero no sentirme satisfecho con mostrar mis fotos solo en Instagram.
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¿Armás tus fotos? En general lo que está delante de la cámara no lo toco, o muevo muy poco algunas cosas. Estoy trabajando más con la luz, en el sentido de intervenir más la escena con iluminación. En la computadora sí, arreglo colores y emparcho partes que no me gustan o molestan, pero siempre la foto viene de la realidad. Además de ser fotógrafo, sos ingeniero y trabajás en el mundo audiovisual y en la publicidad. ¿Influyen esas experiencias en tu labor fotográfica? Sí, se me cruzan esos mundos. Sin duda soy visual. Mi sensibilidad, mis valores y lo que puedo explotar profesionalmente va todo por lo visual. Parte de las destrezas, de los aprendizajes y del dominio de ciertas técnicas en estos otros ambientes los he usado en mis fotografías. Pero sigo sintiendo que lo que hago es foto directa.
Sí uso ciertas técnicas digitales, pero no para transformar la imagen y generar otra foto, sino que me gusta que esté la foto de verdad. Lo que no se me cruza es la parte de la publicidad. En ese rubro trabajo en varias áreas: dirigiendo o siendo fotógrafo de comerciales y haciendo postproducción. La finalidad es muy distinta, y ahí busco cierta belleza inmediata y una armonía de la imagen. Ahí sí busco el ángulo y la luz, intervengo más la escena y la imagen en general. Por suerte, al tener una manera propia de expresarme a través de la fotografía, nunca me sentí frustrado haciendo publicidad. ¿Te incluís en algún estilo fotográfico? Hay un estilo, pero no sé cuál es. No es fotografía social, no es instantánea, obviamente no es de decisive moment. Seguro hay un nombre para lo que es. También tengo cierto interés por la arquitectura y tengo varias fotografías sobre eso. Cuando empecé a hacer fotos, por lo menos en Uruguay, conocí a mucha gente que más bien hacía fotografía documental y social. Ahora veo que esa misma gente es más tolerante con expresiones más básicas, más primitivas o intuitivas que ciertas construcciones intelectuales. Capaz que ahora el péndulo se fue un
poco al otro lado, hay una moda de esa cosa sensible y mínima de la fotografía. La gente saca detalles en exceso, fuera de foco, la niebla, la plantita, la luz del sol que entra por la ventana. Se pierde un sentido más profundo. ¿Cómo describirías tu proceso creativo? Todavía es un poco misterioso para mí. La parte técnica de lo que hago la puedo explicar; no así a lo que le saco fotos. Son lugares que vi. Por ejemplo, el sótano de mi casa cuando era chico u objetos que me generan cierta empatía, que tienen como una atmósfera de recuerdo, de cosas encontradas y buscadas. Pero ellos me asaltan. Voy por ahí y me dicen «¡sácame una de tus fotos!». ¿Vendés tu obra? Sí he vendido, pero como algo extra, imposible vivir de eso. Mi mujer es periodista y en cierto momento la asignaron en Los Ángeles, después en Bruselas y ahora en Buenos Aires. Por eso viví un tiempo en Los Ángeles, donde hice una exposición chica y ahí vendí obra. Con Silvia Arrozés, de la galería El Paseo, también vendí unas cuantas fotos. Y ahora de vez en cuando alguna vendo, cada tanto me llaman para comprarme, no
sé por qué. Después de las exposiciones siempre alguna se vende. No presiono mucho, porque sinceramente no sé si tendría una foto mía colgada [risas]. Me cuesta mucho tener cosas colgadas en la pared. Prefiero nada y, menos una foto mía. Pero me llena de emoción cuando alguien me quiere comprar una foto. ¿Te dedicaste a la docencia en fotografía? Hacia finales de los 90 di por un año unos cursos de fotografía del Ministerio de Educación y Cultura en Maldonado. Luego no di más. Me encantaría dedicarme ahora a la docencia, pero me parece que no soy muy bueno en eso. Hay cosas que no sé comunicar bien. Me gusta tirar abajo preconceptos sobre la fotografía, como eso de creer que hay que tener una cámara con seis lentes o un zoom o teleobjetivos, y no lo sé hacer bien. Creo que la gente cambió a partir de los teléfonos celulares que tienen un lente de 28 milímetros aproximadamente, que es equivalente a un 35. Pero si pudiera organizarme me encantaría dar clases. Lo que hacemos los mayores es ponernos a enseñar. ¿Cómo está tu archivo personal? Un desastre. Tengo una caja con negativos y hace poco empecé a revisar lo
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que había. De las primeras exposiciones del Notariado no tengo nada. Tenía copias, pero no sé dónde están. Del viaje a Europa sí tengo y también de todas las demás exposiciones. Voy guardando en un disco duro, pero medio desorganizado.
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¿Cuál creés que es para vos la función de la fotografía? Una función documental obvia que es de enorme importancia. Por ejemplo, ahora que vivo en Palermo me encanta ver fotografías de la construcción de la Rambla Sur del archivo histórico del CdF. La otra parte más artística –referida a la intimidad, los sentimientos, las circunstancias– como cualquier forma de arte y cada una con su lenguaje, es fundamental para la vida. Los humanos la precisamos y nos alimenta, porque no hay otras actividades que cubran esas necesidades. Con el arte aprendés de vos, te sentís acompañado, comprendido, alegre, triste. Es de alguna manera, y por usar una palabra de moda, inclusivo, pero en un sentido amplio. Capaz que de todo el arte en general esa es la misión más importante.
Cuando empezaste a hacer fotografía se comenzó a usar la expresión «fotografía de autor». ¿Qué la define para vos? No sé qué es, me lo imagino, pero a veces me dicen: «esa parece una fotografía tuya». Se ve que, sin proponérmelo, algo se distingue en mis fotografías, como un cierto estilo. Una manera particular de elegir qué fotografiar, de la luz, del proceso. En general, en un autor todo va en un mismo sentido: lo fotografiado, el ángulo, la posición de la cámara, el color, la luz. Todas esas cosas, que son millones de decisiones, se alinean. ¿Tenés algún proyecto en desarrollo? Me gustaría tener, ahora que tengo un poco más de tiempo, pero no. ¡Un desastre! Podría salir a sacar fotos, pero tampoco me sale, aunque siempre ha sido al revés. No vivo de la fotografía, vivo de otras cosas y tampoco me dedico mucho, pero me gustaría, porque uno empieza a entender que debería tener un compromiso con los talentos que tiene.
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Álvaro Zinno nació en Montevideo en 1958. Comenzó su formación artística en 1980, en los talleres de dibujo y pintura del profesor Clever Lara. También estudió grabado (fotograbado) con el profesor David Finkbeiner, de la Universidad de Purchase, en Nueva York, en 1986. Su formación académica se desarrolló en el ámbito de la ingeniería civil en la Universidad de la República, donde se diplomó ese mismo año. Al año siguiente obtuvo la Beca Fulbright para un proyecto de fotografía en Nueva York. En 1988 realizó un curso de videoarte en el Museo Nacional de Artes Visuales, a cargo del profesor John Sturgeon. Participó en diversos proyectos expositivos y en la colección Engelman Ost (Fundación Buquebus). Obtuvo varios premios: Premio City Bank en el Museo de Arte Americano de Maldonado (1986), primer premio en el concurso Cien años de El Día (1986), Premio Graciela Paternó, Concurso Pan Am, Museo de Arte Americano de Maldonado (1988), Premio 500 años, organizado por el Instituto de Cooperación Iberoamericana (1991), Broadcast Design Award. Desde 2002 vende obras en Uruguay, México DF, Miami, Nueva York y Los Ángeles.
Exposiciones individuales 1983 Exposición Galería del Notariado. Montevideo, Uruguay. 1986 Luces en el calabró. Retratos en el café Sorocabana. Montevideo, Uruguay. 1987 Exposición en Galería del Notariado. Montevideo, Uruguay. 1988 Exposición en la Universidad de Purchase. New York, Estados Unidos. 1989 Exposición en el Centro Cultural de Buenos Aires, Argentina. 1990 Fotografías de Europa en galería de la cátedra Alicia Goyena. Montevideo, Uruguay. 1991 Instalación de luz. Galería Alianza Cultural Uruguay-Estados Unidos. Montevideo, Uruguay. 2003 Art Miami con galería Latinarte. Miami, Estados Unidos. 2003 Art New York. Nueva York, Estados Unidos. 2003 Muestra Contemporary Art Fair. México DF, México. 2004 Exposición en galería Principium. Buenos Aires, Argentina. 2005 Exposición en The Jazz Bakery. Los Ángeles, Estados Unidos. 2009 Fotografías mínimas. Centro Cultural de España. Montevideo, Uruguay. 2016 Donde duermen las cosas. Galería SOA. Montevideo, Uruguay.
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Exposiciones colectivas 1983 Salón Nacional de Fotografía, Uruguay. 1984 Exposición del BID, Punta del Este, Uruguay. 1986 Fotografía uruguaya de hoy (organizada por Foto Club Uruguayo). Biblioteca Nacional. Montevideo, Uruguay. 1988 Lo mejor del 87 (de Asociación Internacional de Críticos de Arte). Cabildo de Montevideo, Uruguay. 1988 Bienarte II, Alianza Cultural Uruguay-Estados Unidos. Montevideo, Uruguay. 1989 Cuatro cuartos (organizada por el Instituto de Cooperación Iberoamericana). Casa del Vicario. Montevideo, Uruguay. 1990 150 años después (exposición aniversario de la fotografía uruguaya). Subte Municipal, Montevideo, Uruguay. 1990 Multifoto, organizada por el Instituto de Cooperación Iberoamericana en Casa de la Cultura de San Fernando, Maldonado, Uruguay. 1991 500 años, organizada por el Instituto de Cooperación Iberoamericana en Museo de Artes Plásticas e interior del país, Uruguay. 1993 Primer espacio de fotografía en el Museo Juan Manuel Blanes. Montevideo, Uruguay. 1994 El libro. Casa Gandhi. Montevideo, Uruguay. 1997 Sexta Bienal de La Habana. Cuba.
1998 La memoria inmediata. Centro Municipal de Exposiciones. Montevideo, Uruguay. 1998 Intro. Edificio Santos, Fundación Buquebus. Montevideo, Uruguay. 1999 Exposición de seleccionados a la Bienal de La Habana en el Subte de Montevideo. Uruguay. 1999 Primavera. Subte Municipal. Montevideo, Uruguay. 2000 Ocho fotógrafos. Museo Nacional de Artes Visuales, Montevideo, Uruguay. 2001 Instalación de agua y luz (homenaje a Kurosawa). Subte Municipal. Montevideo, Uruguay. 2003 La ruina inconsciente. Hipódromo de Maroñas. Montevideo, Uruguay. 2010 Exposición Internacional Centenario. Museo Nacional de Bellas Artes. Santiago, Chile. 2018 Panorama de arte contemporáneo uruguayo. Subte Municipal, Montevideo, Uruguay. 2018 Siete miradas fotográficas. Galería Paideia Art Corner, José Ignacio. Uruguay.
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FOTOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA URUGUAYA Desde el inicio, en 2002, el CdF ha generado y difundido textos para la reflexión y el estudio de la historia de la fotografía uruguaya. En esa línea, crea espacios para que se conozca y se consolide la fotografía local contemporánea, y busca avanzar en la investigación y modelar un mapa del campo fotográfico histórico y contemporáneo.
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Esta colección reúne testimonios de fotógrafos/ as de Uruguay que, tanto por su trayectoria autoral como por su aporte docente, han contribuido significativamente a la construcción del espacio fotográfico del país. Cada ejemplar incluye una entrevista en la que el fotógrafo/a es consultado/a sobre su relación con la fotografía. Se incluye la formación, el lugar de la técnica en la obra, las etapas del proceso creativo, las diferentes búsquedas, el manejo de la edición y de la posproducción, la influencia de otros autores, la vinculación con colegas, la experiencia laboral y docente, entre otros temas. A la entrevista se suman imágenes que sintetizan las etapas y búsquedas en la producción de la persona entrevistada—seleccionadas con un criterio que permite reconocer los cambios en el tiempo— y una reseña biográfica que reúne datos y fechas destacadas.
Las publicaciones tienen un doble propósito: generar textos y fuentes para la historia de la fotografía y conservar la memoria sobre esa historia. Entendidas como documentos, son portadoras de informaciones para revisar, construir y cuestionar la historia de la fotografía local. Además, en el futuro, acercarán la comprensión de las particularidades del pensamiento fotográfico del presente.
El sentido del Centro de Fotografía de Montevideo (CdF) es incentivar la reflexión, el pensamiento crítico y la construcción de identidad ciudadana a partir de la promoción de una iconósfera cercana. Esto implica, por un lado, poner en circulación imágenes vinculadas a la historia, el patrimonio y a la identidad de los uruguayos y latinoamericanos, que les sirvan para vincularse entre sí y que los interpelen como sujetos sociales, en el entendido de que, pese a que su cotidianidad está marcada por la circulación masiva de imágenes, pocas tienen que ver con esos aspectos. Por otro lado, ese objetivo implica la necesidad de facilitar el acceso, tanto de los autores de imágenes uruguayos y latinoamericanos como de los ciudadanos en general, a las herramientas técnicas y conceptuales que les permitan elaborar sus propios discursos y lenguajes visuales. Sobre la base de estos principios y desde enfoques y perspectivas plurales nos proponemos ser una institución de referencia a nivel nacional, regional e internacional, generando contenidos, actividades, espacios de intercambio y desarrollo en las diversas áreas que conforman la fotografía. El CdF se creó en 2002 y es una unidad de la División Información y Comunicación de la Intendencia de Montevideo. Desde julio de 2015 funciona en el que denominamos Edificio Bazar, histórico edificio situado en Av. 18 de Julio 885, inaugurado en 1932 y donde funcionara el emblemático Bazar Mitre desde 1940. La nueva sede, dotada de mayor superficie y mejor infraestructura, potencia las posibilidades de acceso a los distintos fondos fotográficos y diferentes servicios del CdF. Gestionamos bajo normas internacionales un acervo que contiene imágenes de los siglos XIX, XX y XXI, en permanente ampliación y con énfasis en la ciudad de Montevideo. Además, creamos un espacio para la investigación y generación de conocimiento sobre la fotografía en sus múltiples vertientes. Contamos con los siguientes espacios destinados exclusivamente a la exhibición de fotografía: las salas ubicadas en el edificio sede –Planta Baja, Primer Piso, Segundo Piso y Subsuelo– y las fotogalerías Parque Rodó, Prado, Ciudad Vieja, Peñarol, EAC (Espacio de Arte Contemporáneo), Goes, Capurro y Unión concebidas como espacios al aire libre de exposición permanente. También gestionamos lugares de exposición como los fotopaseos del Patio Mainumby y la Plaza de la Diversidad en Ciudad Vieja, así como un espacio dentro del Centro Cívico Luisa Cuesta en Casavalle.
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Intendente de Montevideo Christian Di Candia Secretario General Fernando Nopitsch Director División Información y Comunicación Marcelo Visconti Equipo CdF Director: Daniel Sosa. Asistente de dirección: Susana Centeno. Directora administrativa: Gabriela Díaz. Jefa administrativa: Verónica Berrio. Coordinadora Sistema de Gestión: Gabriela Belo. Coordinadores: Gabriel García, Mauricio Bruno, Victoria Ismach, Lucía Nigro, Javier Suarez, Johana Santana. Planificación: Francisco Landro, Andrea López, Luis Díaz, David González. Secretaría: Martina Callaba, Natalia Castelgrande, Andrea Martínez. Administración: Eugenia Barreto, Mauro Carlevaro, Silvina Carro, Andrea Martínez, Marcelo Mawad. Gestión: Johana Maya, Mauricio Niño. Producción: Mauro Martella. Curaduría: Victoria Ismach, Nadia Terkiel, Camila Rivero, Natalia Viroga. Fotografía: Andrés Cribari, Luis Alonso, Ricardo Antúnez. Ediciones: Lys Gainza, Andrés Cribari, Nadia Terkiel. Expografía: Claudia Schiaffino, Mathías Domínguez, Agustina Olivera, Martín Picardo, Jorge Rodríguez. Conservación: Sandra Rodríguez, Valentina González, Magdalena Pucurull. Documentación: Ana Laura Cirio, Mercedes Blanco, Mauricio Bruno, Alexandra Nóvoa, Elisa Rodríguez. Digitalización: Gabriel García, Horacio Loriente, Paola Satragno, Guillermo Robles. Investigación: Mauricio Bruno, Alexandra Nóvoa, Paola Satragno, Elisa Rodríguez. Educativa: Lucía Nigro, Lucía Surroca, Juan Pablo Machado, Ramiro Rodríguez, Maximiliano Sánchez, Nicolás Vidal. Atención al público: Johana Santana, Gissela Acosta, Valentina Cháves, Andrea Martínez, José Martí, Verónica Núñez, Darwin Ruiz, Evangelina Pérez, Mariana Sierra. Comunicación: Elena Firpi, Natalia Mardero, Laura Núñez, María Eugenia Martínez, Ernesto Siola. Técnica: Javier Suárez, José Martí, Darwin Ruiz, Pablo Améndola, Miguel Carballo. Actores: Darío Campalans, Karen Halty, Pablo Tate.
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Zinno, Álvaro Fotografía contemporánea uruguaya : Álvaro Zinno / Centro de Fotografía de Montevideo. -1era.ed.- Montevideo: CdF Ediciones, 2020. 44 p. : il. color ; 17 x 17cm. Notas: Entrevista a Álvaro Zinno realizada por Alexandra Nóvoa ISBN: 978-9974-906-15-0 1. FOTOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA-URUGUAY 2. ZINNO, ÁLVARO
© CdF Ediciones. Diciembre 2020. 500 ejemplares. Centro de Fotografía. http://CdF.montevideo.gub.uy. CdF@imm.gub.uy. Intendencia de Montevideo,
Uruguay. Prohibida su reproducción total o parcial sin su previo consentimiento. Realización: Centro de Fotografía / División Información y Comunicación / Intendencia de Montevideo. Edición: Alexandra Nóvoa/CdF. Desgrabación: Elisa Rodríguez/CdF. Texto final revisado por Álvaro Zinno. Corrección: María Eugenia Martínez. Diseño: Andrés Cribari/CdF, Nadia Terkiel/CdF. Impresión: Gráfica Mosca. Montevideo - Uruguay. Depósito Legal 378.477. Edición Amparada al Decreto 218/96.
Alvaro Zinno. 9 de setiembre de 2020. (Foto: 83577FMCMA.CDF.IMO.UY - Autor: Ricardo Antúne z/CdF).