CE/ N_1
CUADERNOS EDUCATIVOS Barrio LUIS CAMNITZER
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CUADERNOS EDUCATIVOS Barrio LUIS CAMNITZER
La ponencia “El barrio como laboratorio pedagógico”, a cargo de Luis Camnitzer, se realizó en el marco del encuentro Imagen+Educación el 4 de mayo de 2019 en la Intendencia de Montevideo. Luis Camnitzer es un artista uruguayo que reside en Estados Unidos desde 1964. Es graduado en escultura de la Escuela Nacional de Bellas Artes de la Universidad de la República, en cuya Facultad de Arquitectura también estudió arquitectura. Fue profesor en la Escuela Nacional de Bellas Artes y es Profesor Emérito de la Universidad del Estado de Nueva York. Trabajó como curador de arte emergente en el Drawing Center de Nueva York, curador pedagógico de la 6ta Bienal de Mercosur y asesor pedagógico de la Colección Patricia Phelps de Cisneros. Fue recipiente de dos becas Guggenheim (1961 y 1982), del Premio Frank Jewett Matter del College Art Association (2011) y de la medalla Skowhegan (2012). Desde 1964 es miembro honorario de la Academia de Florencia. Sus trabajos fueron expuestos en múltiples muestras internacionales.
Barrio Hace más de medio siglo que vivo fuera del país y que me paso mirándolo de lejos. Esa distancia me lleva a preguntarme constantemente quién soy, más allá de que soy yo. Es decir, cuál es el contexto que me define. En Estados Unidos, aunque me alineo en la categoría de «hispano», a veces no me creen. La clasificación fue inventada por Nixon para afinar las etnias raciales que se necesitan para el censo en ese país, y el color atribuido no me incluye. Cuando expongo como artista, lo hago como uruguayo o latinoamericano. Eso me permite entrar en las cuotas del multiculturalismo que, aunque ya no está de moda oficialmente, sigue informando mucho de la política norteamericana, ya que puede ser interpretado como signo de tolerancia y apertura. El asunto es que, con tanto tiempo, mi identidad termina siendo amenazada y un poco difusa. Un día tuve que llenar un formulario policial que, entre otras cosas, preguntaba cuál era mi raza. Puse: «humana». La empleada me miró y me dijo que eso no era aceptable. Le dije que pusiera lo que quisiera y puso «caucásico». Nunca supe cuáles son las coordenadas culturales que definen caucásico, más allá del racismo. Luego tenemos el chovinismo geográfico, que piensa que el lugar de nacimiento o de origen familiar transforma la sangre y la manera de pensar. Un crítico de arte uruguayo siempre se refiere a mí como germano-uruguayo. Mi familia se fue de Alemania cuando yo tenía un año y mi memoria está tan vacía de Alemania como está vacía de Italia la del crítico que, por el nombre, seguramente deberá ser italo-uruguayo. El asunto es que sí me identifico como latinoamericano. Pero, mirándolo bien, eso es extraño. Latinoamérica es una construcción artificial unificada más que nada por la presión imperialista y, con suerte, conozco nada más que la mitad de un conglomerado increíblemente diverso. 3
Incluso en términos de idioma el asunto tampoco es simple, porque los vernáculos impiden la comunicación total. Hay mismas palabras que significan cosas distintas y a veces opuestas. Hay palabras que no conocemos y que tenemos que adivinar por contexto. Decir que soy latinoamericano, entonces, es una verdad a medias. Entonces soy uruguayo. Habría que ver qué exactamente es eso. Nuestra historia es un poco rara. Un tal Lord Ponsonby tenía una amante codiciada por el rey de Inglaterra. Para poder quedarse con ella, el rey lo mandó como emisario a Buenos Aires. Una vez allí, con la necesidad de un tapón entre Brasil y Argentina, se le encargó que diseñara eso que se llama Uruguay, un país artificial que luego fue perdiendo terrenos gracias a las guerras con los vecinos. La creación, de 1828, fue considerada un éxito y luego sirvió como modelo para la fabricación de Bélgica como otro país tapón. Ponsonby también ayudó en esto dos años más tarde. Siempre me gustó la idea de que Bélgica existe gracias al Uruguay, lo cual es señal de mi propio chovinismo. Esta obsesión, con un foco que tiñe la geografía con el chovinismo, proviene de la fe en la nación-Estado. La combinación obliga a mezclar artificialmente el lugar físico con los intereses colectivos, pero, una vez que se mezclan, la convención no permite separarlos. Newt Gingrich, uno de los piratas políticos estadounidenses que compitió para la presidencia en el 2012, declaró durante su campaña que «Los palestinos son un pueblo inventado».i Su argumento se basaba en que no tenían un territorio cartografiable y además en que «son históricamente parte del pueblo árabe y tenían la oportunidad de ir a muchos lugares». Increíblemente Gingrich, además de bruto, también fue profesor de historia en una universidad. Más recientemente, Anders Fogh Rasmussen, el secretario general de la otan, expresó: «En el mundo de hoy es posible
i. «We have invented the Palestinian people, who are in fact Arabs and are historically part of the Arab people, and they had the chance to go many places». Amy Gardner and Philip Rucker, «Gingrich calls Palestinians an “invented” people», The Washington Post, Diciembre 9, 2011. 4
que tengamos que ir más allá de nuestras fronteras para proteger nuestras fronteras». Como ejemplo, utilizó la invasión de Afganistán.ii Pero, si miro bien las cosas, estuve un par de veces en Salto, una vez en Paysandú y, por supuesto, en los departamentos con playas. En otras palabras, no conozco al Uruguay y es un poco presuntuoso identificarme con todo el país. De manera que en realidad soy más montevideano que uruguayo. Y obviamente hay una diferencia entre la cultura urbana y la no urbana. Tenemos incluso un reflejo lamentable en el lenguaje, en donde la palabra ciudadano es buena y la palabra villano es muy mala. Trabajando en el proyecto Barrios con el Centro de Fotografía, un día fuimos a Peñarol. Yo ya tenía mis 80 años cumplidos y me di cuenta de golpe de que nunca había estado en Peñarol. Había crecido en Pocitos, había estado bastante en el Parque Rodó y, por supuesto, en el Centro. Conocía la Ciudad Vieja, menos el Prado, un poco el Cerro (más que nada para gozar de la altura), y sí, Malvín y Carrasco. Pero los demás barrios me eran totalmente ajenos. O sea que apelar a la identidad montevideana también era algo bastante limitado. En Pocitos crecí, fui al jardín de infantes, a la escuela primaria, al liceo, a la Escuela de Bellas Artes y a la Facultad de Arquitectura. Esta última no sé si legalmente es Pocitos o si es Parque Rodó, pero no importa. Lo que importa es que en caso de tener que ser preciso en términos de una identidad geográfica, soy de Pocitos. Lo que es interesante es que cuando, fuera del país, me encuentro con alguien que habla español, el primer paso es adivinar, escuchando el acento, de dónde es, más precisamente. El foco se va afinando y es posible que lleguemos a que el personaje es uruguayo. La pregunta entonces es «¿de dónde?» (con más de un 50 % de probabilidad de que sea de Montevideo). La pregunta siguiente y obvia es «¿de qué barrio sos?» y ahí comienza la identificación profunda. Si es de Pocitos, ¿en qué calle vivís?, ¿a qué ii. Steven Erlanger, «nato Is Urged to Define Self-Defense Beyond Its Borders», The New York Times, mayo 18, 2010, p. A9. 5
escuela fuiste? Y de ahí para adelante. Casi casi somos parientes. Tenemos acuerdos tácitos que son más fuertes que los que puede dar el fútbol o la política. Deberíamos tener pasaportes emitidos por el barrio. El barrio tiene una identidad orgánica, un carácter mucho más tangible que el que pueda dar una ciudad, un país o un continente. Se podría decir que todas las etapas que hay entre ser ciudadano de un barrio a ser un ciudadano del mundo son artificiales. Modelan nuestra cultura, pero en grados que van simultáneamente disminuyendo y generalizando gradualmente. Ciudadano del mundo es tomar ciertas responsabilidades generals. Significa, por ejemplo, restablecer el equilibrio ecológico, evitar las guerras y las catástrofes en general. Consiste en ayudar a la supervivencia ignorando las fronteras. Ciudadano del barrio implica tener a los interlocutores cara a cara y modular la comunicación de acuerdo. El “barrio” es donde se establece la integración de la geografía física con nuestra presencia concreta con el potencial de establecer una situación comunitaria. En la expansión hacia la ciudadanía del mundo. El factor geográfico es sustituido por abstracciones e intereses que escapan a nuestro control. Claro que la naturaleza de los barrios cambia de acuerdo a las ciudades, los países y las generaciones. En Ciudad de México la gente tiene miedo de salir a la calle. En Estados Unidos hay barrios con portones de entrada para asegurar el bienestar de los que pueden darse el lujo de vivir en ellos. En Dubai hay complejos edilicios para extranjeros, no importa si están viviendo en el país desde hace varias décadas. En Bogotá las casas están protegidas por rejas y guardias armados. En Montevideo, prefiero creer, las cosas son menos deprimentes. Pero, sea lo que sea, de niños, el barrio nos ofrece el primer contacto académico antes de entrar a la escuela: Hacemos el mapa geográfico de las calles, nos enfrenta a datos demográficos, nos da datos sobre estructuras sociales y económicas, nociones de color y forma, estilos arquitectónicos, flujos de circulación, botánica urbana, genealogías e
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historia, aplicación de reglamentos y leyes, y podemos seguir enumerando sin parar. En cuanto abrimos la puerta de casa, ya nos encontramos en una universidad. Desgraciadamente es una universidad que no tiene ni profesores ni guías. Seguramente es por eso que tenemos que mirar por encima del barrio, por encima de la ciudad y por encima del país. Una vez que estamos en la educación organizada, aprendemos los mapas del mundo, la historia llamada universal y el arte hegemónico. Aprendemos el nombre que las cosas ya recibieron, o sea, las palabras que les dieron sus dueños. Pero no aprendemos a nombrar. No sé qué pasa hoy en las escuelas primarias, pero yo aprendí que el Uruguay tiene la forma de un corazón invertido. No aprendí a cuestionar qué relevancia tiene la posición de un corazón, si es lo que es o, más concretamente, por qué el norte está arriba y el sur abajo. Y a esa historia de que existimos como país porque el rey de Inglaterra quería a la amante de Ponsonby la aprendí mucho más tarde. Sea lo que sea, el barrio viene al final de las cosas. Con suerte aparece como caso particular, un producto de la deducción de una generalidad impuesta. Sin suerte, nunca llegamos al barrio salvo por la nostalgia. Es que paramos el proceso de la deducción en el país o, quizás, en la ciudad. Y es en este punto que entra a tallar el Centro de Fotografía. Es cierto que el nombre de la institución es limitadamente artesanal y específico, pero por suerte sus ambiciones lo trascienden. Y una de sus ambiciones es justamente lidiar con el barrio como un lugar identitario. El proyecto Barrios empezó con la intención tradicional de que hay que llevar el arte al pueblo. Para ello, en distintos barrios se construyeron galerías callejeras que consisten en paneles de metal iluminados con lámparas apropiadas. Ocupan entre 30 y 80 metros de largo para acomodar presentaciones de fotografías digitales impresas en materiales resistentes a la intemperie. Para las exposiciones se invita a artistas establecidos a que diseñen propuestas para este tipo de enfoque.
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El proyecto inicial evolucionó para incluir el acento sobre la población del barrio de la galería, su relación con él y la posibilidad de una afirmación de las identidades barriales. Desde el punto de vista artesanal de la fotografía, uno de los desarrollos cruciales es la aparición del teléfono inteligente. En él, la fotografía encontró el instrumento más disruptivo de su historia, justamente porque la sacó del campo de la artesanía. El título de «Centro de Fotografía», con esas mismas palabras, cambió fundamentalmente su sentido. La máquina fotográfica dejó de ser el famoso pincel de luz, como lo llamaba el precursor Fox Talbot. Dejó de ser, como era lo tradicional, un aparato de documentación estática y fabricadora de imágenes para la contemplación. Se convirtió, en cambio, en una extensión prostética de casi todos nosotros. Pero aún más, se ha convertido en un instrumento de comunicación visual que permite los diálogos dentro de lo que podemos llamar barrios virtuales. Además, el teléfono inteligente produjo un colapso del tiempo gracias a los mensajes instantáneos, inmediatos y potencialmente compartidos ilimitadamente. La documentación de una sonrisa terminó sustituyendo la sonrisa misma y usurpando su función. Esta movida tiene un poder inesperado pero uno que incluye aspectos negativos. Gracias a la inmediatez, la autenticidad ganó mucho, pero en el proceso también se perdió la responsabilidad. Los diálogos virtuales corren el peligro de crear barrios desligados de la geografía y formados por acumulación. Las relaciones humanas pasan a tener un aspecto secundario. O sea que ya no estamos hablando de problemas de artesanía o de técnicas, sino de cambios culturales profundos. Es aquí en donde el proyecto Barrios entró a trascender la función original del Centro. Ahora se trata de recuperar esa responsabilidad humana que se está perdiendo. Para ello el Proyecto trata de mejorar y reactivar las conexiones con el barrio físico. La fotografía es uno de los instrumentos, más que por su técnica, por su accesibilidad. Distinto a lo que puede ser la ciudad o el país, un barrio físicamente habitado es tanto una extensión de nuestro cuerpo como del cuerpo 8
de los vecinos. Dado que los barrios virtuales de los medios sociales carecen de un carácter físico, facilitan la comunicación y esto los hace más atractivos. Pero, simultáneamente, esa atracción amenaza la cohesión de los barrios físicos. Lo interesante es que al mismo tiempo que la noción de barrio es muy fuerte, el Uruguay es uno de los países que tienen mayor conexión virtual en el mundo. Tenemos a los planes Ceibal, con una computadora para todos los niños, y el plan Ibirapitá con tabletas para jubilados de ingresos limitados. A eso se agregan las tutorías que los niños del Ceibal les ofrecen a los beneficiarios del Ibirapitá, y así se está logrando un acceso universal a la red. Es allí entonces donde hay que cuidar y articular los barrios virtuales con los geográficos para evitar un desligamiento. Para reforzar la vida comunal geográfica, el CdF identifica centros culturales, deportivos y escuelas barriales, para usarlos como anclas. En esto, aunque de más difícil acceso, son las escuelas las instituciones más importantes, dado que los maestros trascienden el flujo de las generaciones escolares. Además, la escuela es el lugar en donde el orden de la información que ofrece la educación puede ser reubicado utilizando el barrio como comienzo de los contenidos y como lugar accesible para prácticamente todas las ramas del currículo escolar. Idealmente el barrio se convertiría en el espacio en donde se entienden mejor y se afinan las metodologías para estudiar de primera mano materias como geografía, geología, historia, sociología y economía. En especial, en una cultura en donde los estudiantes viven primariamente en sus domicilios y las instituciones educativas no son residenciales, el vínculo barrial y las escuelas como centros mantienen su calidad de referencia por un tiempo mucho más extendido. Con el equipo educativo del CdF, integrado por Lucía Nigro, Maxi Sánchez y Nicolás Vidal, hemos desarrollado una serie de ejercicios. Mi función en esto, en realidad, es estar cómodamente instalado en mi casa y molestarlos con correos electrónicos y conversaciones por Skype. Los ejercicios están diseñados para recentrar el barrio en la vida de sus habitantes, aprovechar la fotografía y la accesibilidad del 9
teléfono para ayudar en el registro y comunicación de datos. En el momento oportuno, se utilizan las galerías callejeras para incluir la expresión barrial. Los ejercicios se agrupan por problemas y varían adaptándose a la sicología de cada barrio y del grupo al que se dirigen. Aquí van algunos ejemplos de lo que se utilizó como primera referencia. Van con una introducción sobre los posibles problemas de estudio, seguidos por otros con soluciones abiertas y, luego, otros temas satélites transdisciplinarios.
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¿Cómo se determina la geografía de un barrio? Legalmente hay calles que actúan como fronteras físicas, pero, de hecho, el núcleo cultural barrial es flexible y depende, entre otras cosas, de los intereses de los individuos que se aglutinan en forma diversa. La escuela genera una identidad grupal, subdividida por la edad de los educandos en las clases. En el barrio, a su vez, la identidad se subdivide por profesiones, ingreso económico, lugar de trabajo, afiliación política, etc. Un mismo individuo probablemente no podría agotar el barrio en un solo mapa sino que necesitaría varios para registrar su visión barrial completa.
1.1. Hacer un mapa que ayude a otra persona ir de la casa del autor la escuela utilizando puntos memorables en el recorrido. Ilustrar los puntos por medio de fotografías. Discutir que significa memorable y por qué se eligió cada punto. 1.2. Hacer un mapa del barrio tal como es percibido y compararlo con el barrio como es definido municipalmente. (¿Qué calles separan un barrio de los barrios vecinos y por qué?) Estudiar las discrepancias entre ambas versiones y ver las causas y posibles importancias. Discutir qué elementos se utilizan para hacer un mapa y los códigos que se utilizan para garantizar su lectura. 1.3. Identificar puntos de interés en el barrio que, de una u otra forma, aglutinan grupos. Utilizando fotografías como referentes, hacer mapas que conecten los centros que sirven como núcleos de gente. Estudiar qué es lo que los agrupa. ¿Qué relación hay entre el centro y las casas de sus socios? ¿Qué efectos tienen los centros sobre los comportamientos en las zonas circundantes? 1.4. Identificar los edificios que le dan su carácter particular al barrio. Estos generalmente son edificios que se quisieran mantener protegidos de una eventual demolición. Fotografiarlos para crear un archivo. 11
1.5. Utilizar el material anterior para construir una «calle fotográfica» pegando distintas fotografías para que sirva como síntesis del barrio. ¿Cómo se vería el barrio si fuera solamente una calle formada por los edificios típicos? 1.6. Elegir los edificios favoritos del barrio para armar una nueva «calle favorita». Luego están las sugerencias satélites para temas de posible discusión. Por ejemplo: ¿Qué es exactamente un mapa? ¿Por qué se pone el Norte arriba? Torres García hizo un mapa de América con el Sur arriba y el Norte abajo, ¿qué quiso decir con esto? ¿Qué información se incluye y qué se ignora en un mapa? ¿Cuántos colores se necesitan como mínimo para colorear los países en un mapa asegurando que siempre se toquen colores distintos? ¿Qué diferencias hay entre un mapa y un manual de instrucciones? Si una cara fuera un mapa, ¿qué información nos daría? Si hay que hacer el mapa de una cara, ¿qué criterios se emplearían?
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Uno de los factores que identifican el barrio es su estabilidad. Muchas veces, esta se expresa en su durabilidad a través del tiempo. Un edificio que siempre está allí y sirve de referencia para ubicarse, una tienda de barrio que provee las mismas mercancías de generación en generación, una plaza en que primero se jugaba y luego se encontraba con amigos o se salía a dar una vuelta. En parte un barrio se arma con la nostalgia. Los edificios que muestran su vejez en ese sentido sirven más como referentes que las construcciones nuevas. Sin embargo, en esto hay también construcciones viejas que se perciben como descartables y otras como patrimonio barrial. La idea de patrimonio barrial no necesariamente coincide con las versiones oficiales: La noción oficial de patrimonio se basa en juicios históricos y estéticos. La noción barrial se basa en la acumulación de las vivencias de sus habitantes.
2.1. Identificar edificios que merecen ser rescatados, por su interés como referentes barriales, de cualquier intento de demolición. Armar archivos patrimoniales separados según los intereses de distintos grupos en el barrio (niños, intelectuales, obreros, familias, etc.). 2.2 Diferenciar las señales de deterioro y las de envejecimiento. ¿Qué manchas le dan carácter a un edificio y qué manchas pueden ser interpretadas como descuido? Fotografiar ambos tipos de manchas en un edificio. Utilizar manchas de un edificio y pegarlas en las paredes de otro. 2.3. Fotografiar un terreno baldío (resto de una demolición) y en una fotografía del terreno «rellenarlo» con imágenes de otros edificios, mejorando así la posible imagen de la calle. 2.4. Fotografiar un edificio «envidiable» de otro barrio e incorporarlo en una foto del barrio propio.
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2.5. Escribir la historia del Uruguay utilizando el punto de vista de la familia propia y el barrio. Tratar de ilustrarla.
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Temas para posible discusión ¿Quién escribe la historia y cómo podemos apropiarla? ¿Para qué cosas sirve tener una historia? ¿Quién decide los nombres de las calles y por qué? ¿Por qué aparecen en el barrio calles con nombres de gente que no tiene nada que ver con el barrio? ¿Cómo se pasa de ser pueblo a suburbio, a conglomerado de barrios? ¿Qué se gana y que qué se pierde en el proceso? ¿Qué pasaría si un barrio se independizara como una república aparte, con su propio gobierno?
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Generalmente las oficinas gubernamentales demoran mucho en identificar los problemas en las calles que necesitan algún tipo de acción, como, por ejemplo, el arreglo de baches y veredas. La escuela puede crear «patrullas» formadas por niños, familias, etc., que identifiquen y fotografíen estos problemas. Luego se pueden manipular las fotografías para ofrecer sugerencias de solución.
3.1. Armar varias carpetas con distintos problemas físicos percibidos en el barrio, reflejando los intereses de distintos sectores de la población. 3.2. Sugerir soluciones utilizando un máximo de imaginación, aun si estas terminan siendo fantasiosas e irrealizables. 3.3. Documentar los efectos de los medios de transporte sobre la vida barrial. Temas posibles: autobuses vs. jugar a la pelota en la calle. Doble estacionamiento vs. posibilidad de cruzar la calle. Raíces de árboles y el embaldosado de las veredas. Sugerir formas de señalamiento y alternativas. 3.4.
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Buscar estrategias de comunicación con las autoridades. ¿Cómo se puede lograr que un mensaje sea leído y considerado por una oficina del gobierno? Temas para posible discusión Un país tiene un presidente o un rey y, generalmente, un parlamento. Una ciudad tiene un intendente y un consejo de ediles. Para un barrio, ¿cuál sería la ventaja o desventaja de tener una jefatura y consejo barriales? Las escuelas están diseñadas para formar ciudadanos nacionales y a veces internacionales. Sin embargo, la experiencia más directa y cotidiana del barrio es ignorada. ¿Hay razones para ello? ¿Cuáles serían? ¿Qué ventajas y desventajas tendría el enfocar en la vida barrial por encima de la vida nacional? 15
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¿Cuál es la mitología posible del barrio, cuáles son sus héroes? ¿Qué características son necesarias para definir a un héroe? Recoger historias familiares o vecinales que puedan construir una historia/mitología del barrio. Ilustrarla con fotografías. Identificar y fotografiar a los héroes del barrio. Por ejemplo, el niño típico, la abuela de todos, el vendedor que siempre sonríe, el paramédico que salvó a alguien, la persona que, sin conocerla, uno se alegra de ver todos los días.
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Temas para posible discusión ¿Cuál es el tamaño ideal para un país, tanto en tamaño como en población? ¿Qué unifica a los países enormes como China, Rusia o Estados Unidos, en donde las culturas de distintas zonas muchas veces son incompatibles? ¿Qué elementos ideales podrían servir para lograr una identidad comunal y cómo se comunicarían?
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¿Por qué necesitamos identificarnos como población distinta a las poblaciones de otros países? ¿Qué se gana con esa diferencia? Identificar características que definen al barrio como distinto a otros barrios. Por ejemplo: la presencia de un parque o monumento, la vista del Cerro, la proximidad de la playa, los colores y forma de alguna casa. Documentar algo que, si dejara de existir, no nos permitiría ser quienes somos. Documentar algo que creemos que nos impide ser como queremos ser. Documentar algo en otras personas que nos hacen querer ser parte de un grupo. Documentar algo que nos hace no querer ser parte de un grupo al que pertenecemos.
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Temas posibles de discusión ¿Qué relación hay entre el deseo de identidad y la competitividad? ¿Qué cosas definen una vida en Uruguay como algo diferente a una vida en otra cultura o en otro país? ¿Qué características definen lo local contra lo que es extranjero y cómo pueden ser identificadas si no se conocen las características que definen otros lugares? ¿Quién es el otro, nosotros o ellos? ¿Cómo nos miramos mejor para definir nuestra identidad: mirándonos en un espejo o a través de una documentación hecha por otros? ¿Qué factores hacen que seamos quienes somos? ¿Son factores individuales o colectivos? ¿Son atributos positivos (“soy…”) o negativos (“no soy…”)?
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¿Qué elementos nos construyen una identidad nacional? ¿Qué papel juegan las fronteras geográficas en su construcción? ¿Cómo se inventaron las líneas divisorias que sirven de fronteras? ¿Cuál es el atractivo de formar parte de un club, de una banda, o de un grupo de fanáticos de un equipo de fútbol?
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La mayoría de los temas enumerados son obvios. Pero, al ponerlos juntos y en cierto orden, es posible que sirvan para generar un sentido comunitario que, de otra manera, se va disolviendo y nos lleva a terminar en la enajenación. En la medida en que el arte pueda ser una práctica social, su uso para la construcción de comunidades probablemente sea una de las tareas más urgentes en el mundo contemporáneo.
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Notas
El sentido del Centro de Fotografía de Montevideo (CdF) es incentivar la reflexión, el pensamiento crítico y la construcción de identidad ciudadana a partir de la promoción de una iconosfera cercana. Esto implica, por un lado, poner en circulación imágenes vinculadas a la historia, el patrimonio y a la identidad de los uruguayos y latinoamericanos, que les sirvan para vincularse entre sí y que los interpelen como sujetos sociales, en el entendido de que, pese a que su cotidianidad está marcada por la circulación masiva de imágenes, pocas tienen que ver con esos aspectos. Por otro lado, ese objetivo implica la necesidad de facilitar el acceso, tanto de los autores de imágenes uruguayos y latinoamericanos como de los ciudadanos en general, a las herramientas técnicas y conceptuales que les permitan elaborar sus propios discursos y lenguajes visuales. Sobre la base de estos principios y desde enfoques y perspectivas plurales nos proponemos ser una institución de referencia a nivel nacional, regional e internacional, generando contenidos, actividades, espacios de intercambio y desarrollo en las diversas áreas que conforman la fotografía.
El CdF se creó en 2002 y es una unidad de la División Información y Comunicación de la Intendencia de Montevideo. Desde julio de 2015 funciona en el que denominamos Edificio Bazar, histórico edificio situado en Av. 18 de Julio 885, inaugurado en 1932 y donde funcionara el emblemático Bazar Mitre desde 1940. La nueva sede, dotada de mayor superficie y mejor infraestructura, potencia las posibilidades de acceso a los distintos fondos fotográficos y diferentes servicios del CdF. Gestionamos bajo normas internacionales un acervo que contiene imágenes de los siglos XIX, XX y XXI, en permanente ampliación y con énfasis en la ciudad de Montevideo. Además, creamos un espacio para la investigación y generación de conocimiento sobre la fotografía en sus múltiples vertientes. Contamos con los siguientes espacios destinados exclusivamente a la exhibición de fotografía: las salas ubicadas en el edificio sede –Planta Baja, Primer Piso, Segundo Piso y Subsuelo– y las fotogalerías Parque Rodó, Prado, Ciudad Vieja, Peñarol, EAC (Espacio de Arte Contemporáneo), Goes, Capurro y Unión concebidas como espacios al aire libre de exposición permanente.
Cuadernos Educativos es la serie de las CdF Ediciones que propone difundir y compartir un conjunto de textos y ejercicios que utilizan a la fotografía como herramienta de investigación artística, social y cultural. Su objetivo es cuestionar, abrir caminos hacia la creación y la indagación a partir de un medio fotográfico. El contenido de las dos primeras entregas está a cargo de Luis Camnitzer. La serie se propone ampliar sus propuestas e incluir a otros autores, como a Alejandra Marin y Miguel Chikaoka.
ISSN: 2697-2883