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¿Qué es el virus del Papiloma humano o VPH y por qué debemos conocerlo?
Los virus son microorganismos formados por cadenas de ADN o RNA, es decir, compuestos por muchas proteínas organizadas de diferentes maneras, lo cual hace que un mismo virus tenga diferentes formas o tipos, como se les conoce. Estos microorganismos tienen la capacidad de vivir en células humanas, infectarlas y dañarlas. En algunos casos solo producen un daño focal que puede ser detectado de manera rápida y eficaz por nuestras defensas, permitiendo su resolución. Sin embargo, en ocasiones los virus logran integrarse a las células humanas, un proceso que suele ser lento, pero puede producir daños en la estructura de los tejidos afectados, que pueden ser lesiones precancerosas que si no se detectan a tiempo progresan a cáncer.
Por Heidi Ramírez
Ginecóloga Oncóloga, FVL. Médica y ginecóloga, Universidad Javeriana de Bogotá.
Ginecóloga Oncóloga, Instituto Nacional de Cancerología, Bogotá.
Actualmente se cuenta con un amplio conocimiento sobre este virus, gracias a muchos trabajos de investigación a nivel mundial, en gran parte liderados por una médica colombiana y caleña, la doctora Nubia Muñoz, que inicialmente permitieron establecer esta asociación entre el VPH y el cáncer de cuello uterino y posteriormente lograron el desarrollo de las vacunas contra este virus.
Existe actualmente una preocupación mundial por el creciente número de enfermedades causadas por los virus del papiloma humano, en especial, casos de lesiones precancerosas y de cáncer de cuello uterino en mujeres cada vez más jóvenes, por lo cual es importante conocer sobre el tema y sobre todo cómo prevenirlo.
¿Cómo se transmite el virus del VPH?
Este virus se transmite a través de las relaciones sexuales y puede afectar principalmente la piel y las mucosas, es decir la región entre los genitales externos y el ano, el tejido vaginal, el cuello uterino, la cavidad oral y la laringe, y puede atacar a hombres y mujeres. Se trata de una infección que suele ser transitoria, es decir pasar inadvertida hasta en un 70 % u 80 % de los casos: se adquiere el virus, el sistema inmune lo detecta y lo elimina del tejido afectado sin que la persona se dé cuenta. Sin embargo, quienes tienen mayor riesgo de que el virus permanezca en el tejido afectado y las personas desarrollen enfermedad son las mujeres, principalmente a nivel del cuello uterino, lo cual depende tanto del tipo viral como de las características del sistema inmune (defensas) de la persona afectada (huésped).
Aproximadamente pueden pasar entre tres y diez años a partir del momento en que se adquiera la infección hasta que esta se pueda detectar, por lo que es muy difícil determinar cuándo y quién lo trasmitió.
Dependiendo del tipo de virus que haya producido la infección pueden desarrollarse lesiones benignas que se expresan como verrugas en las áreas genital externa o interna o hasta en el ano, que muy rara vez se malignizan y están asociadas a virus de bajo riesgo.
Por su parte, los virus de alto riesgo pueden dañar el tejido en una forma más lenta, generando lesiones precancerosas que si no se detectan a tiempo se convierten en cáncer.
Factores de riesgo
Pueden ser el inicio de la vida sexual temprana, antes de los dieciocho años, el tener múltiples compañeros sexuales, sostener relaciones con hombres que tengan múltiples compañeras sexuales o relaciones con trabajadoras sexuales, la no utilización de preservativos, las dietas inadecuadas, las alteraciones en el sistema inmunitario, principalmente por enfermedades autoinmunes (como lupus, artritis reumatoide, entre otras, o el síndrome de inmunodeficiencia adquirida), no acudir a los servicios de salud, es decir a consultas médicas, así como fumar y no haberse aplicado la vacuna contra el VPH.
Prevención
Dentro de las estrategias de prevención contra las lesiones precancerosas y el cáncer de cuello uterino están:
• La prevención primaria. Evitar al máximo la aparición de la enfermedad, lo cual se logra mediante la aplicación de vacunas.
• La prevención secundaria. Someterse a pruebas sencillas, eficientes y de costos asequibles. Personas con mayor riesgo de desarrollar la enfermedad o que ya la tienen en un estado muy temprano pueden adelantar acciones para evitar el cáncer. Entre las estrategias para esta prevención están hacerse citologías a partir de los 25 años de edad y someterse a la detección del virus del papiloma humano a partir de los treinta años.
La vacuna
Es importante saber que las vacunas son sustancias producidas en laboratorio, cuyo propósito es incrementar la respuesta de las defensas en el organismo y evitar el desarrollo de una enfermedad. Específicamente, la vacuna contra el virus del VPH no contiene partes vivas del virus, sino estructuras sintéticas similares a una fracción de proteínas de los virus que más se asocian con lesiones malignas, como VPH 16 y el VPH 18; el VPH 6 y el VPH11, principales responsables de las verrugas.
La vacuna contra el VPH está a disposición del mundo desde 2006. Su distribución es examinada cuidadosamente por la Organización Mundial de la Salud y por las agencias reguladoras de Estados Unidos, Europa, Australia y muchos otros países. A medida que su uso se extiende por todo el planeta, el seguimiento de la seguridad de las vacunas se mantiene mediante complejos sistemas de vigilancia. En nuestro país, la Sociedad Colombiana de Pediatría, la Federación Colombiana de Sociedades de Obstetricia y Ginecología, la Federación Colombiana de Asociaciones de Perinatología y Medicina Materno Fetal, la Asociación Colombiana de Infectología, la Asociación Colombiana de Ginecólogos Oncólogos y la Asociación Colombiana de Neurología Infantil han respaldado esta vacunación y acompañan al Ministerio de Salud y Protección Social en esta importante estrategia de prevención de la enfermedad.
Si bien todas las vacunas pueden producir efectos secundarios o reacciones adversas, como dolor de cabeza, enrojecimiento en el sitio de la inyección, fiebre, mareo, la aplicación de la vacuna contra el virus del VPH no ha mostrado mayor incremento de estas reacciones ni el desarrollo de otros eventos adversos serios, confirmando así su seguridad. Es ideal que la reciban niños y niñas entre los nueve y dieciocho años de edad, antes del inicio de la vida sexual y que, además, les expliquen sus beneficios, así como la importancia de una sexualidad responsable. Se debe dejar en claro que la colocación de esta vacuna no implica que se esté induciendo al temprano inicio de la vida sexual, explicando a los adolescentes los riesgos a los que se pueden enfrentar; así como aclarar que a pesar de estar vacunadas deben acudir a control ginecológico anual y realizar una prueba de tamizaje (citología) a partir de los 25 años.
Actualmente, el Programa Ampliado de Inmunizaciones (PAI) de Colombia cobija la vacunación contra el virus del papiloma humano, con una dosis, en niñas escolarizadas, entre los 9 y 12 años de edad, y desde septiembre de 2023 se incluyó la vacunación de niños de 9 años, en forma exclusiva. Se recomienda que los varones entre 13 y 26 años reciban dos dosis de la vacuna con diferencia de seis meses.
Por otro lado, la otra estrategia indispensable para la detección temprana del cáncer de cuello uterino y su control adecuado son las tomas de estudios como la citología a partir de los 25 años y la prueba del VPH que busca detectar la presencia del virus en el cuello a partir de los 30 años. Es necesario que estos estudios sean tomados y revisados con la paciente en consulta médica, de preferencia ginecológica.