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Artesana de pura cepa: uno de los talentos más atractivos de Norte de Santander

UNO DE LOS TALENTOS MÁS ATRACTIVOS DE NORTE DE SANTANDER

Redactado por: Manuela Valle, Kerly Castro, Gabriel Barbosa y Marlon Jaimes.

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PUNTOS DE VISTA

Crónica ganadora en la categoría periodismo estudiantil, subcategoría prensa. Cuarta versión del Premio Regional de Periodismo Francisco de Paula Santander.

Sara Vera artesana con ruana tejida y bordada por sus propias manos. Fotografía: Estudiantes Comunicación Social. Imponente, extraído de la misma madre naturaleza y diseñado bajo manos ingeniosas. Resalta por su particular aspecto hecho con madera de eucalipto, unido con puntillas y lazos que descuelgan con ayuda de poleas para conectar con los pedales donde descansa el pie del artesano, el mismo que acude a su funcionalidad para poderle dar vida a este interesante mecanismo: El telar.

Máquina que junto al tejedor se convierte en generador de esperanza o en medio de subsistencia. Los productos que ha logrado transformar para el uso del ser humano, abandonan el telar para ser revestidos por la misma naturaleza de la cual toman su color; el tejido bordado además por las grandiosas manos de una artesana, ha nacido para servirnos como abrigo y también nos conecta con nuestra esencia.

El telar y el tejido unidos han construido la historia de Sara María Vera. Santandereana de nacimiento, campesina y pastora de ovejas; tiene sesenta años de vida y cincuenta ejerciendo su oficio como artesana. Madre de dos hijas, respetuosa, amorosa y responsable. Resaltan sus ojos reveladores del cansancio que le han dejado los años, su piel es blanca y suave como la misma lana que teje, sus arrugas irradian experiencia y confianza, su altura no es más grande que su corazón.

El arte de enseñar no es lo de ella, pero lo intenta y lo hace con mucho amor, aun sabiendo que su oficio no ha sido reconocido como debería serlo, (pues ella misma desconocía por completo que

era una artesana), mientras teje en su pensamiento siempre esta ayudar. Asimismo, la templanza y la disciplina que la caracteriza ha sido un detonante para alcanzar sus sueños, es decir, la formación de sus dos hijas.

Para ello, se dedica a la elaboración de tejidos, sus manos son el protagonista principal y los recursos autóctonos otorgan magia a los productos. El trabajo que realiza ha adquirido reconocimiento en la ciudad mitrada y sus alrededores, cuenta con compradores frecuentes quienes la recomiendan a otros más; entre los productos con más demanda está la ruana, pieza totalmente exclusiva que cuenta con un día de confección.

“Unos de los tantos beneficios de tejer es que liga a encontrar una solución” explica Sara. Resulta interesante mirar el rostro del artesano tratando de comprender la pieza tejida que quiere replicar, visualizando cómo está formada o imaginándose un patrón para lograr hacer lo que desee. La mente hace cálculos arriba, abajo, cantidad, material, forma hasta que, ¡por fin!, sabe exactamente lo que debe hacer, gracias a su experiencia y creatividad.

El origen de un oficio que ha dado frutos

En las mañanas pamplonesas, con el primer rayito del sol y una radio en emisión se sienta a tomar su café, arropada con una ruana bien abrigada y el cabello trenzado, esperando la hora de empezar su tarea. “Mis padres lo hacían, mi vecina me dio mi primera lana he hice mis primeros zapaticos de bebé, todos ellos trabajaban con este producto natural, todos tenían ovejas. Yo más o menos de 7 años, me acuerdo bien, con eso podíamos tener para el mercado, para darle suministro a los animales" comenta Sara, mientras hila la lana obtenida de un cordero que esquiló tres días antes.

En esta región de terreno frío, se obtiene el material y se elaboran los productos. El proceso requiere la realización de varias etapas, para empezar “la tusa”, por la que se procede a quitar el vellón de lana de las ovejas, Después de esto, llega el momento de “cachimbear” que es: unir bien lana blanca, gris y negra; los pigmentos se sacan de los colorantes naturales como: ramas, la remolachas y demás elementos orgánicos. Una vez agotados estos dos momentos Sara María calienta agua, sumerge la lana a remojar esperando que los vellones suelten grasa, suciedad y el resultado sea suave. Cuando termina el proceso se extiende al sol durante cuatro horas para dar inicio a la “escarmená” (separar la lana que está unida) y de ahí llega la hora de hilar, halando la materia prima hasta obtener un hilo con el que se va a empezar a tejer.

Hilar la lana de oveja, es una práctica transmitida por más de cinco generaciones, ella aún conserva la tradición familiar del manejo y transformación de este material ofrecido por la naturaleza; aunque se deba aguardar un semestre para que la lana crezca y madure con el fin de transformarla.

Esta mujer es un ejemplo de superación y es evidente que el sacrificio de vida fue un detonante para ser la madre y la artista que ahora es, no cursó una carrera profesional, pero eso no la estigmatizó, al contrario, utilizó su valor más importante: la generosidad, la cual estableció como estrategia de superación. Su casa se volvió el encuentro entre la lana y el telar, donde salen los más bellos tejidos; sus productos los comercializa en el Barrio San Ignacio de Pamplona, en la esquina donde la vía nacional conduce a los viajeros hacia la ciudad de Bucaramanga.

Aunque tal vez esta emprendedora no lo sepa, su trabajo, además, contribuye al medio ambiente puesto que, al ser artesanal no genera residuos de material textil como en las grandes industrias, ya que la presencia de fenoles, tensoactivos y material sintético se convierte en el responsable aproximadamente del 20% de la contaminación del agua potable; el trabajo del artesano, le hace frente a esta problemática y resalta el cuidado del ecosistema.

Hilar: Proceso de convertir la lana en hilo. Fotografía: Estudiantes Comunicación Social.

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