Año VI, Número 105, 1ra. quincena de agosto de 2015
DE LINGÜÍSTICA, PEDAGOGÍA Y OTROS ARTIFICIOS Hugo López Coronel PROMETEO, FIGURA-DIOS DEL ARTÍFICE Y DEL ARTIFICIO Francisco Hernández Echeverría DEL DICHO AL HECHO Ladislao Aguilar Sánchez CORTINA EN EL ESPACIO Ever Sánchez Osorio DESDE LA FACULTAD Mariano Torres Bautista DISCURSO DEL MEROLICO Eduardo Garduño León EFECTO PANÓPTICO Octavio Spíndola Zago DE PLANTAS Y ANIMALES Cecilia Vázquez Ahumada REINCIGRAMA Fernando Contreras ARITMOMANÍA Gabriela Breña AQUÍ, PUROS CUENTOS Paco Rubín MENTIRAS EN LA HISTORIA (2 de 2)
Hugo Israel López Coronel
Cuando una sociedad genera un cambio en cualquier esfera, éste se manifiesta primariamente en el lenguaje. El significado del ser humano, en buena parte, se construye precisamente a través del lenguaje, que en conexión con otros sistemas tanto biológicos como sociales, esbozan una interpretación de la realidad y, con ella, el establecimiento de los significados que buscan restituir su sentido.
U
n lenguaje no es únicamente un medio de comunicación -por excelente medio que resulte-; lo es en la medida en que en la praxis social lo empleamos para esta finalidad. Cierto es que no es posible establecer una fecha que precise el momento exacto en que los seres humanos crearon las lenguas para comunicarse, pero sí podemos suponer que la lengua hablada es anterior a la escrita -actualmente existen sociedades humanas que no hacen uso de un sistema de escritura-. La lengua hablada y la lengua escrita son universos independientes entre sí. Ambos son sistemas igualmente importantes para la comunicación humana, con características y funciones propias en la realidad de nuestro tiempo, y cuando decimos “en la realidad de nuestro tiempo”, nos referimos a la única posibilidad de sobrevivir frente a las exigencias que nuestras organizaciones sociales nos establecen a través de la imposición de códigos –artificios- que determinan nuestra existencia no solo social, sino también vital. El ser humano adquiere la lengua hablada en los primeros años de su vida y, por ende, de su praxis social; ello, porque cumple una función de comunicación inmediata a través de la puesta en función de las herramientas comunicativas que el hablante posee. Éste es un lenguaje fónico espontáneo donde el receptor puede rectificar lo dicho y el emisor cuenta con mayores medios y herramientas para comprender el mensaje en el momento de la emisión; así mismo, puede hacer uso de medios extralingüísticos como los gestos y los movimientos corporales. La lengua hablada se adquiere con éxito en los primeros años de vida sin ningún entrenamiento específico, solo basta que el niño esté en contacto con un sistema lingüístico para que lo adquiera de manera natural. En el otro ámbito, la lengua escrita emplea signos gráficos y la comunicación se establece de manera diferida. En este proceso el receptor puede demorar para decodificar el texto. El aprendizaje de la lengua escrita requiere de un proceso y un adiestramiento especiales pues su uso implica el domino de un sistema alfabético y ortográfico (códigos). En este sentido sabemos que el mensaje es autónomo al sistema escrito y por ello el emisor debe recrear, codificar, las condiciones contextuales para que el emisor entienda –decodifique- el mensaje. Se suele afirmar en nuestra “realidad cultural” que la lengua escrita tiene mayor relevancia que la hablada, pues debido a su carácter duradero ha permitido conservar información que ayuda a difundir el conocimiento más allá del tiempo y del espacio de nuestra posibilidad corporal. Aunque bien es cierto que, con los avances tecnológicos, ya contamos con otros instrumentos que nos permiten preservar la lengua hablada, además de la escritura. El estudio de la naturaleza de la lengua ha estado velado, o subordinado, al ámbito de la pedagogía y
* Reincidente no incluye sección de Sociales
otras disciplinas bajo la pretensión de que ese estudio se circunscriba casi totalmente a dictar normas y leyes para un uso “correcto” de una lengua. Debe ser parte de nuestra formación académica y personal un estudio reflexivo del conocimiento de la, o las lenguas que configuran nuestra existencia, para desarrollar habilidades y competencias que permitan un uso adecuado tanto de la lengua hablada como de la escrita, ya que ambas son capacidades comunicativas propias de ser humano. ¿Por qué debemos conocer el funcionamiento de la gramática que prescribe el uso “correcto” de la lengua que nos configura? Como hemos afirmado anteriormente, la gramática es una ciencia ceñida a la lingüística que estudia el funcionamiento del sistema de cada lengua. Este estudio pretende describir las leyes generales en los diversos ámbitos de la manifestación de una lengua para establecer convenciones que permitan a los usuarios de un grupo lingüístico determinado operar “adecuadamente” en el ámbito de su comunicación. Pero no debemos olvidar que la lengua es un sistema dinámico y en perenne transformación porque es una organización que vive y se nutre en los usuarios mismos de la lengua. Son los hablantes los que determinan la evolución lingüística de un sistema, no las instituciones ni los organismos que la intentan regular. Se suele creer que el manejo impecable de las normas ortográficas, “aprendidas” durante la formación académica, significa un exitoso manejo de un idioma; y que por otra parte, la libertad completa para usar las estructuras de un idioma, libertad impuesta por un grupo social u organismo determinados, justifique cualquier innovación cuyo solo sustento signifique estatus puramente mercadológico o elitista. Si aspiramos a ser una sociedad cultivada que reditúe en una mejor convivencia social y por ende una sociedad justa y equitativa, sustentada en el conocimiento reflexivo de los acontecimientos que la atañen, no deberíamos apostar únicamente a las modas y a las políticas “bien intencionadas” que regulan los procesos de nuestra vida diaria. La enseñanza y el aprendizaje adecuados de una lengua deben ser bastante obvios en la formación académica de cualquier persona, si consideramos que la educación es parte misma del ser humano; por ello, es necesario reconsiderar el rumbo que actualmente le damos a las políticas de educación en nuestro país. No olvidemos que con el lenguaje los seres humanos organizamos y damos sentido a nuestra existencia, a esos mundos tanto internos como externos, esos mundos de posibilidades e imposibilidades que configuran nuestra identidad y nuestros horizontes sociales. La aparición de procesos de cambios “nuevos”, como resultado de nuestra praxis, manifestada en el lenguaje, no debe significar un apocalipsis existencial; por el contrario, debe ser la balsa que nos permita vis-
lumbrar el panorama hacia dónde nos dirigimos y, con ello, la conciencia de nuestra potencialidad como seres humanos, y no como autómatas de sus propios artificios.
Bibliografía:
José Manuel Vez: Fundamentos Lingüísticos en la Enseñanza de una Lengua Extranjera. Ariel, 200, Barcelona.
* El autor es Maestro en Literatura Mexicana por la BUAP y miembro activo de Óclesis, Víctimas del Artificio. A.C.
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