Reincidente 107

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Año VI, Número 107, 1ra. quincena de septiembre de 2015

AGUJEROS NEGROS Verónica Vázquez Aceves NUESTROS ANIMALES DE COMPAÑÍA Mariana Figueroa Castelán Alejandro García Sotelo CUANDO SALÍ DE LA HABANA Eduardo Garduño León EL PRIETITO EN EL ARROZ Jorge Federico Miranda Vélez CURRÍCULO Lourdes Uranga López ENGAÑO Enrique Condés Lara DE PLANTAS Y ANIMALES Cecilia Vázquez Ahumada REINCIGRAMA Fernando Contreras AQUÍ, PUROS CUENTOS Paco Rubín FRANTASÍAS José Fragoso Cervón ARITMOMANÍA Gabriela Breña

LOS ABUELOS

o la historia de cómo me dejé de preocupar y me alegré de no ser musulmán Jorge Federico Miranda Vélez*

E

ran alrededor de las nueve de la mañana del 26 de junio de 2015 y mi esposa y yo, sentados frente a la computadora, nos mirábamos el uno al otro en absoluta confusión. Dos de los colores que llenaban el mapa de Dinamarca con los resultados de la elección general parlamentaria del día anterior, los conocíamos bien: rojo para la coalición de izquierda, liderada por el Partido Socialdemócrata (Socialdemokraterne), y azul para la coalición de derecha liderada por el Partido de Izquierda (Venstre), a pesar del nombre. La confusión, sin embargo, provenía del hecho de que casi la mitad del mapa no estaba pintado de rojo ni de azul, sino de amarillo. —Igual y amarillo significa empate, aventuré yo. —No se puede empatar en una elección parlamentaria, menso, me respondió Lea, parafraseando, claro, pues la conversación se dio mitad en inglés, mitad en danés y, por tanto, cero español. —Ese amarillo debe de ser algún otro partido fuerte que rompió alianza con los demás. Pero... ¿cuál?, añadió ella, mientras buscaba rápidamente la página de la agencia estatal de noticias. Unos segundos después, los dos nos habíamos quedado sencillamente sin comentarios. Ahí estaba, claro como el día. ¿Cómo era eso posible? Lea, mi esposa, había ido a votar de última hora la mañana anterior (yo no tengo derecho al voto, pues soy residente y no ciudadano). Tras un poco de indecisión, Lea había resuelto votar por el partido Alianza Verdi-roja (Enhedslisten), el mismo que la mayoría de nuestros amigos, y se sentía confiada de que el bloque rojo, como llaman por acá a la tradicional coalición de partidos de izquierda, ganaría de nuevo. La líder del bloque y primer ministro por los últimos cuatro años Helle ThorningSchmidt, había tenido un mandato ajetreado y no sin sus polémicas, pero había sobrellevado la crisis económica en la que recibió el puesto y había logrado mantener unida a la izquierda. Dos cosas que todo mexicano sabe que no a todos los líderes se les dan muy bien. Además, el líder del partido Izquierda y del bloque azul (o sea el de derecha), llevaba cuatro años de periodicazos y escándalos: vacaciones con dinero del erario para él y su familia, lujos a expensas del fondo internacional ambientalista GGGI, declaraciones racistas, sexistas o sencillamente ignorantes, y toda clase de chismes. Lars Løkke Rasmussen, así se llama el señor, sin duda alguna había cavado su propia tumba como líder político. Y en efecto, en estas últimas elecciones su partido de derecha moderada perdió de manera histórica el liderazgo del bloque azul, provocando entre muchas otras cosas, que a su humilde servidor se le helara la sangre aquella mañana de junio, pues el liderazgo de derecha lo había retomado no otro que Dansk Folkeparti, el Partido Popular Danés. * Reincidente no incluye sección de Sociales

Dansk Folkeparti (DF) había sido por años el conveniente amigo chaparrito buscapleitos de la pandilla derechista del país. Fundado en 1995, DF se había encargado de reunir a los extremófilos nacionalistas cristianos de derecha y otros nefastos, y de tenerlos a todos en un solo lugar. Algo así como un PAN-PVEM, pero nacionalista. Siendo un partido relativamente pequeño, plagado de xenófobos y conservadores, eran aliados inseparables de los partidos de derecha, actuando seguido como válvula de escape para las ideas más radicales en el parlamento. Gracias a DF, iniciativas como hacer obligatorio el puerco en los almuerzos escolares (obvio puntapié contra la minoría musulmana), el examen de admisión a la ciudadanía danesa que ni los daneses pasaban, y la separación de Dinamarca de la Unión Europea, entre muchas otras ideas igual de finas, pudieron llegar al parlamento sin que los partidos grandes de derecha se vieran mal y pudieran posar de mediadores frente al bloque de izquierda. Pero ahora, con casi el doble de votos que en 2011, Dansk Folkeparti había pasado del tumbaburros al asiento del piloto. Rápidamente, pusieron a su anterior líder, Pia Kjærsgaard, política de línea dura anti-islam que se había retirado en 2012, al frente del parlamento y cedieron el gabinete ejecutivo entero con todo y el puesto de primer ministro a sus aliados de Venstre, con Lars Løkke Rasmussen (todavía) al frente, así conservando la mayoría de asientos en el parlamento (cosa que hubieran perdido frente a los socialdemócratas si hubieran optado por negociar puestos de ministro en el gobierno para su propia gente). El punto es, sin meternos en más honduras, que DF controla ahora el parlamento mientras sus cuates de Venstre tienen el primer gobierno unilateral en más de 30 años y a un consumado desfalcador como primer ministro. Lo demás, como quien dice, es historia. Mientras Europa está de cabeza con la marejada de refugiados que huyen de los conflictos en Medio Oriente, la policía alemana recibe con aplausos a los migrantes en Munich y la ciudadanía con la IP se organizan para llevarles comida a Grecia y Hungría (varias aerolíneas económicas como Scandinavian Air Services han comenzado a dar descuentos a quienes llevan ayuda humanitaria en sus maletas); la ministro danesa para extranjeros, integración y vivienda (se sacan cada ministerio por acá, que qué bruto) Inger Støjberg se dedica a poner desplegados en periódicos y medios arábicos ahuyentando a los migrantes y está decidida a no mover el límite de 500 residencias anuales. Mientras, el ministro de defensa Carl Holst planea gastar 75,000 millones de pesos (30,000,000,000 DKK) en aviones F35 para combatir al Estado Islámico, a la vez que los ministros de finanzas, salud pública y educación anuncian recortes presupuestales y planes de austeridad.

Para acabar, debo admitir que no es todos los días que uno se alegra de ser mexicano, la verdad; mucho menos del imparable paso del tiempo. Pero es que viniendo de México y hace poco menos de cinco años, yo la tuve bastante fácil. Llegué joven y sano. Mi tramitología inicial duró cuatro meses y no año y medio como ahora, tengo trabajo (300 pesos la hora dando tutorías particulares), y lo que más me afecta hoy en día está relacionado con lo cara que es la vivienda (en Copenhague), las deplorables reformas al sistema de educación superior (que sigue siendo pública, gratuita y con beca universal del gobierno) y las largas listas de espera en el sistema de salud pública (que cubre absolutamente todo, salvo psicólogos y dentistas). En pocas palabras, vivo bastante bien; y lo que me hiela la sangre es pensar lo diferente que sería mi situación si hubiera yo llegado como refugiado y no como cónyuge, si fuera musulmán en vez de ateo, y si en vez de dos familias cariñosas (una aquí y la otra en México), todo lo que tuviera fuera una fotografía de una aldea que ya no existe y el miedo de que los que quedan de mis seres queridos un día no respondan más mis mensajes. * El autor es estudiante del Bachillerato Internacional en Ciencias Naturales en la Universidad de Roskilde, Dinamarca.


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