Reincidente 125

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Año VII, Número 125, 1ra. quincena de julio de 2016

PARTICIPACION CIUDADANA Y REPRESENTACIONES SOCIALES Eulogio Romero Rodríguez Rafael Aluni Montes E.T.A. HOFFMANN, MAESTRO DEL ESCALOFRÍO, LA FANTASÍA Y EL SUEÑO Francisco Hernández Echeverría DISTINTOS ENFOQUES Y UN MISMO MENSAJE Claudia Ivonne Vázquez Valerdi América Valerdi Cabrera Adrián LariosLópez DESDE LA FACULTAD Mariano Torres Bautista POLICULT SIETE Jorge Meléndez Preciado ENGAÑO Enrique Condés Lara DE PLANTAS Y ANIMALES Cecilia Vázquez Ahumada REINCIGRAMA Fernando Contreras AQUÍ, PUROS CUENTOS Paco Rubín FRANTASÍAS José Fragoso Cervón ARITMOMANÍA Gabriela Breña ES IMPOSIBLE SER UN BUEN PROFESOR

Eulogio Romero Rodríguez*, Rafael Aluni Montes**

La participación ciudadana es un fenómeno complejo, es decir que admite diferentes interpretaciones, no puede ceñirse a un solo punto de vista: es multidimensional; es viejo y a la vez nuevo; en algunas regiones y países es importante y es una cuestión más o menos cotidiana, en otros su emergencia modifica instituciones, cambia gobiernos, y en otros su emergencia es incipiente y tortuosa.

H

ay que observarlo como un elemento relevante en la creación de interacciones de cambio individual, social y cultural. Tenemos el ejemplo reciente de la votación para la separación de Gran Bretaña de la Comunidad Europea, y es muy probable que seamos testigos de renovados movimientos ciudadanos en búsqueda de la separación de Irlanda y de Escocia del Reino Unido. En nuestro país, hay algunos sectores de la sociedad en los que se fomenta y respeta, pero, en términos generales, no hay ni la conciencia ni la intención de hacerla una práctica habitual y necesaria en la vida cotidiana de las instituciones y los grupos que conforman nuestra sociedad. Un aspecto importante de la participación ciudadana, además de ser esencial en los procesos sociales democráticos, es el elemento cualitativo, que tiene que ver con su capacidad de alimentar con nuevas ideas los procesos sociales, fortalecer los vínculos entre ciudadanos y orientar las acciones que tendrán repercusiones y relevancia comunitaria o pública. Tiene el potencial de generar procesos emergentes creativos, innovadores, que den soluciones a múltiples problemas de la vida en el planeta. No es necesario ser experto en democracia o teoría política para comprender la importancia que tiene la existencia de una red de organizaciones, creadas por la propia voluntad de los que la integran, para influir en la solución de los problemas públicos. La comparación y la experiencia demuestran que la calidad de la vida colectiva aumenta en la medida en que es mayor la participación de esa red ciudadana, la cual casi siempre tiene un carácter transdisciplinario, es decir, hay una mirada integral de las propuestas de solución más allá de los agentes involucrados: gobierno, ONGs, empresarios, universitarios, artistas, etc. Podemos considerar que la participación ciudadana es un proceso histórico y cultural en su nivel formativo y un proceso político y jurídico en su nivel instrumental. En el sentido más amplio, podemos decir que toda participación ciudadana es participación política, puesto que su fin es el de intervenir en la vida social. En contraste con otros países, la historia de México es la de una sociedad donde hasta hace poco las organizaciones sociales importantes no eran resultado de la libre voluntad de los individuos, sino que se trataba de estructuras corporativas creadas desde la cúspide del poder, con mecanismos y decisiones sobre los que los primeros tenían poco o ningún control. El ciudadano no ha existido en el sentido pleno del concepto y, si existe, es más bien en el papel y muy poco en la realidad. La historia más remota nos lo confirma y la más reciente también. Lorenzo Meyer (El Estado en busca del ciudadano, México, Océano, * Reincidente no incluye sección de Sociales

2005) comenta sobre cómo el corporativismo posrevolucionario mexicano resultó ser la forma de organización propia del autoritarismo, de la cultura del súbdito y no la del ciudadano. La participación ciudadana se debate desde hace mucho tiempo; en algunas regiones del mundo, como en Europa, desde el siglo XVIII por lo menos. Otra cosa es Latinoamérica y en particular México donde el debate recién inicia. La participación ciudadana es un fenómeno que surge en un contexto socio-histórico particular, vinculado a complejos procesos de transición política e institucionalización democrática específica. La expresión “participación ciudadana” en su significado más general tiene dos componentes. La voz “participación”, que se define como la acción de participar o intervenir en un asunto o un hecho; por extensión, disfrutar, padecer o realizar algo en común. Al participar en asociación con otros, se comparten opiniones, se toman acuerdos y se orientan acciones de manera conjunta. Por su parte el adjetivo “ciudadana” proviene del sustantivo “ciudadano” que hace explícito, de alguna manera, el sentido de esa participación compartida entre miembros de la misma categoría política: los ciudadanos. Esa asociación de intereses está destinada a la promoción de diversas acciones que repercuten en la polis, la ciudad y, por extensión, en la sociedad política. .Es evidente la importancia de la participación ciudadana por la cantidad de estudios que se han hecho sobre el tema, por la diversidad de disciplinas que lo han estudiado y por los diversos enfoques utilizados. Se han abordado múltiples aristas de la participación ciudadana; algunas aproximaciones han señalando sus aspectos jurídicos, otras los políticos, algunas más los históricos, etc. Es un fenómeno que bien podría utilizar las dimensiones que se proponen en el modelo holodimérgico para su estudio: silencio-existencia, trascendencia, ecológica, interpersonal, cognitivo-sentiemocional, biológica y comportamental. Las representaciones sociales, por su parte, designan una forma de conocimiento específico: el saber de sentido común, cuyos contenidos manifiestan la operación de procesos generativos y funcionales socialmente caracterizados. En sentido más amplio, designa una forma de pensamiento social, de mente social. Las representaciones sociales constituyen modalidades de pensamiento práctico orientado hacia la comunicación, la comprensión y el dominio del entorno social, material e ideal. En tanto que tales, presentan características específicas a nivel de organización de los contenidos, las operaciones mentales y la lógica. La caracterización social de los contenidos o de los procesos de representación ha de referirse a las

condiciones y a los contextos en los que surgen las representaciones, a las formas mediante las que circulan y a las funciones a las que sirven dentro de la interacción con el mundo y con los demás (D. Jodelet: La representación social: Fenómenos, conceptos y teoría. Barcelona, 1989). Las representaciones funcionan como un sistema de interpretación de la realidad que rige las relaciones de los individuos en su ambiente físico y social y van a determinar sus comportamientos o sus prácticas. La representación es una guía para la acción, orienta las acciones y las relaciones sociales; es un sistema de pre-decodificación de la realidad, ya que determina conjuntamente anticipaciones y expectativas. Una representación social es una manera de ver un aspecto del mundo, que se traduce en el juicio y en la acción. Cualquiera que sea la metodología de estudio utilizada, esta “forma de ver” no puede ser aprehendida por un individuo singular; ésta reenvía a un hecho social, a la dimensión interpersonal, al saber que somos porque los otros existen. Se puede decir también que una representación social es un conjunto de conocimientos, de actitudes y de creencias concernientes a un objeto dado. Esta comprende, en efecto, los saberes, las tomas de posición, las aplicaciones de valores, las prescripciones normativas, etc. Una representación social, en fin, puede ser caracterizada como una integración de elementos cognitivos ligados por las relaciones; estos elementos y estas relaciones se encuentran certificadas en el seno de un grupo determinado (Michel-Louis Rouquette: La genése des représentations sociales. ontreal, Canada: Éditions Nouvelles, 2003). En las sociedades contemporáneas que tienen por característica el cambio y la diversificación social y cultural, la aproximación psicosocial y en particular la aproximación desde la teoría de las representaciones sociales nos ayuda en el análisis para afrontar la pluralidad de los grupos y las pertenencias grupales, la diversidad de estilos de vida y de condiciones de vida. Esta aproximación podemos iniciarla con el análisis del ciudadano, el cual expresa una forma de pertencia a un grupo o a una comunidad, y con las tres facetas propuestas por Michel-Louis Rouquette ( Sobre una característica específica de representaciones sociales en psicología política”) y Eulogio Romero (Revalorar la participación ciudadana. Re-incidente No. 72, México, 2014). * Doctor en Psicología Social por la Universidad de Caen, Francia. Actualmente es profesor/investigador de la Facultad de Psicología de la BUAP. ** Maestro en Psicología Social, actualmente profesor/ investigador de la Facultad de Psicología de la BUAP.


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