Reincidente 144

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¡VIVE LA REPUBLIQUE! Octavio Spíndola Zago

EDOUARD HARRIOT Jorge A. Rodríguez y Morgado

Año VIII, Número 144, 2da. quincena de mayo de 2017

EL SISTEMA AGROPECUARIO EN MÉXICO Aldo Ríos Martínez

NO HAY QUE CALLAR DESDE LA FACULTAD Mariano Torres Bautista

POLICULT VEINTICUATRO Jorge Meléndez Preciado ENGAÑO Enrique Condés Lara

DE PLANTAS Y ANIMALES Cecilia Vázquez Ahumada

REINCIGRAMA Fernando Contreras

HISTORIAS DEL ROCK Manuel Pérez Chalini ARITMOMANÍA Gabriela Breña

EL MAESTRO ES NECESARIAMENTE UN MILITANTE POLÍTICO

Octavio Spíndola Zago*

“Algunos expresaron su enojo y sus convicciones, incluso. Yo las respeto, pero en estos cinco años haré todo lo posible porque nadie vuelva a tener ninguna razón de nuevo para votar por los extremos. Europa y el mundo esperan que defendamos el espíritu de la Ilustración [...] Esperan de nosotros una nueva esperanza, un nuevo humanismo, un mundo de justicia, un mundo con más conciencia ecológica. ¡Esperan que seamos quienes somos!” Exclamó enardecido Emmanuel Macron en su discurso de celebración la noche del domingo 7 de mayo con el Museo de Louvre al fondo de su minimalista podio. Francia tiene nuevo presidente.

E

s posible que la República Francesa después de Charles de Gaulle no haya experimentado mucho ajetreo en sus procesos electorales. La tendencia de los votantes ha sido desde entonces elegir de manera alternada entre los conservadores de la Unión por un Movimiento Popular (de corte gaullista: d’Eistaing, Chirac, Sarkozy) y los liberales del Partido Socialista (Miterrand, Hollande), sin nunca conceder mayorías absolutas en el Parlamento al partido que controla el Ejecutivo. Pero 2017 se convirtió en foco rojo debido a la amenaza creciente, en términos electorales, de partidos ultraderechistas (recubiertos con discursos férreos sobre los valores de la “familia natural”, contrarios a los derechos de la comunidad LGBTTTIQ y al aborto) y neoconservadores (tecnócratas neoliberales en favor de la desregulación), neofascistas (reaccionarios, antiestablishment, antiglobalización, xenófobos y con retórica populista cargada de terror dirigida a las clases medias). Les ayudaron la victoria de Trump en Estados Unidos con su agenda de endurecimiento de políticas migratorias discriminadoras y del Brexit e grupos euroescépticos que promovieron la necesidad de un Reino Unido “británico” que no sea drenado en sus fondos públicos por las onerosas cuotas de la Unión Europea e inundado en sus servicios sociales por migrantes de todas las etnias sonaron la alarma. Ante el caos en el que el neoliberalismo se ha adentrado por encontrarse con sus propias contradicciones en el marco de la globalización, afirma Rancière en El odio a la democracia (Buenos Aires, Amorrurtu, 2006): “Se instala entonces el reino de los pregoneros que amalgaman las nuevas formas de la publicidad de la mercadería y las manifestaciones de los que se oponen a las leyes, la tibieza del «respeto de la diferencia» y las nuevas formas del odio racial, el fanatismo religioso y la pérdida de lo sagrado.” Los rituales y las tradiciones inventadas ya no son suficientes, se demandan formas compensatorias de mitos de origen que exacerben las visiones puristas de la nación y una liturgia saturada de falsa autenticidad que redefina a lo nacional y a quienes pueden tomar parte de ello. El movimiento telúrico continuó su efecto expansivo, las ondas sísmicas estremecieron también a Francia, que a inicios de 2017 formalizó las candidaturas de cara a la renovación del poder ejecutivo para suceder a François Hollande. De los 60 candidatos pre-registrados, ocupó las primeras páginas de los diarios la hija del anterior presidente del Frente Nacional, el negacionista Jean-Marie Le Pen, Marine; cuya carrera inició en 1998 para ocupar un cargo en el Consejo Regional por Norte-Paso de Calais y despegó al ganar una eurodiputación en 2004. Contra esta figura neofascista se erigieron el alineado al establishment, Francois Fillon, por el partido gaullista Les Républicains; el obrero socialista Jean-Luc Mélenchon (favorito para unir a las izquierdas y hacer contrapeso a Merkel), por el Parti de Gauche; y el desconocido ministro de eco-

* Reincidente no incluye sección de Sociales

nomía y franco representante del neoliberalismo posmoderno Emmanuel Macron, por la recién creada Asociación para la Renovación de la Vida Política En Marche! La primera vuelta dejó helado a más de uno: Macron se llevó el 66 puntos porcentuales de los votos (principalmente con los departamentos del oeste) y Le Pen el 33% (con gran holgura en los del sur y el noreste). Fillon y Mélenchon quedaron fuera. Se temía lo peor, que París se alineara a Washington y Londres y se materializara la fantasía marxiana de Zizek acerca de que “lo mejor es que el sistema sea llevado a su extremo para que esto conduzca inevitablemente a su colapso” (hipótesis que otros marxistas como Thompson, Hobsbawm, Althusser, Gramsci, Mariátegui o Trotsky no compartieron). El domingo 7 de mayo Macron se impuso con el 66,1% contra el 33,9% de Le Pen y más del 36% de abstencionismo. Las razones de su victoria parecen apuntar a dos puntos: por una parte, el apoyo que varios de los votantes de Fillon y Mélenchon vertieron en él al considerarlo el mal menor, y por otra, el cambio de parecer de varios de los electores del Frente Nacional que reconsideraron su sufragio y decidieron abstenerse, tal vez movidos por los fuertes comentarios de la opinión pública sobre el riesgo para la democracia de una victoria de Le Pen. Que un banquero de clase alta como Macron, con su perfil intelectual –matriculado en Filosofía en la Universidad de París Nanterre y también titulado en Ciencias Políticas y Administración, ex-alumno de Etienne Balibar, Francois Dosse y asistente de Paul Ricoeur; y que ha debatido ni más ni menos que con el hijo predilecto de Fráncfort, Jürgen Habermas—, sea el próximo residente de Los Elíseos y lo celebre con un discurso en el que se proclama salvador de los ideales de la Revolución y la República Francesa en un momento aciago de crisis, parece reforzar la idea que expone Norberto Bobbio en su indispensable El futuro de la democracia (México, fce, 1986): “la idea de Max Weber, retomada, desarrollada y divulgada por Schumpeter de que el líder político es comparable con un empresario —cuya ganancia es el poder, cuyo poder se mide con votos, cuyos votos dependen de la capacidad de satisfacer los intereses de los electores y cuya capacidad de respuesta a las demandas de los electores depende de los recursos públicos de los que puede disponer— es ilustrativa. Al interés del ciudadano elector de obtener favores del Estado corresponde el interés del político electo de concederlos.” Pero, ¿hasta qué punto busca concederlos y no implementar la “política del pastor perdido”? Si aceptamos con Bourdieu que la opinión pública tiene un amplísimo margen de creación planeada por los medios de comunicación masivos a través del marketing, la publicidad y la propaganda, entonces entenderemos que los políticos no pulsan la situación racional del electorado, sino que recurren a dispositivos de gestión que les permitan extraer palabras y frases claves para explotarlas pasionalmente y

así acceder al espacio privado, íntimo, de los ciudadanos. Para Jacques Rancière “el crimen democrático contra el orden de la filiación humana es, antes que nada, el crimen político, es decir, simplemente, la organización de una comunidad humana sin lazo con el Dios padre. Bajo el nombre de democracia, lo que está implícito, lo que es denunciado, es la política misma”, la desintegración de aquello que nos es común y a partir de lo cual es posible dialogar y generar consensos. Más allá de representar la voluntad popular y ser depositarios de la soberanía, presidentes como Macron o Trump encarnan “el retorno al pastor perdido [que] viene a imponerse como la última consecuencia de un cierto análisis de la democracia como sociedad de individuos consumidores”. Continúa Ranciere: “La desmesura democrática [que hoy vivimos] no tiene nada que ver con ninguna locura consumista. Es simplemente la pérdida de la medida según la cual la naturaleza daba su ley al artificio comunitario a través de las relaciones de autoridad que estructuran el cuerpo social.” Después de haber creado su movimiento, afirma la periodista independiente Emily Schultheis, tomó nota de la campaña de Obama y durante su campaña utilizó algoritmos de una empresa política con la que trabajaba, que por cierto se habían ofrecido a la campaña de Obama en 2008, para identificar los distritos y barrios que eran más representativos de Francia”. A este recurso estadístico sumamos el énfasis que Macron hizo de mensajes optimistas y esperanzadores en medio de un prevaleciente estado de ánimo pesimista en Francia, invocando la herencia de Libertad, Igualdad y Fraternidad para llamar a la unidad. El resultado ha sido la creación en el comportamiento electoral de un artificio comunitario que identifica a Macron con el pastor perdido –de la misma manera, pero en otro sentido, que lo hizo Trump. A sus 39 años y sin plataforma en el Parlamento ni un gabinete integrado, el presidente más joven en la historia de la república francesa enfrenta numerosos desafíos domésticos y de política exterior. “Hay gente que argumenta que Macron era la mejor opción para frenar a Marine Le Pen porque al ser más centrista puede recabar apoyos tanto a izquierda como a derecha”, le dijo a BBC Mundo el profesor Philippe Marlière, de la University College London; esto significa que Macron deberá implementar políticas públicas que satisfagan a ambos sectores del espectro político. ¿Será capaz de cumplir en cabalidad con la exhortación que lanzó en cadena nacional: “emprender este trabajo de redefinición es la misión de nuestra generación”?, ¿se sumará su gobierno al del primer ministro liberal de Holanda Mark Rutte que también se impuso con comodidad al ultraderechista neocfascista Geert Wilders en marzo?, ¿este destello de esperanza ante la derrota de Le Pen se volverá un faro de luz o un recuerdo vago? * El autor es estudiante de la Licenciatura en Historia en la FF y L de la BUAP.


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