Reincidente 98

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EL ESPACIO PÚBLICO Ernesto Licona Valencia

ELEFANTES BLANCOS Mariana Figueroa Castelán

Año VI, Número 98, 2da. quincena de abril de 2015

DEL ESPACIO SOCIAL AL ESPACIO FÍSICO Carlos Montero Pantoja EL IMPERIALISMO DEL BÉTON Uri Márquez Mendoza

GEOGRAFÍA HISTÓRICA EN EL CONTEXTO DE INTERNET Andrea González Medina

DESDE LA FACULTAD Mariano Torres Bautista EFECTO PANÓPTICO Octavio Spíndola Zago

DE PLANTAS Y ANIMALES Cecilia Vázquez Ahumada REINCIGRAMA Fernando Contreras

AQUÍ, PUROS CUENTOS Paco Rubín FRANTASÍAS José Fragoso Cervón ARITMOMANÍA Gabriela Breña

PERO, NOSOTROS ¿QUÉ LES HICIMOS?

Ernesto Licona Valencia*

El 30 de marzo último, en acto solemne realizado en el Centro Cultural Universitario, el gobernador del Estado de Puebla, el alcalde de la ciudad y el rector de la BUAP presentaron el proyecto denominado Red de Movilidad Sustentable.

D

icho proyecto contempla un descuento para estudiantes de 50% del costo de transporte en las dos líneas de la Red Urbana del Transporte Articulado (RUTA); vislumbra la conexión de RUTA con el Sistema de Transporte Universitario (STU) con el objetivo de llegar a más colonias y la construcción del Parque Lineal Universitario que será ejecutado por la Dirección General de Obras de la BUAP. Estrictamente no es un proyecto de la Universidad sino del gobierno de Puebla en donde la Universidad será su ejecutor. La iniciativa de construir una “ciclopista” que conecte Ciudad Universitaria con el edificio Carolino, pasando por la preparatoria Benito Juárez, pone a discusión pública la concepción de ciudad que las instituciones promotoras sostienen para implementar el proyecto denominado “Parque Lineal Universitario” y, sobre todo presenta una oportunidad interesante para preguntarnos ¿qué ciudad queremos? ¿A qué tipo de urbanismo aspiramos como habitantes de la ciudad de Puebla? Hoy, en las ciudades latinoamericanas, el estudio del espacio público ha suscitado un interés creciente, fundamentalmente por la tendencia a su privatización y la implementación de un urbanismo centrado en lo privado, el mercantilismo y no en lo público. Este urbanismo implementado a partir de los procesos de globalización privilegia lo individual/privado sobre lo colectivo/público y se expresa, entre otros procesos, en la privatización, segregación y parcelación del espacio urbano. Por ejemplo, la zona de Angelópolis, se caracterizaba por la privatización y parcialización del espacio urbano porque se construyeron lugares privados desconectados sobre antiguos terrenos de cultivo del pueblo de Tlaxcalancingo; expropiados por el gobierno que los exhibió ideológicamente como reserva ecológica de la ciudad, para que pocos años después fueran vendidos a capitales privados. Estrategia gubernamental capitalista que también se observó en el Paseo de San Francisco, en el centro de la ciudad. Hoy, la zona de Angelópolis es un gran complejo de hospitales, plazas comerciales, casinos, restaurantes, librerías, oficinas gubernamentales, centro cultural, hoteles, bancos, fraccionamientos para las clases alta y media principalmente, tiendas de servicios especializados, agencias de venta de automóviles, escuelas, universidades, etc., que está diseñada para llegar en automóvil y en donde cada lugar está cerrado, protegido y aislado uno del otro. En su diseño se expande el espacio privado sobre el espacio de encuentro. Incluso, el Parque del Arte que podría considerarse el único espacio público “abierto” de la zona, está cercado, aislado de la calle, solo con una entrada y con estacionamiento de cuota, es ejemplo de la parcialización del espacio urbano; además, modelo de exclusión socio-espacial por los capitales económicos y simbólicos que exhiben sus usuarios que reducen la interacción con otros grupos sociales y por su predisposición a la uniformidad social interna. Al parecer, los parques abiertos “a todo el mundo” tienden a desaparecer en la ciudad de Puebla. Así lo observamos actualmente en la zona de Los Fuertes y en el Parque Ecológico, ambos cercados y porciones de ellos “privatizados” o “concesionados” para restaurantes y cafés.

* Reincidente no incluye sección de Sociales

Los ejemplos se multiplican por toda la ciudad, en la misma zona Angelópolis, en el cruce de la vía Atlixcáyotl y Circuito Interior, donde hace cuatro o cinco años fue construido un puente vehicular, quedó una área verde que ahora ostenta un letrero que dice: “Se Renta”. Antes de su construcción, fue una superficie con juegos para niños y un asta donde ondeaba la bandera nacional. Por las tardes, era lugar de paseo, juego, encuentro y comunicación entre vecinos de los alrededores. Ahora se observa un complejo vial porque se privilegió al automóvil y la antigua función de convivencialidad del lugar prescribió, se impuso el urbanismo de oropel, porque continúa el congestionamiento de autos a determinadas horas del día, es decir, no resolvió el supuesto problema vial. El absurdo del urbanismo globalizador llega hasta delimitar pequeños sitios dentro del mismo espacio privado. Ejemplo de ello es la plaza comercial en donde se encuentra la librería Gandhi que coexiste con otros comercios y un casino. El desatino se expresa en la lucha entre los comerciantes por los lugares de estacionamiento para sus clientes; algunos delimitan “su espacio” con una pluma y valet parking; otros emplean personal para que evite se estacionen personas ajenas a su comercio, etc., es decir, la simbólica de reserva, de fronterización y de privatización, expresión del urbanismo globalizador, no admite, ni siquiera, un pequeño recinto de carácter público, libre, abierto y sin costo. Hoy tienden a desaparecer los estacionamientos gratuitos que los comerciantes ofrecían como un servicio para sus clientes. Todo espacio urbano debe ser privatizado, como ya lo vemos en los puentes peatonales que exhiben espacios publicitarios alquilados o vendidos; así, los puentes vehiculares ostentan ya grandes anuncios comerciales, igualmente rentados por tiempo determinado; las mallas metálicas utilizadas para bardear terrenos ahora son alquiladas para propaganda comercial, etc. Para el urbanismo globalizador, el espacio público abierto y de encuentro no es funcional porque no permite su utilización mercantil. Incluso en los antiguos centros históricos el espacio público es asediado, se le considera secundario y una plaza o jardín es un obstáculo para el “progreso” o la modernización de la ciudad. Esta es una concepción limitada que responde a intereses únicamente económicos, que requiere ser repensada para construir una concepción amplia que permita edificar un urbanismo soportado en el encuentro y convivencia de la diversidad sociocultural; de ahí la importancia de su definición y la construcción de políticas urbanas convivenciales/colectivas y no privatizadoras/individuales. Las ciclopistas no están ausentes de esta discusión porque intervienen directamente sobre el espacio público. Su construcción requiere, en primer lugar, de una concepción antropológica de ciudad y de espacio público; segundo, entender la importancia de la apropiación social del espacio público para sus diversos usuarios y, finalmente, reflexionar qué tipo de urbanismo se quiere implementar para su gestión. Una ciclopista no es solamente una obra de ingeniería, requiere un estudio socio-antropológico porque en el

fondo lo que se debate es el tipo de ciudad a construir. Una ciclopista debe estar sustentada primeramente en resolver problemas de movilidad y en un urbanismo que desarrolle políticas de gestión que promuevan el contacto social, la vida colectiva y las expresiones simbólicas y con ello la activación de procesos de arraigo, apego, pertenencia e identidad. No figuran ahora en la ciudad de Puebla ejemplos de este tipo de urbanismo; por lo contrario, el gobierno estatal y el municipal siguen implementando el urbanismo segregativo. Por ejemplo, en la misma zona de Angelópolis, la ciclopista recién inaugurada se concibió como infraestructura de recreación y no para resolver problemas de movilidad urbana en la zona, no propicia convivencialidad y está convertida en una isla espacial confinada. El “Proyecto integral para el diseño y construcción del Parque Lineal Universitario en el municipio de Puebla”, presentado por la BUAP, es un documento con carencias conceptuales y de información que son necesarias para intervenir el espacio público. Por ejemplo, no existe nada sobre cómo se concibe la ciudad y el espacio público, no hay un diagnóstico de cómo se transportan los universitarios y cuáles son sus rutas de movilidad hacia el centro de la ciudad, etc. El documento solo brinda como antecedentes de la ciudad de Puebla que está ubicada en el valle de Puebla y ofrece “a los residentes una magnifica vista de sus picos nevados”. De igual manera, los objetivos son limitados porque dice que “promoverá formas sustentables de movilidad”, pero carece de una definición de ella. Promover la movilidad urbana supone, en primer lugar, pensar a la calle como un espacio público de coexis­ tencia de diferentes medios de transporte: automóvil, transporte colectivo, bicicleta e incluso área para caminar. Ponderar la calle para uso exclusivo del automóvil lleva a construir proyectos de exclusión, de confinamiento para los otros medios de transporte como las bicicletas, porque se piensa que la calle, o algunas de éstas, son peligrosas para los usuarios de bici, por lo que es necesario edificarles carriles exclusivos. En lugar de ello, es necesario pensar la intervención de la calle desde el urbanismo colectivo y desarrollar un plan piloto en una de esas calles o en toda la ruta propuesta por el proyecto “Parque Lineal Universitario”, que priorice la conectividad abierta, convivencialidad y promoción de comportamientos urbanos responsables, como disminuir la velocidad de los autos en las calles, entre otras acciones. No se necesita infraestructura elevada para uso exclusivo de las bicicletas, las calles existentes proveen espacialmente lo necesario para la circulación de todos los medios de transporte y para reforzar y fomentar la coexistencia social sin exclusión. Lo que está en juego, y de ahí la importancia de la participación de la BUAP, es si se promueve un urbanismo social de encuentro o un urbanismo individual de exclusión social. El autor es Doctor en Antropología Social por la Universidad Autónoma Metropolitana-plantel Iztapalapa. Actualmente es Coordinador de la Maestría en Antropología Social de la BUAP.


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