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NUBIA MACÍAS NAVARRO
Directora General NM Consultora
Elreto, creo yo, es diferenciar las industrias creativas y culturales de los procesos creativos culturales para no ponerlos todos en la misma bolsa. Los retos de las industrias son unos y su perspectiva en muchos de los casos es muy buena. Por otro lado, tenemos los procesos creativos que favorecen a las industrias culturales, para los que no hay tan buenas noticias.
Una feria del libro como la FIL Guadalajara, cuya misión es promover la cultura y la lectura, está catalogada como una empresa creativa; pero para ser lo que es se ha apoyado en los procesos creativos colectivos e individuales de sus equipos, de los escritores, promotores de lectura, bibliotecarios, etcétera. Desde esta conjunción de creatividad se benefician industrias como la editorial, hotelera y restaurantera.
En el caso de industrias como las de videojuegos o la música, aunque se basan en la creatividad, su misión es vender mucho y superar los resul- tados económicos año con año. Este principio las separa de las empresas culturales que buscan generar espacios lúdicos, recreativos y de pequeños cambios sociales a los que contribuyen los creadores.
Por lo tanto, la perspectiva del futuro inmediato es diferente para cada sector: para las industrias creativas que buscan exclusivamente los resultados económicos vienen años de bonanza. No será lo mismo para las empresas culturales y los creadores, como ya lo hemos visto en estos últimos diez años y, muy agudizado, en la pandemia. La cultura no ha sido prioridad para las autoridades federales, estatales ni municipales. En la mayoría de los casos solo hemos visto recortes y falta de apoyo. Contradictoriamente, las expresiones culturales son de las que hemos echado mano para sobrevivir en casa frente al desasosiego externo. La cultura nos ha sostenido en el encierro.
La cultura nos ha sostenido en el encierro.