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Jéeruriwas y Yucunas - La fiesta
from Marotiando relatos
by corpcultemt
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Proyecto Piloto CDMC2016
Por Jhon Moreno Riaño
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La Fiesta
Es viernes 11 de noviembre. Esta vez llegamos con Sebastián, Arnulfo, Magdalena y Rafael, el conductor del jeep. Felipe no logró venir. Hasta ese momento sentí que no había escampado desde hacía dos días, cuando salimos de allí con Felipe al anochecer; afortunadamente la lluvia ha decidido tomarse un receso al llegar a la maloca.
Ricardo Yucuna fue muy claro en pedirnos que no fuéramos temprano, porque los preparativos iniciarían después de las dos de la tarde. A nuestra llegada el ambiente es bastante diferente al miércoles; ahora se respira el aire festivo. Son pasadas las tres de la tarde y todos están ocupados haciendo algo relacionado con la celebración.
Nos dedican poca atención, excepto porque llevamos regalos para compartir:
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ropa para los runos y los adultos, más cigarrillos para la fiesta, aguardiente y una botella de wisky para Eduardo, que gusta de bebidas más fuertes. El recibimiento ya no es como el miércoles, todos nos conocen y entramos directamente a formar parte del grupo que viene a la fiesta.
Las mujeres, hombres y niños hacen un grupo alrededor de Eduardo, que como líder es el encargado de distribuir las prendas; más tarde, cuando la repartición de ropa ha pasado, los adultos hacen fila para recibir cada uno un trago de aguardiente, que uno a uno van bebiendo de un solo tirón, y así se empieza a calentar un poco el ambiente.
Entre todos empiezan a decorar la maloca para las danzas que pronto empezarán, y los líderes alistan sus plumas y sus vestimentas propias de las danzas rituales que presenciaremos. En tobillos y muñecas se atan unos a otros cascabeles de semillas, se ponen collares y máscaras de cortezas de árboles, algunos usan lanzas,
otros se disfrazan de animales amazónicos, y así, poco a poco, vamos tomando asiento en algún rincón de la maloca para empezar a disfrutar de un proceso ritual de música y danza, que durará hasta el amanecer, intercalado por cortes de diez a quince minutos en los cuales se bebe y se cambian algunos disfraces y decorados.
Los niños y algunos hombres se aprestan a tomar sus instrumentos de viento que tocados al tiempo crean una atmósfera sonora especial, y, justo antes de que todo empiece, nosotros nos acercamos para aprender a estos extraños
instrumentos que tienen la embocadura similar a la de un cuerno de guerra o de un cacho llanero. Las mujeres siguen preparando cosas en la cocina; pareciera que desde el miércoles anterior no han dejado de realizar su labor, y esta celebración ocurre envuelta por el olor del humo de leña.
Me acerco con Sebastián a uno de los danzantes que están con el caracol del tabaco en polvo y le pedimos un poco para inhalar. A ellos les gusta compartir estos elementos rituales, porque parte de la celebración se basa justamente en eso, en compartir; uno lleva cigarrillos o aguardiente y ellos comparten el mambe o el tabaco en polvo, que mezclado con ceniza se inhala y ahuyenta el cansancio y el sueño; son sus sustancias y elementos ceremoniales dentro de su cultura.
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La Omima es un pequeño pez que se encuentra en el río Caquetá y que abunda mucho, por tanto el baile simboliza la pesca de las Omimas, que en este caso son las mujeres y los hombres son quienes las pescan dando vueltas de derredor, lentamente. La danza se torna cada vez más hipnótica y, muy despacio, se empieza a acelerar el paso y a cerrar el círculo sobre las mujeres, que giran siempre dentro de la rueda de hombres, también llevando el ritmo y tratando de escapar a la red que simboliza el cuerpo de los hombres.
Los hombres terminan danzando frenéticamente hasta cerrar completamente el círculo, y en el último instante gritan frenéticamente antes de lanzarse sobre las Omimas. La Omimas corren desesperadas tratando de salir del círculo, todas caen presa de los pescadores expertos y a lo lejos una, muy joven, logra escapar entre risas generalizadas.
hacer este baile, los danzantes
descansan y beben. Cambian disfraces para el siguiente baile, ríen y charlan. Las máscaras pasan de mano en mano, hay tigrillos, lapas, tortugas, venados y pescados, entre muchos otros. Estos animales son algunas veces cazados para confeccionar los disfraces.
Uno de ellos me cuenta que, antes de ir a la caza de estos animales, ellos deben pedir permiso a los dueños (dioses) de estos animales para poder cazarlos, y convertir así sus pieles o cabezas, como en el caso del venado, en disfraces rituales. Cada animal suele tener un dios y por tanto,
siempre, sin excepción, antes de ir de caza, el cazador debe pedir permiso al dios del animal que pretende cazar.
Juan es un Je'eruriwa Yucuna profesional en
diseño gráfico y próximo a graduarse de
arquitectura,
cuyos
estudios
está
realizando en Argentina.
Ha venido a
participar del congreso porque considera
de suma
importancia
lo que se está
gestando aquí en
Arenales
para
su
comunidad.
Él va contextualizando las danzas y dando sentido a la celebración. Desde sus nociones de arquitectura viene trabajando con el eje Caquetá alrededor de la biosostenibilidad en relación con el territorio y la construcción de la vivienda indígena, para elaborar su tesis de grado.
Durante la celebración, él propone que se mantenga siempre el espacio para la reflexión sobre la sostenibilidad del mundo indígena tal como ha venido siendo, sin
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perder la lengua, las prácticas y los saberes tradicionales que los hacen indígenas y que garantizan la sostenibilidad de la vida en relación con el medio ambiente.
Luego de los tres días de congreso Je'eruriwa Yucuna, teniendo en cuenta que sus ejes están en La Pedrera, Leticia y ahora Arenales, proponen como alternativa organizar la comunidad en este territorio a través de la declaratoria como resguardo, que les pueda garantizar la transmisión de los saberes y la protección de su cultura, manteniendo la sostenibilidad alimentaria.
Muchos de ellos ya han perdido la posibilidad de volver a su territorio de origen por las amenazas de muerte que han recibido por parte de los grupos al margen de la ley, y no quedan más opciones de adaptarse a la nueva vida de este nuevo territorio en el que se encuentran diversas culturas. Deben lecerse para resistir los cambios.
Mientras todo esto sucede, las familias indígenas siguen danzando y celebrando que se pudo realizar el primer congreso Je'eruriwa Yucuna de Arenales y que finalmente lograron los acuerdos necesarios para solicitar al gobierno nacional la declaratoria como resguardo indígena, y así poder acceder a algunos de los beneficios a los que como indígenas tienen derecho.
La noche sigue transcurriendo entre danzas, algunos tragos y charlas; pero también se comparten culturas cuando, de entre las máscaras y trajes de cortezas de árbol y pinturas amazonenses, surge la pareja de baile criollo de joropo conformada por Magdalena Plazas y Arnulfo Pinto; ellos, aparte del acostumbrado aguardiente y tabaco que todos hemos llevado para compartir, también han llevado su arte, y al son del joropo recio que empieza a resonar en un parlante, que hasta ese momento no sabíamos que existía en la maloca, inician su presentación de danza tradicional
llanera, mientras el cielo se abre con la claridad de la luna y el invierno de los días pasados empieza a quedar atrás, como un recuerdo.