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Pal' Lereo Pabla, bullerengue para el mundo

Por Marcos Fidel Vega Seña

Cuando La Payi llegó a María La Baja, procedente de El Florido, un caserío en jurisdicción de San Juan de Nepomuceno (departamento de Bolívar), supo que allí podría desplegar sus dotes artísticas. Arribó en brazos del bullerengue, pues su madre y su abuela eran ya unas matronas de este ritmo, patrimonio de nuestras mujeres y fortín de identidad de la belleza africana en este continente de mestizos. Eso marcaría para siempre la vida de Pabla Flores González, La Payi, pues la suerte estaba echada: no podría ser sino cantaora de bullerengue, pues María La Baja, en Bolívar, es uno de los municipios emporio y referente de este ritmo en Colombia. Es la directora y cantadora de la

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Corporación Pal' Lereo Pabla, un colectivo que nació hace seis años, en 2014 y cuya génesis está en la

Corporación Cultural Son de Tambó.

Pabla cuenta que en esa época el bullerengue no era como hoy lo hacen los grupos llamados de proyección, dado que solo se cantaba en fechas especiales.

“En ese entonces no se decía bullerengue; se decía

Festival Departamental de Bandas de Bolívar, Pabla Flores Foto. Corporación Pal' Lereo Pabla

fandango de lengua. Entonces salían a buscar a todos los compañeros, se encontraban en un lugar y de ahí arrancaban a seguir buscando a los que les gustaba el bullerengue1”. Los instrumentos que se utilizaban eran “el llamador, el tambor alegre y las palmas de las respondonas, porque se decía respondonas, no coristas sino respondonas”. También había hombres que hacían versos. “Y todo el que sabía versiar - versiaba. Entonces, eso se formaba un grupo de hombres”, pues para Pabla “toda la vida los hombres han cantado bullerengue”.

Las fechas especiales en que se cantaba el Fandango de Lenguas eran “el 25 de noviembre, Santa Catalina, 24 de Pascua, que era en diciembre; el 25 de diciembre también; el 24 de San Juan, que era en julio. Yo crecí viendo cantar a mi mamá y mi bisabuela en El Florido. Mi bisabuela era una señora que doblaba tabaco sentada en una maríapalito, que la llamaban pera o algo así ”

1 Entrevista realizada a Pabla Flores el 27 de septiembre de 2020. Por

Alonso Franco Londoño y Marcos Vega Seña.

La vida en la casa

Pabla Flores habla con sencillez de su época en el campo y cómo aprendió a leer y la vida familiar que llevaba. Según lo narra, ella tuvo 11 hermanos y una tía le colaboró a Eulalia en la crianza de la prole y en las lides del hogar.

“Ella estuvo siempre al lado de mi mamá y le colaboraba con los hijos y con la alimentación porque esa vida era muy dura. Entonces mi mamá, cuando estaba embarazada de mí, decidió ponerme Pabla, por el nombre de su hermana que se llamaba Pabla González Bello. Entonces, como yo era niña entonces me decía Pally. Cuando mi mamá me llamaba así, yo respondía y sabía que no estaba brava. Pero cuando mi mami decía Pablina, ven acá, yo ya sabía que estaba brava”.

Las primeras letras

La señora Magola de Castelar fue decisiva en la vida de Pabla. Ellas dos hicieron un pacto. “Yo no sabía leer. Usted sabe cómo era la vida del campo antes, muy dura. Mi mamá andaba vendiendo pescao, mi papá ganándose un jornal de trabajo y antes no había tanta preocupación en los hogares de que los hijos estudiaran. Yo veía a las otras niñas que estudiaban, entonces yo quería estudiar. Un día se formó una pelea entre las niñas en el colegio de Banquitos y Magola Castelar vendía guineos, eso fue en el recreo, era la merienda para el recreo”.

Cuando Pabla vio que en medio de la pelea empezaron a caer guineos, decidió ayudar a la señora Magola a recogerlos “para que ella me regalara los que se machacaban y yo le dije: yo quiero estudiar y ella, ¿sí?, ¿quieres estudiar? Y le contesté: “sí señora, yo quiero estudiar, así como están los niños aquí”. Ella me dijo: vamos a hacer una cosa, si tú vas conmigo todos los domingos al culto yo te enseño a leer, pero eso sí, tienes que comprar tu cuaderno, una cartilla y un lápiz” En el relato, Pabla recuerda que había una señora que vendía verduras y se puso a venderlas. “Antes las verduras se vendían como envueltas en un vasito y en las ensaladas se picaba un pedacito de cada cosa: de zanahoria, de remolacha, de cebolla y se echaban en la bolsita y uno vendía esas verduras así y yo me puse a vender eso y enseguida de la señora que vendía las verduras tenía también su tiendita y ahí mismo me compré mi cuaderno, compré mi cartilla y mi lápiz y me fui para el colegio.

Cuando ya estaba allá me enseñó la cartilla al derecho, al revés, saltiada. Después ella me puso en el libro número uno. También le pasé el libro número uno. Cuando ya vino el libro número dos, ya ella hasta ahí, como que también quedaba corta. Entonces, ella agarró y me llevó donde otra profesora en el colegio del Banquito para que me diera clases, pues ya estaban más adelantada. Se

llamaba Petrona Torres”.

Caratula de LP de Pabla Flores Foto. Corporación Pal' Lereo Pabla

Las enseñanzas de la vida

Petrona Torres, dice Pabla, le tomó mucho afecto. “La señora hacía bollos para el desayuno de su casa. Todos los días pilaba maíz. Entonces yo le decía: yo me quedo y le ayudo a pilar maíz para que usted me ayude a aprender a conjugar por ejemplo ere, la erre y a hacer las sumas, las restas, la multiplicación y entonces a raíz de eso yo le ayudaba a pilar maíz y ella me enseñaba.

Mi mamá me preguntó por qué yo llegaba tarde, entonces le dije: mamá, yo voy a llegar tarde porque la señora Petrona me va a enseñar a hacer repaso de lo que yo no sepa y yo le ayudo a pilar maíz y así. Después, la señora Petrona también me quedó corta, entonces agarró un pedacito de cartulina rosada, puso mi nombre y había un colegio de primaria que era de las monjitas. Ella misma fue y me matriculó. Mamá no tuvo nunca que ir a matricularme. La misma profesora al ver la experiencia que yo tenía para hacerle las cosas, se encargaba y me matriculaba y así aprendí yo las letras que hoy sé. Pero me quedé corta; hoy no soy una profesional no porque mi mamá no quiso ni mi papá, porque después llegó la Reforma Agraria a María La Baja y a mi papá le entregaron una parcela con su yegüita, le dieron sus vaquitas y ya mi papá sacaba lechecita, ya la vida fue cambiando, entonces mi papá sí quería que yo estudiara porque a mi papá le traían informes de lo buena que era yo en el colegio.

Yo decidí que ya no iba a estudiar más porque una amiguita tenía una abuelita en Caracas y le traía ropita y yo estaba mal de ropita entonces yo me sentía incómoda porque ella tenía ropita y yo no y decidí abandonar el estudio e irme a trabajar a Cartagena a la edad de 13 años, que fue algo muy loco. Mi papá cogió tanta rabia. Me tiró un palo de leña que si me agarra me parte las piernas, porque yo no quería estudiar y la profesora venía a donde mi papá y le decía: ay por favor, haga lo posible pa´ que Pabla vuelva al colegio, Pabla es buena alumna, es respetuosa, nunca pone problema, mire que ella nos sirve de ejemplo para las otras niñas. Y yo nada Cuando yo estaba en la calle me agarraba pa´ otra calle pa´ que no me conocieran. Por eso quedé así…”

Pabla Flores con Etelvina Maldonado. Festival Nacional del Bullerengue 2019 Foto. Corporación Pal' Lereo Pabla

Corporación Pal' Lereo Pabla en el Festival Nacional del Bullerengue 2019 Foto. Corporación Pal' Lereo Pabla

Doña Eulalia y su legado

Pabla se refiere ahora a lo que el destino le deparaba. Cuando empezaron a morir algunas cantadoras, doña Eulalia empezó a preocuparse por la permanencia de su dinastía y la tradición bullerenguera. “Mi mamá quería dejar ese legado en mí, que yo cantara porque se preocupaba de que ya no tenía compañeras y ella estaba sola y era quién cantaba bullerengue tradicional”.

Un día se sentó a su lado y le dijo: “así se canta. Solamente y yo le hice una pregunta, usted compone versos, hace bullerengue, ¿cómo es eso? Ella me contestó, mija, bullerengue es tonada; cuando tú tengas la tonada, puedes hacer los versos que quieras sobre de esa tonada. Y yo me confundía, me ponía la cabeza grande. Pero un día en el baño me puse a crear una alabanza a Dios y de ahí enseguida se me prendió el bombillo. Y yo ¡epa!, así es el bullerengue, como dice mami, es tonada pero aquí es con melodía, pero acá es una tonada”. Es lo que se llama el bullerengue y en la música clásica ya es melodía. Entonces yo empiezo a imaginarme cómo podía yo cantar bullerengue” Así inicia su vida en el bullerengue.

Acerca de qué la mueve a cantar, ella destaca que se inspira en una palabra “y en esa palabra veo que hice una rima, porque lo más difícil para componer el bullerengue es la tonada que no se parezca a la de la otra cantadora, eso es lo más difícil, pues uno hasta en la conversación a veces hace versos”.

Un compromiso social

La expresión contundente de Pabla que el bullerengue es un compromiso social, le salió de su espontánea y grácil vida caribeña. Lo dijo en una noche de alegría en el marco del Festival de Bullerengue en Puerto Escondido. Hoy cree firmemente en esa verdad: “el bullerengue es un compromiso social porque todo lo que nosotros hacemos bien hecho es para toda una sociedad, una comunidad entera y de esto se compone lo social, de esa comunidad, la cual uno todos los días, cada vez que

uno pueda está integrando con esa comunidad. Cuando uno hace lo que a la comunidad le gusta ya uno tiene un compromiso social con esa comunidad. Mi compañero y guía Elquin Antonio Retamozo y yo seguimos con esa meta del compromiso social y por eso estamos haciendo bullerengue con rondas tradicionales para los niños, donde nace el proyecto de la escuela de Eulalia González Bello. Ya de esa palabra mire todo lo que se va generando y lo que se irá a generar… y eso me tiene comprometida. Decir esa palabra me comprometió a que es un compromiso social y tengo que estar frente a esa sociedad”.

Con la pandemia, bullerengue para el mundo

Para nadie es un secreto los cambios generados en la sociedad mundial con la aparición del Covid-19 y su pandemia. La música y sus eventos, como conciertos y festivales, tuvieron que migrar a formatos digitales y transmisiones por plataformas con la esperanza de que los usuarios se conectaran e interactuaran con los artistas. Para Pabla y su grupo fue y es una oportunidad de llegar con el bullerengue al mundo.

Dice Pabla que si bien es cierto que de manera presencial ha estado con su bullerengue en Bogotá, Barranquilla, en Cali y en los tres municipios donde se celebran los festivales de bullerengue, Puerto Escondido (Córdoba), María La Baja (Bolívar) y Necoclí (Antioquia), la pandemia se ha visto como una oportunidad para llegar a otras latitudes.

Pabla Florez y el grupo Pal'Lereo. María La Baja Foto. Corporación Pal' Lereo Pabla

“Con esto de la pandemia, que Dios sabe cómo hace sus cosas, nosotros hemos ido lo más lejos que no habíamos pensado que podíamos. A través de la virtualidad hemos estado cubriendo todo un espacio maravilloso del mundo entero. Eso se ha llamado Escuela Eulalia González Bello, bullerengue para el mundo, porque este bullerengue es para el mundo y, mire usted, cómo se van dando las cosas y mire cómo se cumplió esta palabra por la pandemia: bullerengue para todo el mundo.

Yo todavía no me he montado en un avión para estar montada cuatro o cinco horas en un avión. Pero ya estoy en México, en Francia, en Italia, ya estoy lejísimos, gracias a Gustavo Cabarcas que ha sido una mano derecha para nosotros, impulsar este bullerengue y que nos conozcan más allá. Eso ha sido la idea de él y su idea está dando frutos, bullerengue para el mundo. Mire como ha sido es palabra tan grande y hoy se ha hecho una realidad”, expresa Pabla emocionada.

Pero en medio de su emoción, lamenta lo que le ha pasado a la humanidad: “Desafortunadamente han sido muchas vidas que se han apagado, que es algo doloroso, muchos amigos nuestros y los que no son nuestros, porque es que nosotros en el mundo todos somos hermanos, nosotros estamos bajo un mismo cielo y un solo Creador es quien nos permite estar hoy en estas conversaciones; que realicemos con proyectos que tenemos en mente. Pero esto, Dios sabe cómo hace sus cosas y tenemos que sentir que no fue para mal y tampoco para bien, pero esto se lo debo a Dios, él es el que sabe por qué esto pasa”.

Las mujeres del bullerengue

Cuando a Pabla se le pregunta por sus amigas, las cantantes de bullerengue, expresa gratitud y calidez para referirse a ellas.

Eustiquia Amaranto Santana

Cuando Pabla Flores llegó a Puerto Escondido por primera vez la presentaron como la hija de Eulalia González, La Yaya y le dieron una gran acogida: “me recibieron como si ya ellas me conocieran, pero era por la cercanía que tuvieron tanto tiempo con Yaya”· A partir del segundo año en el Festival, se afianza la amistad entre las dos. “Yo siempre me le he sentado al lado de Amaranto, porque yo sentía en ella a Yaya; me sentía como si hubiera ido con mi mamá, ya estando mi mamá fallecida. Entonces yo me fui acercando mucho a Amaranto, mucho a ella y hasta la fecha que hemos sido muy buenas amigas. Amaranto viene aquí y enseguida yo la busco donde esté y los muchachos de su grupo vienen donde yo esté; ella viene a la casa y le digo que me haga el café, mija que hagas el café y yo le digo hazme la comida, unos pataconcitos. Un día ella me dijo que le guisará gallina criolla con arroz de coco y entonces para mí eso fue un placer. Y cuando estoy donde Amaranto parece que estuviéramos aquí en María La Baja. Cuando la pienso es que como si estuviera todos los días con Amaranto”.

Ceferina Banquez

“Cefo para mí es como si viera a Yaya, tiene hasta su físico, así como si fuera mi mamá. Hace lo mismo que hacía mi mamá en cuanto al trabajo, ser una mujer del campo, lo adora. Una mujer que también fue pescadora. Cefo con Joe Arroyo, mi mamá con Joe Arroyo, yo con Joe Arroyo, o sea, es algo tan maravilloso. Sembradoras de maíz, yo siembro maíz, Cefo siembra maíz, Cefo siembra yuca, yo siembro yuca, o sea que es algo maravilloso. Conocer a Cefo ha sido un aliciente para mi vida, para yo valorar y seguir adorando a mi madre porque cuando yo estoy al lado de Cefo, de esa señora, yo me siento al lado de Yaya, yo me siento que estoy con Yaya, porque fue muy cercana a mi mamá.

Pabla Flores y la Corporación Pal' Lereo Pabla de María La Baja Foto. Corporación Pal' Lereo Pabla

Yo siempre valoré el trabajo duro que tuvo mi mamá y lo seguiré valorando para toda la vida, porque de ese trabajo duro está hoy Pabla Flores, entonces por eso yo siempre seguiré valorando más a esa señora. Entre más viejitas están, más hermosas las veo. Cefo conmigo es especial; cuando viene aquí me trae mi pan, un pan grande, me trae mi gaseosa; vamos a comer bollos con queso. Y me dice estoy componiendo tal bullerengue, yo le digo Cefo a eso hágale así, hágale acá; Cefo esto aquí, tiene que decir de esta manera. Ella duerme aquí en mi casa cuando viene, nos llamamos y empezamos a hablar ratos largos. Con Ceferina, todo lo que es bullerengue, con jóvenes, con mayores, pero estoy más compenetrada con mis viejas, que ahí están los recuerdos vivos de Yaya”.

Etelvina Maldonado

“Ella me mandaba a buscar y a comprar qué poco de pescao, porque Etelvina venía y decía: Yaya yo no voy a comer carne, vamos a comprar pescao. Enseguida en la plaza de mercado a comprar pescao, yuca, plátano, y a cocinarle a Etelvina También venía el ¨docto¨ con su grupo, a veces llegaba con Cecilia. Estaba Cecilita que andaba con Etelvina... Uf, no sé si Rafa o Cecilita conservan esa foto con Guillermo Valencia. Ellos llegaban a la casa y Etelvina con mi mamá a cantar bullerengue. Etelvina decía que Yaya era su mamá y eso la abrazaba. Si usted se escucha el video cuando ellas estuvieron en Bogotá, las bromas que se hacían, cuando Etelvina decía: yo tengo quince años y suelta esa risotada tan grande. Es muy hermoso.

Por eso yo no me canso de decir que nosotros los bullerengueros nos identificamos como una familia, porque es que somos una familia. Cuando nosotros nos conocimos que hacíamos lo mismo empezamos a abrazarnos. Por eso yo le aconsejo a las nuevas generaciones que están saliendo ahorita con el bullerengue, por favor, nadie es mejor que nadie ni nadie canta mejor que nadie. Todos aprendemos todos los días el uno del otro y la idea no es sentirnos mejor que nadie sino sostener esta cultura tan bonita como es el bullerengue. Eso es algo que aunque no vamos a una universidad, se debe buscar. Esto es algo que nosotros conseguimos desde que nacemos, lo traemos. Tocar un tambor y saber quién es capaz de cantar y quién es capaz de bailar o quién es capaz de tocar un tambor o un llamador. Como negros, ya nosotros venimos desde el vientre de nuestras madres perfeccionados con el bullerengue, sea el mapalé, sea la danza, sean los sones corridos, ya eso viene con nosotros”.

Orgullosa de ser negra

A propósito de lo que dice Pabla sobre su condición de mujer negra, se le hizo la siguiente pregunta: Maestra, usted sabe todos los problemas que hay en este país con la discriminación y especialmente con este tipo de actividades que las hace el pueblo y gustan más en otras regiones y en otros países que en nuestro propio país. ¿Usted cómo siente esa acogida del pueblo, de ese orgullo del pueblo, como lo llaman ahora, afrodescendiente? “Mire, no sabe usted de lo orgullosa que yo me siento hoy de reconocerme negra. Porque cuando yo era niña que me decían negra, yo pensé que era porque yo tenía una pigmentación de piel un poquititico bajito y me ofendía. Pero hoy, a través de las investigaciones y de lo que se ha escrito, hoy quiero ser más negra de lo que soy. Por eso yo insisto: mi madre me quiso mucho porque negra yo nací, por eso hoy que yo soy grande yo soy muy feliz”.

Ella es Pabla Flores, La Payi, directora y cantadora de la

Corporación Pal' Lereo Pabla.

Se la presentamos.

Marcos Fidel Vega Seña. Comunicador social, periodista y magister en educación de la Universidad de Antioquia

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