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Editorial La investigación: el saber de un pueblo

Desde la Revista Porro y Folclor seguimos trabajando por conocer la historia, la memoria y la cultural del país, por eso trabajamos para que sus artículos tengan un contenido investigativo que le aporte al saber, a la memoria y a la historia de la cultura, al arte y al folclor de los pueblos.

Durante más de 15 años, con la publicación de la Revista, contribuimos al desarrollo cultural y patrimonial que los pueblos construyen desde sus prácticas artísticas y sociales; valorar y visibilizar las acciones que los habitantes de las diferentes regiones del país de manera permanente hacen para mejorar sus condiciones sociales-culturales.

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La riqueza, el patrimonio, la memoria y la historia de los pueblos deben ponerse en el escenario de la proyección, la difusión, el rescate y la valoración como elementos importantes del desarrollo de un país, pues hacen parte de la vida de sus habitantes y permanecen en las relaciones de los colectivos (en su saber). Por eso la Revista enfatiza en investigar esas prácticas sociales y culturales de los pueblos.

La pluriculturalidad y la diversidad son elementos importantes y diferenciadores del país; en ello son ricas nuestras regiones manifestado en sus expresiones artísticas y culturales; el sentido de sus pueblos está en cómo la expresan y sienten para darle un carácter vinculante con sus relaciones sociales; !vivirla y de sentirla¡

Desde la Revista Porro y Folclor seguiremos en la labor de investigar esas prácticas culturales, las expresiones artísticas, las relaciones sociales de los pueblos, la memoria y el patrimonio. Todo ello en la perspectiva de darle sentido de vida a un país que se mueve y vive gracias a la existencia de una diversidad que corre por las venas de sus habitantes.

Las transformaciones culturales que se dan en pueblos y ciudades son producto de las relaciones entre sus habitantes y de imaginarios colectivos que hoy se expanden por las urbes e inciden en determinado procesos culturales, llevándoles en ocasiones del anonimato al consumo masivo, lo que ha llevado a un cambio en las relaciones sociales de muchos pueblos y ciudades. Esos cambios y el mantenimiento de las tradiciones culturales –que en muchas partes dialogan-, hacen parte de la cultura de Colombia, y en ese orden se deben investigar para darle un sentido y lógica del por qué viven en las prácticas de las comunidades.

La labor de la Revista está relacionada con los procesos históricos, con la memoria, con los acontecimientos de los pueblos y la manera de como hoy se está viviendo, consumiendo y expresando el arte en las diferentes regiones de Colombia. Es entender, descubrir y comprender como se desarrollan las prácticas culturales en los pueblos para conocerlos y entender sus relaciones sociales y su historia.

El Porro Marcado Bien Cultural Inmaterial De Medellín

Este artículo tiene como epicentro el Porro Marcado. Representa, además, una mirada reflexiva enmarcada en el análisis de la posibilidad de visionar dicha manifestación del baile popular como un bien cultural inmaterial de la ciudad de Medellín. Esta posibilidad puede tener innumerables aristas y en ese orden de ideas, la intención final del texto es dejar plasmado el interés para que dicho estilo de baile se estudie, se investigue, se promueva y pueda algún día llegar a escenarios educativos como componente de la danza académica.

Como preámbulo conceptual, vale la pena precisar el objeto de estudio que atañe este artículo:

El Porro Marcado es un estilo de baile de Medellín que se ejecuta en pareja con la combinación de técnicas, pasos, figuras y vueltas retomadas de otros bailes sociales como el tango, el pasodoble, el merengue y la salsa; se interpreta con acompañamiento musical de porros, cumbias, gaitas colombianas y, actualmente, con las cumbias sonideras (Suaza & Restrepo, 2013, p.27).

Pensar en el Porro Marcado como un bien cultural inmaterial de Medellín representa una utopía para algunas personas. Para otras, en cambio, puede significar una interesante y pertinente necesidad cultural y social. Lo anterior debido a que dicho estilo de baile ha permeado, desde la década de los años sesenta, los entornos sociales, familiares y los contextos educativos, recreativos y culturales de la ciudad y municipios colindantes como Itagüí, Bello, Copacabana, La Estrella, Envigado, Caldas y Sabaneta, entre otros. En los años sesenta, relatan investigadores como Alberto Burgos Herrera (Suaza & Restrepo, 2013) y Antonio Tapias (2012), se bailaba el porro paseado en los clubes de la Tacita de plata. Poco a poco fue recibiendo influencias del tango, del fox, del pasodoble y de la salsa para gestar un baile social que hoy representa a danzantes y escuelas de baile de Medellín.

Hoy el porro marcado no sólo prevalece en algunos entornos socioculturales como baile popular sino que, además, está presente en los dos festivales que hacen gala cada año. El primero organizado en el mes de junio por la Corporación Festival del Porro y que se celebra en el barrio El Coco1, con la dirección de Fanny Pabón; el segundo, aquél que es amenizado por la emisora Estrella Estéreo en la Terminal del Sur como preámbulo a la Feria de Flores, evento que, por supuesto, también le hace gala a los porros, cumbias y gaitas que nos quedaron como legado desde los años cincuenta de grandes maestros como Lucho Bermúdez, Pacho Galán, Pedro Laza y Edmundo Arias, entre otros.

Un bien de interés cultural

Al analizar el Porro Marcado encontramos, en primera medida, que dicho estilo de baile representa una expresión cultural inherente a las manifestaciones dancísticas populares de Medellín. Esta forma particular de bailar el porro, la cumbia y la gaita se gestó en barrios populares como Enciso y Caicedo, en zonas del centro de Medellín como Guayaquil y en algunos bailaderos de las décadas de los años sesenta y ochenta como Nemqueteba y El Jordán, por citar algunos de los contextos relacionados con su nacimiento.

En cada uno de estos escenarios sociales nacía la semilla de esta forma de bailar que hoy, en el siglo XXI, aún permanece en las academias y escuelas de baile, en las discotecas, en los barrios populares, en las universidades, en los municipios del departamento de Antioquia y, en general, en la esencia de una parte de la comunidad paisa.

Considero pues que el porro marcado representa costumbres, tradiciones e idiosincrasia paisas; aquellos valores culturales que han sido transmitidos de generación en generación en procesos tradicionales y que hoy se ven reflejados en los niños, jóvenes y adultos que frecuentan, por ejemplo, los cursos de baile que ofrecen las Cajas de Compensación Familiar Comfama y Comfenalco Antioquia; academias de baile como El Balcón de los Artistas, semilla de intérpretes que de la mano de Martha Álvarez, reciben el legado de sus padres y abuelos; y que decir de espacios de baile social como las discotecas Lotus Tropical del Hotel Nutibara y La Cumbiamba ubicada en el Centro Comercial Monterrey. Cada fin de semana se citan los danzantes de este estilo de baile y al son de pasos, figuras y vueltas dejan el sello impregnado del porro marcado en cada rincón de estos entornos y contextos.

Eventos y entornos sociales como los descritos en líneas anteriores, me llevan a analizar el estado actual del porro marcado en Medellín y la conclusión que puedo definir es que este baile está vivo y presente como hecho cultural, recreativo y educativo; inclusive hoy es grato reconocer que se está estudiado, se está investigando en los espacios académicos de universidades como la de Antioquia y se quiere analizar como un bien cultural inmaterial de Medellín porque merece posicionarlo como hecho cultural que ha nacido, se ha desarrollado y perfeccionado en los rincones sociales y espacios de formación de nuestra Bella Villa2

Extiendo pues una invitación a esta reflexión. Cada persona, desde su propio contexto, puede aportar a su reconocimiento y valoración. Los instructores, formadores y docentes desde las aulas de clase; los investigadores y estudiosos indagando y legando tratados teóricos que permitan su reconocimiento y contextualización y los practicantes e intérpretes mostrándolo, exhibiéndolo y dándolo a conocer a nivel local, regional, nacional y ojalá internacionalmente.

A partir de su preservación y difusión quizá, en un futuro espero no lejano, se puedan ofrecer proyectos y programas en donde el porro marcado, su estudio y enseñanza sea el objetivo central. De esa manera abonaremos para que no muera sino que permanezca y trascienda al posicionamiento como componente académico y cultural en las instituciones educativas y como elemento inherente de las propuestas y planes municipales relacionados con la cultura y que impliquen, en especial, las manifestaciones dancísticas populares.

Creo que con estas nuevas iniciativas de gestión del porro marcado, se puede lograr un mayor impacto y de esta manera procurar que dicha manifestación, no sólo sea reconocida a nivel educativo por 132.000 personas como lo dejaron registrado en el año 2012 las docentes universitarias Myriam Suaza y Natalia Restrepo (2.013) en su investigación Estado actual del Porro Marcado en Medellín, sino que además se pueda promover el conocimiento de sus orígenes y evolución y se enseñen de manera unificada sus técnicas y estructuras de pasos, figuras y vueltas y que por supuesto, no falte la reflexión relacionada con el componente musical en donde además de las cumbias sonideras y tecnocumbia, que están de moda, podamos propender por la recuperación de porros, cumbia y gaitas.

Debemos promover y lograr lo que nos ha propuesto tanto Alonso Franco (2010): “Que el Porro No Muera”; que viva en nuestra ciudad pero asumiendo el lugar que se merece como manifestación reconocida, como parte esencial de nuestra cultura.

Algunos pensarán que este ideal y anhelo personal es un sueño o fantasía. Yo, en cambio, quiero dejar en estas líneas plasmadas mi intención –como gestora cultural y docente universitaria- con una invitación cálida y afectuosa al gremio de la danza y específicamente del baile popular para que se unan a esta misión: que el porro marcado no se olvide; no pierda la esencia de los años ochenta; que prevalezca en los cuerpos, en las familias, en los barrios y municipios, en la ciudad y en la cultura.

Estoy convencida de que lo podemos lograr si nos unimos como gremio y aportamos cada uno desde nuestro lugar el granito de arena que se requiere para asumir el reto y el compromiso que como gestores culturales nos compete. Con objetivos claros y metas definidas podremos, como mínimo, estudiar un poco más el Porro Marcado, para así unificar criterios, establecer un lenguaje común y de esa manera ir posicionándolo como manifestación cultural de Medellín

Lograr objetivos como los anteriormente mencionados permitiría afirmar que el Porro Marcado aporta a la cultura dancística de Medellín, a la conservación de la identidad y al desarrollo educativo y social, mientras se enfrenta al reto de los nuevos paradigmas de la globalización y sus nuevas tendencias dancísticas en donde los nuevos géneros como el reggaetón, la bachata y la kizomba, por citar algunos bailes de moda –tan agradables como extraños a nuestra cultura- acabarán, si no tomamos conciencia, con nuestro patrimonio por desconocimiento o descuido social y patrimonial.

Finalmente y para cerrar esta reflexión académica y socio-cultural, “La invitación es entrar en dinámicas que traigan a colación la conciencia del hombre por el hombre, bajo una construcción colectiva, que permita recuperar, como dice Barbero el ya perdido concepto de la palabra paz” (Suárez, 2010. P.12).

Referencias

Franco, A. (2010). ¡Qué viva! El porro. Historia, desarrollo y actualidad del porro en Medellín. Medellín: Edita Diseños y Letras.

Suaza, M & Restrepo, N. (2.013). Estado actual del Porro Marcado en Medellín (Trabajo de investigación de pregado). Universidad de Antioquia, Medellín, Antioquia.

Tapias, T. (2012, noviembre). El Porro en Medellín: Actualidad y Futuro. Porro y Folclor, Rescatando la cultura y el folclor de Colombia. Nº 11, 42-47.

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