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CUATRO ASES

Por. Jesús Mejia Ossa*

En el azar de los pueblo y sus necesidades por satisfacer, se entrecruzan fuerzas diversas en el paso de los días; el tiempo es un hilo de luces y sombras, madre tierra, Taita inti (padre Sol), aire y agua en continuo avatar tejen y destejen las ciraturas a su antojo: NAPOLEÓN, el Arhuaco, está en Chandua con su trompeta Strombus, caracol taironaca, para llamar a sus huestes en defensa de la pirámide hermosa de la Sierra Nevada. Por qué no había de existir en Indoamerica un Napoleón de Paz? sus llamados suena como viento alisio hacia el Sinú en su trompa caribeña.

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Pernía, el Embera Katio está por las colinas de Tucurá y Marrucucú, ha tomado su pito atravesao para responder al dialogo celesta del Arhuaco- ambos, el dueño de las gaitas y, el sabio de los sinsontes y turpiales del Sinú, tienen una cita con los hijos del maíz, la hicotea y el bocachico en Sa Pelayo para el fandango del porro Pelayero: el más genuino ron de la borrachera de la alegría necesaria para doblar el infortunio por unos días.

Pese a que los sidacos de la codicia feudales andinas y caribeñas se han unido para dañar las antiguas acequias y camellones hidráulico Zenúes que protegían de las inundaciones anuales con sus proyectos desarrollista de miseria y plomería, el pueblo sabanero está ahí. Está hecho de la arcilla alfarera, con el color del maíz tostao, del briza, del cucaracho, del azulito, del negrito, del cariaco... no importa la maldita inundación y la importación del maíz transgénico amarillo que ha quebrado cosechas y vidas.

Pese a esto y mucho más, Pernía ha bajado con los restos de su tribu para hacer las fiestas, ferias, festejos y corralejas, CUATRO ASES, que no le podrían quitar a sus gentes para espantar la mala suerte y el destino de misería que le están imponiendo por décadas a un pueblo hedonista, sensitivo, de riqueza espiritual creativa y espontanea. Así como descienden hasta perderse en los lodazales y la ribera caribeña las tres serranías madres de Abibe, San Jerónimo y Ayapel, sus limo fecundante renueva con las cenizas de cuaresma en la cena de las huevos de iguana y el sancocho de la carne de hicotea los cuerpos campesinos, danzarines y ministriales de muchas flautas, gaitas, pito atravesado, clarinetes y bombardinos, cuerpos sandungueros de danzarines de todas las veredas, bailarines del porro, del fandango y la tambora en una cumbiamba tropical que no tiene igual dando albergue a toda la gente sabanera de Córdoba, Sucre y Bolívar, nombres de tres constructores de la Gran Colombia, hoy empequeñecida por la guerra estupida de sesneta años. Esta patria ha sido mezquina con sus herederos mestizos de todos los getilicios, habitantes de pueblo ricos en Arte-sano a través de manufactureros y manufacturas de fibras vegetales del fique, del algodón, del plátano, de la napa, de los bejucos tropicales, creaodres del sombrero vueltiao con diesño simbólicos descifrados por el pedagogo popular Benjamín Puche, quien nos eseñó la unidad de la matemática sinuana con la ingeniería maya.

Las hamacas y chichones albergan la ternura ondeante de lirisado mar para el niño esperanza, el inquieto bacán o el anciano fatigado. Invitados están todos al disfrute de los cuatro ases, no solo de Sincelejo y Montería, sino también de Ayapel a Talaigua, de Jegua a Tatí, Sotavento sinuano, de Colosó a Morroa, por San Jacinto, aurora de sus tejidos que guardan la sensibilidad femenina en la lucha de cada día.

Suena el tan tan del porro, aporrea el destino y el sentimiento de un pueblo agropecuario sudoroso y jadeante que no se dobla a las dificultades. El tejido placentero de su alma ha tenido que resguardarlo en l dureza de la concha morrocoy, puesto que tres jaguares citadinos, los ambiciosos y codiciosos de siempre, comerciantes de la muerte, los han soltado sobre su cuerpo social y lanzado a fosas comunes, convirtiendo el dolor en pantanos de angustia sin término.

El mar del pueblo revivirá como los buchones y los juncos en las ciénagas de su lágrimas y sus brazos que han alimentado al país costeño y nacional con sus productos y su esfuerzo singular se alzarán con libertad.

La barcaza que sube y baja por el río sagrado desde hace decenas de años para invitado a los ribereños al festival del los CUATRO ASES. Madre

ONAMA, diosa Zenú de la fecundidad, saluda invitando con sus gestos a todos los

M U S I U ! . . .

M U S I U. . .

MUSIU... MUSIU.. MUSIU

Contestan en la orilla los “civilizadores” Juan de Torrejer, Antonio de la Torre Miranda y el alsaciano Her Striffler.... Mientras tanto el activo comunicador Marcos Vega Seña, chisporos Sahagunense reparte boletines de aleluya por la alborada de la nueva vida para todos en el San Pelayo embrujado.

William Fortich hace el catalogo de grupos, conjuntos, bandas e interpretes de la gran tempestad musical en las alboradas del porro tapao y el porro palitiado. Rafael López ha encomendado a su hijo que renueve las chispas de sus décimas en el parloteo del romance callejero, juno con Ricardo Pérez Vidal. Todo un cantar de cantares en el Trópico. Margarita Cantero Pérez, la pedagoga sociocultural de Sabanavueva, llega con sus retoños danzarines de la Danza Catalina, con trajes diseñados por ellos mismos.

Vincente Ademo y Juana Julia Guzmán han llegado con María Varilla a renovar los requerimientos antiguos y nuevos del campesinado relegado de la dicha de un bienvivir.

La algarabía aumenta, Peñaranda toma el carángano, Pilalúa estrena clarinete, Rodríguez trae bombardino, Vertel ensaya sus pulmones son el pito atravesao, Mercado dobla hoja de limonero y laurel para mostrar el trino de los pájaros de su tierra; se oyen guapirreos y gritos de monte entre tanto algunos despiden un familiar con una zafra mortuoria que marca el regreso a la Madre Tierra.

En Chimá hallamos un santo brujo, Manuel Zapata olivella, quien legó con sus hermanos loriquenses Delia y Juan la herencia africana sistematizada del mar Atlante a la Patria Colombiana.

Junio, mes de los campesinos y de los estudiantes esta vez será distinto. Las alboradas se llenarán de gozo. Las nubes mañaneras irán navegantes sobre los techos de las palmeras al alcance del brazo alzado fandanguero.

En una atmósfera rítmica de platillos, redoblantes, bombos y trompetas, los tambores en parejas macho y hembra acompañan las cantadoras de Arboletes quienes con sus tablitas hacían cosquillas al oído del deleite Luis Enrique Martínez, quien portaba su acordeón 039 junto al ingenio Pablo Flórez, anfitrión de todos Los Sabores de su Ciénaga de Oro.

Mi porro me sabe a todo lo bueno de mi región; me sabe a caña me sabe a toro; me sabe a fiesta me sabe a ron; ...................................................

Mi porro me sabe a bollo poloco esmigao en celele a minguí con coco. .......................................................

A totuma e’guarapo con hielo y limón bajo un higo santo sentao en u cajón (bis)

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