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PELLO TORRES, EL DIABLO DEL PORRO

Por. William Fortich Díaz.*

En el año de 1978, cuando los músicos pelayeros, dirigidos por Álvaro Castellanos, Alcides Suárez, Eduardo Angulo y otros, preparaban la Banda “26 de Junio” para participar en el II Festival Nacional del Porro y los porros “La Siempre Viva” y la “Flor del Bonche” del médico monteriano Rafael Grandeth Gómez, “El Negro Padilla” y “26 de Junio” de Álvaro Castellanos, montaron una obra rica musicalmente, de la que de inmediato sospeché, sería de un compositor talentoso, compleja por su estructura, pero de una gran belleza, que el primero de los músicos mencionados había traído de Sincelejo, se trataba de “El Cacique”.

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La “Banda “26 de Junio” de San Pelayo interpretó “El Cacique” después de casi una semana de ensayos en la residencia de Alcides, uno de los bombardinos notables del Sinú. El “Chicho” Arrieta, segunda trompeta de la “26 de Junio”, se vio en calzas prietas para ejecutar las partes de trompetas de ese porro que se alejaba de la tradición sinuana. “El Cacique”, a diferencia de los porros pelayeros, tiene muchos quiebres, rupturas, soluciones de continuidad y los pelayeros sufrieron con esta característica del porro sabanero.

Los pelayeros estaban acostumbrados a la nota ligada, con columnas de aire que producían música sin interrumpir la línea melódica ni picar con la lengua ni nada de figuras surgidas de la técnica, pero con melodía dulce y romántica, como si el alma del músico se deslizara suavemente desde el bajo vientre hasta la campana de los instrumentos de viento, expresándose con una humanidad silvestre en los ojos. Álvaro Castellanos Garcés, primer trompeta de la Banda, no tuvo problemas por que él lo había tocado en la orquesta de “Pello Torres” y traído de Sincelejo para enfrentar a la Banda “19 de Marzo” de Laguneta, que llegaba con todo su repertorio de porros pelayeros rebuscados en la memoria colectiva como “Catalina”, “Mocarí”, “Lorenza”, actualizados, porros nuevos, viejos arreglados, fandangos, puyas, mapalés y guarachas que la convertían en la candidata firme para repetir como ganadora del II Festival.

Fue interpretado por la”26 de Junio” en el parque central Simón Bolívar de San Pelayo, en el programa radial “Domingos Pelayeros” con la Dirección de Jairo Cohen Barrera. A las 10:00 de la mañana, Álvaro Castellanos, entrevistado por el Director del programa, pronunció el nombre del autor del “El Cacique”.

Cuando Julio Paternina oyó en su radio, el porro y el nombre del compositor, soltó una risa que no le cupo en el rostro diciendo: “Pello Torres, jum… ese músico,… es un diablo con el porro”

Y lo decía Julio, uno de los trompetas más importantes de San Pelayo. Desde ese día nadie le quitó de la cabeza la idea:

- la Banda “26 de Junio” ganará el II Festival Nacional del Porro, iluminada con el espíritu de “Pello” Torres, traído por Álvaro a San Pelayo –

Pedro Manuel Torres Arroyo, nacido en Barranca Nueva del Rey, corregimiento de Calamar, Bolívar, el 22 de octubre de 1924, hijo del negro Digno Néstor, un pequeño agricultor y artesano que había optado por la música, ejecutante del bajo marcante como un camino para resolver los problemas económicos de la familia y Juana Bautista, humilde mujer dedicada a oficios domésticos.

Según nos dice Fausto Pérez Villarreal, en el destino musical de “Pello” Torres, jugaron un papel importante su padre, la banda “8 de Diciembre” de Barranca Nueva, dirigida por Manuel Villanueva, la banda de “Los Torres”, muy conocidos en la zona del canal del Dique, pero especialmente su tío materno Samuel Arroyo, integrante de la banda “7 de Agosto”, quien lo encantó con la magia de su trompeta, no por que fuese el mejor trompeta sino por que tuvo tiempo para escuchar la ejecución en solitario y en la banda, de pasillos, polkas, valses, pasodobles, marchas y obras musicales exigentes que desarrollaron su gusto por la música.

La música no está en la sangre, no es un elemento biológico, se requieren unas condiciones biológicas u orgánicas, pero ella entra por el oído, especialmente desde los primeros años de vida y más tarde se hace conciencia y voluntad. Cuando se examina la historia de los pueblos musicales, hallamos costumbres musicales que sin proponérselo, muchas veces en contra de la voluntad de los padres, han formado varias generaciones de músicos.

Al lado de las escuelas públicas de San Pelayo, a principios del siglo XX, ensayaba varias veces durante la semana, la Banda “Ribana” de San Pelayo; a mediados del siglo XX los alumnos de las escuelas públicas de San Pelayo escuchaban diariamente el clarinete de Eduardo Angulo, la trompeta de Álvaro Castellanos Garcés, y a lo largo del siglo XX, desde la familia, los niños de San Pelayo escuchaban diariamente por lo menos tres horas de música en vivo con algún instrumento musical.

La luz eléctrica llegó a San Pelayo en el año 1955, los primeros radios llegaron en los años treinta, los primeros discos grabados sonaron en el año 1950 en la victrola RCA Víctor de doña Felipa Junco, y los primeros picóps, el del “Cero”

Villalobos en Carrillo y el del “Plisco” Espitia, son un fenómeno rural de los años cincuentas.

Desde antes del Festival del Porro de San Pelayo, ningún músico de esta población vio en la música una opción de vida para sus hijos, como me lo dijeron entre otros, José Galván Lugo, Eduardo Angulo y “Pello” Torres se lo dijo a Pérez Villarreal, pero a pesar de esto, “Pello” Torres se hizo músico. Cómo no, si estaba expuesto varias horas en el día a la música de su tío Samuel, escuchaba los frecuentes ensayos de la banda “8 de Diciembre” de Barranca Nueva, que además, tocaba las fiestas patronales del pueblo, los matrimonios, las fiestas religiosas y las fiestas patrias. Su tío Samuel ni se dio cuenta que cuando sonaba la trompeta no sólo era músico sino un pedagogo musical que enseñaba apreciación musical, educación artística, tallaba estéticamente el alma del niño y a pesar de su fino oído, no escuchó el río que corría tronando por dentro del espíritu infantil.

Otro tío, Emilio Arroyo se espantó cuando escuchó el escandaloso talento que corría invisible dentro del niño y le compró un cornetín, el primer instrumento que tuvo y entonces el “Tío Samuel” oyó la gracia de la naturaleza humana de “Pello” Torres imitando la música del viento, los pájaros y el canto del río, como expresión de un espíritu sensible de artista, forjado en la música de los instrumentos de las bandas pueblerinas.

Fue con el cornetín que le regaló el “Tío Emilio Arroyo” con el cual el “Tío Samuel” le dio las primeras clases. Durante largas horas me sentaba en la orilla del río haciendo sonar el cornetín”.

Edrulfo Polo, un muchacho nacido en Barranca Vieja, integrante entonces de la orquesta de Emisoras Fuentes, al lado de Germán Lambraño y Orlando Fortich, fue otro referente en el desarrollo del talento. Pero a los 25 años de edad, su alma ya casi no cabía en su pecho, él mismo sentía que su pueblo no podía darle lo que estaba buscando y viajó a Barranquilla, un nuevo escenario con muchas posibilidades. Allí conoció a Rafael Acosta quien dirigía una orquesta y le permitió hacer parte de ella, aprendiendo nuevos elementos para mejorar como trompetista y músico. También conoció músicos de gran calidad como Nelson García, Manuel Cervantes, Marcial y Victoriano Marchena, Manuel Lamadrid y Pacho Galán entre otros. Fue una etapa de mucho crecimiento artístico y personal. Al cabo de algún tiempo regresó a Calamar para trasladarse más tarde a

Sincelejo en donde conoció a los hermanos Roberto y Raúl de la Barrera quienes le revelaron el camino de las grabaciones después de verlo tocar la trompeta al lado de Demetrio Guarían, Néstor Montes y “Licho” Almario, el padre de Justo Almario. A partir de entonces, Sincelejo sería su nueva patria, lo que le permitió ser identificado como sucreño y sabanero. Los hermanos De la Barrera “…nos propusieron viajar a Cartagena para ponernos en contacto con Antonio Fuentes, el dueño de Discos Fuentes”.

En esa ocasión Pello Torres llevó a Cartagena el porro Velia Primera, compuesto a una reina de belleza de su pueblo natal Barranca Nueva. Pero a Fuentes no le gustó el nombre del porro y lo cambió por “El Culebro”. También grabaron el porro “Montería” y el mismo Fuentes, como era su costumbre, bautizó a la agrupación “Orquesta Ritmos de la Sabana”.

Pero la agrupación que le daría renombre y con la que realizó casi toda su obra dedicándole más de cuarenta y cinco años de su productiva existencia fue en definitiva “Los Diablos del Ritmo”. Fausto Pérez Villarreal se refiere a este tema de la siguiente manera: “Barrancabermeja le extendió sus brazos y lo acogió como hijo. En esa ciudad nació “Los Diablos del Ritmo” como agrupación musical. El nombre fue puesto por Humberto Vergara Martelo y “Pello” Torres fue designado director. A partir de 1954 el grupo se consolidó y fue identificado como “Pello Torres y sus Diablos del Ritmo”. A partir de entonces grabó en sello Tropical y más tarde para Ondina y Sonolux.

Los integrantes de “Pello Torres y Los Diablos del Ritmo” fueron entre otros, Demetrio Guarín y Aureliano Barrios (Trompetas); Néstor Montes y Eduardo Hurtado (Saxofones); Otoniel Tatis (Clarinete); Alci Acosta (Piano); Ermides Benítez (Batería); Lebis Benítez (Conga); Gregorio Calderón, Nelly Chávez, Antonio “Tony” Camargo y Santander Flórez (Cantantes). A principios de los años setenta, la agrupación grabó otros trabajos para Discos Fuentes, contando con el concurso de Clímaco Sarmiento como saxofonista.

Para los músicos del Sinú, “Pello” Torres es sabanero y su obra rica en géneros musicales, se inscribe en esa mirada diferente pero por la que siempre hubo un gran respeto. Aún cuando “Pello” siempre sostuvo que el porro es uno solo, en San Pelayo lo reconocen como una de las figuras más representativas del porro sabanero o “tapao”, que tiene su par en el Sinú con el porro Pelayero o “palitiao”. Para los sinuanos, existe una diferencia entre el porro sabanero y el porro sinuano, difícil de explicar, es la misma que existe entre un hombre sinuano y un hombre sabanero.

Cuando “Pello” dijo que el porro es uno solo, hablaba del porro interpretado para el formato de orquesta, entonces la diferencia se diluye, pero si el formato que lo

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