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PELLO TORRES:

Por: Fausto Pérez Villarreal*

I. MI NIÑEZ

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Me llamo Pedro Manuel Torres Arroyo. Nací el 22 de octubre de 1924 en Barranca Nueva del Rey, corregimiento de Calamar, Bolívar. Fui el único varón y el tercero de los siete hijos que tuvieron Digno Néstor y Juana Bautista.

De mi niñez no recuerdo ningún momento de tristeza ni de amargura. Hice hasta el tercero de primaria en la Escuela Rural de Barranca Nueva. Eso se debió, fundamentalmente, a la mala situación económica de mi hogar.

Provengo de cuna humilde. Mi padre hizo de todo para alimentarnos y vestirnos. Trabajó como albañil, carpintero y gran parte de su vida la dedicó a la agricultura. Yo lo acompañaba de vez en cuando a la rosita que tenía en el monte. Mamá, mientras tanto, se dedicaba a los oficios de la casa.

Mi padre era un buen músico. Sabía tocar con una sabrosura única el bajo marcante, pero afirmaba que sólo lo hacía por pasar el rato. “No hay que dedicarle mucho tiempo a la música —le escuché decir varias veces—. Embrutece y vuelve irresponsable a la gente”.

Pero esas palabras, en vez de alejarme de la música, lo que hicieron fue precipitar mi acercamiento a ella. Decidí, entonces, volverme irresponsable: convertirme en músico.

II. EL MAESTRO, AYER Y HOY

Con sólo afinar su trompeta, el maestro Pello Torres estremece el espíritu. Aunque ya no tiene la fortaleza ni la agilidad de hace medio siglo, sus notas destilan armonía, convidan al fandango.

Él, que es uno de los estandartes de la música popular de Colombia, está medio retirado de la actividad artística. A veces sale al ruedo en fiestas improvisadas o programadas y da algunas muestras de lo que fue su destreza en sus días de auge.

1.ElartículoesextraídodeldiarioUnversaldeCartagenadeIndias. Domingo23demarzode2008. SuplementoDominical

La mayor parte del tiempo la pasa en su casa, en el barrio El Zumbao, de Sincelejo. Vive con una hija y varios nietos. En su mente lleva fresco el recuerdo de Tully

Esther Pareja, su esposa, fallecida hace cinco años. Fue su gran amor. Con ella vivió casi medio siglo y tuvo siete hijos.

Desde el punto de vista creativo, el maestro Pello Torres es un músico para mostrarle con orgullo al mundo. Poseía —y aún posee— una envidiable pericia para arreglar melodías, componer canciones, ejecutar la trompeta, dirigir agrupaciones y hasta para cantar de vez en cuando.

'Pello Torres y sus Diablos del Ritmo' fue la agrupación con la que encantó a miles de personas por más de 45 años. Con esa colectividad puso de moda merecumbés, fandangos y porros de diferentes compositores que aún son degustados y cuyos nombres rejuvenecen viejos sentimientos. Algunos de ellos son 'Merecumbé en batería', 'Vienen las reinas', 'El batazo', 'Soy sinceano', 'Vilma Isabel', 'Dame un besito', 'Talego en moda' y '¡Ay! hombe'.

En la época de furor del merecumbé y el chiquichá, ritmos creados por el inigualable Pacho Galán, 'Pello Torres y sus Diablos del Ritmo' supo ganar protagonismo con su propuesta musical.

En todos los bailes de las temporadas festivas se escuchaban los temas de esa agrupación dirigida por el eximio trompetista bolivarense.

III. MI TÍO SAMUEL

Cuando yo tenía 10 años, la agrupación que mandaba la parada en Barranca Nueva era la Banda 8 de diciembre, dirigida por Manuel Villanueva, quien por esa época no debía pasar de los 20 años. También estaba la Banda de los Torres, unos músicos muy conocidos en toda el área del Canal del Dique.

Pero el músico que más me impresionó fue mi tío Samuel Arroyo, hermano de mi madre.

Por supuesto que había trompetistas mejores que él como el propio Manuel Villanueva, pero fue mi tío quien me encantó. Él cogía la trompeta y la hacía hablar. Por ese entonces integraba la Banda 7 de agosto. Viéndolo a él interpretar pasillos, valses y polkas nació en mí el interés por aprender.

Emilio Arroyo, otro tío mío, me regaló un cornetín. Fue el primer instrumento propio que tuve. Con él, el tío Samuel me dio las primeras clases. Me enseñó a leer y escribir música y a medir breves y semibreves. ¡Cuánto le debo a mi tío Samuel!

Mis primeras prácticas las hice imitando los sonidos de los animales, cuando acompañaba a mi padre en el monte.

Durante largas horas me sentaba en la orilla del río y hacía sonar el cornetín. Un buen día, siendo un adolescente, conocí a un muchacho oriundo de Barranca Vieja —de extraordinarias cualidades— que también daría mucho de qué hablar en el futuro: Edrulfo Polo. Aunque jamás trabajamos juntos, me sirvió como marco de referencia para consolidar mi estilo.

IV. BARRANQUILLA

Como todo provinciano que deposita la totalidad de sus ilusiones en la gran ciudad, el joven Pedro Torres decidió un día cualquiera de enero de 1949 enrumbar a Barranquilla. Sabía que allá estaban los grandes maestros, pero no tenía presupuestado los inconvenientes.

Tras un agotador viaje fluvial y terrestre, hizo los contactos para trabajar como ayudante de albañilería.

No empleó mucho tiempo en conseguir trabajo. Tampoco tardó en sufrir el primer impase. Una lata de cemento le cayó en el pie y le arrancó una uña. Adolorido y disminuido físicamente siguió en la actividad, pues no había otra opción que le reportara ingresos para alimentarse.

Al concluir los trabajos en la construcción se empleó como carguero en un buque de la naviera. Allí conoció a Rafael Acosta, quien dirigía una orquesta y le dio campo para que mostrara sus cualidades de trompetista.

Con Acosta aprendió nuevas cosas y tuvo la fortuna de conocer a músicos de gran calidad como Nelson García, Manuel Cervantes, Marcial y Victoriano Marchena, Manuel Lamadrid y Pacho Galán, entre otros.

Al cabo de un tiempo regresó a Calamar y de ahí se trasladó a Sincelejo, donde conoció a los hermanos Roberto y Raúl De la Barrera. Serían estos señores quienes le revelarían el camino de las grabaciones.

V. RITMO DE SABANAS

Los hermanos De la Barrera me vieron tocar la trompeta y quedaron 'timbrados' conmigo y con los músicos amigos que me acompañaban pa´rriba y pa´bajo. Esos amigos eran Demetrio Guarín, Néstor Montes y Licho Almario, el padre de Justo Almario. Inmediatamente nos propusieron viajar a Cartagena para ponernos en contacto con Antonio Fuentes, el dueño de Discos Fuentes.

Al viejo Toño le tramó el gustillo que transmitíamos y nos puso a grabar cuatro canciones.

Las primeras obras que produjimos fueron los porros instrumentales 'Cógeme la caña', de Néstor Montes, y 'El culebro', de mi propia inspiración. Se convirtieron en éxito de toda la vida. No hay festividad popular en los que no suenen.

Las dos restantes canciones que grabamos en discos de 78 revoluciones por minuto y que también pegaron, fueron el porro instrumental '20 de enero', de mi autoría, y 'Montería', de Demetrio Guarín, vocalizado por Gregorio Calderón, conocido mejor como 'Cascarita'.

Incentivados por la gran repercusión que los cuatro porros habían tenido en el público, difundidos bajo el crédito de Ritmo de Sabanas, los músicos fuimos donde Toño Fuentes para pedirle que nos pagara por la siguiente grabación a realizar. ¡Para qué fu eso! El hombre lo tomó como un acto de rebeldía y prácticamente nos echó. Nos dijo que cómo nos atrevíamos a cobrarle, que esto era apenas un ensayo, que esto y lo otro. Entonces, se consiguió a otros músicos en reemplazo nuestro para las grabaciones.

¿Que quién nos reemplazó? Nada menos que Rufo Garrido, en el saxofón, y Edrulfo Polo, en la primera trompeta. En el bajo estuvo Pedro Laza. Surgió así Pedro Laza y sus Pelayeros y se acababa definitivamente la corta era de Ritmo de Sabanas. Nosotros quedamos en el 'aire', cómo se dice.

Pero como no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, al poco tiempo surgió como ángel salvador el maestro Pedro Salcedo, que por en ese entonces estaba con su orquesta en Barrancabermeja. Salcedo, autor de 'La buchaca' y 'Corozal y Sincelejo', y coautor de 'La pollera colorá' con Juan Madera y Wilson Choperena, me conocía muy bien y me recomendó para tocar la primera trompeta en una agrupación de Barrancabermeja que tenía una vacante. Yo tomé el puesto y no lo volví a soltar.

DIABLOS DELRITMO en su época dorada: De izquierda a derecha: Lebis Beatriz(conga), Hermides Benítez (batería), Eduardo Hurtado (saxofón tenor) Alci Acosta (piano), Santander Flórez (cantante), Pello Torres (director, primera trompeta), Aureliano “Yiyo” Barrios (segunda trompeta), Emiro Torres (clarinetista), Antonio Camargo (cantante), y Néstor Montes (saxofón barítino) ARCHIVO, EL UNIVERSAL

VI. LOS DIABLOS DEL RITMO

Quedar por fuera de Discos Fuentes no constituyó tragedia alguna para Pedro Torres. Barrancabermeja le extendió sus brazos y lo acogió como un hijo. En esa ciudad nació Los Diablos del Ritmo como agrupación musical. El nombre fue puesto por Humberto Vergara Martelo, y Pello Torres fue nombrado director.

A partir de 1954 el grupo se consolidó y fue identificado como Pello Torres y sus Diablos del Ritmo. Grabó, en principio, para el sello Tropical y más tarde para Ondina y Sonolux. Los integrantes fueron, entre otros, Demetrio Guarín y Aureliano Barrios (trompetas); Néstor Montes y Eduardo Hurtado (saxofones); Otoniel Tatis (clarinete); Alci Acosta (piano); Ermides Benítez (batería); Lebis Benítez (conga); Gregorio Calderón, Nelly Chávez, Antonio 'Tony' Camargo y Santander Flórez (cantantes).

A comienzos de los 70, el grupo publicó algunos trabajos para Discos Fuentes y contó con el concurso de Clímaco Sarmiento como saxofonista.

Con el paso del tiempo, y por cosas del destino, el grupo se desintegró. Pello Torres se vinculó, entonces, a la Banda Departamental de Sucre. Allí permaneció 14 largos años hasta que lo sacaron. Su habilidad para tocar la trompeta, sin embargo, siguió y sigue siendo la misma.

“Me sacaron por viejo —dice—, pero no por diablo”...

*Elpresentetextoformapartedellibro'Músicaymaestrosdenuestratierra',publicadoenelaño2003por elperiodistabarranquilleroFaustoPérezVillarreal.Lanarracióncobravigenciaporlarecientemuertedel maestroPelloTorres,acaecidaelpasadoelpasado10demarzoenSincelejo

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