en el que logra desmenuzar las complejas emociones que componen una relación tóxica y sexista y los antecedentes que la condujeron a eso: su infancia en Kenya, la relación con su madre y la cultura machista de la época. En las más de trescientas páginas del libro, Pattie relata como su madre esperaba que fuera un hombre y la llamó Michael durante todo su embarazo; nos deja entrar en sus solitarios días en un internado católico, en donde tuvo una infancia caracterizada por el nerviosismo y la inseguridad (mojó la cama hasta los trece) y expone las infidelidades de su padre y su padrastro y la negligencia de su madre. En una prosa clara y poco pretenciosa, Boyd transita pasajes que, aunque desagradables e incómodos, logran ser descritos desde la distancia y la neutralidad emotiva: “Esta es mi verdad; una verdad que no necesariamente coincidirá con lo que otros recuerdan. Pero si mi historia va a tener algún tipo de validez, debo contarla como yo la veo. Siempre he sido una per-
sona intensamente reservada y nunca se me ha dado muy fácil hablar de mis sentimientos, en parte porque he atravesado una vida de mucho dolor y no quería compartir mi historia hasta que fuera capaz de compartir ese dolor desde una perspectiva saludable” confiesa.
trás de él. Clapton compuso la canción para intentar seducir a Pattie, la mujer de uno de sus mejores amigos. Pero, como lo muestra su biografía, una vez que la tuvo, la dio por sentado. Cabe, entonces, ese término, tan fuerte y tan de moda: misógino. ¿Por qué? Los pasajes descritos en el libro de
Aunque se cree que Pattie inspiró el tema Something, George Harrison declaró, años después, que cuando la compuso no estaba pensando en ella, sino en Ray Charles. Sin embargo, sí se la dedicó a Pattie en más de una ocasión y la relación de la musa con el tema lo hizo más famoso con el tiempo. Música, genialidad y misoginia
En este contexto, es inevitable escuchar el magistral riff de Layla y estremecerse no solo por la genialidad musical del que proviene, sino por todo lo que hay de-
Boyd solo pueden comprenderse dentro de la franja de emociones tan bajas como el odio. Durante su relación con Pattie (y posteriormente con su segunda esposa Lory Del Santo, a quien conoció mientras aún estaba casado con Boyd), Eric Clapton se comportó como un odiador
Musica 90
de mujeres; las usaba; las descartaba y jugaba con sus mentes, aún cuando ese odio hubiera estado en gran parte nutrido por su terrible adicción al alcohol y la heroína y su irremediable torpeza emocional. Pero Clapton no era el único odiador; lo eran también las mujeres que se relacionaban con él, se odiaban a sí mismas, se odiaban entre ellas y, muy probablemente, sus madres se odiaban también. Ese fue, al menos, el caso de Pattie, descrito en el libro, en sus propias palabras. Recordaba haber sido testigo de las infidelidades de su padre y su padrastro, dos hombres profundamente machistas, sin haber nunca comprendido por qué su madre las permitía y las callaba y por qué siempre había puesto a los hombres por encima de su propia hija. Para Pattie, eso se tradujo en una adultez en la que se vio expuesta los terribles riesgos de compartir su vida con un adicto extremo, con quien estuvo varias veces al punto de la muerte y junto a quien fue humillada y maltratada en un sinnúmero de formas.