8 minute read

La llegada de Josefina, cambió mi vida, me permitiósignificar la pedagogía con la

COORDINADORA GENERAL

Dra. Prof. Cristina Rodrigues

Advertisement

Subdirectora de Educación y Coordinadora de TED Entramar

LA LLEGADA DE JOSEFINA CAMBIÓ MI VIDA, ME PERMITIÓ SIGNIFICAR LA PEDAGOGÍA CON LA COMPUTADORA PARA EL AULA

Como mujer, novia, pareja, maestra, emprendedora y madre, junto a mi marido Carlos y mis tres hijos varones, Sebastián, Esteban y Francisco, conviví por muchos años con un marcado desbalance entre lo femenino y masculino. Lo que hoy me parece increíble es que con la entrada de Josefina, un elemento femenino, se haya logrado no sólo un mayor equilibrio en mi hogar, sino también un cambio que le sumó lo más increíble e inesperado a mi vida familiar y profesional.

Imaginen mi realidad, como mujer, madre, ama de casa, docente del nivel inicial, que de por sí somos muy organizadas, creativas, amantes de los niños, apasionadas por la educación, ¿cómo nos sentimos si otra viene a irrumpir en nuestro ámbito?

Carlos tuvo la brillante idea de traer a Josefina a casa, para que los chicos, mis hijos pudieran divertirse y jugar con ella... Esa fue su primera prioridad. Él sintió que los varones de la casa necesitaban de Josefina.

Lo que ustedes no se imaginan es que ella entró captando toda mi atención, logrando insumir todo mi tiempo, mi creatividad, mis pensamientos positivos, horas del día dedicada a investigar hasta qué punto Carlos tenía razón sobre ella.

Al principio la desconfianza, el no poder conocerla, o equivocarme con ella, desde el no saber cómo tratarla, hasta entregarme a ella con total confianza fue el primer puente del recorrido. La idea de su llegada no me había gustado mucho y yo, la verdad, no creía en ella. Si bien, Carlos me recomendaba mucho su uso, para mí significaba aprender algo nuevo y desconocido.

El día que Josefina llegó, decidimos ubicarla en el cuarto junto a los chicos, un lugar amplio también espacio de juego junto al dormitorio. Si bien no ocupaba mucho lugar no imaginábamos que a partir de ese momento todos nos involucraríamos en espacio y tiempo con ella.

Me costó comprender cómo manejarla, Carlos acompañó este proceso con mucha paciencia. Aunque no me gustaba y seguía pensando que Josefina venía a atender intereses de los varones de la casa, traté de entender y adaptarme.

Poco a poco me dí cuenta de que Josefina no era exclusiva del espacio masculino de la casa y lo fui descubriendo por su relación con mis hijos y su compañía en familia.

Josefina pasó de ser peligrosa y confusa, a ser admitida y valiosa, a tener un lugar junto a mí. Así ella me permitió descubrir, crear y aprender a darme cuenta de que mi saber pedagógico de docente en el Nivel inicial cambiaría, sería otra, debía aprender mucho, crear mucho, dejar mi

mente con el niño libre para poder desarrollar nuevos pensamientos y adoptarla para toda mi vida.

Esto sucedió poco a poco, a medida que supe acomodarme a su manejo, tomarme el tiempo para comprender lo que no sabía y conocer el mundo que ella me estaba abriendo, el mundo de la informática en aquel 1993. Sí, Josefina era una computadora XT; y ustedes se preguntarán ¿qué significa XT?

Fue uno de los primeros modelos de computadora personal de IBM, pero muy distinta a lo que hoy utilizamos. Primero, como verán en la imagen, no aparece el mouse. En ese momento no estaba inventado. Tampoco tenía disco rígido, se usaban unos discos flexibles o floppy disk que nos permitían almacenar la información. Pero lo más raro desde el punto de vista actual, es que no tenía Windows o algún sistema operativo con contenido multimedia.

Sólo tenía una pantalla negra que se manejaba mediante el teclado y mostraba sólo textos, nada de imagen, nada de sonidos, nada de color, sólo el sistema operativo D.O.S. Y a pesar de todo lo que no tenía, en algún momento, se hizo la luz, brilló el sol, Josefina me permitió crear con ella. Mediante un programa llamado Banner, hice unas tarjetitas y unas vinchas para utilizar en mi emprendimiento de Fiestas Infantiles.

Allí descubrí qué útil y motivante me resultaba la tarea junto a Josefina, que fácil era imprimir en una hoja de color hasta nueve tarjetas y también en otra 12 vincha, ¿se imaginan? Era obtener nuevos resultados, inmediatos, con muy poco costo y a la vez, divertido.

Ahora que les confié mi secreto sobre Josefina, los invito a pensar en aquella época: hace tantos años y hasta hace muy poco tiempo, todo el mundo de la informática y lo computacional se relacionaba con el varón. Las mujeres llegamos más tarde a estos entornos, y entre ellas las maestras provenientes de un ámbito que ponderaba la destreza y productividad artesanal como el jardín de infantes. Sin embargo, en nuestro Nivel Inicial de Vicente López, esto no fue así. Creo que tal vez Josefina contribuyó para que nos adelantemos al menos dos décadas, en el lugar que le tocaba en la línea histórica al uso pedagógico de la Informática en el nivel inicial.

Me gustaba sentarme con ella y planificar juegos y crear nuevos recursos con imágenes que el programa me brindaba. Ya no tenía que dibujar veinte veces la misma imagen, o buscar distintos modelos de dibujos, sólo lo imprimía y al cortarlo tenía todo el material en mis manos, ya no lápiz, marcadores para colorear o dibujos que inventar. La eficiencia y eficacia del uso de la computadora llegó a mi encuentro. Pero esto no podía quedar así, debía hacer algo con todo este aprendizaje en educación, en mi escuela, en mi jardín de infantes. Esta compañía de Josefina, estos usos y particularmente esta motivación debía integrarla con mi pasión por la enseñanza y el aprendizaje.

Ahora bien, me parece ocurrente que algo que ya era obsoleto en aquel tiempo como Josefina, haya sido a la vez tan eficiente y efectivo en mi vida y en mi profesión. Creo que esto le agrega valor al gran descubrimiento.

Ahora necesito adelantarme en el tiempo, para contarles que hace unos seis años tuve una epifanía. Estaba dando una charla de capacita-

ción a directivos, desde mi cargo de Subdirectora de Educación y Coord. General de TED, muy preocupada por transmitir la importancia del rol directivo dentro de las instituciones para la implementación de las tecnologías en educación. Mientras estaba disertando vino a mi mente mi noche anterior.

Había llegado a casa otro nuevo aparato tecnológico. Como ya habrán notado, Carlos siempre tenía esas inclinaciones sobre las tecnologías, y esta vez, trajo un nuevo conector para el televisor que permitía vincularlo con el celular y manejar los programas de televisión y otros recursos, un Chromecast. Por supuesto, mis hijos, todos encima de él viendo cómo funcionaba y se conectaba todo, y desde ya tratando de explicarme para que yo aprendiera a utilizarlo. Pero la verdad es que a mí ni me interesaba, ni me gustaba aprender sobre el uso de ese aparato que me hacía pensar, ¡yo no lo necesitaba!

Recordando este escenario en el mismo momento que hablaba, les conté la historia a los directivos y a continuación de mi relato, les dije: hoy me doy cuenta de que a mí “no me gusta la tecnología”. El momento fue sublime, ellas que me conocían desde mucho tiempo atrás, más de quince años, se largaron a reír y se generó un clima de total sensibilización con el episodio, en el que muchas se vieron reflejadas. Claro, cada vez que llegaba a casa algún aparato nuevo tecnológico, el personal masculino se encargaba de instalarlo, conocerlo y utilizarlo para luego, cuando yo me interesara o sintiera que era útil, enseñarme a utilizarlo. Aquí fue realmente maravilloso, poder descubrir que no me interesaban las tecnologías y a la vez, compartirlo con muchos de los presentes que conocían mi recorrido de enseñanza y aprendizaje a través del uso de las tecnologías digitales en las instituciones educativas. ¡Qué recuerdos no tan recuerdos! ya que hoy sigue siendo el mismo acontecer, en que reconozco cada nuevo recurso tecnológico, su eficiencia y eficacia, su poder de lograr lo inimaginable al alcance de nuestras manos y en tan pocos segundos. Hoy más que nunca. Y se preguntarán, ¿por qué esta fascinación?, son varias experiencias que iré narrando, las que por contextos y vivencias me hicieron ver la importancia de las tecnologías digitales en la educación y en el nivel inicial, en particular.

Quizás puedan pensar con lo expuesto que en mi mundo se logra todo proceso de enseñanza y de aprendizaje sobre y desde las tecnologías educativas digitales. Y tengo que decirles que es así pero no todo es tan fácil cuando en el sendero hay un espacio de desconocimiento. En este caso, con las tecnologías podríamos decir que es un amplio, profundo y extenso mundo de desconocimientos. Y permítanme apartarme del hoy por un momento.

Allá por mediados o fines de los noventa, me encontraba dando clases de informática en un excelente colegio, una institución de élite. La ventaja en este entorno era y es para todo docente, contar con los recursos tecnológicos innovadores del momento. Allí tuve la posibilidad de conocer e utilizar Intranet cuando casi ninguna institución escolar lo posibilitaba. Tuve a mi alcance el primer escáner de mano, el uso de internet y comunicación vía correo electrónico, pizarra digital hace más de 16 años, pude dar programación y robótica desde ese entonces.

Y a la vez, trabajar con compañeros como Aldo, experto técnico en informática, un gurú de la época. Imaginen a los informáticos de aquel entonces, los magos, ilusionistas que lograban cosas inexplicables que tanto nos costaba entender, que tanto nos asustaba aplicar, tocar o dañar, como si la computadora pudiera explotar con tan solo tocar un botón o tecla equivocado. El recorrido junto Aldo me permitirá contar una de las epifanías más considerables en mi

This article is from: