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mujer trans

Ullupaku* dominatrix Identidad indígena y de mujer trans

Entrevista a Laura Álvarez Mollinedo**

por Movimiento Maricas Bolivia

Ser mujer, madre, hija, esposa, profesional, indígena, campesina, migrante, afroboliviana, adulta mayor, etc., es normal en una sociedad conservadora como la boliviana, puede ser fácil y sencillo; sin embargo, ser mujer indígena con todo lo que conlleva aquello, en contraposición al indígena varón, al dirigente, a la autoridad, al que siempre toma la palabra y decide, incluso al que se emborracha y te obliga a tener relaciones sexuales y si te niegas te pega, es violento e incluso puede matarte. Esto es normal y se ha naturalizado en nuestras comunidades indígenas, quechuas, aimaras, chaqueñas y de las tierras bajas de los llanos y de la amazonía.

Quiero hacer referencia a lo «normal» desde mi vivencia como mujer que se identifica con lo quechua, con mis raíces indígenas, campesinas y de clase minera, pero a la vez desde mi identidad de género como mujer transexual.

¿Qué comprende lo normal?, se pregunta Laura mientras realiza la retrospectiva de su vida «normal», la normalidad ajena a ella, la de un varón incomprendido que no aceptaba su ser mujer y, por tal motivo, vivía en conflicto desde la niñez porque Laura coexistía clandestina, oculta, íntima en su soledad. Lo demás era lo normal, el matrimonio y el divorcio, el trabajo y los encuentros sexuales, la carrera universitaria, la escuela, el colegio, la familia, la vida, repitiendo, infinitamente, la normalidad. ¿Qué comprende lo normal?, se pregunta Laura mientras desata la memoria de sus 8 años de edad: el niño que se sentía bien ensayándose los encajes, los corpiños y las batas, cuando nadie estaba en su casa y tenía a su disposición toda la ropa de las tías y las primas; toda la felicidad expresada en ese «sentirse bien», tan sencillo y tan difícil para un niño que usaba labiales frente al espejo, entre la excitación y el miedo, entre la culpa y la felicidad, por ser una niña. «Mi familia crió a una niña y no quisieron percatarse de aquello», expresa Laura mientras relata el episodio del abuelo diciéndole a la abuela: «¿kay chi’ticito huarmicita jina y?» (¿este chiquito como mujercita nomás es no?) y la abuela respondiendo con una sonrisa

* Ullupaku es un neologismo en lengua quechua utilizada por Laura para auto denominarse como

«mujer con pene», es parte de su identidad de género y auto identificación cultural indígena. Ullu significa «falo, pene» y sipaku, «buena moza, mujer joven, casadera, de buen aspecto y buenas cualidades». ** Mujer trans, quechua, ingeniera agrónoma, integrante y representante legal de OTRAF (Organización de Travestis, Transexuales y Transgéneros Femeninas de Bolivia).

mientras la observaba como tejiendo una complicidad femenina entre ellas. Lo normal para Laura sería identificarse como una mujer trans, pero esa categoría no la identifica porque prefiere no encasillarse en ninguna y antepone la defensa de su autonomía política, corporal, sexual, de género, que encontró en su autoidentificación como ullupaku y entre sus prácticas sexuales, el de ser dominatrix.

¿Qué es lo indígena, lo indio, qué es ser quechua? ¿A qué categoría conceptual pertenezco? En este contexto de cambios sociales, culturales y políticos de nuestro país, el ser indígena, campesino u originario, es estar en el limbo social y político, ya que los indígenas, los campesinos y originarios estuvimos en el poder porque tuvimos un presidente indígena y quechumara1 , además de migrante. Entonces, no solo se debe categorizar al indígena, sino colocarlo en la sociedad como un [sujeto político] que está protagonizando sus propios cambios; el ser indígena ya no es una categoría social o cultural, sino que es un hecho concreto. ¿Cómo nos vemos nosotras las indígenas?, yo puedo estar en la ciudad, ser urbana, pero también puedo hablar quechua, tener diferentes formas de expresión de mi cultura, el aguayo, la música, la coca, que hacen referencia [a mis prácticas ancestrales] y a mis raíces. Puedo tener un televisor android de 60 pulgadas, pero sigo haciendo referencia a mi cultura cuando lo ch’allo2, cuando le doy alcohol, le doy coca, y sigo haciendo ejercicio de esa cultura que me han transmitido mis ancestros, mis abuelos y bisabuelos. En el campo y las comunidades indígenas esas prácticas son más frecuentes y cuando una se va a la ciudad se lleva todo eso para seguir practicando, ya no de la misma forma, sino que se interculturaliza, es decir, mezcla prácticas modernas y urbanas con la ritualidad andina y ancestral. Cambias de chacra, donde antes sembrabas, aporcabas y regabas, ahora estableces tu khatu, tu lugar de comercio e interrelaciones sociales, culturales y económicas.

¿Qué sabemos de la población trans en las culturas prehispánicas, anteriores a la Conquista? En las culturas prehispánicas casi no hay una referencia [concreta de la transexualidad] porque no se puede saber, [con exactitud], cómo expresaban su sexualidad estas culturas. En el diccionario [en idioma aymara] de Ludovico Bertonio no hay el término transexual, travesti, transgénero, esos términos son muy modernos; tal vez, incluso, el termino q’iwsa o q’iwa sigue siendo colonial porque en lo prehispánico no había. Todo se remitía a un mundo con prácticas de sexualidad diversa, lo que hoy podría ser llamado homosexual; en el Perú se han hecho algunas excavaciones y no han hallado cuestiones de lo trans, pero sí del mundo homosexual, algunas vasijas, estatuillas prehispánicas que dan lugar a interpretaciones diferentes cuando se ve a dos figuritas teniendo relaciones sexuales anales. Ya cuando llegan los españoles recién se nombran [estas prácticas homosexuales y transexuales desde el juicio católico] porque la iglesia se ocupa de cuestionar esto y lo oculta [y en esta medida lo sanciona y lo invisibiliza].

¿Serían aceptadas las personas trans, hombres y mujeres en las comunidades indígenas de hoy? Cualquier persona homosexual o transexual que nace y vive en una comunidad indígena difícilmente podría expresar su sexualidad porque está muy arraigado [el género binario], ser macho o ser hembra, ser hombre o ser mujer, además que la cultura misma está muy sexualizada. En el mundo indígena el carácter macho y

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2 Quechumara o quechuamarán es una hipotética macrofamilia de lenguas indoamericanas conformada por dos familias de los Andes Centrales: la quechua y la aymara. Esta categoría fue propuesto por el lingüista estadounidense Terrence Kaufman. Challar o ch’allar es una práctica aymara, un ritual, que consiste en humedecer el suelo con bebidas espirituosas, ofreciendo el primer sorbo a la Pachamama para pedir beneficios o fortuna. Asimismo, se denomina ch’allar a todo el rito de agradecimiento que incluye las mesas de ofrenda, wajt’as, o al adornado de viviendas, construcciones o negocios.

hembra está muy enraizado, además que está naturalizado. En las investigaciones que he logrado hacer, cuando hacía mi tesis de Licenciatura en Agronomía, logré evidenciar que el territorio sufre y ha sufrido una sexualización, por eso el territorio se separa en un lado hembra y otro lado macho. El lado hembra es el lado donde se produce más, hay más verdor, más humedad y más agua; el lado árido, pedregoso, pajoso es el lado macho. Ahora qué hacemos con esos dos lugares donde se expresa la sexualidad [y el género] en la naturaleza, en el territorio, pues te da lugar a que puedas jugar en la época de siembra, a que puedas construir tu casa en cualquiera de esos dos lugares. Si quieres disfrutar de las piedras o quieres que no te asalte el agua te vas al lado macho, pero si quieres aprovechar la sombra de los árboles o tener riego a mano te vas al lado hembra, ya estás sexualizando tu territorio. Y digo sexualizar porque le da un carácter de macho y hembra. Entonces, [el respeto] a las personas [con diversa orientación sexual e identidad de género en el mundo indígena] ha sido muy difícil porque la iglesia se ha ocupado de ocultarlo, el mundo homosexual ha sido totalmente oculto y el mundo transexual peor. Ahora, que a ese lugar macho yo lo quiera convertir en hembra es muy difícil, pero se puede y en la modernidad se ha hecho; cuando en un lugar macho donde hay piedras, árido y pedregoso, se construye terrazas y un proyecto de arborización se vuelve hembra porque se llena de verdor. Y si por alguna sequía a ese lado hembra le toca estar seco se volvió macho, transmuta, se puede jugar con el carácter sexual en el campo. Con el ganado también se hace lo mismo, un burro que denota un carácter macho se puede volver hembra, no el carácter del sexo genital, sino en el ejercicio que se hace de este animal. Si ese burrito es medio delicado y no puede soportar carga ya se ha vuelto hembra, pero si esa burra, hembra, es fuerte y soporta carga se vuelve macho, animal de carga. La misma comunidad en el campo ha hecho que se pueda jugar con la naturaleza, esta sexualidad del territorio no es estática, el género tal vez sí porque está delimitado y además que es un constructo social.

La aceptación a la población homosexual y transexual es muy difícil, yo he logrado ver [mujeres] transexuales en Lahuachaca3, sin embargo, les cortan las trenzas, les obligan a suspenderse las polleras, las exponen, además que se aprovechan porque juega mucho el morbo de las autoridades [y de la población masculina en general]. Todos estos indicadores de territorio macho o hembra, de la mama phaxsi4 y del tata inti5, ya han sexualizado al ser genérico. Sin embargo, hay gente que expresa [su diversa orientación sexual o identidad de género], pero como no es aceptado no está considerado [en la comunidad], ¿qué hace el homosexual o la transexual [indígena]?, se viene a la parte urbana, a la ciudad. Aquí se vienen a la ciudad de El Alto, a Quillacollo en Cochabamba, a Montero en Santa Cruz, primero transicionan6 en el lugar donde está mezclada lo indígena y lo campesino, cuando ya se animan a ser más urbanos recién se van a Santa Cruz, a La Paz o Cochabamba. En Yacuiba lo propio, en las zonas fronterizas el ser indígena con diversa orientación sexual o identidad de género hace de que se vayan del país, en Yacuiba se pasan directo a Argentina. En

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6 Es una localidad perteneciente al municipio de Sica Sica de la provincia Aroma del departamento de La Paz. Se encuentra a 125 km de La Paz y 104 km de Oruro. Madre luna, representa la deidad femenina en el mundo aymara y junto al tata inti, lo masculino, forman una pareja divina. Dios sol o padre sol, representa la deidad masculina en el mundo aymara y junto a la mama phaxsi, lo femenino, forman una pareja divina. Es un término usado por la población transexual para hacer referencia a los cambios que realizan en su cuerpo y su documentación para tener una vida más acorde a su identidad de género autopercibida; los cambios incluyen la psicoterapia (solo en algunos casos), tratamiento hormonal, intervenciones quirúrgicas, documentación legal, etc. En Bolivia muchas mujeres y hombres trans hacen su transición sin el acompañamiento médico, y en condiciones insalubres, ya que la Ley 807, Ley de Identidad de Género, es específica para el cambio en los documentos de identidad.

fotos: Movimiento Maricas Bolivia

[la frontera con] Brasil se van Rio Branco, a Brasileia o se pasan hasta Porto Alegre, donde ya pueden expresar su sexualidad y su género. El indígena se vuelve migrante, la mujer trans indígena se vuelve migrante y se va a otro lugar y no quiere saber nada de su comunidad [que la ha violentado]. Ahí es donde sufre un riesgo lo indígena porque se sacrifica toda su raíz, se moderniza; [en el caso de la mujer trans] quiere ser Barbie, se vuelve rubia, quiere tener ojos azules, se hace muchas cirugías para decirle a este mundo que es mujer, pero un estereotipo de mujer. Tiene que tener la piel blanca, se decolora la piel ya que el ser morena no es aceptada fácilmente porque denota una raíz indígena, todavía bajeada e indiferenciada; [la mujer trans en ese proceso] tiene que ser blanca, poderosa, rica y mejor si es modelo, miss. Entonces, el mundo de las mujeres trans está sufriendo esa pérdida de su raíz cultural y [prácticas ancestrales de su cultura indígena].

¿Dentro de las discusiones de las identidades indígenas y la transexualidad yo planteo lo ullupaku, qué significa y cómo interpela esa lógica estereotipada de lo trans? Los términos homosexual y transexual son términos médicos que han surgido en un contexto de patologización de la diversa orientación sexual e identidad de género, a su vez estos términos fueron implementados por el discurso médico desde la Organización Mundial de la Salud7 y eso es, precisamente, lo que yo cuestiono. Cuando yo me autodenomino una mujer con pene ya estoy rompiendo [con ese discurso médico], porque el sistema de salud no va aceptar una mujer con pene, la mujer para el sistema de salud tiene vagina y el hombre tiene que tener pene, si no es así ese cuerpo es calificado de defectuoso. Y cuando yo les digo soy mujer con pene se rasgan las vestiduras, las mismas compañeras trans dicen «no pues Laura, se supone que eres transexual, somos transgénero, somos mujeres». Ahí es donde interpelo la genitalidad [del género binario] y le doy un carácter político, porque quien habla es el cuerpo, están hablando los cuerpos trans. Cuando dos hombres homosexuales tienen relaciones sexuales están cuestionando aquel tipo de relación donde el pene y la vagina son protagonistas, peor si esos homosexuales tienen relaciones coitales anales; la medicina dice no, la psicología dice no, «ahí no se mete nada, eso solo tiene uso fisiológico». Si unas lesbianas quieren usar la lengua en la vagina, tampoco, «la lengua es para hablar y para comer». Y cuando yo me autodenomino una mujer con pene estoy diciéndole a este mundo que el carácter sexual, genital no te define. Yo modifico mi cuerpo y digo que mi cuerpo es el que hace ejercicio político en la sociedad, no hay otro que haga ejercicio político en este mundo, y para el mundo trans el cuerpo habla porque yo he modificado mi cuerpo, me he puesto tetas, me he puesto siliconas, tomo hormonas y cuando me dicen «¿por qué no te sacas el pene?», yo respondo «¿y mi placer sexual, qué podemos hacer sin placer sexual?». Yo no puedo sacrificar eso en pos de que un par de médicos o psiquiatras me digan que para ser mujer tienes que cortarte los testículos y el pene, o abusar de las hormonas.

Ahora, el ser ullupaku, yo le he dado ese carácter del idioma quechua; ullu significa pene y la mujer que dice ser joven y activa sexualmente se llama sipaku, la mujer que

7 A mediados del siglo XIX los médicos comenzaron a interesarse en los llamados «trastornos de la identidad» que afectaban principalmente a la identidad sexual: Nicholas Friedreich (1830), Jean Étienne Dominique Esquirol (1840), Richard von Krafft-Ebing (1892) y Moll (1892). A principios del siglo XX, Henry Havelock Ellis y Magnus Hirschfeld (1910) identificaron un cuadro clínico al cual denominaron «travestismo». El término «transexualidad» fue acuñado en 1953 por Harry Benjamín, quien propuso un tratamiento con hormonas del sexo con el que se identificaban sus pacientes para aliviar su malestar. En 1973, John Money denominó este cuadro «disforia de género». La Organización Mundial de la Salud lo incluyó como síndrome médico en 1977 en una resolución adoptada en la XXIX Asamblea Mundial de la Salud. En junio del 2018, la OMS retira la transexualidad de la lista de «incongruencia de género» y la deja en el capítulo de disfunciones sexuales, es decir, pierde la categoría de trastorno psicológico para quedarse en una cuestión física.

todavía puede hacer ejercicio de su vida sexual. Entonces, yo soy una ullupaku, vivo mi placer sexual gracias a mi pene, yo le doy ese carácter. Si el ser homosexual o transexual incomoda, yo estoy incomodando más al decir «soy una mujer con pene», y no solo incomodo a la sociedad, sino a la población de mujeres trans, me dicen: «oye, no pues, somos mujeres, no podemos estar diciendo al mundo que tenemos pene», y yo respondo «pero si la mayoría de las mujeres trans tenemos pene». Las privilegiadas son las que se han puesto vagina, porque pagar 30.000 o 50.000 dólares es un privilegio [de clase social y estatus económico]. Y en el mundo indígena no hay información de hormonas, no hay cirujanos, [una mujer trans] tiene que vivir como mujer con pene, ullupaku nomás. Por eso me autodefino como ullupaku y dominatrix porque ejerzo esa práctica sexual sado dominante, hago ejercicio de la sado dominación-humillación, y todo lo que planteo incomoda socialmente. Tampoco yo quiero arriesgar mi corporalidad, si bien el cuerpo es el ejercicio político de la sociedad, también hablo del placer sexual que es muy importante en la vida de las personas; se nos ha vuelto seres humanos solamente reproductivos y yo no quiero ser objeto solo para reproducirme en la vida. Entonces, estamos interpelando a la sociedad [desde nuestro ejercicio de sexualidad y de género] como homosexuales, lesbianas, transexuales, travestis, ullupakus, estamos en lucha y estamos visibilizándonos.

¿Cuál el activismo de OTRAF a la fecha y que se plantean a futuro? OTRAF Bolivia se ha fundado el 2007, el activismo que hacemos es de incidencia política y visibilización. Hacemos eventos de belleza, pero no desde la lógica de objetivización del cuerpo trans, tampoco para asimilar el cuerpo trans a la sociedad de consumo. Planteamos [la transgresión del género], corporalidades que han tenido la capacidad, el valor y la autodeterminación de transformarse en función del género [autopercibido] y que se enuncian como trans. Una elección, convencional, de Miss Bolivia o Miss Universo no tiene la necesidad de decir que es una elección de mujeres, se sabe que son mujeres, está naturalizado. En la elección de Miss Transexual Bolivia [apelamos a la importancia de nombrar lo trans] como una incorrección política; estamos trabajando desde ese espacio para hacer entender a las chicas, que persiguen un estereotipo de mujer, corporal y de sumisión a roles sexistas, [la inutilidad de la repetición] de ese mundo heteronormado, heterosexualizado. El activismo de OTRAF es para cuestionar eso, ya le hemos dado otro carácter teórico, vamos a seguir haciendo los mises para mostrar la corporalidad trans y decir a los medios de comunicación, [la sociedad en general], y gobiernos de turno, que «yo he tenido la capacidad de modificar mi cuerpo por mi autodeterminación como persona trans, eso dice la autonomía de mi cuerpo». Valoremos la autodeterminación de nuestras sexualidades, de nuestros cuerpos y géneros, «yo defino si quiero ser trans o no, no una ley». Ahí está esa ley que nos han dado con bombos y sonajas, la hemos trabajado y todo, igualito nos las han quitado, hemos retrocedido 20 a 30 años atrás y estamos sin derechos otra vez; que digan que el matrimonio y la adopción es solo para heterosexuales es la negación de un ejercicio político [y de un ejercicio de ciudadanía]. Eso es muy peligroso en una sociedad que se dice que está cambiando, pero sigue habiendo machismo, misoginia, transfobia, entonces ¿de qué nos sirve el discurso de desarrollo y progreso si siguen asesinando a compañeras trans? Por eso tenemos que seguir luchando, mujeres trans, maricas, travestis, como queramos llamarnos o categorizarnos, tenemos que decir quiénes somos, qué hacemos y qué queremos. Cuando la sociedad nos mira lo hace con lástima y pone restricciones a nuestras sexualidades que terminamos por creer y eso es muy riesgoso.

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