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CAZANDO DEMONIOS

JUEGO MENTAL

RAFAEL SALADINI

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CAZANDO DEMONIOS

Rafa Saladini sabe volar lejos - este piloto de 37 años ha roto tres récords de distancia abierta, pero también ha aprendido mucho del juego mental y cómo tener el equilibrio mental correcto - muchas veces por las malas.

Creció en Brasil, rodeado de espacio, libertad, naturaleza y privilegios. Pero todo a un precio psicológico potencialmente peligroso. “Aprendí a manejar motocicleta a los nueve años, autos a los 11”, cuenta Rafa. “Mis padres

trabajaban, así que no me ponían límites y solo tenía primos y hermanos mayores que yo que me obligaban a alcanzarlos. Era el ‘hermanito’ completamente fuera de control y sobreconfiado de mis habilidades motrices”.

“La confianza es muy importante, pero la sobreconfianza puede ser mortal. Cuando empecé a volar parapente era arrogante y estaba convencido de que si me pasaba algo haría una maniobra mágica y salvarme”.

Pero cuando tuvo su primer accidente en octubre de 1999, a los 17, no fue así. “Tenía seis meses volando y quería seguir a un piloto famoso - como siempre. Despegué después de él, giré la térmica y me estrellé en el despegue. Terminé en el hospital con la pelvis, un pie, un brazo y el ego roto”.

“Fue una tragedia en aquella época, pero ahora veo que me enseñó a ser humilde. Antes, siempre intentaba seguir a los mayores, pero sin la experiencia adecuada. Tuve que aprender que no siempre podía hacer lo mismo que ellos”.

El accidente fue la primera lección de Rafa - pero ha aprendido mucho de sus amigos y su familia. “Todos necesitamos influencia positiva en la vida”, cuenta. “Y mi primo mayor, Rodrigo, me ayudó a desarrollar una mejor actitud”.

“Después del accidente, fuimos a esquiar e ignoré las instrucciones que me dio en una zona de posibles avalanchas. Me dijo que pudimos haber muerto y si no cambiaba iba a morirme. En aquel momento discutí con él y le dije que estaba equivocado, pero me di cuenta que tenía razón. Esa fue otra lección importante. Tuve que escuchar y pensar en la seguridad. Nunca le di las gracias, así que creo que voy a hacerlo esta noche”.

Rafa volvió a volar en 2003, pero tuvo que enfrentarse a nuevos retos psicológicos. “Había perdido el autoestima y empecé a tomar nuevamente malas decisiones. Me sentí desamparado, deprimido, lo opuesto de lo que había sido antes. Pero poco a poco, el parapente me ayudó a superar este estado de ánimo cuando empecé a perseguir mis sueños, mis metas. Estaba rodeado de los mejores como Rodrigo y Frank Brown, y me ayudaron a progresar”.

Y sí que progresó rápido. En 2007, con 24 años, rompió su primer récord mundial (461km) en Brasil. “Pero eso hizo que toda la situación volviera a ser peligrosa. Tenía cuatro años de experiencia en aquel entonces pero de pronto, todos me ponían al mismo nivel que Frank Brown que tenía más años volando que yo de haber nacido. No había punto de comparación. Yvolví a sentirme muy ansioso”.

“Volví a arriesgarme. Incluso llegué a preguntarme por qué intentaba suicidarme en vuelo. Era la misma persona que antes pero ahora tenía un título y me comparaban con mis ídolos. Era demasiada presión”.

“Afortunadamente, tengo un amigo egipcio en Río que se llama Mahmoud y es como un padre para mí. Y me dijo algo que se ha convertido en mi mantra: ‘Todo es demasiado bueno. No la cagues’”.

Ese consejo hizo que Rafa se diera cuenta que podía romper récords y perseguir sus metas, pero que no debía pasarse de la raya. La vida es demasiado buena para perder. Pero también entendió que tenía que aclarar su menta. Por ello, volvió a dejar de volar en 2008. “Tenía que reorganizarme y regresar más tarde”, cuenta.

Y eso hizo en 2014, regresó mejor que nunca. Volvió a romper el récord mundial de distancia abierta en 2016 (564km) y en 2019 (583km) y ganó la válida brasilera de la Copa del Mundo en 2017. “El descanso hizo que lo extrañara”, explica. “Me obligó a organizar mis emociones. Me di cuenta que el parapente es un pasatiempo. Que puedo tomarlo en serio, pero que debería ser divertido. Ese descanso fue muy importante y de no haberlo tomado podría haber muerto por culpa de mi actitud”.

“Ahora tengo 37, soy más maduro, tengo una hija, una esposa, Paula, que es psicoanalista y soy su sujeto de estudio. Me ayudó mucho y es parte del nuevo Rafa que apareció en 2014”.

¿Lo siguen persiguiendo los viejos demonios? “El otro yo peligroso ya no existe”, dice. “Pero cuando vuelvo a tener pensamientos imprudentes, me vienen a la mente mi esposa, mi familia y las palabras de Mahmoud. No hace falta ganar todo el tiempo. No hace falta arriesgar todo lo que tienes. Simplemente diviértete y todo saldrá bien”.

En cada número, Juego mental echa un vistazo a la psicología del vuelo libre mediante entrevistas de Matt Warren a pilotos de todas las disciplinas

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