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LA FUERZA DE LA INTUICIÓN
VUELO AVANZADO
KLAUDIA BULGAKOW
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LA FUERZA DE LA INTUICIÓN
Hace unos años, pasé una temporada en Valle de Bravo, México. Estaba cansada del invierno en Europa y tenía ganas de aprovechar del clima magnífico de la zona en diciembre y enero. Valle es famoso por sus condiciones fuertes y con frecuencia turbulentas, pero después de volar uno se puede deleitar con la deliciosa cocina mexicana y calmar los nervios con las conocidas bebidas. Además, el mismo pueblo es encantador, tanto que el lema turístico es “pueblo mágico”.
Fue esa magia del lugar y de la gente lo que más me cautivó en 2009. Sin embargo, la experiencia traumática del Campeonato Mundial de Parapente cuando falleció el piloto suizo Stefan Schmoker hizo que más nunca quisiera volver. Pero en 2016, decidí luchar con los demonios del pasado.
Regresé y me quedé encantada nuevamente. Uno a uno, fui conociendo más pilotos: ya fueran locales o aquellos que habían escapado de Ciudad de México. Uno de esos pilotos era Rudi Gotés, un instructor.
Me convenció de volar en ala delta con el. Al principio me negaba, pero después nos pusimos de acuerdo para el día siguiente. Esa noche, supe que había quedado de 10mo en el mundial de ala delta FAI en Valle. Me tranquilicé y empecé a ansiar la experiencia.
Volar en biplaza
Al día siguiente, había viento fuerte y soplaba fuerte entre los árboles detrás del despegue. Pero Rudi parecía tranquilo. Yo, en cambio, estaba empezando a temblar. Pero bueno, pensé, veamos cómo son esas condiciones en ala delta.
Durante los pasos que siguieron, mientras medíamos el arnés, lo ajustábamos y lo colgábamos para revisarlo, mis niveles de tensión llegaron al máximo. Rudi me explicó cómo despegar y qué sostener en el aire. Tres, dos, uno y despegamos.
La sensación de volar en ala delta es impresionante. La misma posición en el aire y la perspectiva diferente me dio muchas sensaciones intensas. No era el más suave de los días, así que por supuesto, la entrada y salida de las térmicas era bastante fuerte. La turbulencia nos hacía dar tumbos y hacía que golpeara la estructura.
Me aferré al hombro de Rudi todo el vuelo. Supongo que lo único que dije en todo el vuelo fue un tímido “Ah, ah, ah”. Por lo que Rudi me preguntó qué sucedía. Le dije que lo vería en un rato y unos segundos después, entramos en turbulencia y volví a golpear la estructura.
Después, Rudi me llevó detrás del Peñón y al rotor. Cualquiera que haya volado en parapente en Valle de Bravo sabe que no se puede ir ahí. Estaba completamente fuera de control. Me mareé debido a los nervios - estaba tan mareada que Rudi tuvo que ir a aterrizar.
La transición a 90km/h y la aproximación final a unos centímetros del suelo me destrozaron mentalmente. No podía moverme. Me senté en el suelo, sudando y abrumada emocionalmente. Rudi se disculpó por haberme asustado, pero no había nada por qué disculparse porque el vuelo me había enseñado muchas cosas.
Experiencia compartida
Cuando me calmé, entendí hasta qué punto volar parapentes de competencia había sensibilizado mi, llamémosle, intuición. Sentía la turbulencia y las térmicas mucho antes. Pensé en lo intuitiva que es mi forma de volar.
Hoy en día pienso que es esa sensibilidad la que me permite reaccionar tan rápido en el aire y volar alas de competencia de forma segura. Pero esta sensibilidad también hace que esté más tensa que los demás en condiciones fuertes y turbulentas. Quizás sea la razón por la que sea buena en condiciones marginales y me canse en montaña.
Después de conversar con Rudi, también me di cuenta lo menos sensible que es él como piloto de ala delta. Unos días después, volvimos a volar. Esta vez, las condiciones estaban más suaves. Logramos hacer un circuito corto y me sentí muy bien en vuelo.
Desde entonces, he volado tres veces más en biplaza con otro amigo - Alfredo (Potro) Tello, otro piloto mexicano talentoso. También vuela parapente, así que cuando volamos en el rotor me explicó que no es un
problema en ala delta. Giramos una térmica en ese rotor con la punta del ala que casi tocaba las rocas. Volamos por el rotor detrás del Peñón y también hicimos acrobacia.
Desde el principio de mi aventura de vuelo, por alguna razón no me interesaba el ala delta, a pesar de haber aprendido mucho de libros y artículos escritos por pilotos de ala delta. Además, ahora pude descubrir el impresionante valor educativo de compartir mi experiencia en el aire. Cuando dos buenos pilotos van juntos en un ala, intercambian experiencias en tiempo real y no tiene precio.
El ala delta me permitió conocer Valle de Bravo desde una perspectiva completamente diferente, a través de ojos diferentes. También me dio nuevas experiencias que aplicaré en vuelo incluso ahora. Gracias a ello, sé más acerca de mí misma y entiendo los diversos mecanismos de mi psique. Puedo leer mejor mis reacciones, analizarlas y controlarlas. Ahora estoy más calmada en condiciones turbulentas. Recomiendo a todos los pilotos de parapente que hagan un biplaza en ala delta y a los de ala delta que hagan uno en parapente.
Klaudia Bulgakow vuela en parapente desde los 17 años. Se le ve con frecuencia en los podios de la Copa del Mundo de Parapente y fue Campeona Mundial FAI en 2013. Cuando no vuela, es instructora de esquí en su Polonia natal