El punto de partida de este cuaderno nace de la conjunción de dos momentos.El primero de ellos tuvo lugar allá por el lejano febrero de 2020 y fue una charla con Lua Gándara y Sebas Anxo mientras hacíamos un descanso en la preparación de su exposición en CUBO. Exposición que se quedó colgada en el espacio con la llegada del «maremoto». La conversación iba y venía, como toda buena conversación, y en eso que derivó hacia la forma que ellos tenían de trabajar. Los dos coincidían en la idea del juego. No recuerdo si usaron exactamente esa expresión. Pero yo entendí que se trataba de jugar con las formas y los colores, con materiales diversos; en ser sorprendidos por lo que aparecía ante sus ojos.
El segundo momento es la experiencia de confinamiento que hemos sufrido en estos últimos meses. La sensación de irrealidad, por un lado, y una nueva percepción de nuestro espacio, de la dicotomia dentro/fuera, por el otro. Si la actividad artística es juego, entonces el taller es el lugar del juego.