“Ya murió Don Trifulgio - dijo “Pocas pulgas”- acaso alguno de ustedes lo quiere seguir?”. Todos se quedaron mudos. Tenían que ser muy corajudos para aceptar la invitación. -”Ya dejesen de palabrerío - dijo Doña Pochocha, la mujer de “Pocas pulgas”- Te traje la verdura... tócate una rancherita o alguna de bailar y no te hagas problemaque cuando empiece la vecindad a escuchar la acordión solitas van a ir apareciendo todas las chinas del pago. Ahí nomás se armó el baile con un tierral en el piso mientras empezó a escasear el vino y la bota se pasaba la vuelta entera. -”Qué está pasando - dijo Chamullo - tengo la garganta seca y la barriga vacía y los talones los tengo rotos de tanto bailar. Tócate un rancherita que esta va se brava”- porque tenía que ser con relaciones. Estaban bailando y dice la china su primera relación: “-Aro aro aro... Si tu cara fuera pasto y yo mancaron, aunque este muerta de hambre no te doy ni un mordiscón-”. Y ya se le cambió la cara al bailarín que le contesta: “-Por una calle voy y por la otra doy la vuelta... la relación que me dijiste es como tu abuela la tuerta”. Estaba todo tan lindo que de repente se acordaron que había muerto Don Trifulgio y todos se pusieron a llorar. 168
TRAVESURAS Por Erika Mabel Mardones Robertito tenía 5 añitos y era bien gringuito, con su pelo casi blanco de rubio, ojos celestes.Vivió junto a sus padres y hermanos por parte de madre en la Estancia “La Iglesia” allá por el año 1.964.Cuando su padre tenía que levantarse a las 5 de la mañana para salir a recorrer el campo, Robertito se “colaba’’ cuando podía convencerlo. Tenía un caballo manso que solo él usaba; pero al correr las horas el pequeño se quedaba dormido arriba del caballo, al punto que una vez se cayó de él. Su padre Don Roberto al verlo caído, le causó gracia y comenzó a reírse; entonces el gringuito entre sorprendido y medio dormido se enojó -’’ ¿De qué te reís?” El padre no decía nada, solo se reía silenciosamente y él más se enojaba: ¡’-’No te rías… no te rías’’! repetía. Luego montó su petizo y continúo su andar al lado de su padre. En las tardes, cuando los peones terminaban su jornada de trabajo, Robertito se iba a la casa de ellos, le gustaba estar ahí. Como era el pequeño de la estancia la gente y sus hermanos de 10 o 15 años más que él, siempre