Publicación digital Curatorial en Contexto

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PRODUCE:

Investigadores y coordinadores: Nicole Aliste Carrasco, José Isla Hidalgo

Edición de textos Nicole Aliste y José Isla Diseño y diagramación: Consuelo Fernández, Diseño vivo

Comunicaciones: Valentina Cano

Producción: Miguel Álvarez, La LLuviosa

Febrero, 2023 Temuko

EQUIPO

ÍNDICE

5 Presentación

6 Apuntes iniciales

8 De la curatoría de semillas a la curatoría en artes

14 Prácticas curatoriales, archivos y memorias pendulares

Paulina Varas Alarcón

20 Experiencias curatoriales expandidas

Ana María Saavedra

26 Curatoría y activismo, propuestas y desafíos en tiempos de crisis Carolina Lara Bahamondes

32 ¿Cómo trabajar una curaduría considerando a las personas? Curadurías críticas y mediación cultural

Loreto González Barra

38 Mediación y difusión artística intercultural en Wallmapu

Neyen Kintulen

44 Prácticas curatoriales en Wallmapu Gonzalo Castro-Colimil

48 En tres días sólo se prepara la tierra

PRESENTACIÓN

Curatoría en contexto regional fue una instancia de 3 días (27, 28 y 29 de octubre de 2022) realizada en la ciudad de Temuco, en la región de la araucanía/wallmapu para discutir, interrogar y reflexionar sobre la práctica de la curaduría, habitualmente relacionada a las artes de la visualidad, hoy extendida a otras artes e inclusive a otros campos del saber.

Artistas investigadores locales, invitamos a desplazar el debate y la reflexión de lo curatorial distanciad+s de donde se acostumbra a abordar.

Buscamos abrir desde los contextos regionales una discusión que habilite otras miradas al tema, para intentar posibles respuestas a las preguntas que vertebraron este encuentro: ¿qué es la curatoría?, ¿que significa ser curador/a hoy en un contexto regional? y ¿para qué y quienes hacer curaduría?.

Organizamos un encuentro que tuvo asociadas mesas de trabajo con curadoras independientes provenientes de distintos lugares de Chile y ponentes que nutrieron los debates con sus trabajos vinculados a la práctica curatorial regional y nacional. Comenzamos con una conversación en torno a una de las tantas prácticas culturales de estos territorios: el cuidado de semillas nativas, la huerta y el trafkintu, en voz y experiencia de Zunilda “Zuny” Lepin Henriquez, cocinera y curadora de semillas, originaria de la comunidad de Lumahue, comuna de Nueva Imperial, región de La Araucanía/wallmapu.

En cada una de las jornadas ofrecimos dispositivos dinamizadores de la participación y la co- construcción del proceso. La primera de ellas correspondió a una “olla común”, donde participantes fueron depositando pregun-

tas que emergieron a lo largo de las conversaciones y que, al final, dispusimos en un papelógrafo como muestra de las inquietudes emanadas del encuentro. En segundo lugar, en cada una de las jornadas, al finalizar éstas, se realizaron mesas ampliadas en las que el formato de interacción se abrió a la experiencia emergente que el grupo definiera in situ. Finalmente, se propuso la elaboración de un manifiesto donde se expresaron algunas ideas con orientación política respecto a las implicancias de un encuentro de este tipo. Crisis pero también intercambio, cuidado, defensa, valoración y conservación fueron algunas de las acciones y conceptos que cruzaron nuestras discusiones a partir del encuentro con Zuny, las personas expositoras y participantes junto a los lineamientos de las mesas que configuraron los días de encuentro y que se esbozan en este fanzine.

A continuación compartimos con ustedes parte del proceso de trabajo que tuvo como resultado la realización de este proyecto. En primer lugar, revisaremos algunas ideas que circularon en nuestros diálogos previos. Luego, a modo de documentación pedimos al equipo asesor que elabore textos a partir de la experiencia de cada mesa, los que son compartidos en este fanzine. Continuamos con la presentación de cada mesa y comentarios reflexivos del equipo asesor compuesto por Loreto González Barra, Paulina Varas Alarcón, Ana María Saavedra, Carolina Lara Bahamondes, María Moreno Rayman-Neyen y Gonzalo Castro-Colimil, quienes recogen sus impresiones de lo que ocurrió esos días y de derroteros posibles en lo venidero. Finalmente, algunas ideas a modo de conclusión, apertura de surcos en el presente.

Encuentra el registro audiovisual de las mesas del encuentro en https://linktr.ee/curatorialencontexto

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APUNTES INICIALES

La intención de realizar este encuentro nos remonta al año 2019, pleno invierno en la ciudad de Temuco. Nicole y José, amb+s artistas residentes en la región e impulsores de este proyecto, reflexionando sobre las piezas del juego profesional en el mundo de las artes, en conversaciones de sobremesa, cruzando quehaceres en una región como La Araucanía/wallmapu.

Nos preguntamos por el rol del curadora/or, una pieza clave en este flujo de experiencias y circuitos de las visualidades, festivales escénicos, cinematográficos o de música, etc. Para aclarar interrogantes y posibles respuestas, organizamos luego de tres años este encuentro. Al equipo de trabajo invitamos a Loreto González Barra (Iquique), Paulina Varas Alarcón (Valparaíso), Ana María Saavedra (Santiago), Carolina Lara Bahamondes (Tomé), María Moreno Rayman-Neyen (Chucawko mapu) y Gonzalo Castro Colimil (Temuco), quienes colaboraron en el asesoramiento para organizar este encuentro, junto a la coordinación y moderación de las mesas que propusieron para abordar las discusiones, aportando reflexiones previas, durante y posteriores al encuentro de octubre de 2022.

Adicionalmente, hicimos una convocatoria abierta para unirse a una de las mesas y profundizar con una propuesta experiencial y discursiva en torno a lo que el encuentro proponía, participando desde diferentes lugares: Ivi Marifil (Villarrica), Catalina Valdés (Santiago), Patricio Alvarado (Temuco), Jocelyn Muñoz (Valparaíso), Cristian Inostroza (Santiago), Lolé Muñoz (Curicó), Valentina Inostroza (Valdivia), Joana Mazza (Villarrica), Sebastián Lovera (Valdivia), Sofía Enriquez (Viña del Mar), Carla Sobrino (San Pedro de Atacama), Juan Araújo (Concepción), Natalia Arcos (Santiago), Hugo Farías (Coñaripe) Carolina Castro (Santiago), Cristian Vargas (Osorno) y Claudia Cofré (Santiago).

El encuentro fue abierto y se realizó en diferentes lugares cada día, intencionando un tránsito que derivara al espacio tradicional de las artes visuales. Los dos primeros días nos reunimos en torno a mesas y sobremesas: Restaurant Zuny Tradiciones y la Granja restaurant Arboleda Emaluisa, para cerrar el último día en el tradicional “cubo blanco”, la primera galería de arte de Temuco activa desde el año 1993, la galería de arte municipal de la Plaza Anibal Pinto en Plaza Janequeo, epicentro de Temuco.

¿Quién escoge qué artistas y qué trabajos incorporar a una exposiciónexperiencia- festival?

¿qué

el/ la curadora, añadiendo a su práctica la gestión cultural, las relaciones sociales y públicas, acuerdos, contratos y definiciones económicas, elabora textos que articulan su investigación con el contenido y discursos de l+s invitad+s a participar, procurando mantenerse activ+ en el circuito y conocer a las otras piezas fundamentales de este juego: l+s artistas.

trae consigo la visibilidad que conlleva la decisión de mostrar algo?:
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De la curatoría de semillas a la curatoría en artes

“Curadora ” tiene raíz etimológica en el “cuidar”, acción que realizaba una persona encargada de custodiar un bien en el renacentismo romano. Una suerte de guardián concentrado en la conservación y restauración de lo que está a su cargo. Conocemos el devenir de esa labor en el arte y su evolución al coleccionismo y las curadurías de arte contemporáneo pero ¿Qué hecho y quiénes habrán nombrado a las cuidadoras de semillas como curadoras? Es una interrogante que no hemos resuelto pero no dudamos que provino de la academía y de investigaciones de las ciencias sobre las agro- culturas.

La raíz de la práctica de cuidar semillas nativas proviene de las mujeres y su histórica relación con los cuidados. Mujeres de pueblos originarios que han protegido el conocimiento ancestral y la soberanía alimentaria transmitido de generación en generación y que ha posibilitado que en el campo se siga practicando el resguardo de las semillas originarias que conservan la memoria del entorno en el que han crecido: sustrato de la tierra, componentes del agua de riego, clima, resistencia ante amenazas.

La acción del cuidado requiere seleccionar las plantas adecuadas para dejar crecer y sacar sus semillas, decidiendo en base a la observación de sus características y apariencias la resistencia de la planta a las condiciones climáticas y a las posibles enfermedades y plagas frecuentes en una huerta. Para conservar, hay que limpiar, secar y almacenar en buenas condiciones para el siguiente ciclo de vida. En la huerta el cuidado también está presente al momento de organizarla: preparando la tierra para recibir mejores nutrientes y la implicación al ubicar y relacionar a cada especie una al lado de otra. Compatibilidades y aportes significativos en la colaboración interespecies.

Iniciamos el encuentro Curatorial en contexto con Zulnilda Lepin Henríquez, cocinera, huertera y cuidadora de semillas de Lumahue, comunidad cercana a Barros Aranas a kilómetros de Temuco. Es parte de la Red de Semillas Libres y reconocida por sus saberes y sabores campesinos en Zuny Tradiciones, un espacio ubicado en Temuco a los pies del cerro Ñielol que es mucho más que un restaurante. Ella nos cuenta de la variedad de semillas que resguarda y nombra a su huerto como “desordenado”, quizás porque en la organización del

espacio destella una chacra que refleja la biodiversidad de las especies que la componen: árboles nativos, flores, hortalizas, frutales y plantas medicinales- aromáticas que son su farmacia.

Los alimentos con los que cocina platos con memorias campesinas provienen directamente del campo de personas mapuche y no mapuche con quienes mantiene una economía circular. Zuny nos cuenta de la importancia de los trafkintu, importantes ceremonias para intercambiar semillas originarias y mantener la soberanía alimentaria libre de intervenciones genéticas.

PREGUNTAS INICIALES

Para complementar nuestras reflexiones pedimos al equipo de curadoras respondieran un cuestionario que nos permitiese profundizar en las acciones curatoriales desde cada una de sus localizaciones, entendiendo que existen diversas maneras de comprender la práctica. De estas interrogantes presentamos una selección:

¿En qué consiste la práctica de una curadora?

Carolina Lara: Básicamente, la práctica de un/a curador/a aborda todas las acciones relacionadas con una exposición, o con abrir la experiencia de las obras de arte o de los procesos artísticos al público y comunidades. El término viene del “curatore” o cuidador/a de las antiguas colecciones de las cortes europeas. Por lo tanto, lleva intrínseca la labor de cuidar de las obras de arte, entendiéndolas hoy también como procesos y acciones, como prácticas que desde el arte se ponen a disposición pública a través de una reflexión y exhibición, lo cual,

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¿Qué hay de ese cuidado en las curatorías de arte contemporáneo?.

actualmente, debe plantear experiencias significativas más allá de la mera contemplación, abriendo sus sentidos a lo colectivo.

Paulina Varas: Consiste en activar formas de relacionarse con objetos, registros, textos. El resultado de una investigación que puede ser socializada, mediada con personas que saben o no del tema o cuestión presentada. En el mejor de los casos implica una potencia ética y política a partir de la reflexión sobre lo que puede decir y aportar hoy la estética en relación con la política.

Ana M.Saavedra: La práctica curatorial, para mí, consiste en la articulación de un discurso y una praxis en torno a producciones y/o acciones entendidas dentro de una noción de arte como campo expandido para la experimentación. He desarrollado trabajo curatorial muy ligado (aunque no de manera exclusiva) al funcionamiento de Galería Metropolitana, un espacio ubicado en un barrio obrero, en una zona periférica de Santiago. En este contexto, definimos lo curatorial como un trabajo en proceso donde convergen múltiples líneas de acción, tales como: el análisis político en sentido amplio, los afectos y el placer, la investigación, la escritura, la educación, el diálogo con los artistas y los vecinos, el trabajo con archivos, documentos y oralidades, la generación de nuevos proyectos dentro y fuera de las instituciones. En síntesis, la práctica curatorial como un ejercicio micro político, crítico y emancipatorio que promueve la transformación de las subjetividades, el arte y la sociedad.

Neyen Kintulen: Mi postura siempre es crítica en relación a estos preceptos y planteamientos del arte convencional occidental por lo que me interesa abrazar otras formas de relación social, más equitativas, colaborativas e insurgentes donde se desafíe la validación y reconocimiento de un arte que tiene una carga patriarcal, eurocéntrica, elitista y sobre todo colonial en este territorio, wallmapu, territorio mapuche en resistencia. Territorio en lucha por su liberación nacional y autodeterminación.

En este sentido me planteo otra forma de arte, desde lo mapuche, donde tiene otras lógicas de entendimiento y existencia, desde y para el territorio, que hoy es también violentado.

Me apropio del rol de raguiñelwe, que podría traducirse como mediadora en este caso, que interconecta, acerca, dialoga, que tiene un cierto grado de influencia en las decisiones importantes, donde socialmente la discursividad ha tenido un rol de suma importancia para encaminar las resoluciones y /o conflictos incluso. Retomo este concepto porque me interesa aterrizar la práctica artística a mi propia realidad, descolonizar los actos/gestos y maneras que abordan nuestro quehacer creativo/expresivo.

¿Qué es la curaduría para tí?, ¿Para qué hacer curaduría?

Loreto Gonzalez: La curaduría es una manera de sistematizar ideas y relaciones. Es la materialización de una experiencia. Es crear nuevas formas de investigación alrededor de muestras capaces de exhibir procesos y resultados. Esto como una forma más compleja

de divulgar conocimientos e imaginarios. Se trata de una metodología no convencional, concretamente visual - en mi caso - pero también mediante otras sensibilidades, que pueden ser el sabor u olor. En este sentido, la curaduría es una actividad que implica educación y ciertas pedagogías necesarias para poder vincular el tema de cada experiencia, con el público. Por eso es importante, porque la figura de una curaduría viene a ser la dirección de arte y también mediación a fin de llegar a otras personas. En mi caso, mi función de curadora es que la obra y el arte se acerquen a la comunidad, y viceversa, reconociendo en ello un valor.

Gonzalo Castro- Colimil: Para mi es una forma de hacer la cual me permite presentar un(os) estado(s) invitando al encuentro desde donde poder dialogar a través de diversos lenguajes con el objetivo de dinamizar y catalizar reflexiones geopolíticas, gracias a las selecciones presentadas, aportando al sustrato cultural.

Neyen Kintulen: Mi propósito es más que nada visibilizar el arte mapuche y creación local tradicional y contemporánea para generar mayores oportunidades a las denominadas “artesanas” de fibras vegetales, siempre desde un lugar que increpe las miradas tradicionales de valoración del arte textil, que siempre ha sido depreciada y reducida a la serialidad y falta de teorización como de visibilización.

-¿Cuál es tu contexto? ¿cómo entiendes la relación con él?

Paulina Varas: Mi contexto puede ser chileno pero también regional como son las ciudades de Viña del Mar y Valparaíso donde vivo cotidianamente. Me parece super importante que pensemos cómo hacemos exposiciones y proyectos curatoriales desde nuestros lugares, las necesidades que tienen el contexto de que haya o no exposiciones, y sobre todo pensar en la utilidad de estas para nuestras comunidades. Frente a un lenguaje homogeneizador y universalista, pensar en las singularidades de nuestros saberes, nuestras memorias y potencias del presente sin duda que permiten localizar mejor nuestras prácticas con un sentido situado, enraizado. .

Ana M. Saavedra: Mi contexto es múltiple y diverso: el barrio, las organizaciones locales, las complicidades y los afectos con múltiples personas, el trabajo académico apuntando a torcer imposiciones, el campo del arte con todas sus contradicciones, las relaciones entre lo local y lo global, etc.

Intento vivirla como relaciones móviles, cambiantes, no jerárquicas, activas, entendiendo que me mueve la necesidad de trabajar para hacer un aporte micropolítico, junta con otres, en movimientos transformadores de lo social y de lo cultural.

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Carolina Lara: Chile, provincia, el contexto donde me desenvuelvo está marcado por múltiples necesidades, tanto desde el ámbito del arte como del ámbito social, por la falta de políticas e instituciones que fortalezcan el sistema artístico y su relación con comunidades, por la precarización del trabajo artístico, por la falta de educación artística, por el desconocimiento que hay hacia el ámbito del arte, y por la academización de sus prácticas que han ocasionado una elitización y distanciamiento con procesos sociales, lo cual ha sido un desafío y un motor para el trabajo desde lo local hacia el territorio y comunidades, con muchos desafíos por delante desde un contexto macro determinado por el colonialismo, el sistema neoliberal, de mercado y heteropatriarcal. La relación la entiendo desde el interés por generar dar significaciones a la experiencia del arte, pensando en las condiciones de lugar, de territorio y de comunidades en un tiempo histórico, así como desde la apertura y los posibles aportes de la práctica curatorial a los procesos sociales y políticos.

Loreto González: Norte de Chile, donde no existen instituciones académicas que impartan carreras de arte. Tampoco existen museos ni centros culturales con enfoques contemporáneos. Por lo tanto, hay una ausencia importante de actores y estructuras. Sin embargo, la precaria escena cultural que existe insiste en otras lógicas de creación, y a partir de ello se han generado otras maneras de hacer curaduría no convencional. Es decir, no bajo la lógica del cubo, si no desde el territorio. Dentro del mundo popular más bien señalo que soy organizadora de exposiciones. Que trabajo con arte y después eso se muestra mediante un montaje en algún espacio. Ahí creo que queda claro, pero hablar de curaduría en contextos donde no hay escenario académico por ejemplo, es complicado. El concepto queda subordinado a cuestiones de clase finalmente. No obstante, no pierdo energía en seguir explicando el oficio, aunque siempre es necesario, y por lo mismo recurro siempre a espacios educativos para dar a conocer esta labor e incentivar a replicarla.

Neyen Kintulen: Sin visibilización no hay manera de entender y conocer el arte mapuche sobre todo para nosotros mismos que hemos perdido mucho conocimiento debido a la asimilación y negación, lo más importante es que si no generamos desde nosotros mismes oportunidades y posibilidades de impulso a nuestro kuzaw no vivimos, si ya nuestra sola existencia representa una amenaza nacional que “atenta contra la ciudadanía y nación” no vamos a tener otra cosa que seguir pugnando y abrazando lo poco que nos queda. También ha sido una estrategia de la dominación el cooptar nuestras expresiones oportunistamente, reducirlas a folclor y artesanía y desmerecer su retribución monetaria, hoy es urgente generar estrategias para promover su desarrollo y proyección. el arte mapuche actúa como un puente interdimensional, conectando pasado -presente-futuro en la práctica del hacer, manifestando y visualizando sus esferas y ejes de ejecución, considero que en las sociedades indígenas el arte tuvo y debe seguir teniendo un valor primordial, mientras que en la occidentalidad los trabajadores de las artes tenemos los trabajos más precarizados e inestables, considerados superfluos y no una prioridad esencial porque se ha distanciado del cotidiano, de lo espiritual, de lo social, de lo particular de cada sociedad y su acceso a este.

Gonzalo Castro- Colimil: Mi contexto son diversas vertientes que llegan a un gran cauce y una de las características de este flujo es la persistencia de modelos coloniales que nos toca vivir en lo cotidiano acá en wallmapu. Mi relación la entiendo de una forma directa, lo curatorial es una postura política donde mi interés es aportar a la masa crítica y sensible en los espacios que me desenvuelvo.

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Prácticas

curatoriales, archivos y memorias pendulares

Coordinadora: Paulina Varas Alarcón

Participan: Ivi Marifil Martínez, Catalina Valdés, Patricio Alvarado Barría

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Esta mesa pretende esclarecer el rol de la práctica curatorial con procesos de arte y política, memorias críticas y micropolítica de grupos. Pensar el cuidado de nuestros legados críticos como insumo y compostaje para nuestro presente.

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Presentación curatoría Zona

Costera y Bienal Concepción | Catalina Valdés

Créditos:

Detalle de la obra De navegantes de Braulio Diaz en Zona costera, parte de la Bienal de Artes y Ciencias de Concepción (octubre 2022).

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La huerta como museo, el museo como suelo | Ivi Marifil Martínez Créditos: Matías Duran

Temuco: la ciudad como expansión del Fuerte Militar | Patricio Alvarado Barría Fuente: Facultad de arquitectura de la Universidad de Chile

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COMENTARIOS

desde la moderación de la mesa:

Llegamos a un lugar, a una casa, que se presenta con un gran jardín y huerta. Esa primera capa de aproximación en el medio de la ciudad de Temuco, sin duda implicaba detenerse a escuchar y sentir. Este lugar es la casa de Zunilda Lepín, denominada “cuidadora de semillas” quien es una activa mujer que es parte y gestora de la red de semillas libres desde Temuco y en conexión con diversos lugares. Luego de escuchar su experiencia y comentar su proyecto de alimentación el cual pudimos además disfrutar. Comenzamos la primera mesa del encuentro “Curatorial en contexto” y que yo propuse titular “prácticas curatoriales, archivos y memorias pendulares”. Me parece que una primera aproximación tiene que ver con hacer puentes entre lo vivido esa mañana y la posterior conversación sobre prácticas curatoriales, es decir, pasar primero de un jardín; segundo de un círculo de conversación colectiva; y tercero hasta unas mesas tematizadas, ¿cómo hacer ese tránsito y adoptar formas de acceso desde nuestras ideas y nuestros cuerpos que puedan contener todos esos movimientos? ¿Cuánto de esos otros tiempos de escucha y atención podemos producir en estos momentos? Sigo pensando que una parte del arte contemporáneo puede acercarnos a formas menos apuradas, menos romanizadas y menos egoicas de lo que gran parte de la cultura actual ofrece. La mesa estaba pensada para ofrecer conversaciones y temas relacionados con las prácticas curatoriales, los archivos y las memorias pendulares. Las prácticas curatoriales entendidas como parte de una procesualidad, más cercana a un oficio que a un saber muy institucionalizado. La mayoría de quienes estábamos en el encuentro no estudiamos en alguna institución para hacer curadurías aunque la mayoría si estudió una carrera universitaria relacionada con el arte o humanidades. Quiero exponer en este punto algo que me parece importante, la práctica curatorial entendida cercana a un oficio quiere decir que hay un hacer implícito en esta práctica que nos vincula con las instituciones. Desde instituciones donde exhibir, o instituciones que aporten fondos para realizar la exposición o instituciones donde hemos estudiado alguna disciplina que nos da un marco de reflexión y en el mejor de los casos un método de acceso a un conocimiento. Es decir, las instituciones no son solo espacios depositarios del poder e inaccesibles, son máquinas de producción que sin duda pueden ser interpeladas y que en el mejor de los casos van aprendiendo lentamente de ese lugar de interpelación. Con esto quiero decir que al menos en Chile, la práctica curatorial está muy ligada a las instituciones y ha generado un saber que no necesariamente puede ser ejecutado por cualquier persona sin atender a este proceso de reconocimien-

to del oficio. Por ejemplo: Una persona que hace zapatos, desde su oficio dirá que no todo el mundo puede hacer zapatos, hay un saber del oficio que nace desde la práctica. En este sentido no creo que haya que estudiar en alguna institución para hacer una curaduría únicamente, quien quiera puede aventurarse en diseñar una exposición tanto dentro de un museo como en un lugar extrainstitucional. Lo que sí creo es que hay que tener adquirido ese saber de a poco para comprender cómo ese campo de fuerzas y sentidos de lo institucional poroso y resquebrajado, realmente aporta una experiencia sensible y política de nuestro entorno cultural.

Los archivos y las memorias pendulares implican un marco de reflexión posible según algunas ideas que vengo pensando con algunas amigas y compartiendo desde un proyecto de investigación. Es decir, cómo podemos aprender más y más y más de algunas experiencias del pasado que sin pensarlo ni proyectarlo siquiera, se conectan con impulsos del presente. Cómo hacer más puentes que encaren lo homogéneo y las formas de control que están en todo. Acciones pendulares que procesan más que instauran, que activan las potencias más que dirigen un sentido único. Qué perduran porque las reconocemos desde nuestras vulnerabilidades y fuerzas.

Las presentaciones fueron “La huerta como museo, el museo como suelo” de Ivi Marifil Martínez; “Presentación curatoría Zona Costera y Bienal Concepción en general” de Catalina Valdés; y “Temuco: la ciudad como expansión del Fuerte Militar” Patricio Alvarado Barria.

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Agradecí mucho conocer las experiencias de las personas que formaron parte de la mesa, tuvimos un intercambio y escucha atenta de sus propuestas, cada una con sus singularidades sin duda que están aportando en este entramado de exhibiciones, museografías y acciones, en distintos territorios.

Sobre el encuentro en general quiero aportar con una reflexión que compartí en una de las conversaciones posteriores. Me refiero a las curatorías y los públicos. Muchas veces pensamos en las personas que van a ser los públicos o espectadoras de las exposiciones que hacemos. Pensamos en los futuros, en el porvenir. Recordé lo importante que es no planificar quienes queremos que vean esas curatorías, sino que pensar más bien en las formas de sensibilización de nuestras prácticas con otras formas de acceder a las personas que visitaran las exposiciones. Compartí la importante lección que nos dan cotidianamente las infancias a quienes somos adultas en formación. Cómo muchas de las exposiciones que hacemos tienen altos componentes de adultocentrismo, ¡y cómo no va a ser así! Si la sociedad completa está basada en una mirada enfocada únicamente en la mirada de las personas adultas. Muchas veces las infancias son invitadas a las exposiciones en lógicas más instrumentales de la gestión donde se cuantifica el tipo de público y su alcance en diferentes estratos de la sociedad. Enfocarnos en reflexionar críticamente en el adultocentrismo de nuestras prácticas culturales y sociales no significa invitar a más infancias o “simplificar” o incluso “infantilizar” nuestras prácticas. Si no que incluir en nuestras vidas, reflexiones, ideas y acciones a quienes nunca tienen acceso a aquello que hacemos, que se ven como un público residual, un cuoteo. Incluir quiere decir, darle espacio, considerar, escuchar, ser parte. Si incluimos en nuestras reflexiones a las infancias también podremos empezar a pensar en una sociedad que desestigmatice grupos relegados a espacios de control, y que lo sensible-heterogéneo forme parte de nuestros lugares. Acceder a pensar desde otros lados, sin duda hará que las curatorías y otras producciones culturales cuenten con un importante rol en nuestras comunidades. Esto para mí también significa algo que los feminismos nos han legado, la capacidad de hacer espacio a aquello que ha sido relegado. Gracias.

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Paulina E. Varas
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Experiencias curatoriales expandidas

Coordinadora: Ana María Saavedra

Participan: Jocelyn Muñoz Báez, Cristian Inostroza Cárcamo, Lolé Muñoz

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Mesa que propone el encuentro y diálogo de prácticas curatoriales que se plantean como ejercicios micro políticos, críticos y emancipatorios que, a la vez, promueven la transformación permanente de las subjetividades, el arte y la sociedad.

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Derivas _ cuerpo y territorio en crisis | Jocelyn Muñoz Báez Créditos: Archivo Dé_tour [etnografías y deriva] Periférica | Cristian Inostroza Cárcamo Créditos: Javiera Muñoz Repetto
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En un amplio campo | Lole Muñoz Créditos: Gonzalo morales Mil fragmentos del alba en Galería Cívica, Curicó.

COMENTARIOS

desde la moderación de la mesa:

Nuestro propósito inicial era dar a conocer algunas experiencias de trabajo que se piensan como gestos expansivos desde y hacia el campo del arte en relación con los contextos sociales, políticos, medioambientales, etc. También desde la convicción de construir espacios fuera de las instituciones convencionales del arte -en sentido físico y también conceptual- promoviendo encuentros en esos lugares que se podrían definir como interfaces entre lo público y lo privado. Y, desde allí, presentarlos como material para una discusión localizada en el Wallmapu.

Mi/nuestro trabajo desde el espacio Galería Metropolitana (comuna de PAC, Santiago, 1998-2003) se ha planteado justamente desde esa perspectiva, intentando una permanente contaminación de/entre lo público y lo privado, lo docto y lo popular, lo individual y lo colectivo, lo artístico y las múltiples experiencias de la vida cotidiana.

La mesa que me tocó coordinar proponía un “encuentro y diálogo de prácticas curatoriales que se plantean como ejercicios micro políticos, críticos y emancipatorios que, a la vez, promueven la transformación permanente de las subjetividades, el arte y la sociedad”. Desde allí, la idea era llegar a conectarnos con la realidad del territorio, en el diálogo construido entre todxs.

Las experiencias que se presentaron en la mesa que coordiné se relacionan sobre todo en el intento por crear nuevos espacios para las prácticas artísticas; espacios donde se produzca el encuentro entre personas y sus diferentes saberes, expandiendo las prácticas propias del arte donde la aceptación y el rechazo se manifiestan como un campo de relaciones de poder y, por ende, desmontando aquellas formas jerárquicas.

En Derivas _ cuerpo y territorio en crisis, Jocelyn Muñoz Báez mostró la experiencia de un programa de creación e investigación expandida en forma de deriva por zonas vulneradas, donde se enfrenta el avance del capitalismo con las condiciones de vida de las personas y el medio ambiente. En recorridos colectivos se construye conocimiento a través del intercambio de vivencias y conocimientos sobre el territorio en cuestión y desde la experiencia compartida.

En Periférica, de Cristian Inostroza Cárcamo, la curatoría promueve el uso de espacios residuales, en un formato de encuentro, festival y muestra de obras en comunas populares de Santiago, rescatando poéticas que emergen desde contex-

tos poblacionales, rurales e indígenas. El espacio central del último encuentro fue el edificio abandonado del ex Juzgado de Pudahuel, locación que permitió desinstalar la conexión entre periferia, exclusión y violencia, estableciendo un nuevo vínculo con lo artístico como lugar de recomposición.

En el caso de En un amplio campo, de Lole Muñoz, se presenta la experiencia de una plataforma rescatada de la lógica publicitaria callejera, ubicada en el centro de la ciudad de Curicó; para transformarla en soporte de exhibición de obras y espacio de fricción en una localidad que se identifica con el imaginario campesino tradicional de la zona central del país y donde no existen instituciones vinculadas con las artes visuales contemporáneas.

Este micro diagrama de ejercicios curatoriales presentes en esta mesa -y que, por cierto, me involucra- plantea preguntas en relación a cuál es el lugar del arte y, me parece, pone en relación voluntades de construir espacios donde se generan prácticas de resistencia, donde el sistema de arte se problematiza y evidencia sus limitaciones. Diría que se trata de programas de trabajo que plantean maneras de pensar la praxis curatorial como una generación de nuevas formas de intercambio y de valoración de las experiencias de otrxs.

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En el entendido que las comunidades no existen a priori, sino que son tejidos que se crean, trabajan y fortalecen, el potencial micropolítico de lo artístico y lo curatorial radica justamente en su capacidad de activar zonas de democracia cultural y de pensamiento crítico. El arte y el aprendizaje mutuo, cuando trabajan interconectados, provocan esas activaciones de lo colectivo.

El intento y la insistencia de poner en común es lo que subyace a estos ejemplos de trabajo curatorial, además es lo que hace sentido a la hora de reconocer la metáfora de la semilla que rondó a todo el encuentro. Rescato la idea de que la semilla a “cuidar” en esta búsqueda de repensar o expandir lo curatorial, definitivamente no son “las obras”, como se esperaría desde el arte en un sentido institucional, sino que el potencial de imaginar, de crear, de resistir y de cuidar las diferentes formas de vida. En todas las presentaciones se apelaba de una u otra manera a la evidencia de los efectos de un modelo que amenaza el buen vivir.

Creo que la capacidad de proponer nuevas narrativas estuvo presente en todo el encuentro, aunque se pudo constatar diversas posiciones, sobre todo en las diferentes direcciones hacia donde se dirigen esas narrativas. Puede haber mayores intentos de consideración con el llamado “mundo del arte” en algunas experiencias que se presentaron y esos casos, muy probablemente, son los más vinculados a los centros donde existe un sistema artístico más definido.

Quedé muy agradecida de la invitación y de la posibilidad de compartir lo curatorial en un contexto crítico, donde nada está dado de antemano y donde un ejercicio desafiante surgía de evidenciar las tensiones entre identidades locales y prácticas artísticas no hegemónicas en contraste con los escenarios globales del arte.

La tarea de seguir construyendo curatorías locales está en curso y abre muchas posibilidades de crear conocimientos territoriales y de generación de vínculos personales y sociales; lo que podríamos resumir como procesos concretos de construcción de comunidades. El encuentro deja abierta la posibilidad de ir estableciendo puentes con otras experiencias locales que fuimos conociendo, como forma de aprender de lxs otrxs. Me parece que esto puede ser uno de los aspectos más fructíferos de esta experiencia, además de la convivencia: los diálogos más reducidos y los efectos y afectos que nacen y se acrecientan entre algunas personas y entre algunos proyectos. Esto puede ser parte de un proceso que no se vislumbra tan claramente como resultado general, pero sí es posible entenderlo como un fenómeno rizomático y expansivo en desarrollo.

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Curatoría y activismo, propuestas y desafíos en tiempos de crisis

Coordinadora: Carolina Lara Bahamondes

Participan: Valentina Inostroza Bravo, Sebastián Rodrigo Lovera Guerrero, Joana Mazza

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La crisis del sistema neoliberal y patriarcal revela la falla de las instituciones, su violencia y la urgencia de un cambio radical.

¿Seguiremos asumiendo la curatoría, las exposiciones, lo artístico tal como hasta ahora? ¿Cómo sumarnos a estos procesos de profundos cambios? ¿Cómo aportar?

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AHORA QUE SÍ NOS VEN: curatorías situadas y feministas | Valentina Inostroza Bravo

¿Sería posible que la curaduría de Arte no sea humanista? | Joana Mazza Créditos: Imagens do Povo, Ratão Diniz

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Censura Institucional como ejercicio de poder sobre la curatoría: Caso Carroña | Sebastián Rodrigo Lovera Guerrero

COMENTARIOS

desde la moderación de la mesa:

“¿Qué hacer con nuestra rabia?” El espacio del arte convertido en un lugar mercantilizado, jerarquizado, colonialista y patriarcal, cometiendo las distintas formas de violencia que ello conlleva. Espacios de arte elitistas, sacralizados por el academicismo, cultores de un mal entendido “arte político”, lugares escépticos, cerrados a la experiencia “sucia” del día a día, de la gente, de la población, de la calle. ¿A quiénes sirve el arte entonces? Desde ciertos sectores revisamos los procesos y buscamos algo así como devolver a este campo de creación y conocimiento su poder de acción social y política. Mi trabajo curatorial es más o menos reciente, y desarrollado entre espacios institucionales y el trabajo con comunidades, he desarrollado varias exposiciones con artistas principalmente de regiones, así como investigaciones sobre la relación del arte con lo social y político, sobre la labor de los artistas en nuestra historia reciente, viéndome impulsada por el estallido social a preguntarme por los espacios de arte, por su insuficiencia, sobre cómo potenciarlos, dinamizarlos y abrirlos a otros procesos; o sobre cómo salir de ellos, hacia dónde y con quiénes, encontrando en la noción de activismo una clave: más que tematizar “la política”, el activismo artístico contribuye a “producir” política (de la investigación “Perder la forma humana”). Contra la autonomía del arte y la idea de contemplación, aboliendo la distancia obra-sujeto, fomenta desde el acto de “poner el cuerpo” su socialización y multiplicación, lo colaborativo y la cooperación social.

En un contexto de crisis social y política, vertiginoso también –donde el estallido social, la pandemia y el derrumbe de la utopía que fue el rechazo a la nueva constitución, se recuerdan como un sueño–, me pregunto ¿cómo desafiar las formas comunes? ¿Cómo sumarnos a estos procesos de cambios profundos? ¿Cómo aportar? Con el tema de la mesa “Curatoría y activismo, propuestas y desafíos en tiempos de crisis”, buscaba imaginar en conjunto otras formas curatoriales desde nuestros objetivos, desde nuestro querer accionar que es político, desde donde pensamos en cambios y parece que el otro bando nos pone el pie encima y sucede que no somos tantos y realmente somos pocos. Entonces hace falta una labor gigantesca para aportar a ese cambio más profundo que queremos: ¿cómo nos instalamos frente a ese contexto?

El llamado a reflexionar desde el cruce entre arte y activismo, propició presentaciones que –sin embargo– generaron otras discusiones y reflexiones que no había pensado, que hicieron se diera vuelta mi propia perspectiva. El tema activó cuestiones anteriores, como ¿qué temas desafían a la institución y nos

impulsan a repensar los modos de exhibición? En las presentaciones de Valentina Inostroza (“Ahora que sí nos ven: curatorías situadas y feministas”), de Joanna Maza (“¿Sería posible que la curaduría de arte no sea humanista?”) y de Sebastián Lovera (“Censura institucional como ejercicio de poder sobre la curatoría: caso Carroña”), se trataron modos de visibilizar lo invisibilizado, los temas o grupos marginalizados, precarizados por un sistema de necropolítica, proponiéndose cómo reinstalarlos de algún modo: a los cuerpos de mujeres y disidencias en un museo-casa patrimonial de Valdivia; a los y las habitantes de favelas en Brasil a través de la práctica fotográfica; y a un imaginario de carnalidades, erotismo y violencia, obra de Lovera que fue censurada en espacios de exhibición de Temuco y que terminó siendo exhibida en la calle.

“¿Qué hacer con nuestra rabia?”, se preguntaba Valentina, invitando a imaginar cómo instalarnos desde el malestar; y, Joanna, desde un arte pos-humanista, más allá de lo patriarcal, lo dualista, antropocéntrico y colonialista, en prácticas del bien querer, implicando lo cotidiano, los afectos, el compartir.

Antes del Encuentro Curatoría en el Contexto Regional y hasta un tiempo después: probablemente aún no podemos definir lo que es la práctica curatorial en una frase, más aún si la pensamos de manera situada. ¿Qué es ser curador/a hoy y desde nuestros territorios? ¿Para qué? ¿Por qué son importantes estas preguntas? Gracias a las reuniones de preparación previa,

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“¿Cómo puede entonces la curatoría, como práctica cultural, resguardar los discursos estéticos de las obras en los espacios expositivos?”, nos interpelaba Sebastián. Las preguntas estaban en la relación con lo institucional, pero desde otros puntos de vista, en temáticas y formatos que tensionan los espacios normados.

que realizamos en conjunto, partimos desde cierto acuerdo: una curaduría puede abarcar acciones y experiencias más allá del formato exposición, proyectándola como herramienta política, debido a su potencial en implicancia con procesos artísticos, lo colectivo y el contexto. Sin embargo, lo que definió en parte el encuentro fueron las preguntas que se acumularon, las que quedaron sin ser dichas, o las que emergieron y quedaron como un alimento sin digerir en la Olla Común de Preguntas, recipiente para llenar y compartir que estuvo presente en todo momento.

Un gesto sin duda poético y político fue haber empezado el primer día en diálogo con Zunilda Lepin Henríquez, Zuny, curadora de semillas, lo que nos conectaba con un elemento en peligro desde la situación de precariedad frente al extractivismo y muy metafórico a la vez. Desde su práctica como cuidadora de semillas, nos dijo que éstas se guardan para ser compartidas y que son reservorios de memoria que germinan en la tierra, para la comunidad. Así, la curadora de semillas como una práctica en resistencia, donde el cuidado es pensar el sentido de reciprocidad y, por lo tanto, lo comunitario, la participación, la implicancia en un tejido social. Operando fuera del espacio del arte y de lo institucional: ¿es posible construir/ abrir otros espacios? ¿Es posible pensar otras formas de exhibición/acción, otras formas de vinculación? ¿Cómo “cuidar” las relaciones que se generan desde las prácticas curatoriales? ¿Cómo nuestras prácticas pueden permear el mundo del arte hacia la acción social y política? En contextos como los nuestros, regionales, marginalizados, con un sistema de arte precario, la curaduría es una práctica que casi no existe, donde muy pocas personas trabajamos desde la nomenclatura de curador/a, y –por lo tanto– está todo por hacerse. ¿Qué posibilidades tenemos desde el intercambio, el aprendizaje mutuo y el colaboracionismo? Curiosamente, en esta primera experiencia de encuentro en torno al ámbito de lo curatorial, no se habló tanto de esta noción, de sus alcances, formas, necesidades y desafíos, sino que primó el encuentro de diversidad de experiencias presentadas, donde se cruzaban nociones de lo curatorial. El llamado a postular con proyectos curatoriales que había en regiones, nos abrió a una riqueza que habita en los territorios más allá de Santiago y de nuestras propias centralidades, prácticas, expresiones, intereses, inquietudes, que significaron un aprendizaje. En mí, se disparaban muchos sentidos sobre lo que debía o no ser una curaduría en el contexto regional y actual, hacia dónde encauzar mis pro-

pias inquietudes. Sin embargo, esa intensidad no nos permitió extendernos sobre la práctica en sí desde los contextos en que nos movemos, desde lo territorial, lo histórico, desde nuestros intereses políticos, pero sí a hablar siempre de ello, de algún modo, en la deriva. Un tema clave que atravesaba las presentaciones, debates y conversaciones era la noción de encuentro, lo comunitario, la importancia de la relación entre los cuerpos, saberes y experiencias. ¿Qué es en definitiva “comunidad”? ¿Cómo la vamos armando, potenciando? ¿Cómo aportar a esos encuentros en realidad y profundidad? Finalmente, hacia dónde tenemos que ir, cómo asumir las prácticas curatoriales. Y, sin embargo, estuvimos muy lejos de definirlas o –tal vez– este constante expandirse, contraerse, expandirse y reinventarse lo curatorial como una herramienta política de cambio y que cambia también en sí misma, imposible de asir de una sola manera desde nuestros contextos precarizados, sea otra clave.

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Carolina Lara B.

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Coordinadora: Loreto González Barra

Participan:Sofía Enríquez G, Carla Sobrino D’Ottone, Jan Araújo

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¿Cómo trabajar una curaduría considerando a las personas? Curadurías críticas y mediación cultural.
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La mesa dialoga sobre metodologías utilizadas en prácticas curatoriales que ponen su eje en la experiencia más que en la producción del resultado. Curadurías que reúnen un fin pedagógico mediante herramientas experimentales y colectivas que proporcionan mediación cultural.

Existo y necesito cuidado: metodologías urgentes para la creación visual en el Desierto de Atacama | Carla Sobrino D’Ottone

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Curaduría Sensorial Geográfica | Sofía Enríquez G

Red Trófica Cósmica | Jan Araújo Créditos: Constanza Alarcón

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COMENTARIOS

desde la moderación de la mesa:

Las intenciones a dialogar en el marco de este encuentro fueron: conocer otras experiencias y reflexiones curatoriales fuera del centro; reconocer los desafíos curatoriales desde los propios territorios; fortalecer los procesos metodológicos colectivos; articular redes para al pensamiento curatorial desde el no-centro.

Como dinámica relacional, la mesa de trabajo que coordiné propuso a la escucha como centro de mesa. Considerando en ello, la posibilidad de encontrarnos más próximamente, es decir acercarse, incorporarnos, y así poner el cuerpo de manera consiente y atento a las relaciones que este ejercicio puede habilitar. Siendo la misma acción de juntarse un gesto afectivo, provocador, donde podrían producirse sensaciones de confianza o incomodidad, tal cual síntoma de intimidad.

Partiendo, Sofía Enríquez1 comenta la necesidad de una curatoría sensorial, la cual sea capaz de implementar la significación de los sentidos dentro de un tiempo y una cultura específica, a través del cuerpo y sus sentidos. Siendo ésta, la forma en cómo nos comunicamos con el mundo. Por lo tanto, he ahí la relevancia de dar a conocer a los públicos, saberes sobre el arte por medio de sensaciones, los que permitan empatizar con la exposición u acción a fin, y así abrir accesos que no siempre provienen de estudios formales, sino que directamente de experiencias sensibles.

En este mismo sentido Jan Araújo2, se pregunta sobre cuáles son las rutas que debería transitar el público para llegar a estas prácticas, y si es preciso entonces desviarse del formato tradicional. En tanto, “todo tiene conocimiento. Se trata de una cuestión ética, ecológica, de memoria” dice Jan. Instalando a la curatoría como acción- mediación entre personas y contextos. Expandiendo orillas para la creación de relaciones en medio de actividades cotidianas, pero no comunes. Pues, en la medida que el estímulo sea abordado desde otro punto de vista, sumará nuevas expresiones.

A partir de lo anterior, es que Carla Sobrino3 nos invita a plantearnos y exigirnos el crecimiento del oficio curatorial desde los territorios en concordancia con el quehacer colectivo. Haciendo efecto de ello en contextos donde la ausencia de formatos convencionales está muy presente.

Estas resonancias, son las que estimulan el trabajo desde una posición situada, con creaciones relacionales a las dinámicas de cada lugar para interpelar a los campos estáticos del arte, y

así impulsar gestiones que desborden las funciones académicas de la disciplina. Para plantar-gestar procesos de aprendizajes movedizos, con amores y humores propios de cada medio ambiente y de esta manera, hacer(nos) parte de lo que realmente nos involucra.

discutir acerca de un tema

ciertas interrogantes y/o contenidos críticos, con diversas fuerzas y tiempos, sin embargo, convenir en un mismo grupo con factores desconocidos o poco instalados, ha de producir una impresión distinta y rara vez tomada en cuenta.

La conmoción al iniciar una reunión dedicada a los cultivos de la curaduría, terminó siendo una verdadera paradoja. Ya que al guiarnos por la lógica del verbo “curar” concluimos que el concepto hace referencia a la posibilidad de cuidar, limpiar, proteger. Lo cual, naturalmente nos lleva a un lugar inquietante. Pero, ¿qué pasa cuando, a medida que se van presentando las ponencias, el abanico de plantaciones se muestra (a favor del diálogo crítico) contradictorio?

Ideas como: la semilla es como las personas, deben cambiar de tierra para crecer4 o, la huerta como museo, el museo como suelo5, vs modelos investigativos-expositivos convencionales, nos empujan a pensar en los reales criterios de acción que debemos tomar al momento de compartir los saberes. Lo que nos enrede con nuestros propios manejos, para ponernos en cri-

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“Destapar la olla o, ¿cuáles son los apetitos de la práctica curatorial?”: Viajar de todos lados para coincidir en una zona determinada, con el objetivo de
en común, esperaría afrontar

sis y de esta manera, ejercer la labor política sobre el problema del desarrollo teórico en cuanto reflexión de la práctica en sí. La intención aquí de revisar los florecimientos de la curaduría en el terreno del arte se vuelve una disputa, en tanto aparece el problema de quiénes, desde dónde y por qué el esfuerzo por cuidar de. Lo que despliega a su vez, formas (y fórmulas) de estudiar y obtener réditos acerca de lo mismo, para finalmente visibilizar los auténticos principios que cada quien desarrolla con intereses personales y/o colectivos. Cosas como hablar de comunidad sin las comunidades, o sin ser parte de las comunidades, definiendo una estructura estéticamente similar para representar, pero sin preguntarse u obviar, el sitio desde donde se comunica el discurso, fue una de las mayores problemáticas a considerar dentro de este encuentro.

Esto es fundamental de afrontar en futuras reuniones, para regar los diferentes cultivos que podrían proporcionar los sistemas del arte contemporáneo, enfocándonos en la premura por desmantelar una mesa, o bien destapar la olla, para ciertamente conocer (visualizar, olfatear, oír, tocar y saborear) los estados, paralelos, alternos y cruzados, que están sucediendo al interior y exterior, y con ello, obtener información para estar atentas a posibles contaminaciones, mutaciones e hibridaciones varias. Las que podrían afectarnos de una u otra manera, instando así a generar herramientas de defensa y construcción que nos conceda mejores condiciones al momento de sembrar semillas vinculadas a sus propias historias. En medio de contrasentidos y resignificancias que nos trasladen hacia una curaduría transfronteriza, de carácter heterogéneo, sin hambres proporcionales a la esencia colonial, al revés, con deseos de poner al fuego los caprichos de la razón enmarcados en la hegemonía de lo instituido, para prontamente cocinar los frutos de una cosecha errada, que seguramente sabrá interpelar y proyectar cualquier tipo de receta aprehendida.

Barra

1 Ponencia “Curaduría Sensorial Geográfica. Una aproximación sensorial a la práctica curatorial”.

MA en Estudios Curatoriales. Viña del Mar.

2 Ponencia “Red Trófica Cósmica”. Artista, curador, escritor, traductor. Brasilia-Concepción.

3 Ponencia “Existo y necesito cuidado: metodologías urgentes para la creación visual en el Desierto de Atacama”. Diseñadora y creadora. Coordinadora LAGDA. San Pedro de Atacama.

4 Zunilda Lepín. Curadora-Cuidadora de semillas. Palabras de apertura en el marco del Congreso Contexto Curatorial, octubre. 2022.

5 Ivi Marifil Martínez. Ponencia en Mesa 1 “ Prácticas Curatoriales, Archivos y Memorias”.

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Loreto González
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Esta mesa pretende visibilizar experiencias de mediación y difusión artística en contextos interculturales donde se promuevan procesos de transformación social desde los territorios y/o comunidades para estos mismos, en este sentido se buscan propuestas inclusivas, creaciones colectivas, artivismos situados entre otros que consideren las especificidades de los contextos en que se instalan.

Mediación y difusión artística

intercultural en Wallmapu

Coordinadora: Neyen Kintulen

Participan: Natalia Arcos, Hugo Farías

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Prácticas curatoriales con el Zapatismo | Natalia Arcos 3 cayucos zapatistas con la historia del EZLN- una montaña en Alta Mar. Pintura y tallado sobre madera. Créditos: Fotografía Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia, exposición Vasos Comunicantes de la colección del MNCARS. Vestigios de “Kona Rupu: Cartografía Sensorial - Residencia Artística” | Hugo Farías
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COMENTARIOS

desde la moderación de la mesa:

“¿Para quién hacemos arte? ¿Hacia dónde queremos que se proyecte nuestro quehacer artístico?” Las anteriores son preguntas que me planteé durante este encuentro, ya que veo innegables diferencias entre el arte contemporáneo y el arte tradicional indígena situado en los territorios y la defensa político ontológica que significa crear desde los principios de la comunalidad y posturas contra hegemónicas. Entonces poder ver esas diferencias y confrontarlas es algo que se reafirma en el encuentro, ya que seguir redundando en un arte funcional y complaciente a las lógicas capitalistas productivistas, donde se crea solamente para espacios como galerías, museos e institucionalidad, es algo que perpetúa y sostiene este sistema mundo civilizatorio productivo y patriarcal cosificador, donde el ego, lucro y aspiracionismo mueven en gran medida las expresiones artísticas y el flujo de los circuitos de visibilización del arte.

La mesa que coordiné se tituló “mediación y difusión artística intercultural en Wallmapu”, principalmente porque es necesario marcar diferencias y mostrar alternativas a lo Curatorial, considero que estas son instancias - las de mediación - mucho más horizontales, inclusivas y espontáneas que se dan en los territorios como una necesidad de sobrevivencia que aporte a su propio contexto, que surja del mismo para el mismo, que considere las dinámicas intersociales que permean la vida cotidiana y sociocultural sin tanta grandilocuencia, especialización y exclusividad para intervenir lugares en donde ocurre la vida cotidiana, ya que las mediaciones ocurren en espacios comunes, como escuelas, centros culturales, comunidades mapuche, barrios, poblaciones, gimnasios, canchas, plazas, etc. Desde la necesidad de aproximar el arte a la gente común, esa que no le interesa o no puede ir una galería o teatro, y que es la gran mayoría, considerando también lo colectivo de la difusión como una herramienta de transformación social que aporte a las comunidades, que estas se apropien de ellas, la utilicen, más que solo observar al artista o intentar comprender su obra, esto de por sí genera muchas veces una incomprensión que a mí misma habiendo estudiado artes me cuesta comprender, resultándome profundamente lejano, pretencioso y descontextualizado. Creo que crear pensando en mediar y proyectar lo artístico a lo sociocultural está profundamente imbricado, no se desliga.

Otro aspecto importante es el tema de lo Intercultural ya que se enuncia desde la experiencia que siempre se ha dado entre las diferentes culturas como encuentro dialógico para la cogestión común, tanto en el caso de la presentación de Natalia

Arcos sobre arte Zapatista como en la de Hugo Farías sobre una Residencia artística en Coñaripe que en sí son experiencias bastante diferentes, pero que se encuentran en el hecho de vinculación con el entorno sociocultural y territorial, en esa relación inter-culturas que permite la creación como un medio para el accionar/expresar/intercomunicar situado en un territorio que se busca considerar y aprehender incluso. Considero que esas intersecciones que permite pensar y mediar el trabajo en las sociedades en las que emerge y potencia, sostiene un sentido importante de destacar y repensar. Me parecen instancias expandibles de replicar asumiendo también las contradicciones que pueden generar, para mi al menos son instancias necesarias de confrontar, valorar, analizar, etc.

Siempre un tema importante a abordar en el quehacer artístico es hasta donde podemos llegar, creo que desde la lógica convencional de pensar el arte, no existen límites, tal cual opera el laissez faire, esa relativización que justifica los medios y el fin, el producto, el efecto, lo pomposo, lo que me parece nocivo porque en mi experiencia y posicionamiento, el arte es también un medio de reivindicación y denuncia que requiere de una metodología propia y que no sea fagocitada por el poder, para así cambiar un sistema estructural que requiere de cambios urgentes, entonces crear nuevas estrategias y nuevos mundos propositivos y alternativos a los viejos paradigmas es un reavivar otras trincheras, desde abajo, los márgenes y disidencias, lo negado, etc.

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Considero que varias, afortunadamente no todas las diversas posturas y experiencias planteadas en el encuentro siguen siendo academicistas, capacitistas, elitistas y por lo mismo segregadoras, las lógicas antes mencionadas se inscriben en dinámicas históricas de operar hegemónicas eurocentradas y coloniales donde se secciona la

La excesiva abstracción del lenguaje, la sobre-conceptualización y teorización genera en sí misma un cercamiento al acceso de la información/comprensión, por lo que queda encapsulado en lo específico, en las burbujas- mundos privilegiados donde se naturaliza la institución como algo del que no se puede ni se debe salir, lo que francamente me resultó ingratamente chocante. Hoy se vuelve trascendental visualizar y confrontar posiciones porque estas fricciones son también detonadoras de accionamientos inminentes hacia la emancipación, ya que quienes nos encontramos en una situación de menoscabo y subalternidad todo lo que hagamos resulta ser una lucha, un grito o un simple gesto de sobrevivencia, ese motor y pulsión movilizador necesariamente estalla visceralmente porque no cabe en definiciones cerradas o encapsulamientos condensados, superando cualquier tipo de fragmentaciones. Por eso no creo comprender ese refinamiento tan cuidado de la apariencia sin ahondar en lo que está en el fondo, creo que ya han sido demasiados siglos de imposición del sentido estético burgués maquillado de buenas intenciones pero donde hay también banalización de lo diferente, donde ha existido y continúa habiendo un manejo del arte indígena, por ejemplo para que encaje en el paradigma occidental mercantilista, una maquinación de conveniencia que no profundiza y solo sigue apropiándose y sacando de contexto. Hablo sobre algunas experiencias de la última jornada, sobre cómo el arte mapuche funcional a las instituciones transgrede todo el sentido profundo desde donde emerge para prestarse para el exhibicionismo y sin siquiera hacerse cargo de los cuestionamientos que genere. Se dio esta instancia de discusión/ reflexión muy necesaria y es lo que más me deja este encuentro, poder defender nuestras posturas, miradas, sentipensares y creaciones desde la sinceridad y el ímpetu de creer y reafirmar lo que somos y queremos, más allá de las complicidades des posesionadas, en el ser y vivir libres del condicionamiento y disciplinamiento normativo que no permite ver más allá de esas miradas delimitadas que deciden que es arte y que no lo es.

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realidad para hacerla más compleja de lo que parece y donde no todo el mundo tiene las herramientas para llegar a ellas ni comprenderlas.
Neyen
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Prácticas curatoriales en Wallmapu

Coordinador: Gonzalo Castro-Colimil

Participan: Carolina Castro Jorquera, Cristian Vargas Paillahueque, Claudia Cofré Cubillos

Esta mesa pretende visibilizar experiencias de prácticas artísticas y curatoriales en Wallmapu. Incorporando a la discusión las problemáticas políticas, sociales y culturales abordadas desde el campo de las artes de la visualidad.

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Tránsito interrumpido: un anhelo hacia el retorno a los cuidados del patrimonio de las primeras naciones, en el trabajo filmográfico y curatorial de Francisco Huichaqueo | Carolina Castro Jorquera Wenu Pelon- Portal de luz Francisco Huichaqueo, MAVI 2019

Créditos: Freddy Ibarra

Arte Mapuche contemporáneo y el ciclo descolonizador: los noventa en el campo cultural | Cristian Vargas Paillahueque Fuente: El Diario Austral de Temuco, Portada, domingo 8 de mayo de 1994. Encuentro “Zugutrawün”.

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Resistencias y re-existencias estéticas y políticas en el trabajo artístico de Patricia Pichun y Lorenza Aillapan | Claudia Cofré Cubillos Fotograma DUAM Video performance, trabajo colaborativo de Patricia Pichun y Lorenza Aillapan 2021

COMENTARIOS

desde la moderación de la mesa:

Esta mesa nos permitió constatar aciertos y problemáticas gracias a los diálogos en relación a las prácticas curatoriales, sus cuidados y vínculos con el Wallmapu. Destacaré algunos conceptos que obtuvieron mayor presencia en nuestro encuentro como la problemática del reconocimiento, políticas de la identidad e interculturalidad. “Tránsito interrumpido” se refiere Carolina a piezas arqueológicas que se encuentran cooptadas en distintos museos y por supuesto en colecciones privadas, pero ella señala dos trabajos de Francisco Huichaqueo que pretende descolonizar estos espacios, por ejemplo la sala arqueológica del MAVI, donde el artista - F. Huichaqueo - realizó una composición de las piezas con gran maestría embelleciendo y blanqueando los problemas de fondo, por ejemplo, que las políticas públicas están muy retrasadas en temas de restitución del patrimonio y siguen perteneciendo al estado chileno y no a las naciones de origen, sumando la pérdida del valor cultural que poseen en sus dimensiones política, ceremonial, espiritual entre otros. Casi de inmediato se me viene a la cabeza la frase de Audre Lorde “las herramientas del amo nunca desmontarán la casa del amo”.

mapuche y lo difícil que se le ha hecho lograr recabar estas informaciones. Sabemos que hay una serie de agentes culturales que ya están realizando este trabajo sistemático para en un futuro cercano sociabilizarlo. Lo que provocó Cristian va en proyección de la “política de identidad”, gracias a los ejemplos que compartió: la brigada Muralista Awkatun y El Encuentro Zugutrawün, ambas son respuestas anticoloniales produciendo pinturas o gráficas Mapuche al igual que un encuentro donde se discutieron la impronta poética y visual del wallmapu (Cultural). Me quedo con dos puntos discutidos ese día: ¿Por qué el arte mapuche actual o en su mayoría no contiene esas reflexiones y prácticas anticoloniales? ¿Será que lxs artistas son condescendientes a modelos globales de circulación artísticas y culturales? Es muy interesante confrontar estas 2 escenas y sus compromisos entre arte y política. Ahora dentro del archivo levantado por su investigación surgido desde el Wallmapu y que pretende ser donado al CEDOC-CNAC, nuevamente nos deja con esa sensación de poca consideración hacia los lugares de origen al no existir retribución en los territorios trabajados, existiendo un archivo de suma importancia para el territorio como el archivo regional de Temuko, quienes sin duda ha sido un pilar fundamental para distintas causas Mapuche, ¿por qué no se dona a este archivo ahí?

Dicho esto, me queda la sensación nuevamente de no poder contar nuestra historia nosotrxs mismxs, Cristian Vargas abre su intervención contándonos sobre la producción, reflexión y tensiones que elaboraron distintos artistas Mapuche durante la década de los noventa, en el marco de la conmemoración crítica del V Centenario. Se pregunta por qué no hay un archivo de una escena artística Mapuche, lo expresa en tono de emplazamiento a la poca atención que se le brinda al arte contemporáneo

A diferencia de Claudia Cofré quien nos habla de “Resistencias y re-existencias estéticas y políticas”, prácticas culturales desde y para el wallmapu, revisando los trabajos de dos artistas locales Patricia Pichun y Lorenza Ailllapan proponiendo un análisis conceptual del tiempo, cuerpo y re-existencia. Gracias a la selección de Claudia podemos constatar prácticas y estéticas decoloniales contemporáneas en la región de La Araucanía, enfatizando que tienen formas de vida distintas en relación al tiempo y espacio acompañado por la corporalidad y espiritualidad sumergidos en su entorno. El cuerpo señala Claudia “Se configura en una noción de cuerpo desobediente” y la re-existencia utilizada “como estrategias de visibilización y de interpelación a las prácticas de racialización y exclusión”. Estos trabajos dejan en manifiesto ciertos panoramas específicos, genuinos en su labor. Extrañamente no tienen cabida en modelos permanentes de las artes visuales siendo que el arte ha sido siempre una expresión cultural de la humanidad conviviendo entre culturas. La interculturalidad en este aspecto es un reflejo social, no podemos esperar menos donde los modelos de un país no reconozcan otras formas de vida. Por esa razón y gracias a que el arte es autónomo tenemos la posibilidad, el compromiso de levantar y fortalecer nuestro propio ecosistema

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Queda en manifiesto que el “reconocimiento” puede contribuir a que siga prevaleciendo un discurso oficial manteniendo su estado jerárquico de quienes decidan cómo, dónde y de qué forma se exhiben distintos contenidos en los espacios artísticos o culturales.

donde dialoguemos con otras vertientes y generar alianzas para coexistir en un espacio horizontal generando respuestas a modelos hegemónicos actuales.

El encuentro me parece un hito, no tengo antecedentes de un espacio de intercambio como el acontecido. Creo que sin duda marca un precedente en la región. Como fue la versión 0.0 agradezco todo lo que se puede considerar para un futuro encuentro.

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Gonzalo Castro-Colimil

En tres días sólo se prepara la tierra

Conclusiones curatorial: reflexiones y opiniones.

Si bien en este encuentro nos reunimos personas con interés en el tema curatorial, la heterogeneidad en el abordaje de la práctica se hizo evidente desde el comienzo. En nuestro rol de anfitriones nos vimos atravesad+s por una pluralidad que preexistía antes de que realizáramos la convocatoria. Las conversaciones tenían sus antecedentes en encuentros anteriores que hundían sus raíces en procedencias disciplinares (académicas en la mayoría de los casos), geográficas (que configuraban las posibles interrogantes que se compartían) y claro, políticas (que revestían una cualidad específica a lo que se decía o hacía). Partimos de una mirada ingenua sobre algo que no conocíamos. Nos propusimos trasladar el debate desde donde habitualmente reconocemos se aborda: los centros de poder, sean estos institucionales, sean estos geopolíticos. Estábamos en la ciudad de Temuco en la región de la Araucania/wallmapu.

La mayoría se había encontrado en su quehacer y la relación nominal con la curaduría habría emergido posterior a una constatación fáctica de un hacer, vinculado a la gestión cultural, al pensamiento, a las realidades en las que se insertan las prácticas artísticas y su politicidad. El debate entonces quedó referenciado a la experiencia y a la acción que denotan las decisiones, más que a la formación al respecto. El desafío presentaba bordes difusos, a veces problemáticos. Tuvimos paciencia, observamos, escuchamos, constatamos.

Dimos inicio a la discusión ofreciendo un paralelismo entre el rol curatorial asociado a las obras de arte, con el cuidado de semillas de la mano de Zunilda Lepin. Arrojamos e invitamos así a una concepción situada de los cuidados. La morfología cambiante del crecimiento de una semilla en la huerta fue orientándonos en la toma de decisiones. En esto enfocamos nuestros esfuerzos, buscando cuidar el encuentro. Dejamos que ocurriera efectivamente el intercambio. Propusimos lugares desde los cuales conversar: un restaurante, una granja agroecológica, una galería de arte.

Abrir la casa, esa arquitectura fugaz que se presenta en el encuentro entre personas. Pensemos en esto: los cuerpos portando un sinfín de trazos y ritmos que combinados confluyeron en un solo lugar. Las personas invitadas a compartir palabras. El resultado: una constelación de posturas, performances/marcaciones que reflejan tensiones, hebras que plantean la problemática por lo común, en el sentido de que lo que para Marina Garcés permite salirnos de la pregunta del “¿qué nos une?” y de sus incansables aporías, para aventurarse en su formulación contraria

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“¿qué nos separa?”. Las discusiones emanadas en este marco, trazaron las líneas discursivas que lo configuraron y atravesaron. Algunas de estas se presentan en esta publicación. Nos sorprendimos del alcance que habilitaron estas potencias desplegadas.

De cierta manera, teniendo en cuenta la necesidad de contextualizar la curatoría a la reflexión regional, las vinculaciones encarnadas de este encuentro, nos permitieron trasladarnos de la relación monopólica de “representación y acción” - yo hago, yo soy, yo vengo- a la de “atención y trato” - ¿como somos, como hacemos, como acudimos? - , abriendo la pregunta de ¿cómo atender a lo que nos rodea?, ¿a qué prestar atención?, ¿qué nos requiere el vínculo con esos cuerpos “otros” humanos y no humanos? ¿para quién y cómo construimos la curatoría en regiones?

En un campo de relaciones siempre cambiantes de interdependencia y convivencia efímera, flujos e intermitencias, el trato no es un programa de acción, sino un modo de relación a la vez activa y receptiva, que contempla precisamente la necesidad de atender a la potencia, nunca del todo previsible, de cada situación.

Así, fuimos e hicimos un encuentro. Nuestra apuesta por pensar la curatoría en contexto regional, fue masticada a sí misma en el conjunto de esas diferencias presentes, las que se tornaron cada vez más nítidas y activas, definiendo posiciones, generando distancias y cercanías.

Si consideramos que toda exposición narra una historia al obligar al observador a moverse por el espacio expositivo siguiendo un cierto orden y que el espacio expositivo es siempre un espacio narrativo, podemos considerar que este encuentro develó una de las tantas historias posibles de ser contadas, quedando resabios y ausencias inevitables.

En un mundo donde la visibilidad es el régimen dominante de toda emancipación, si la curaduría es agencia en el ejercicio de hacer visible, nos acercamos a la pregunta sin respuesta por ahora: ¿se trata de descifrar o de guardar un secreto?

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Nicole Aliste Carrasco y José Isla Hidalgo.

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