28 minute read

II. Estéticas unívoca, equívoca y analógica

Next Article
Introducción

Introducción

II. ESTÉTICAS UNÍVOCA, EQUÍVOCA Y ANALÓGICA

[Introducción] Lo mismo que con la hermenéutica, según lo descrito por Mauricio Beuchot y que marcan tendencias o predominios,22 la estética puede clasificarse en tres tipos, a saber, la estética univocista, la equivocista y la analógica. Las primeras, agotadas ya, han dado de sí, además de presentar inconvenientes. Esto deja espacio para la tercera, que como la hermenéutica analógica, sería más equilibrada, de camino intermedio. Así, antes de tratar la forma en que aplica la hermenéutica analógica para una estética que sería, también, analógica, describiré cómo serían las estéticas univocistas y equivocistas.

Advertisement

Siguiendo a Umberto Eco, Beuchot recuerda que hay una tensión entre posturas extremas en la hermenéutica. Están quienes sostienen que interpretar es recuperar el significado dado por el autor intencionalmente y que es único. Asimismo están quienes piensan que interpretar consiste en indagar o rastrear

22 Cfr. Beuchot, Mauricio, Tratado de hermenéutica analógica… pp. 3340; Beuchot, Mauricio, Perfiles esenciales de hermenéutica… pp. 49-53; Beuchot, Mauricio (2013), Hermenéutica analógica y sociedad. México: Asociación Mexicana de Promoción y Cultura Social (Colección Humanismo Cristiano 8), pp. 15-16.

significados al infinito, en un proceso interminable e indefinido. En los primeros predomina el univocismo, pues buscan un significado único, reducen al máximo la polisemia, siguen la lógica de la identidad. A éstos se los ubica en la hermenéutica positivista o univocista. En los segundos predomina el equivocismo, que es lo propio de la hermenéutica romántica, según Paul Ricoeur, pues ellos se topan con el significado oscuro y confuso, siguen la lógica de la diferencia.

En lo que a continuación sigue se presentarán las características del univocismo y del equivocismo en las hermenéuticas y las estéticas (en la hermenéutica y la estética), a modo de describir las tendencias, marcar sus límites y plantear sus deficiencias. Con esto se abre la puerta a hablar de una hermenéutica analógica y una estética analógica, pero de manera breve, pues los detalles se presentarán en el siguiente apartado.

[Estética univocista o positivista] Hay univocidad cuando se predica de un conjunto de cosas de manera idéntica porque en ellas no cabe la diversidad.23 En filosofía, por ejemplo, los paradigmas de una postura univocista son Parménides, Platón, John Stuart Mill y Rudolf Carnap. Para John Stuart Mill, cuenta Beuchot, para las ciencias, naturales y sociales, todos los términos son unívocos, pues con ello se unifican criterios. El positivismo puede ser visto como un bloque de doctrinas y tesis univocistas sostenidas por sus seguidores.

23 Beuchot, Mauricio, Tratado de hermenéutica analógica… p. 33.

Con el paso del tiempo se descubrió que el positivismo lógico encerraba contradicciones. Un lenguaje unívoco y una ciencia unificada no se lograron. El criterio de significado como verificable empíricamente y el rechazo de lo no unívoco eran enunciados inverificables empíricamente. Pero no quiero detenerme en estos detalles que Becuhot expone en su Tratado de hermenéutica analógica, sino en hacer notar cómo esto mismo pasó con la estética. La teoría del arte, así, en general, tuvo un ideal de univocidad, a saber, el uso de expresiones de sentido idéntico para todos los referentes. Piénsese en la categoría estética de belleza y la noción de arte que desde el Renacimiento hasta las teorías científicas del arte de finales del siglo XIX y principios del siglo XX acompañaron los acercamientos a la producción artística, intentándola explicar distintos intelectuales. Para evitar hacer el recorrido, tomaré un modelo, esto es, a Charles Batteaux, que como se sabe, propuso que las artes son artes porque son bellas y porque imitan a la naturaleza. La belleza de la producción pictórica, por ejemplo, debía ajustarse a ciertos cánones determinados. Además debían imitar a la naturaleza. Así pues, lo que no cumplía con estos requisitos, no era ni bello ni, por supuesto, arte, lo que visto desde nuestra época, dejaba fuera muchos trabajos que ya hoy aparecen en las historias del arte, como es fácil de constatar. Es cierto que la propuesta de Charles Batteux fue discutida pronto, pero su influencia aún persiste.

La estética como saber de la sensibilidad, de la belleza y del arte, ha incurrido, entonces, en extremos. El extremo univocista, tal como se ha caracterizado, es el extremo de lo que puede denominarse, pues, “teoría tradicional del arte” (cosa que no indica que se esté en contra de lo tradicional, sino porque normalmente se asocia con algo que aún se sostiene por algunos). Esta teoría consiste en prescribir, que es ordenar. Es decir, este tipo de teoría lo que hace es ordenarle al artista lo que hay que hacer y decir cuándo hay o se está frente a una obra de arte y cuándo no. Tiende a ser impositiva. Es normalmente lo que los artistas combaten: las prescripciones, las imposiciones. Esto y las definiciones del arte estrechas dejaron fuera, por mucho tiempo, artes que lo eran, pero este extremo llevó, como sucedió en la filosofía y la hermenéutica a su extremo opuesto, el romántico o equivocista, al de la dispersión.

[Estética equivocista] De las definiciones estrechas del arte, que dejaban fuera artes que lo eran, pero que no cumplían con los criterios de aquéllas, a las definiciones generales que admitían productos y actividades que no eran arte, se sucedió un periodo de renuncia a toda definición porque el arte, se sostuvo, no tenía límites. Sin embargo, esto trajo consigo no sólo un exceso de permisividad en la producción, sino la pérdida de criterios de identificación. Si los conceptos son los que nos ubican en el mundo, no tenerlos, más bien, nos pierde y sin dificultad es fácil dar por hecho que una cosa es lo que no es. Esto pasó en la posmodernidad, que acentuó la diferencia,

que luchó contra los excesos de la modernidad, no obstante sólo consiguió dispersión y desacuerdo. Si “lo equívoco es lo que se predica de un conjunto de cosas de modo diverso”,24 éstas, las cosas, no tienen conmensuración unas con otras. Una hermenéutica romántica, o equivocista (como la que representa Schleiermacher), permite la recreación constante del significado por el lector o intérprete en cada momento, sin objetividad y dando lugar a una subjetividad distorsionadora. No pretende recuperar la intención del autor, sino que se pierde en el vértigo de los significados indeterminados de los intérpretes.

El equivocismo en estética es el representado por la historia o historiografía del arte, pero también por las aproximaciones sociológicas, antropológicas y filosóficas posmodernas, por decirlo de esta manera. Se trata de un extremo porque lo que se hace, como hace la historiografía del arte, únicamente es describir. Describir, empero, sólo es el comienzo. De ahí se parte y avanza para tratar de profundizar más en las obras que estamos analizando, porque si no, nos quedaremos en la mera descripción, en la superficie, cosa que se ha, incluso, elogiado. Si llega el punto en el que sólo se describe, nada más se tiene que decir, no se tendría que profundizar nada más, no se entendería nada más, no tendría sentido comprender nada más. El extremo equivocista es asimismo muy permisivo. Si de lo que se trata es de describir, casi y prác-

24 Ibídem.

ticamente cualquier cosa puede ser arte, con tal de que se describa como tal. Pero no sólo se trata de eso. Con esto se está en el relativismo total.

El relativismo encierra una contradicción semántica y pragmática. El enunciado icónico del relativismo, “todo es relativo”, es absoluto paradójicamente. Los límites del relativismo están en aceptar algo como universal.25 Esto visto desde la estética supone que, incluso cuando se acentúe la diferencia, se mantenga la superficie, se niegue la profundidad y se rechacen todas las definiciones. El equivocismo relativista parte de un supuesto universal, como que todo es diferente, no hay profundidad, el arte no puede ser encerrado en los límites de una definición. Se autorrefuta lógicamente el relativismo. Esto en la teoría. En la práctica tampoco se sostiene. Cualquier artista, en la actualidad, piensa como equivocista posmoderno, pero actúa como moderno, regido por esquemas institucionalizados de certificación de su obra, es decir, se atiene a convocatorias y concursos que evalúan su trabajo porque tienen criterios que permiten hacerlo.

No sólo hay autorrefutación e incoherencia en las posturas presentadas, tanto para la hermenéutica como para la estética, sino, también, un camino cerrado. Desde Aristóteles hasta Quine, dice varias veces Beuchot, hay tres modos de signifi-

25 Ibíd., pp. 53-54.

car, a saber, el unívoco, el equívoco y el analógico.26 Este último es el que propone Beuchot. Y así como la Estética puede ser una hermenéutica de la sensibilidad, la belleza y las artes, esta hermenéutica debe ser analógica y no de tendencia positivista o romántica.27

[Estética analógica: primer acercamiento] La hermenéutica analógica ya ha mostrado su rendimiento, fertilidad y viabilidad de aplicación en las ciencias sociales y humanas. Desde Aristóteles, la analogía es en parte diversa, preponderantemente, y en parte semejante. Con esto se respetan las diferencias, lo que salva del univocismo, y permite tratar el silogismo, lo que salva de la dispersión equívoca.

Aunque se verá con más detalle más adelante, Beuchot recupera para una interpretación analógica, la analogía metafórica o de desigualdad, la de proporcionalidad y la de atribución. La primera, que es impropia y traslaticia, permite asociaciones de aspectos disímbolos, como las flores de un prado y la risa del hombre. Ambos pueden significar alegría. De esto surge la frase “el prado ríe”. La analogía metafórica permite hacer poesía y la poesía es uno de los objetos ma-

26 Cfr. Beuchot, Mauricio (2012a), “Hermenéutica analógica y política”, en Anacronismo e irrupción, Vol. 2 N° 3 - noviembre 2012 a mayo 2013, p. 185. 27 Cfr. Beuchot, Mauricio (2013b), Hermenéutica analógica y sociedad… p. 16.

teriales de la estética, en tanto que una de las artes. La analogía de proporcionalidad asocia términos con significación común y distinta; implica diversidad, pero en el marco de la proporción. La analogía de atribución jerarquiza, pues hay atribuciones más propias que otras. Esta analogía permite conservar varias interpretaciones de un texto, pero con orden, desde la que se acerca más a la intención de autor hasta la que menos.28 La estética que es interpretación de la sensibilidad, la belleza y las artes lo haría, también, analógicamente, pues respetaría las diferencias y la diversidad, pero sin perderse en ellas. La analogía de proporcionalidad, impropia o propia, le permitiría encontrar las semejanzas, cercanas o lejanas, entre las cosas y lo que se dice de ellas. La analogía de atribución daría la oportunidad de jerarquizar las interpretaciones sin declarar falsa a ninguna que mantenga la seriedad, pero sin ponerlas en el mismo nivel de comprensión. Igual que la hermenéutica analógica que se aplica a distintos campos del saber, la estética analógica podría aplicarse a distintos campos, porque de entrada reconoce que hay sensibilidades, bellezas y artes, pero que las hay en la medida en la que tienen en común algo que las hace ser sensibilidad, belleza y arte. Los mismos objetos de la estéti-

28 Cfr. Beuchot, Mauricio, Tratado de hermenéutica analógica… pp. 46-52; Beuchot, Mauricio, Perfiles esenciales de hermenéutica… pp. 54-58; Beuchot, Mauricio (2012c), Ordo analogiae. Interpretación y construcción del mundo. México: UNAM (Cuadernos del Seminario de Hermenéutica 6), pp. 17-19; Beuchot, Mauricio, Perspectivas hermenéuticas… p. 12.

ca serían vistos de manera analógica, no de manera unívoca ni equívoca. Lo mismo que la hermenéutica analógica elude la univocidad inalcanzable y la equivocidad huidiza.29

La estética tendría, pues, que estar ubicada entre esos dos extremos. ¿Qué hay entre la prescripción y la descripción? Algo en tensión al estar entre ambas. Está entre ambas y las tiene en cuenta, vive de esa tensión, no las pierde, pero tampoco se cae hacia uno u otro lado. ¿Qué hace la estética entonces entre la descripción y la prescripción? Interpreta. Esto es difícil y lo es porque además de que la estética se encuentra entre estos dos extremos como hermenéutica de la sensibilidad, la belleza y las artes, también la estética está tensada entre las teorías y los gustos. Cuando se pretende hacer un ejercicio de investigación estética, casi siempre se cae o en el extremo univocista, es decir, se pondera lo que dice el teórico o en el extremo equivocista, el de mi gusto, como cuando se dice que en gustos se rompen géneros o que respecto del gusto no hay nada escrito. Ésa es la posición. Interpretar es una labor muy difícil porque no podemos quedarnos en uno u otro. De hecho, en el caso de que se caiga en cualquiera de los dos extremos, estaríamos dejando de hacer estética. En el primer caso sólo se repetiría lo ya dicho y en el segundo no se sobrepasaría el nivel sensorial del gusto o el disgusto. La estética, pues, evitando los extremos univocista y equivocista, la prescripción y la mera

29 Cfr. Beuchot, Mauricio (2012c), Ordo analogiae. Interpretación y construcción del mundo… pp. 17-19.

descripción, interpreta textos. La sensibilidad, la belleza y las artes son sus textos. Interpretar significa apropiarse lo comprendido, profundizar en la comprensión y poner un texto en su contexto. Por eso puede decirse que la estética es un saber interpretativo (de apropiación, profundización y contextualización) de la sensibilidad, la belleza y las artes.

El modelo analógico aplicado a la estética abre el diálogo. Un modelo unívoco no es dialógico y menos uno equívoco. El primero lo cierra. El segundo se dispersa en monólogos sordos. Este diálogo al que abre la analogía en la hermenéutica y en la estética es intersubjetivo y alcanza lo objetivo de la realidad, pero mediada por el ser humano en su encuentro con el mundo. Con la analogía se superan y evitan los univocismos y los equivocismos.

III. ESTÉTICA Y ANALOGÍA

[Introducción] La estética es, según lo que se ha expuesto hasta ahora, una hermenéutica regional o específica, cuya finalidad es comprender o interpretar la sensibilidad, la belleza y las artes o el arte. Lo mismo que la hermenéutica, se distiende entre dos extremos, uno univocista, el de las teorías científicas del arte; otro equivocista, el de la historiografía y las teorías posmodernas del arte. La estética, pues, requiere, para evitar ambos extremos, vertebrar la analogía. En este apartado me detendré en la exposición de la analogía y sus aplicaciones a una estética que evite las deficiencias o las complicaciones en las que recaería si se cargara hacia uno u otro extremo. A continuación, siguiendo la obra de Mauricio Beuchot, daré cuenta de la analogía y de lo que puede denominarse estética analógica, de camino hacia una estética prudencial.

[La analogía en general] Beuchot recurre a Tomás de Vío o Cardenal Cayetano para desarrollar el tema de la analogía,30 con todo y que la encuentra desde los pitagóricos. De la analogía trataré sus definiciones, estructura y conexión con la epistemología y la ontología, para después ver la aplicación de estos hallazgos a la estética. Analogía, del griego analogia,

30 Cfr. Aguayo, Enrique, La hermenéutica filosófica de Mauricio Beuchot… p. 58.

es etimológicamente lo que tiene relación o es conforme a la palabra y la razón. El Cardenal Cayetano dice que es uno y a su vez proporcional a otras cosas.31 Con ello introduce la noción proporción, que, según dice Beuchot, es la manera como los latinos tradujeron analogía, a saber, proportio. Proporción es lo que se atribuye o reparte a otra semejante según la proporción que a cada cosa corresponde. A esto también se lo denomina ponderación. La analogía es la atribución de aspectos idénticos y diferentes de las cosas, según sea más o menos propio.

Para Beuchot la analogía es cierta equivocidad sistemática y controlable que posibilita inferencias válidas, pues están limitadas por un margen del que no salen; es, también, cierta proporción o conveniencia entre las cosas de diversos órdenes. Y más aún, la analogía, lo cual permite aplicarla a varias disciplinas, saberes o áreas de conocimiento, es una perspectiva, una manera de pensar, un método y, hasta, una racionalidad que salvaguarda las diferencias en el marco de la cierta unidad.32 Como se ve, ésta se encuentra entre lo unívoco y lo equívoco, aunque tienda a esto, pero sin perderse o desbocarse en ello. Las diferencias pueden controlarse si se las tiene a la vista. Las cosas a las que se aplica la analogía se ordenan porque se relacionan, lo que les da una estructura o armonía según

31 Cfr. Beuchot, Mauricio, Hermenéutica, analogía y símbolo… p. 16. 32 Cfr. Beuchot, Mauricio, Tratado de hermenéutica analógica… pp. 111112; Beuchot, Mauricio, Hermenéutica, analogía y símbolo… p. 15; Aguayo, Enrique, La hermenéutica filosófica de Mauricio Beuchot… p. 61.

proporción. Los aspectos de esta relación son las semejanzas y las diferencias.33 En estética, especialmente en estos tiempos posmodernos, se niega la preponderancia de la belleza en la creación artística o se habla del abuso de la belleza o de transestética; asimismo, se niega unidad en los gusto o se afirma su diversidad irreconciliable; de igual manera se piensa que no hay definición de arte que valga y que, incluso, cada pieza es sui generis. La perspectiva analógica, sin caer en el extremo univocista y respetando las diferencias, permite notar que la belleza, en tanto que proporción, está presente aún en las obras cuya intención no sea promover una experiencia estética con lo bello y que el resplandor, que tanto llama la atención, no es sino una parte o un aspecto de la belleza. Esta misma descubre que por más diferencias que haya en los gustos, todos son gustos. Contra la opinión corriente, se ha escrito mucho sobre ello, como sucedió en el siglo XVIII, cuando se escribieron ensayos y tratados sobre el buen y el mal gusto. La analogía también revela que las artes, por más que se diversifiquen en manifestaciones y piezas, siguen siendo artes, lo que muestra esa relación que ordena. Es decir, las artes tienen algo en común que hace de todas ellas artes y las distingue de lo que no lo es. Ahora bien, estos descubrimientos muestran también que la analogía es una suerte de tensión entre la univocidad y la equivocidad, ya que el sentido está entre uno y otro extremo, pero con cierto equilibrio, suficiente, como dice Beuchot.

33 Cfr. Beuchot, Mauricio, Tratado de hermenéutica analógica… p. 112.

La analogía se compone de un nombre común a varias cosas, un concepto significado por ese nombre y unas relaciones entre las cosas analogadas por dicho concepto. El nombre es la palabra; ésta tiene significado, desdoblado en sentido y referencia. El sentido es el modo específico de hacer presente algo al entendimiento y la referencia es el objeto designado. Los analogados son los entes designados que tienen atributos comunes que permiten designarlos con el mismo nombre.34 Esto pasa, por ejemplo, con arte, que es una palabra que significa porque tiene un sentido, evoca algo al entendimiento, y refiere, porque designa un objeto. Con arte no sólo decimos cada una de las artes, sino lo que entre ellas hay en común y viceversa, por más que un músico y un artista visual piensen en objetos distintos cuando escuchan la palabra arte.

La postura de Beuchot es la de un realismo moderado o analógico. Esto quiere decir que intenta equilibrar la realidad extramental con la intramental. La primera es la del mundo de los entes y el conocimiento empírico y sensible. La segunda es el mundo subjetivo (como se piensan esos entes) y el conocimiento racional. La realidad extramental no se recibe de manera directa, sino que llega al ser humano por medio de su cultura. Contra Nietzsche, diría Beuchot, no hay hechos ni interpretaciones, sino hechos interpretados.35 Epistemolo-

34 Cfr. Beuchot, Mauricio, Hermenéutica, analogía y símbolo… p. 16; Aguayo, Enrique, La hermenéutica filosófica de Mauricio Beuchot… p. 63. 35 Cfr. Beuchot, Mauricio, Hechos e interpretaciones… pp. 9-11.

gía y ontología se relacionan e interaccionan al punto que no hay conocimiento sin realidad ni realidad sin conocimiento, al menos en parte, en ambos sentidos.36 Para la estética esto se aplica con claridad. Desde su origen, con Alexandre Gottlieb Baumgarten, nació como una epistemología de la sensibilidad, lo que quiere decir que en ella confluyen esas dos realidades mencionadas, la extramental y la intramental. Los entes (sensibilidad, belleza, arte), objeto de interpretación de la estética, no se nos aparecen como hechos o como interpretaciones únicamente, sino como hechos interpretados, es decir, en el marco de una cultura se los recibe e interpreta.

La aplicación de la analogía genera un modo de conocer, el de la universalización por abstracción de objetos semejantes, a saber, lo que tienen en común. Esto es bueno porque permite conocer una realidad como proporcional a otras. El concepto, producto de dicha abstracción, sería análogo y, por lo tanto, tendría significaciones distintas, pero proporcionales. Esta universalización permite formular hipótesis por medio de la abducción que consiste en analizar entes singulares en los cuales hay o se encuentra algo común. Esto es el universal abstracto. Es universal porque engloba a todos y abstracto porque separó la semejanza de los singulares independizándola de ellos. La hipótesis se prueba por contraste, aunque también se pueda disprobar, lo que llevaría a formular otra. La abstrac-

36 Cfr. Aguayo, Enrique, La hermenéutica filosófica de Mauricio Beuchot… p. 65.

ción no es un invento, sino que le es natural al ser humano, es intuitiva, va de lo particular a lo universal, de lo sensorial a lo intelectual; se realiza a partir de las semejanzas de los particulares. La estética que vertebre la analogía, como hace la hermenéutica analógica, no puede perder de vista esto, ya que sin afán de prescribir, tampoco puede quedarse en la mera descripción. Necesariamente llevaría a cabo esta universalización que daría lugar a hipótesis que requerirían de ser probadas por medio del contraste. Y es lo que constantemente se hace, como hace el niño cuando juega con sus juguetes en los cuales descubre su uso común y puede afirmar que son juguetes, porque sirven para jugar.37 Lo misma pasa con la sensibilidad, la belleza y el arte. La sensibilidad es el nombre que expresa una universalización abstracta de ciertas propiedades o cualidades antropomórficas de recepción o captación de ciertos objetos. Belleza sería eso que los objetos bellos comparten y arte lo que de común tienen las artes o las piezas consideradas como obras de arte. Ahora bien, estos conceptos son indefinidos y extensionales, queda por hacer la prueba respectiva.

En este sentido la analogía permite un discurso diferenciado, pero no falaz,38 para manejar las diferencias con orden. La analogía facilita el diálogo entre posturas opuestas y culturas

37 Ibíd., pp. 67-68. 38 Beuchot, Mauricio (1999b), “La filosofía ante el pluralismo cultural”, en Arriarán, Samuel y Beuchot, Mauricio (1999), Filosofía, neobarroco y multiculturalismo. México: Ítaca, p. 191.

distintas y hasta distantes. Cuando hay diálogo hay comunicación. Si sólo hay un único modo de comprender, no hay diálogo. Si sólo hay diferencias, por supuesto, no hay diálogo. Se hacen necesarias las semejanzas, por mínimas que sean, para entablar un diálogo y que haya comunicación. Esto es lo que permite la analogía que conectaría, en el caso de la estética, tradiciones distintas y en ocasiones opuestas, dándoles su lugar a cada una según sus alcances y logros. Esto conecta con el aspecto lógico de la analogía. La atribución de un análogo es en parte idéntico y en parte diferente, lo que significa que la predicación de un análogo no es convertible y es proporcional al ente del que se predica. La definición de un análogo es proporcional a otro y la división de la unidad de los análogos es proporcional. Hay, además, ciencia, porque el término análogo no invalida la inferencia ni la prueba.39 La analogía, en la mente, corresponde a un doble concepto, a saber, perfecto e imperfecto. Lo es perfecto porque corresponde a los analogados porque se adecua a ellos; y es imperfecto porque corresponde al análogo en relación con la referencia, porque se atribuye a entes diferentes.40 Para la estética, por ejemplo, que ve la noción de arte como un análogo descubre que esta noción es proporcional a los entes mentados como artes y que es perfecta porque se adecua a ellos, como una sonata o una pintura, e imperfecta porque se aplica a varios.

39 Cfr. Beuchot, Mauricio, Hermenéutica, analogía y símbolo… pp. 20-22. 40 Cfr. Aguayo, Enrique, La hermenéutica filosófica de Mauricio Beuchot… pp. 70-71.

Hay una verdad analógica. Ésta se da en la interpretación de textos y será aproximativa y suficientes. Esta verdad es la de la adecuación de los juicios a los hechos (realidad extramental). Éstos son su límite. Rebasarlos lleva al error. La verdad analógica es la que se adecua a la realidad, pero no de manera unívoca, porque no hay un sólo juicio que la exprese, pero tampoco equívocamente, porque no todos los juicios corresponden a la realidad. Hay, pues, diversos juicios verdaderos, pero según sean más próximos o no a la realidad que mientan.41 La estética, que tiene que decir algo de la sensibilidad, la belleza y el arte, lo haría sólo de manera aproximada, pero suficiente, ya que sus juicios, lo mismo que en los otros campos de conocimiento humanísticos, estarían, según contexto, más o menos ajustados a la realidad a la que se refieren.

La analogía se divide según tipos que van de la menos propia a la más propia. La primera es la de desigualdad; la segunda, la de proporcionalidad; y la tercera, la de atribución.42 La analogía de desigualdad se da cuando un nombre se aplica a distintos entes con significado desigual, como se da cuando se dice que el mineral, la planta, el animal y el ser humano son cuerpos. La analogía de atribución o proporcionalidad simple es la que se da cuando un nombre se aplica a entes distintos según la relación que guardan nombre y cosa. La relación

41 Ibíd., pp. 71-72. 42 Cfr. Beuchot, Mauricio, Hermenéutica, analogía y símbolo… pp. 16-19; Beuchot, Mauricio, Tratado de hermenéutica analógica… p. 48.

de ésta es con el término y su vínculo será más o menos principal. El concepto no varía. Pasa como cuando se habla de lo sano en el organismo o en el alimento. En el primer caso se predica que un organismo está sano propiamente, lo que lo convierte en el analogado principal, y que el alimento es sano porque es causa de la salud del organismo, lo que hace de esta predicación un analogado secundario. La analogía de atribución permite la jerarquización. La analogía de proporcionalidad se divide en la de proporcionalidad impropia y propia. Ésta se da cuando hay una igualdad de relaciones como cuando se dice que el corazón es al animal lo que los cimientos a la casa. Esta relación se expresa en condiciones de igualdad sin metáfora. La analogía de proporcionalidad impropia o metafórica es la que se da cuando se aplica una denominación metafórica como cuando se dice “el prado ríe”. En la estética, y muchas teorías del arte, es común recurrir a analogías, especialmente a metáforas, que son, además, un tropo literario bien ponderado en la poesía, para prestar la palabra a obras de arte visuales o musicales. Es común también transitar de un arte a otro o encontrar equivalencias entre unos y otros, como cuando se usan términos musicales para interpretar piezas visuales y viceversa. Con la belleza sucede que, como vio Platón en su Hipías mayor, ésta puede predicarse de muchas cosas más o menos propiamente, pero es cosa difícil decir qué es. El caso es que la analogía y sus tipos no le es ajena a la estética y que ésta, lo mismo que para la hermenéutica analógica, puede vertebrarla para su uso y aprovechamiento de manera más consciente.

La analogía es relación y por eso ordena. Es posible ordenar los entes según jerarquía. Como no son unívocos, no están ordenados; pero tampoco son equívocos, porque pueden ordenarse y construir un todo. La inducción permite identificar las semejanzas y las diferencias de lo singular para unir las partes al todo que se conoce y se expresa con el universal abstracto. Es cierto que los entes son finitos en su ser, pero potencialmente infinitos en su número. Además son heterogéneos. La analogía permite ordenarlos según sus semejanzas y diferencias, lo que apunta a un conocimiento universal moderado como el de la prudencia. La analogía sujeta la infinitud desaforada y vertiginosa de los individuos.43 La estética tiene que vérselas con las sensibilidades de los seres humanos individualmente considerados, con las artes, cada una de ellas, y sus piezas, y las cosas bellas y las que no lo son. Si fueran unívocos todos los singulares incluidos ya habría un orden y la discusión haría tiempo que hubiera acabado. Si fueran equívocos tampoco habría discusión, pues no habría manera de ordenar u organizar a estos singulares. Son, pues, analógicos y lo son porque la sensibilidad de uno es la de otro porque ambos son seres humanos. Aunque cada uno tenga propiedades particulares que lo diferencien, hay semejanzas que los conectan. Lo mismo pasa con las artes y con los objetos bellos. Por eso puede decirse que la sensibilidad, el arte y la belleza son los nombres que se dan para significar las notas

43 Cfr. Beuchot, Mauricio, Hermenéutica, analogía y símbolo… pp. 22, 27; Beuchot, Mauricio, Tratado de hermenéutica analógica… p. 151.

comunes o lo que de común tienen la sensibilidad de todos los seres humanos, todas las artes y todas las cosas bellas, respectivamente.

La analogía también puede ser un instrumento lógico semántico. La analogía se da en el nombre y la predicación. Estos pueden ser unívocos, equívocos o analógicos. Un nombre es analógico cuando denomina a un grupo de individuos en parte de manera idéntica, en parte de manera diversa. El sentido permite comprender el vocablo y la referencia remite al objeto denominado. La predicación también es analógica si la propiedad atribuida es en parte idéntica y en parte diferente.44 Para la estética dichas precisiones son de mucha utilidad porque habría que entender que cuando se dice que una pieza musical es arte o es bella y otra visual es también arte y es bella, en parte se dice lo mismo y en parte se dicen cosas distintas, pues los entes que se denominan y de los cuales se predica una propiedad no son los mismos. Esta flexibilidad en la significación es también una flexibilidad en la significación y la interpretación de las sensibilidades, las artes y las cosas bellas, pero controlada. Ni se dice lo mismo de todo ni se dicen cosas tan diversas que nada tengan en común y, como ya se había dicho, esto posibilita el diálogo porque hay de qué partir y a qué volver cuando sobre ello se discute.

44 Cfr. Aguayo, Enrique, La filosofía hermenéutica de Mauricio Beuchot… pp. 83-86.

La hermenéutica, especialmente una que vertebre la analogía, propugna por el respeto a la peculiaridad de cada disciplina según su objeto. Este objeto lo componen los entes, que, como se decía, no son ni unívocos ni equívocos. Propone, pues, un método conforme o proporcional al objeto de cada saber. De esta manera se evita el positivismo que impone un método y se evita el relativismo metódico que se pierde en la disparidad. La analogía se aplica cuando un saber posee un método semejante y diferente a otros, proporcional.45 La estética no sería la excepción. La estética es un saber de la propia sensibilidad, de la belleza y del arte o de las artes. Como saber, no es unívoco, pues no usa un método, pero tampoco es equívoco, es decir, tampoco tiene un método sui generis, porque es, también, una parte o área de la filosofía. Esto significa que comparte el método con la filosofía, de entrada. Pero que lo comparta no quiere decir que no adquiera en ella sus particularidades, según sus objetos. En esto ya se puede ver la analogía o su asunción. Y ya que una de las cosas que sostengo es que la estética es una hermenéutica, lo que digo con ello es que ni es lo mismo que la hermenéutica sobre la cual se basa ni hace uso del método exactamente de la misma manera. Pero sí interpreta y tiene que hacerlo.

45 Ibídem, pp. 86-87.

El razonamiento vinculado con la analogía en virtud de las semejanzas de las cosas es la abducción, un razonamiento inferencial, que va de los hechos a la hipótesis que señala la causa de éstos o los explica. Si bien pueden darse muchas hipótesis, la abducción toma la mejor de ellas. Esto se debe a que pasa de la observación a la suposición de un principio general que explique ciertos casos, va del efecto a la causa. Encontrar lo común de las cosas no es unívoco, sino analógico, ya que respeta las diferencias y unifica de forma proporcional. La abducción permite encontrar la hipótesis y dispone al investigador a adquirir los hábitos que le permitan actuar en consecuencia.46 La estética también recurriría a la abducción que conecta con el proceso interpretativo o los pasos de la interpretación. Frente a un conjunto de objetos surge una pregunta a la que se da una respuesta. Ésta reduce varias cosas a la unidad, proponiendo una hipótesis que ha de ser demostrada. Esta hipótesis son los rasgos comunes que, respetando las diferencias, se han identificado en ese conjunto de objetos. Así, la estética, frente a la sensibilidades tan variadas, las artes tan dispares y las bellezas tan disímbolas, puede proponer hipótesis de común unidad que den cuenta de la sensibilidad, el arte y la belleza con un universal abstracto que apoye y haga aportes al conocimiento.

46 Ibíd., pp. 87-92.

Después de destacar lo que es y los tipos de la analogía y su relación con la estética, en el marco de la hermenéutica analógica, en el siguiente apartado, trataré a la hermenéutica analógica en sí misma, su estructura y sus funciones, para, como he venido haciendo, destacar cómo conecta con la estética, orientado a alcanzar la estética prudencial propuesta desde un inicio.

This article is from: