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INVESTIGACIÓN TEÓRICA.
4.1 CONTEXTO.
4.1.1 El Tiempo
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Sin duda, el tiempo forma parte sustancial de la vida humana. El tiempo, al igual que el espacio, es un componente integral de la experiencia existencial. Aunque rige todo, definirlo resulta una tarea compleja pues es un ente intangible.
La tradición considera el tiempo como una “serie lineal de puntos medibles del ahora”[1]. Es interpretado como una modificación del presente. Se le llama pasado a lo que ya no es presente y futuro a lo que aún no es presente. Como menciona Calanchini (2017), “el tiempo marca la pauta: trae consigo cambios y mide todo lo que se hace”[2]
Sin embargo, en la teoría de Heidegger- filósofo alemánel concepto de tiempo recibe una nueva formulación en la obra Sein und Zeit (Ser y tiempo), donde hace una interpretación del ser del hombre en la dirección de la temporalidad, “descubriéndose el tiempo como horizonte trascendental de la pregunta por el ser”[3]
Heidegger argumenta, en una conferencia impartida en 1924, que sólo se puede entender el fenómeno del tiempo desde el punto de vista mortal o finito del ser humano. Lo que define al ser es la finitud, el hecho de que es un ser con un tiempo de existencia determinado[4]. La vida humana es temporal y la consciencia de ello le ha dado a la arquitectura una tarea fundamental: articular la experiencia humana del tiempo y el espacio[5]
La experiencia del tiempo tiene una importancia psicológica fundamental como consecuencia del miedo inconsciente a la muerte. De esta manera, los límites temporales de la existencia humana se expanden a través de la arquitectura y así las construcciones arquitectónicas son una defensa contra la ansiedad de la muerte, la desaparición, la insignificancia y la inexistencia.
La arquitectura es responsable de estructurar el entorno. Proporciona estabilidad y una sensación de continuidad existencial. Alvar Aalto, reconocido arquitecto finlandés, expresa que “la forma no es más que un deseo concentrado de vida eterna en la tierra”[6] Más que cualquier otra forma de arte, la arquitectura es un instrumento de desaceleración y detención del tiempo. Permite ver, comprender y participar en ciclos de tiempo que superan el alcance de una vida individual.
Juhani Pallasmaa (1998), arquitecto finlandés destacado por sus libros y teorías arquitectónicas, habla de que “la arquitectura es fundamentalmente el arte de la permanencia”. A lo largo de la historia, la selección de materiales y forma, han incentivado el carácter inmóvil y duradero de las construcciones. La arquitectura siempre ha sido sinónimo de perdurabilidad, pero ¿debería serlo?
El tiempo acompaña a la arquitectura en todo momento por medio de ciclos y procesos temporales. Las construcciones, al igual que los seres humanos, envejecen. El tiempo determina el devenir de ellas: permanecen o pasan de moda, perduran, se abandonan o se olvidan[7]
1. (Alweiss, 2002, p.119)
2. (Calanchini, 2017, p.19)
3. (Gallardo, 2011, p. 275)
4. (Alweiss, 2002, p.119)
5. (Pallasmaa, 1998)
6. (Pallasmaa, 1998)
7. (Calanchini, 2017)