Revista Valle Arriba Golf Club 10° Aniversario

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MIAMI...

ESPECIAL

¡A toda máquina! La emoción por la celebración de la primera carrera de Formula Uno en Miami se propagó por toda la ciudad que estuvo llena de celebridades

V

aya manera la de Miami de recibir el verano. Mientras escribo estas líneas la ciudad todavía se siente embriagada, exaltada, regocijada tras la celebración, por vez primera, del Gran Premio de la Fórmula Uno. Fueron días llenos de vértigo, tan solo tres, en los que pasamos de ser la ciudad del sol para convertirnos en la capital mundial de los motores que rugen a toda velocidad: corredores, celebridades, empresarios, deportistas de disciplinas diversas, millonarios y hasta una ex primera dama se pasearon por la pista de carrera de 5.41 km, llamada Miami International Autodrome, creada para la ocasión en los espacios del Hard Rock Stadium, el mismo donde Shakira y JLo, con su ya legendaria participación en el medio tiempo del Super Bowl, le daban la bienvenida, sin saberlo, a una pandemia que nos obligó por un tiempo a convertirnos en asociales. Afortunadamente la ciencia, que sí avanza a paso de vencedores, nos permitió volver a juntarnos para celebrar encuentros como el de la Fórmula Uno, deporte que, sorprendentemente y en tiempo récord, conquistó al mercado de los Estados Unidos con un furor insospechado al que Miami le aportó su savoir faire para hacerlo único y especial. A pocos días del evento, bautizado como su principal sponsor Crypto. com, las entradas estaban agotadas y solo era posible conseguirlas a través de revendedores que hicieron el negocio del siglo. La entrada general para las sesiones de práctica del viernes costaba $300. Los boletos de tribuna para la carrera comenzaron en más del doble; por esa misma cantidad los fanáticos podrían comprar una tribuna de tres días en la línea de salida y en la de meta en el Gran Premio de Austria. Sí, en Miami todo es más caro.

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Vista del Miami International Autodrome

La polémica, como ya es habitual en este tipo de eventos, también estuvo presente. La propuesta original situaba la carrera en el centro de la ciudad, cercano a alguno de los puentes hacia el puerto, atravesando el mar surcado de yates, para tomar luego una vuelta de retorno, pero los residentes locales, previendo el ruido y la interrupción a todo nivel, no le dieron el visto bueno. Así fue como Stephen Ross, propietario del equipo de futbol americano los Dolphins, logró acoger el torneo en Miami Gardens, al norte del condado, en el Hard Rock Stadium. Y aunque los residentes de esta zona, en su mayoría afroamericanos, también protestaron no lograron su cometido. Para compensar, la F1 con su programa F1 in Schools visitó una escuela de la zona para promover nuevos sistemas de educación y repartir boletos para la carrera.


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