Revista VALLE ARRIBA Golf Club Nº 29

Page 28

VAGC

Es actor, director y gerente teatral, pero esencialmente, es un apasionado del teatro. Con su polémica obra “Sangre en el diván”, ha consolidado un éxito que, según sus palabras, “llegó temprano” Por Yolanda Manrique Foto: Raymond Fuenmayor

H

éctor Manrique, a través de su cuenta en Twitter, nos invita semanalmente a disfrutar de la cartelera teatral caraqueña: “Hoy puede ser un día de teatro”. Y lo hace con total convicción, pues su amor por el teatro es de ese que se define como sincero, leal, honesto, el amor ideal que se siente en abstracto y se vive a plenitud. Un amor que es recompensado con el fruto de notorios títulos que se han puesto en escena con rotundo éxito, solo en los tres últimos años: Art, La cena de los idiotas, Terror, Los hombros de América, entre otros. Nos recibe en su lugar favorito (aunque no nos lo dice, lo sabemos, se percibe cómodo, como en su casa): el lobby del Teatro Trasnocho, el espacio con el que ha estado involucrado durante casi una década. En una espléndida conversación, vamos descubriendo la personalidad de este artista venezolano, heredero de la maestría de actores y directores que le precedieron, y a quienes gusta honrar en cada oportunidad que se le presenta. ¿Cómo se define? -Como una persona obsesiva, auto exigente, amigo de mis amigos, padre deseoso de serlo… tal vez son mis definiciones más certeras. En muchos casos, no suelo tener muy buena opinión de mí. ¿Qué le apasiona de su profesión y por qué? -Me apasiona el riesgo. Actuar en teatro es saber que no es igual día a día. Es un viaje a ninguna parte. En este oficio, no terminas de llegar. Puedes actuar un día muy bien y al día siguiente hacerlo muy mal. Siempre

26

“Diez minutos cambiaron mi vida” que comienzo un proyecto es como si me estuviera lanzando de un décimo piso, no sé cómo voy a caer parado, es un golpe muy fuerte de adrenalina. Sospecho que es lo que experimenta un corredor de Fórmula 1 o el torero que entra al ruedo, no sabes cómo vas salir de ahí. Es el vértigo, la emoción de no saber cómo va a terminar cada función. ¿Algún suceso ha cambiado su vida? ¿Cómo la cambió? -Creo que cuando uno revisa su vida, hay

momentos que tal vez uno no notó, pero fueron definitorios. Instantes, apenas. Por ejemplo, cuando era muchacho, sabía que quería ser artista, pero no tenía claro cómo. Me gustaba el teatro, el arte, pero no sabía exactamente qué. Entonces, mi padre me llevó a hablar brevemente con Rodolfo Izaguirre, director de la Cinemateca Nacional en ese momento, que era su amigo, y esos 10 minutos de conversación cambiaron mi vida: “Tienes que hablar con José Ignacio Cabrujas”. Mi padre también lo conocía y lo contactamos: “El teatro es


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.