Jesús de Nazaret - Reseña Bíblica 109

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PUBLICACIÓN TRIMESTRAL DE DIVULGACIÓN, INVESTIGACIÓN Y ACTUALIDAD BÍBLICA

RESEÑA

BÍBLICA

Nº 109 | 1 • 2021

en la

HISTORIA en el IMPERIO

JESÚS de

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romano

EN EL JUDAÍSMO

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IMPERIO

NAZARET romano EN EL CRISTIANISMO

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La BiBLia

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Enraizados en la Palabra

Un nuevo proyecto de difusión bíblica del Grupo Editorial Verbo Divino para hacer llegar la Palabra a todo el pueblo de América. • Una traducción bíblica de calidad con sugerentes introducciones a los libros y una concisa guía de lectura por secciones, situada al pie de las páginas, a modo de notas. • Con apéndices que contribuirán a una fructífera lectura, tanto individual como grupal. • En un formato muy manejable, con una letra de gran legibilidad y un precio muy asequible.

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1.216 pp. • 13,5 x 21 cm • rústica 978-84-9073-636-4 8,00 / 8,32 €

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Sumario EDITORIAL

05

ARQUEOLOGÍA BÍBLICA Por Juan Luis Montero Fenollós

06

SECCIÓN ABIERTA 10 Reseña Bíblica. Revista trimestral de la Asociación Bíblica Española EDITA: Editorial Verbo Divino Suscripciones: 948 556 510 publicaciones@verbodivino.es

El Museo Bíblico de Montserrat Por Jordi Cervera i Valls . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10

DOSSIER. Jesús de Nazaret 14 Presentación

Por Carlos Gil Arbiol . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15

DIRECTOR RESEÑA BÍBLICA Jaime Vázquez Allegue

Jesús y la historia: fuentes, historicidad y fiabilidad

SUBDIRECTOR Pedro Barrado Fernández

Jesús y su vida en el Imperio romano

REDACCIÓN

Jesús y el judaísmo de su tiempo: conflicto y muerte

Arqueología Juan Luis Montero Fenollós Dossier Estela Aldave Medrano Actualidad Ianire Angulo Sección abierta Jaime Vázquez Allegue América María José Schultz

Por Carmen Bernabé . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16 Por Rafael Aguirre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26 Por Carlos Gil Arbiol . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36

Jesús y el nacimiento del cristianismo: su memoria en disputa

Por Ana Rodríguez Laiz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48

Jesús ante la política: luces para hacer frente a los conflictos actuales

Por Juan Alberto Casas Ramírez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58

ACTUALIDAD Por Ianire Angulo 69 AMÉRICA Por María José Schultz 74

REVISIÓN LITERARIA Pedro Barrado Fernández DISEÑO Y MAQUETACIÓN Ideas Editoriales

Próximo número Reseña Bíblica 110 (Junio 2021) TÍTULO: Santiago

ASOCIACIÓN BÍBLICA ESPAÑOLA

ARTÍCULOS:

Directora Carmen Bernabé

• “La peregrinación en el Oriente bíblico” Por José Antonio Castro Lodeiro • “El Apóstol Santiago, el Hijo del Trueno” Por José Fernández Lago • “Arte e iconografías jacobeas” Por David Chao Castro y Dolores Fraga Sampedro • “El Camino a Santiago en la génesis de Europa” Por Francisco Buide del Real • “El Pórtico de la Gloria: la visión de la Jerusalén celeste” Por Elisardo Temperán Villaverde

Subdirector Juan Chapa Secretario Lorenzo de Santos Vocales Carmen Yebra, Alberto de Mingo, Carlos Gil Arbiol, Estela Aldave ISSN: 1134−5233 DEP. LEGAL: NA 528−2015

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EDITORIAL

Jesús de Nazaret: ¿reformador?, ¿profeta?, ¿mesías?, ¿hijo de Dios?, ¿…? Estela Aldave Medrano Centro de Estudios Teológicos de Aragón (CRETA) Facultad de Teología de Vitoria-Gasteiz

“Acerca de Yeshua / Jesús. Todas las informaciones sobre él son penúltimas”. Estas palabras, contundentes, sobrias, abren una de las obras de Erri De Luca, dedicada a la persona de Jesús de Nazaret. Y dan en el clavo. Son muchas las cosas que se han dicho a lo largo de la historia sobre Jesús y son también muchas las que se siguen diciendo hoy. Y no en pocas ocasiones se contradicen entre sí. Hasta nosotros han llegado muchos rostros distintos de Jesús a través de la pintura, la escultura y el cine. A Jesús se le ha retratado y vestido según las modas de distintas épocas y lugares. En algunas imágenes se destaca su origen palestino (tez oscura, vestimentas acordes al contexto de la tierra de Israel del siglo I), mientras que otras lo representan con características más centroeuropeas. Hay retratos de un Jesús con rasgos afeminados, mientras que en otros responde más claramente al prototipo cultural de varón. De la mano de estas representaciones, nunca neutras, de Jesús se han destacado ideas

y propuestas de vida muy diversas, con fines e intereses también muy diferentes. Para unos Jesús fue un reformador religioso; para otros, un profeta; para unos, un revolucionario político; para otros, el mesías; y para otros, el hijo de Dios. Es más: en el Nuevo Testamento tenemos cuatro narraciones de tipo biográfico sobre Jesús (un género literario que no coincide exactamente con lo que hoy entendemos por biografía) que no son totalmente coincidentes entre sí y que en algún punto presentan diferencias muy notables. De modo que es lógico preguntarse: ¿a qué se deben estas visiones tan plurales de Jesús? Y, quizá más importante aún, ¿son todas ellas legítimas o no? Actualmente la Biblia en general, y los evangelios en particular, se estudian utilizando métodos científicos. Estos permiten una reconstrucción de la figura histórica de Jesús de Nazaret, en parte limitada (dada la distancia temporal y las escasas fuentes que tenemos a nuestro alcance), pero que presenta al mismo

tiempo un grado suficiente de fiabilidad. Hoy tenemos un conocimiento suficientemente amplio (que sigue creciendo) del contexto religioso, socio-político y económico de Jesús, y de los miembros del movimiento que surgió en torno a él, que pusieron por escrito los textos que conservan su memoria. Los datos que se precisan para comprender el sentido de los textos evangélicos y la figura de Jesús provienen de disciplinas muy diversas, como la crítica literaria, la arqueología, la historia social o la historia de las religiones. En definitiva, no es legítima cualquier afirmación sobre Jesús de Nazaret, pero, de igual modo, y como sugeríamos al comienzo de estas líneas, hay que decir que su figura nunca podrá ser agotada del todo ni nadie podrá erigirse en su intérprete último. Querida lectora, querido lector, esperamos que este número de Reseña Bíblica te ayude a conocer y comprender un poco mejor esa figura tan extraordinaria y apasionante que fue Jesús de Nazaret.

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ARQUEOLOGÍA BÍBLICA

Arqueología bíblica

YIGAEL YADIN, ENTRE LA GUERRA Y LA ARQUEOLOGÍA

Jordi Vidal Universitat Autònoma de Barcelona

El de Yigael Yadin (1917-1984) es uno de los nombres inevitables en cualquier historia de la arqueología bíblica. Hijo del también arqueólogo Eleazar Sukenik, Yadin realizó importantes contribuciones en yacimientos tan emblemáticos como el de Masada, así como en el estudio de los manuscritos del mar Muerto. Además, la figura de Yadin también tuvo una importante dimensión pública fruto de su actividad política y militar. Así, tras ser miembro de la Haganá (la fuerza paramilitar judía creada durante el Mandato británico en Palestina), en 1948 fue nombrado comandante en jefe del ejército de Israel. Más tarde, en 1973, tras la guerra de Yom Kippur, inició una intensa carrera política al frente del Movimiento Democrático para el Cambio (DASH en sus siglas hebreas), llegando a ser viceprimer ministro del gobierno de Menachem Begin, cargo que abandonó en 1981. Por consiguiente, la labor arqueológica de Yadin se concentró en el período comprendido entre 1952 y 1973. Con todo, su tesis doctoral no versó sobre un tema arqueológico, sino que consistió en el estudio del manuscrito de Qumrán conocido como “La Regla de la Guerra”, un texto apocalíptico que describe el conflicto entre “los hijos de la luz” y “los hijos de la oscuridad”. 6 RESEÑA BÍBLICA | Nº109

Fue posteriormente cuando pasó a encabezar algunos de los proyectos arqueológicos más importantes de los que se desarrollaron en Israel a mediados del siglo XX. En este sentido, trabajó en Hazor, donde creyó hallar las pruebas que confirmaban la conquista israelita de la ciudad, una idea que ha sido fuertemente rebatida con posterioridad. También excavó en Megido (1959-1960), interesándose especialmente por el estudio de las denominadas puertas salomónicas, así como por las murallas del Bronce Medio, una estructura que relacionó con las necesidades defensivas derivadas de las invasiones de los hicsos. Con todo, sin lugar a dudas, el trabajo que le valió un mayor reconocimiento fueron las excavaciones en la fortaleza de Masada (1963-1965). Allí encabezó un numeroso equipo de trabajo, que incluía a muchos de sus alumnos de la Universidad Hebrea de Jerusalén y a centenares de estudiantes procedentes de todo el mundo. Entre los principales resultados obtenidos destacan algunos hallazgos que Yadin relacionó con el relato de Flavio Josefo acerca de la conquista de la fortaleza por parte de las tropas romanas de Flavio Silva. Nos esta-

Yigael Yadin en 1960 (foto: Israeli GPO)

mos refiriendo, entre otros, a un ostracon que mencionaba a Ben Yair, el líder sicario de Masada, o al hallazgo de veinticinco cuerpos en el interior de una cueva situada en la ladera sudeste de la montaña, cuerpos que Yadin y su equipo interpretaron como pertenecientes a los últimos defensores de la fortaleza. Estudios posteriores, sin embargo, han puesto en tela de juicio aquellas afirmaciones. En cualquier caso, es indudable que el trabajo de Yadin en Masada generó una enorme expectación y tuvo un impacto que fue más allá del ámbito estrictamente académico, tal y como lo demuestra la extraordinaria difusión que tuvo su obra Masada. La fortaleza de Herodes y último bastión de los zelotes (1966), un auténtico clásico de la literatura arqueológica contemporánea.


ARQUEOLOGÍA BÍBLICA

BABILONIA EN HOLLYWOOD

Fátima Rosa Universidade de Lisboa

Corría el año de 1916 cuando, de la mano del renombrado cineasta David W. Griffith, la antigua capital de Hammurabi y de Nabucodonosor II fue dada a conocer al público norteamericano a través de una gigantesca producción cinematográfica. En la película Intolerancia se reconstruyó, más allá de otras tres historias que se entrecruzaban en la pantalla, el episodio referente a la caída de Babilonia. La idea de Griffith fue simple: enaltecer a la antigua capital del Éufrates como una ciudad que destacaba por la libertad concedida a sus habitantes, como un espacio donde la tolerancia religiosa y sexual era permitida. La caída en manos del rey persa Ciro, el Grande, no fue, por tanto, sino un síntoma de la intolerancia que, a lo largo de los siglos, restringió los derechos de tantos hombres y mujeres, representando un verdadero mal de la humanidad. En la forma en que la narrativa de los últimos días de Babilonia fue presentada por el que muchos consideraban el “padre del cine estadounidense”, se reflejaba una visión diametralmente opuesta a la del relato veterotestamentario. De hecho, el libro de Isaías presenta a Ciro como el “ungido” de Dios, como aquel que está encargado de derrotar al monarca babilónico. El libro de Daniel, por otro lado, narra la idolatría y la traición de Baltasar, anunciando su ruina. Griffith invirtió conscientemente los roles, eliminando la religión judeocristiana de la ecuación. A diferencia de la literatura y libretos producidos en los siglos anteriores, y de otras producciones cinematográficas realizadas durante el siglo XX, Intolerancia no contó con un personaje relevante: el profeta o sacerdote del Dios bíblico. De hecho, ¿dónde está interviniendo Daniel junto a Baltasar para que acoja la palabra de Yahvé? ¿Dónde está Zacarías, que en el Nabucco de Verdi intercedió por el pueblo de Israel? Griffith estaba menos interesado en enfatizar el poder de la fe cristiana que en subrayar la

necesidad de tolerancia hacia todas las formas de expresión religiosa. La ruina de Babilonia en Intolerancia representa, por lo tanto, la ruina de la libertad. Y esta ruina es tan espectacular como lo permitieron los colosales escenarios utilizados en el rodaje. Habría mucho que decir sobre estos. El director y su equipo efectuaron una investigación exhaustiva para reconstruir la antigua ciudad mesopotámica de la forma más creíble posible. Sin embargo, debemos recordar que en 1916 las excavaciones dirigidas por el arqueólogo alemán Robert Koldewey en la ciudad del Éufrates aún estaban en curso. Y aunque él mismo había publicado años antes un trabajo en el que describía sus hallazgos, lo cierto es que Babilonia carecía en gran medida de una narrativa visual equivalente a las capitales del norte mesopotámico. Así, la Babilonia de Intolerancia se presenta como una ciudad estéticamente asiria. Independientemente de la apariencia, a principios de siglo XX, cuando Europa se enfrentaba a una guerra y se instaba a los Estados Unidos a tomar posición al respecto, Griffith trajo a la mente de todos la capital de uno de los primeros imperios de la Antigüedad para exponer las preocupaciones contemporáneas. Babilonia renació en la pantalla como metáfora, como una alerta. Estados Unidos, en medio de los conflictos sociales y la amenaza militar, asistió gradualmente a la disminución de sus libertades y a la imposición de la censura. Como en tantas otras situaciones, el regreso al pasado hizo más vívido el presente.

Fotograma del decorado de Babilonia en la película Intolerancia, 1916 (foto: WCFTR)

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ARQUEOLOGÍA BÍBLICA

LA COLECCIÓN EGIPCIA DEL PADRE UBACH EN EL MONASTERIO DE MONTSERRAT

Esther Pons Mellado Museo Arqueológico Nacional, Madrid

El Padre Bonaventura Ubach (1879-1960), de la orden Benedictina del Monasterio de Montserrat, fue el artífice y fundador del museo de este emblemático monasterio, inaugurado el 27 de abril de 1911 con el nombre de Museu Bíblic de Montserrat, ampliado diez años más tarde ante el incremento de sus colecciones, y renovado con un gran proyecto museológico y museográfico en dos ocasiones: en 1963, año en el que cambió su nombre por el de Museu de Montserrat, y en 2004. El museo alberga la más amplia e importante colección de piezas egipcias de Cataluña, alrededor de 1100 objetos, de los que prácticamente todos, con excepción de una veintena que provienen tanto del legado del arquitecto Xavier Busquets como de una donación de Caja Madrid, fueron adquiridos por el Padre Ubach en sus viajes por Egipto llevados a cabo a lo largo de casi treinta años, principalmente en la tienda del Museo de El Cairo, en anticuarios y en coleccionistas de esta ciudad. La colección, de claro carácter religioso-funerario y expuesta casi en su totalidad, abarca un amplio marco cronológico que va desde la Prehistoria hasta la Época cristiano-bizantina: objetos de sílex y esquisto del Período predinástico; collares de conchas, piedras

Ataúd policromado de Nubase. Época ptolemaica (foto: Museo de Montserrat) 8 RESEÑA BÍBLICA | Nº109

y fayenza, fechados entre el Período predinástico y la Baja Época; recipientes de piedra, cerámica, vidrio y alabastro datados entre el Período predinástico y el cristiano-bizantino; figuras de divinidades en bronce y madera datadas entre el Reino Medio y la Baja Época; vasos canópicos de piedra caliza de la Baja Época destinados a guardar las vísceras momificadas del difunto; una caja de vasos canópicos de época grecorromana; numerosos amuletos con representaciones de divinidades y animales, realizados sobre todo en fayenza; escarabeos epigráficos y anepigráficos; conos funerarios del Reino Nuevo; una barca funeraria del Reino Medio con nueve tripulantes; ushebtis en fayenza y madera, fechados entre el Segundo Período y la Baja Época; ataúdes polícromos con inscripciones datados entre el Reino Medio y la Época ptolemaica; máscaras y cartonajes con una rica decoración polícroma datados en la Baja Época; momias de animales y una momia humana correspondiente a una joven de unos 25 años; terracotas de época grecorromana que en algunos casos todavía conservan parte de la policromía que las cubrió (figuras humanas, de manera especial femeninas llevando recipientes o instrumentos de música, o pequeñas cabezas de divinidades como Horus-Harpócrates, Isis-Afrodita y Bes; y esculturas de animales como vacas, bueyes, camellos, perros, gatos, caballos, etc.), las cuales fueron compradas a un tal Sr. Bircher en El Cairo, así como diversos instrumentos de cirugía, numerosos papiros, pergaminos, tejidos coptos de una excelente calidad, entre lo más destacado. En resumen, esta colección egipcia forma parte del extraordinario legado del Padre Ubach, y hoy día sigue siendo objeto de estudio por su enorme interés histórico y artístico.


ARQUEOLOGÍA BÍBLICA

NOTICIAS EN CORTO Redacción

LIBROS

Babilonia y la torre de Babel: desenterradas por la arqueología (Dstoria edicions). Babilonia fue una ciudad excepcional, artífice de una historia apasionante e irrepetible, declarada en 2019 patrimonio mundial por la Unesco. Sin embargo, su verdadera historia permanece, en gran medida, oculta bajo el mito bíblico. Este libro de Juan Luis Montero propone un acercamiento desmitificador, riguroso e innovador a la Babilonia real, capital del último Imperio mesopotámico, en cuyo corazón se levantó desafiante un impresionante zigurat o monumento escalonado de adobe, universalmente conocido como la torre de Babel. Entre otras ideas, en esta obra se propone una nueva reconstrucción del gran zigurat babilónico y de las monumentales murallas de la ciudad, y se pone en duda la existencia de los célebres jardines colgantes. El Próximo Oriente Antiguo y el Egipto faraónico en España y Portugal (edicions Universitat de Barcelona) es una monografía colectiva que reúne los estudios de una serie de especialistas hispano-lusos realizados con el objetivo de recuperar el legado, casi olvidado, de los pioneros españoles y portugueses en el campo de las antigüedades orientales y egipcias, y de reivindicar el trabajo de las instituciones, los viajeros y los coleccionistas que abrieron el camino por el que hoy transitamos.

ASOCIACIÓN

Oriens es una asociación sin ánimo de lucro que inició su andadura en 1996. Sus objetivos son fomentar el conocimiento de las culturas del Próximo Oriente Antiguo y el Mediterráneo, así como de la Antigüedad clásica y otros temas, en los campos de la arqueología, filología, geografía, historia, y divulgar los estudios y descubrimientos relacionados. Para ello se organizan diversas actividades anuales, incluyendo conferencias, seminarios y cursos con carácter científico y divulgativo de forma presencial, en su sede de Madrid, y on line.

FUNDACIÓN

La Fundación Palarq es una entidad privada y sin ánimo de lucro que se creó en 2016 con la finalidad de apoyar los proyectos de arqueología y paleontología humana españoles en el extranjero, excluyendo Europa, dentro de una perspectiva que abarca desde la etapa paleontológica a las épocas prehistóricas y las históricas con interés monumental. Entre otros países, la fundación patrocina proyectos de investigación arqueológica en Egipto, Líbano, Jordania, Palestina, Kurdistán iraquí e Israel.

CAMPUS

El Campus Nacional de Arqueología de Israel, inaugurado en 2016 en Jerusalén por la Israel Antiquities Authority, es una joya arquitectónica, que contienen tres grandes patios, impresionantes galerías de exposiciones, almacenes y puentes que permiten visitar los laboratorios, una variedad de artefactos arqueológicos y la Biblioteca Nacional de Arqueología de Israel. Por primera vez, el público en general puede participar del fascinante proceso de restauración arqueológica, que hasta ahora se desarrollaba entre bastidores, y conocer la rica historia de los pueblos y culturas que vivieron en el antiguo Israel.

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Sección abierta

El Museo Bíblico de Montserrat Al escribir esta reseña, el Museu de Montserrat y su sección bíblica permanecen cerrados al público como medida sanitaria, a causa de la pandemia del coronavirus. Pero hemos visitado a Dom Pius-Ramon Tragán, monje responsable del museo bíblico desde hace veinte años. Él es el último discípulo de Dom Bonaventura Ubach, su fundador. Le agradecemos su gentil acogida, la información y las imágenes que nos ha proporcionado.

Jordi Cervera i Valls Facultat de Teologia de Catalunya

Sarcófagos de la dinastía XXV

El año 1911 se inauguraba el Museu Bíblic de Montserrat con materiales arqueológicos, etnológicos, zoológicos y botánicos. Su promotor, fundador y alma mater durante casi cincuenta años fue Bonaventura Ubach (1879-1960), monje inquieto e intrépido que realizó sus estudios bíblicos en la École Biblique et Archéologique Française de Jérusalem. En el año 1923 se amplió el museo, siempre con materiales procedentes de Palestina y de Irak. En el año 1927 se ensanchó de nuevo, esta 10 RESEÑA BÍBLICA | Nº109

vez con piezas traídas de Egipto. La primera sede del museo, con las mencionadas ampliaciones, se localizaba en la actual portería del monasterio. El museo formaba parte de un proyecto más amplio: la edición de la Bíblia de Montserrat, que con la exposición de materiales del Próximo Oriente Antiguo contribuía a ilustrar el texto bíblico en su contexto geográfico y cultural. Los años de estancia de Ubach en Jerusalén, sus expediciones y viajes por Palestina, Egipto, Siria, Irak, Irán,

Líbano, Turquía, Grecia y Chipre contribuyeron a la adquisición de piezas que ampliaban constantemente el fondo del museo. En el año 1963, el museo bíblico avanzaba hacia su exposición pública. Se aprovechó el proyecto de exhibir las pinturas del Renacimiento y del Barroco, que el monasterio había recibido a través de donaciones, para presentar el material arqueológico del Próximo Oriente; todo bajo el nuevo nombre de Museu de Montserrat. Estos nuevos espacios ocuparon los pi-


SECCIÓN ABIERTA

El fundador y promotor del museo durante casi cincuenta años fue Bonaventura Ubach (1879-1960), monje inquieto e intrépido

sos primero y segundo del edificio de la hospedería del monasterio. En el año 1982, el Museu de Montserrat se amplió con una importante colección de pintura de los siglos XIX y XX. Ello conllevó una nueva ubicación con mucho más espacio: en el subterráneo de la plaza central que accede al monasterio. La sección bíblica compartía el mismo itinerario y asumía la ubicación que hoy en día podemos contemplar. El museo hacía un importante avance en la presentación de sus contenidos arqueológicos y pictóricos, ahora acompañados de los criterios museísticos más actuales. En el año 2006, el Parlamento de Cataluña declaraba el Museu de Montserrat como museo de interés nacional, en reconocimiento al valor de sus contenidos artísticos y arqueológicos y a la calidad de su exposición. Centrándonos en la sección bíblica, el apartado sobre Egipto es la base fundamental de la exposición. Destaca un

sarcófago del Imperio medio (siglos XXII-XX a.C.), elaborado con madera de cedro policromada (184 x 50 x 38,5 cm). Con el sarcófago, también destaca una momia (664-343 a.C.), así como unos vasos canopos de piedra calcárea, destinados a guardar las entrañas de los cuerpos momificados. La cultura mesopotámica también está bien representada, con la importante cantidad de un millar de tablillas cuneiformes, que constituyen el patrimonio más

relevante de la sección bíblica. Su datación abarca los años 3000 al 200 a.C., y están escritas en lengua sumeria, acadia e hitita. Aparecen gravados temas médicos y fragmentos de literatura mitológica, pero aún hay tablillas pendientes de estudio y de ser descifradas. Acompañan las tablillas cuneiformes una pequeña colección de sellos cilíndricos, correspondientes a los años 3400-600 a.C., de procedencia sumeria, babilónica, asiria, neobabilónica e hitita.

Barqueta funeraria. Imperio medio

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SECCIÓN ABIERTA

La tercera sección destacable corresponde a la cerámica palestina, que abarca una extensa cronología y modelos, que ocupan desde la época calcolítica (4000 a.C.) al Período árabe (ss. VII-IX d.C.). Estas destacadas referencias egipcias, mesopotámicas y palestinas se exponen acompañadas de otras piezas menores del mismo contexto y de otros ámbitos bíblicos, que en su conjunto ofrecen una panorámica muy digna de las tierras bíblicas, de sus culturas y de sus mentalidades, que junto con mapas, fotografías y el aporte de nuevas tecnologías ilustran el panorama bíblico. En el año 2010, la sección bíblica del museo amplió sus espacios con un anexo y la inauguración de la exposición permanente Viatge a l’Orient Bíblic. La justificación de esta ampliación era conmemorar los cincuenta años de la defunción del monje fundador del museo, Bonaventura Ubach. El motivo era exponer parte del fondo bíblico que permanecía en el depósito. La finalidad era actualizar la intuición originaria de Ubach: gozar de un espacio museístico que ilustrara y contextualizara geográficamente, socialmente y culturalmente la Biblia. Este nuevo espacio también se convirtió en un merecidísimo homenaje a las increíbles capacidades de Ubach, entre ellas adquirir por doquier innumerables piezas para el museo bíblico. La exposición permanente se inicia con una sala donde se proyecta un vídeo en diversas lenguas que ambienta el viaje museístico por el Oriente bíblico. A continuación se dedica un espacio a su fundador. Una vitrina expone algunos de los útiles de Ubach: su pequeña maleta de viaje, una caja de compases, un carta12 RESEÑA BÍBLICA | Nº109

En el año 2025, coincidiendo con el milenario de la fundación del monasterio de Montserrat, se mostrará el fondo arqueológico que aún permanece pendiente de exposición

bón, una brújula, un bloc de notas de sus viajes; pero destacamos la libreta con la descripción detallada de las piezas de cada estantería del primer museo (1911). La exposición, después de este obligado reconocimiento, continúa con el contexto bíblico, donde destacan unas reproducciones en yeso de tamaño natural del Código de Hammurabi, la estatua sedente del príncipe Gudea y un busto de Ramsés II. Se trata de materiales antiguos muy ilustrativos que se elaboraban para la pedagogía bíblica del momento. Una última sala expone antiguas maquetas y una selección de materiales de todo tipo que ilustran este viaje cultural por el Oriente bíblico. El año 2025 es un nuevo reto para la sección bíblica del museo. Coincidiendo con la conmemoración del milenario de la fundación del monasterio de Montserrat, se está ejecutando un nuevo pro-

yecto que consiste en revitalizar y difundir el fondo arqueológico que aún permanece pendiente de exposición. El objetivo continuará siendo el mismo: presentar la historia cultural y religiosa del Próximo Oriente y la historia de la Biblia en su contexto del Próximo Oriente Antiguo. Mientras esperamos esta fecha, la sección bíblica del Museu de Montserrat y la exposición permanente Viatge a l’Orient Bíblic son el testimonio visible y visitable del ímpetu bíblico que ha caracterizado a los monjes del monasterio benedictino de Montserrat, que, fieles a su lema de ora et labora, continúan dedicados a la oración, al estudio y a la promoción de la Sagrada Escritura. Para información sobre el horario de visitas al museo y otros detalles se puede consultar su página web: www.museudemontserrat.com


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Jesús de Nazaret

JESÚS Y LA HISTORIA: FUENTES, HISTORICIDAD Y FIABILIDAD . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . pp. 17-25 JESÚS Y SU VIDA EN EL IMPERIO ROMANO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .pp. 26-35 JESÚS Y EL JUDAISMO DE SU TIEMPO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .pp. 36-47 JESÚS Y EL NACIMIENTO DEL CRISTIANISMO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . pp. 48-57 JESÚS ANTE LA POLÍTICA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . pp. 58-68

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DOSSIER JESÚS DE NAZARET

Sus diferentes dimensiones Carlos Gil Arbiol

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esús de Nazaret es, probablemente, la figura humana más importante e influyente en la historia reciente de la humanidad. No hay otra persona cuya vida, memoria e influencia haya determinado tanto la historia posterior, bien por la adhesión, bien por las controversias que ha generado. El tiempo en Occidente se cuenta a partir de su nacimiento (o de su cálculo erróneo); sus seguidores iniciaron un movimiento que ha resultado con los siglos la religión con más fieles del mundo; sus dichos y hechos, recogidos en escritos posteriores, han sido los más comentados, interpretados, manipulados y actualizados de todos los tiempos; su propuesta y sentido de vida ha apasionado, sorprendido, desarmado, empoderado, violentado o dignificado a más personas que ninguna otra forma de vida; la cultura y la historia de nuestro tiempo no se puede comprender sin conocer su influencia y no se pueden descubrir las manipulaciones e intereses creados en torno a él sin un crítico estudio de su vida. Muchos cristianos dan por supuesto que Jesús existió y que las evidencias sobre su vida son incontestables; por su parte, personas hipercríticas consideran que todos los datos históricos sobre él son resultado de una manipulación cristiana y, por tanto, concluyen que Jesús es una invención. Ambas posturas son, cada vez, más residuales y gana terreno aquella que considera plausible la existencia de Jesús, aunque mantenga cautelas sobre lo que podemos saber con certeza de su vida. Resulta útil distinguir con claridad las diversas imágenes de Jesús y sus diferentes dimensiones. No dice lo mismo de Jesús un historiador, un cineasta o un cristiano, por ejemplo; cada uno presenta dimensiones diferentes de su vida. Así, la fe cristiana dice de Jesús más cosas de las que puede afirmar un historiador; y esto es legítimo y co-

rrecto. Un cristiano puede decir que Jesús es el Hijo de Dios sin que esto obligue al historiador a tener que demostrarlo o desmentirlo. La fe de ese cristiano no podría afirmar, sin embargo, algo que un historiador pudiera desmentir históricamente, puesto que esa fe confiesa la encarnación histórica del Hijo de Dios y la aceptación de las limitaciones históricas; así lo afirmaba Joseph Ratzinger siendo Papa: “Para la fe bíblica es fundamental referirse a acontecimientos históricos reales […] Et incarnatus est: con estas palabras profesamos el ingreso efectivo de Dios en la historia real. […] Así pues, si la historia, lo fáctico, forma parte esencial de la fe cristiana en este sentido, esta debe someterse al método histórico. La misma fe cristiana lo exige”. Sin embargo, hay muchos ámbitos difusos y borrosos donde las opiniones de exégetas e historiadores difieren entre sí, aunque resulta muy difícil llegar a un punto de contradicción por la escasez de evidencias históricas. No es objeto de ninguno de los artículos de esta revista entrar en este debate, sino ofrecer algunas características de la imagen más plausible y coherente históricamente de Jesús, aquella que es terreno compartido por creyentes y no creyentes. En el primer artículo, vamos a descubrir los criterios que los métodos histórico-críticos han utilizado para rescatar lo que podemos saber de Jesús con cierta seguridad, con algunos ejemplos. Teniendo en cuenta esos dichos y hechos más sólidos, veremos cómo su mensaje y opciones situaron a Jesús frente al Imperio romano y frente a las autoridades judías de su tiempo, dos ejes que determinan las coordenadas históricas de Jesús. Después, veremos cómo, tras su muerte, su memoria se desarrolló en direcciones diversas, a veces divergentes. Por último, sugeriremos algún ejemplo que descubra la actualidad de las opciones éticas y políticas de Jesús.

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Jesús y la historia: fuentes, historicidad y fiabilidad Para conocer a un personaje histórico de la Antigüedad es necesario examinar las diferentes fuentes que lo mencionan, valorarlas y usarlas críticamente. Esto último supone su estudio con métodos literarios e históricos que permitan entender lo que expresan. Para poder discernir el grado de historicidad de lo que narran las fuentes de las que disponemos para acercarnos a Jesús de Nazaret, es preciso aplicar criterios de historicidad que permitan establecer la fiabilidad o plausibilidad de lo que cuentan. El trabajo crítico sobre las fuentes y el contexto que se realizó durante el siglo pasado ha hecho posible llegar a un consenso básico.

Carmen Bernabé Universidad de Deusto

Jesús de Nazaret vivió en una esquina del Imperio romano, en un distrito del sur de la provincia imperial de Siria controlado por un legado imperial. Galilea, donde estaba localizada Nazaret, era un territorio gobernado por el tetrarca Herodes Antipas, vasallo de Roma, mientras Judea lo era por un prefecto nombrado por Roma, aunque la vida cotidiana la llevaban el Sanedrín y el sumo sacerdocio del templo de Jerusalén.

Aunque era geoestratégicamente importante, este territorio no dejaba de ser una parte marginal del Imperio romano. Nazaret era una aldea del interior de Galilea con menos de quinientos habitantes, donde con probabilidad nació Jesús, uno de los personajes más influyentes en la historia de la humanidad. Pero ¿existió realmente Jesús de Nazaret o es un invento? La duda sobre su existencia surgió a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, cuando con la Ilustración quiso aplicarse la razón en todos los campos de la vida, incluido el de la fe. Hoy en día son muy pocos los que niegan la existencia histórica de Jesús. Sus argumentos se apoyan, sobre todo, en el tipo

de fuentes que hablan de él. Aunque de pocos personajes históricos, exceptuando quizá Julio César y Cicerón, se tienen tantos y tan diversos testimonios escritos, el hecho de que la mayoría fueran escritos por seguidores podría parecer que les resta valor. Sin embargo, una aproximación a la forma crítica de acercarse y usar esas fuentes permite disipar esa duda. ¿Cuáles y de qué tipo son esas fuentes que hablan de Jesús de Nazaret? ¿Cómo deben ser utilizadas y cómo se puede saber el grado de historicidad de lo que relatan sobre sus hechos y palabras? En lo que sigue vamos a tratar de contestar a estas y otras preguntas. Nº109 | RESEÑA BÍBLICA 17


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UNAS ACLARACIONES TERMINOLÓGICAS Antes de nada, conviene hacer una distinción para poder entender lo que sigue. ¿Es igual utilizar el nombre Jesús de Nazaret que el de Jesucristo?, ¿es igual hablar del Jesús histórico que del Jesús real? El apelativo Jesús de Nazaret hace mención a una persona histórica que vivió en un extremo del Imperio romano, en el siglo I, y tuvo una vida concreta. El nombre de Jesucristo implica ya una confesión de fe y significado: Jesús es el Cristo o Mesías esperado. La hicieron sus seguidores tras la crucifixión, y otros muchos después de ellos. La hicieron al recordar su vida después de haber tenido lo que algunos de ellos –hombres y mujeres– contaban como una experiencia extraordinaria de revelación acerca del verdadero destino de Jesús de Nazaret tras su muerte. Para aludir a ello utilizaron una categoría de su tradición bíblica, la resurrección, de donde adquiría su significado. Cuando se habla del “Jesús histórico”, se está haciendo alusión a una reconstrucción moderna de Jesús de Nazaret, que se puede “recobrar” y examinar utilizando los medios científicos de la moderna investigación histórica. La designación “Jesús real” alude, más bien, a la totalidad de su persona, algo imposible incluso para los personajes actuales, y mucho menos en el caso de los personajes de la historia antigua que no han dejado escritos, autobiografías o testimonios de tipo diverso. La presentación de Jesús de Nazaret que se hace aquí no pretende llegar al Jesús real, sino al Jesús histórico, pero esta labor es fundamental. Conocer sus rasgos característi18 RESEÑA BÍBLICA | Nº109

Cuando se habla del “Jesús histórico”, se está haciendo alusión a una reconstrucción moderna de Jesús de Nazaret, que se puede “recobrar” y examinar utilizando los medios científicos de la moderna investigación histórica

Tácito, Anales 15,44 (115-117 d.C.)

cos, sus opciones y actitudes es interesante para todos e inexcusable para una actitud creyente.

FUENTES DOCUMENTALES SOBRE JESÚS DE NAZARET Los escritos que hablan de Jesús de Nazaret o de sus seguidores son de varios tipos, pero se dividen en dos grandes clases: 1) Fuentes no cristianas. Suelen ser alusiones breves y escuetas, pero ofrecen algunos datos interesantes y básicos para constatar la existencia histórica de Jesús de Nazaret y


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situarlo históricamente. 2) Fuentes cristianas de clases y épocas muy diversas. Hay documentos que entraron en el canon del Nuevo Testamento y otros muchos documentos que no lo hicieron, los escritos extracanónicos; algunos de estos son los llamados “apócrifos”, de estilos y procedencias culturales diversas.

Columna de Trajano, Roma

FUENTES NO CRISTIANAS Entre las más importantes están varios escritores romanos. Uno de ellos fue Tácito, que escribió en su obra Anales (116-117 d.C.): “Este nombre ‘cristianos’ viene de Cristo, que fue ejecutado bajo Tiberio por el procurador Poncio Pilato. Esta superstición abominable fue reprimida en su momento, pero más tarde irrumpió de nuevo y se extendió no solo en Judea, donde había aparecido, sino en Roma, donde confluyen y se cometen todas las atrocidades y horrores del mundo entero” (Anales 15,44,3). Aquí, Tácito parece emplear una fuente no cristiana, pues alude a una represión temprana no mencionada en ellas, lo que denotaría, con mucha probabilidad, una fuente oficial consultada en los archivos romanos. Su testimonio tiene que ver tanto con

los participantes en el movimiento cristiano como con aquel que estaba en su origen y al que estos seguían, Cristo (término griego para el hebreo ‘mesías’, que significa ‘ungido’), de quien ofrece unas notas fundamentales: que fue condenado y ejecutado por Poncio Pilato en Judea, siendo Tiberio emperador; que con él comenzó un movimiento que, aunque reprimido de momento, se extendió después a otros lugares, entre ellos Roma. Estos datos coinciden con lo que dicen las fuentes cristianas. Otros escritores romanos, como Plinio el Joven y Suetonio, se refieren también a estos grupos de seguidores de Cristo y mencionan brevemente su liturgia, sus reuniones, su ética, su composición mixta o su organización. Suetonio dice que dan “culto a Cristo como a un dios”. Plinio, siendo legado imperial en el Ponto, escribe a Trajano (hacia el 111) a cuenta de algunos cristianos que, llevados presos ante él, aseguraban haber dejado de ser cristianos. Sin fiarse, había interrogado, bajo tortura, a dos esclavas que eran ministras de la comunidad y le dijeron cómo “solían reunirse un día fijo antes del amanecer, cantando loas a Cristo como si fuera dios, y que se comprometían con juramento a no cometer delitos, ni hurtos, ni adulterios, ni infidelidad, ni malversar los bienes confiados”. Su conclusión fue que se trataba de una “superstición miserable y absurda” (superstitio prava et immodica), sin interés alguno. Mar bar Serapión, un estoico sirio de Samosata, habla de un sabio al que pone en paralelo con Pitágoras y Sócrates y de quien dice que fue muerto injustamente, pero que sigue vivo a través de las Nº109 | RESEÑA BÍBLICA 19


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Zona de casas de Cafarnaún. Al fondo, iglesia edificada en 1990 sobre la llamada ínsula sacra (casa de Pedro)

nuevas leyes que dejó a sus seguidores. Muchos historiadores han interpretado que este personaje anónimo era Jesús. Quizá el testimonio más interesante, por su cercanía en tiempo y procedencia, sea el de Flavio Josefo, un judío nacido en Jerusalén hacia el 37 d.C. que lideró la defensa de Galilea en la primera guerra judía contra los romanos, pero que acabó su vida en Roma, en el entorno del poder imperial, donde escribió sus obras. Dos 20 RESEÑA BÍBLICA | Nº109

El testimonio más interesante sobre Jesús, por su cercanía en tiempo y procedencia, es el de Flavio Josefo, un judío nacido en Jerusalén hacia el 37 d.C. que lideró la defensa de Galilea en la primera guerra judía contra los romanos

menciones son especialmente interesantes. La primera la hace cuando, al hablar de la historia de los judíos, alude a la lapidación de Santiago, a quien presenta como “hermano de Jesús, llamado Cristo”, condenado por el Sanedrín y el sumo sacerdote Anán en el año 62, aprovechando un vacío de poder romano entre un prefecto y otro. Pero el pasaje más conocido e importante de Flavio Josefo es el que se conoce con el nombre de “Testimonio flaviano”. Se trata de


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un texto discutido debido a que presenta interpolaciones o modificaciones cristianas (que ponemos en cursiva), pero pocos dudan de que hay en él un núcleo auténtico: “Por este tiempo vivió Jesús, un hombre sabio, si se le puede llamar hombre. Fue autor de obras increíbles y el maestro de todos los hombres que acogen la verdad con placer. Atrajo a muchos judíos y también a muchos paganos. Era el Cristo. Y, aunque Pilato lo condenó a morir en cruz por instigación de las autoridades de nuestro pueblo, sus anteriores adeptos no le fueron desleales. Porque al tercer día se les apareció vivo, como habían vaticinado profetas enviados por Dios, que anunciaron cosas maravillosas de él. Y hasta el día de hoy existe la comunidad de los cristianos, que se denominan así en referencia a él”. Un texto árabe, cuyo autor, Agapio (siglo X) alude a este ”Testimonio flaviano“, presenta una versión que puede estar más cerca del testimonio original, sin interpolaciones cristianas, y que dice así: “Josefo […] refiere […] que, por este tiempo, un hombre sabio llamado Jesús mostró un buen comportamiento y fue reconocido como virtuoso [o docto], y tuvo como discípulos a muchas personas de los judíos y de otros pueblos. Pilato lo condenó a la cruz y a la muerte; pero los que se habían hecho discípulos [suyos] no abandonaron su discipulado [o enseñanza] y contaron que a los tres días se les apareció después de la crucifixión y estaba vivo, y que por eso podía ser el mesías, sobre el que los profetas habían dicho cosas maravillosas”. TESTIMONIOS CRISTIANOS Entre los documentos cristianos están los escritos del Nuevo

Testamento (los evangelios, el libro de Hechos de los Apóstoles, las cartas de Pablo y otros), pero también aquellos otros textos que no entraron en el canon, los llamados escritos extracanónicos, que son de tipo, procedencia, épocas, influencias filosóficas y contenidos muy diversos. Más que dar información sobre Jesús son interesantes para conocer las comunidades posteriores. Estas fuentes han de leerse críticamente, utilizando los métodos críticos de análisis necesarios para acercarse a un texto antiguo. Han de utilizarse las ciencias y la razón, no los prejuicios.

ANTIGÜEDAD, NATURALEZA Y ORIGEN DE LOS TESTIMONIOS CRISTIANOS Es verdad que, como toda mirada al pasado, hacer memoria supone una interpretación de lo sucedido desde el presente, en el que se hace con una mirada más completa. Por ejemplo, un suceso que, cuando ocurrió, pasó casi inadvertido puede, al cabo del tiempo, mostrar su verdadera importancia y trascendencia. La importancia decisiva que para la Revolución francesa se atribuye a la toma de la Bastilla solo pudo entenderse tiempo después, al recordar los sucesos desde la totalidad del proceso. Cuando

se hace memoria, cuando se hace historia, se seleccionan ciertos acontecimientos como más importantes, y también se olvidan o se invisibilizan otros. Jesús de Nazaret, después de unos tres años de actuación pública, fue crucificado a comienzos de la década de los años treinta. El primer evangelio, el de Marcos, se escribió hacia el año 70, es decir, unos cuarenta años después de los sucesos narrados. A pesar de lo que quizá pueda parecer hoy, no es mucho tiempo para poner por escrito algo importante para quienes lo vivieron, algo que se había recordado, sobre lo que se había hecho memoria y transmitido intencionadamente, debido a su significatividad para un colectivo de personas. Este fue el primer paso en la génesis de los evangelios, cuyo proceso es algo más complejo. Este comenzó mucho antes de ser escritos; empezó con la formación de las tradiciones y los materiales orales y escritos que utilizaron los evangelistas. El relato más antiguo fue el que hacía memoria de la pasión y muerte en cruz de Jesús, hacia el año 40, en Jerusalén. Con gran probabilidad, se puso por escrito cuando los testigos presenciales aún vivían y ejercían una función de control de la transmisión de la memoria y la tradición.

Los evangelios no son crónicas históricas, pero sí están basados en la historia, con la que quieren mantener una relación estrecha, pues pretenden transmitir la experiencia de la presencia de Dios en una persona histórica, Jesús de Nazaret Nº109 | RESEÑA BÍBLICA 21


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De forma similar, aquellos primeros seguidores de Jesús de Nazaret interpretaron el significado de su vida y su muerte a la luz de lo que hoy llamamos Antiguo Testamento, que conformaba su universo mental y cultural. La interpretación de lo vivido al recordarlo no significa su invención, sino que supone darle una significación nueva y más profunda en un marco de comprensión más amplio y significativo. Junto a este antiguo relato de la pasión se transmitieron otras tradiciones de dichos y hechos de Jesús. Cuando aquella primera generación de testigos estaba muriendo (hacia el 70 d.C.), los evangelistas recogieron este material que guardaban las comunidades, y cuya interpretación custodiaban los primeros testigos, y compusieron sus obras, siguiendo el modelo de las vidas greco-helenistas. De ese modo fijaban aquellas primeras tradiciones y su interpretación: a la vez ofrecían una actualización de la buena noticia que querían transmitir al “hoy” de comunidades en situaciones diversas. Los evangelios no son crónicas históricas, pero sí están basados en la historia, con la que quieren mantener una relación estrecha, pues pretenden transmitir la experiencia de la presencia de Dios en una persona histórica, Jesús de Nazaret. Son relatos teológicos porque dan una visión religiosa de un acontecimiento histórico, que puede ser compartida o no; pero en ellos es fundamental el anclaje histórico del relato. La interpretación de los hechos es inevitable, como sucede con cualquier recuerdo del pasado. En este caso es una interpretación teológica. El resto de los escritos del Nuevo 22 RESEÑA BÍBLICA | Nº109

Los cuatro evangelistas, de K. Buchmaler (hacia 820). Representación de los cuatro evangelistas con su correspondiente simbología: Mateo (hombre-ángel), Marcos (león alado), Lucas (toro alado) y Juan (águila)

Testamento son cartas (exceptuando el libro de Hechos y el libro del Apocalipsis, escrito en un género literario especial cuyas claves hay que conocer para poder entender el mensaje). En las cartas, el único autor identificado es Pablo de Tarso, que escribió varias de ellas (Romanos, 1-2 Corintios, Gálatas, 1 Tesalonicenses, Filipenses, Filemón, entre el 50-60 d.C.). Otras fueron escritas por discípulos (Efesios, Colosenses, 2 Tesalonicenses, escritas hacia 70-90 d.C.) o por quienes, en una situación eclesial y social muy distinta, quisieron invocar su autoridad para iluminar las nuevas situaciones a las que se enfrentaban y dar legitimidad a la

actualización que proponían (1-2 Timoteo, Tito, escritas hacia 110-120 d.C.). Pablo no habla de la vida de Jesús, porque su interés al escribir las cartas era otro: iluminar algunas situaciones comunitarias desde la fe en Jesucristo y los valores recibidos en su tradición. Las cartas son un género literario diferente al de los evangelios y requieren un acercamiento y unos métodos propios, pero apenas añaden datos históricos a los que encontramos en las demás fuentes canónicas. Es necesario un estudio crítico del texto que permita llegar a su sentido originario, a aquel que pudieron captar sus destinatarios primeros en su contexto, y


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a la historicidad de lo que narra. Para ello hay que tener en cuenta los recursos literarios (géneros literarios, alusiones a la tradición del Antiguo Testamento y a técnicas estilísticas del tiempo; las fuentes; la composición literaria y subrayados teológicos de cada evangelista en función de la situación concreta de sus comunidades), el contexto (formas de pensar, situación histórica y socio-política) y unos criterios de historicidad que se aplican al texto. Este análisis crítico puede ser realizado tanto por exegetas creyentes como por quienes no lo son. Ese significado originario, como sucede en todo texto clásico de profundidad humana, puede ser actualizado y traído a nuestros días teniendo en cuenta las mediaciones históricas y hermenéuticas adecuadas.

¿CÓMO SE DECIDE EL GRADO DE HISTORICIDAD DE LO QUE CUENTA UN TEXTO? Como se ha dicho, el análisis crítico de los textos (la exégesis) acaba su proceso indagando la historicidad de lo que narran los textos. Para ello se utilizan los “criterios de historicidad”, que son unas normas que se aplican a los relatos evangélicos para poder llegar a discernir lo que procede del Jesús histórico de lo que tiene su origen en el trabajo redaccional de los evangelistas. Los hechos que tienen mayor posibilidad de ser reconocidos como históricos son aquellos que aparecen en fuentes independientes y de formas diversas en ellas; aquellos que han sido conservados y transmitidos, a pesar de causar dificultad o incomodidad para los primeros

Mosaico en la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén

seguidores, pues su evolución posterior fue por otro camino; aquellos hechos que se muestran coherentes con el final de la vida de Jesús, el rechazo y la ejecución. Aunque en este espacio es imposible desarrollar todos los aspectos y la argumentación completa de cada criterio, sirvan estos dos ejemplos para acercarnos a la forma de proceder en la aplicación de estos criterios. 1) El episodio que narra la acción simbólica en el templo de Jerusalén, donde, al estilo de los profetas, Jesús echa por tierra las mesas de palomas y cambistas, aparece en los cuatro evangelios (en Juan, al comienzo del relato, mientras que en los demás lo hace al final, durante la última semana en la ciudad), pero además asoma como referencia en el juicio y en las burlas de la cruz, así como en el libro de Hechos de los Apóstoles. Por tanto, es un hecho que cuenta con testimonio múltiple en fuentes y géneros literarios. A la vez, el episodio parece haber creado cierta incomodidad en los primeros testigos. Fue un tema polémico entre sus seguidores y las autoridades del Templo, como se ve en el relato de la muerte de Esteban en Hechos. En Mc 14,56-59, en el juicio de Jesús ante el Sanedrín, se menciona que la acusación tiene que ver con el falso testimonio de alguien que decía que le había oído decir que él destruiría ese santuario hecho por manos de hombres y edificaría otro no hecho por hombres. Del mismo modo, estas palabras aparecen en forma de burla en la cruz en Mc 15,29 y Mt 27,40; mientras que en Lc la alusión a la destrucción del Templo aparece en la Nº109 | RESEÑA BÍBLICA 23


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La acción simbólica en el templo de Jerusalén es un hecho que cuenta con testimonio múltiple en fuentes y géneros literarios. A la vez, el episodio parece haber creado cierta incomodidad en los primeros testigos

segunda parte de su obra, en el libro de Hechos, en el episodio de la muerte de Esteban (Hch 6,14). Sin embargo, en el evangelio de Juan, esas palabras, de las que Marcos decía que eran falso testimonio, son puestas en boca de Jesús (Jn 2,19). Por otra parte, si se observa este episodio y su significado en el contexto cultural de aquel tiempo, vemos que entra dentro del estilo profético de acciones simbólicas contra el culto y contra la utilización de Yahvé para la injusticia, y es posible decir que está en coherencia con el mensaje de Jesús y sus acciones. Además, esta acción es un aspecto que, añadido a todo su recorrido, puede explicar su acusación y ejecución. Del análisis crítico de los textos que aluden a él, estudiados en su contexto, se puede afirmar que ese hecho dejó una huella que se plasmó en los textos. Pero, además, esa acción es plausible contextualmente, pues, como hemos dicho, los profetas de Israel, en cuya tradición Jesús estaba arraigado, habían realzado acciones parecidas, y la gente que la contemplaba era capaz de en24 RESEÑA BÍBLICA | Nº109

tenderla. Las citas de los profetas que los evangelistas ponen en boca de Jesús lo conectan con ellos y señalan el significado de su acción. Unos años después, otro personaje también hizo un gesto en el Templo, simbolizando su destrucción. Se salvó de morir ejecutado porque pensaron que estaba loco. Por tanto, la historicidad de este episodio es muy probable. La seguridad total nunca es posible. 2) Los relatos evangélicos narran el bautismo de Jesús por Juan Bautista en el Jordán. Un bautismo que Juan anunciaba “para el perdón de los pecados”. El episodio aparece en los cuatro evangelios, aunque de forma diversa (Mc 1,9-11; Mt 3,13-17; Lc 3,21-22; Jn 1,29-34), y se advierte la incomodidad progresiva que el hecho produjo entre sus seguidores. Marcos narra el hecho sin dar explicación alguna; subraya la vocación de Jesús para su tarea mediante una teofanía (género literario). Mateo introduce un diálogo entre Juan y Jesús que refleja las dudas y extrañezas de los oyentes del evangelio, confundidos por el

Galilea, vista del lago

hecho, y a los que, por boca de Jesús, se les promete que lo entenderán: “Juan trataba de impedírselo diciendo: ‘Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?’. Jesús respondió: ‘Déjame ahora, pues conviene que ahora así cumplamos toda justicia’”. Lucas no dice quién llevó a cabo el bautismo de Jesús (posterior, narrativamente, al apresamiento de Juan Bautista, Lc 3,21-22). El evangelio de Juan presenta al Bautista dando testimonio de Jesús al narrar la teofanía de la que fue testigo cuando bautizaba (Jn 1,32-34). Resumiendo: la tradición conservó la noticia, a pesar de la incomodidad causada en los creyentes por el hecho de que Jesús fuera a recibir el bautismo de Juan, dado que era para perdón de los pecados y ya que se le confesaba más importante que este. Después, cada evangelista subrayó el aspecto que le interesaba para su obra y dejó más o menos en la sombra otros. Pero no se eliminó la noticia. Aplicar los criterios de historicidad al material evangélico es un trabajo complejo, dado el tipo de


JESÚS Y LA HISTORIA

textos que son los evangelios en particular y la índole de la historia antigua en general. Sin embargo, a pesar de la imposibilidad de llegar a un grado de certeza absoluta, su aplicación permite alcanzar unas conclusiones para pasar de lo posible a lo realmente probable. De hecho, la investigación crítica ha llegado a un consenso general en los rasgos básicos que ofrecen las fuentes, aunque no sea unánime. Veamos esos rasgos: ▸ Fue bautizado por Juan Bautista en el Jordán. ▸ Anunció el reino de Dios. ▸ Se dirigió a Israel, pero no solo a un grupo selecto, sino a todo el pueblo, preferentemente a los más estigmatizados y excluidos por el sistema socio-religioso. ▸ En torno a él se reunió un grupo de seguidores –varones y mujeres– con unas características peculiares. ▸ Promovió un movimiento de renovación intrajudío entre quienes le reconocían una autoridad especial, y, sobre todo en Galilea, suscitó una gran esperanza en

ciertos sectores campesinos. ▸ Hizo sanaciones y exorcismos. ▸ Se mantuvo fiel al judaísmo. ▸ Asumió un cierto aspecto marginal en su vida. ▸ Al final de su vida realizó un gesto simbólico en el templo de Jerusalén que fue decisivo en su condena y ejecución. ▸ Fue crucificado mediante una alianza entre la aristocracia sacerdotal y el poder romano, siendo sumo sacerdote Caifás y prefecto romano Poncio Pilato. ▸ Tras su muerte, el movimiento que se había formado en torno a él pervivió y creció. Algunos, utilizando una categoría de su tradición religiosa, decían que Jesús había resucitado. Junto a estos consensos, entre exegetas hay diferencias en la valoración de los siguientes aspectos: la contextualización de su vida y mensaje; Galilea como región con unas características propias y la penetración del helenismo en la zona; la actitud de Jesús ante la Ley y las normas de pureza; el papel de las autoridades

judías y romanas en su muerte; la comprensión del reino de Dios. CONCLUSIÓN Tras un siglo de investigación se puede afirmar, con cautelas, pues la historia no es una ciencia exacta pero tampoco una actividad arbitraria, que se va estableciendo un cierto consenso sobre la figura histórica de Jesús. El análisis crítico de los textos y la aplicación de los criterios de historicidad permiten llegar a ciertos acuerdos sobre los rasgos básicos, opciones y actitudes de este personaje histórico, Jesús de Nazaret.

BIBLIOGRAFÍA >  R. AGUIRRE, C. BERNABÉ, C. GIL, Qué se sabe de… Jesús de Nazaret, Verbo Divino, Estella 2009. >  J. P. MEIER, Jesús, un judío marginal. I. Raíces del problema y de la persona, Verbo Divino, Estella 1998.

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DOSSIER JESÚS Y SU VIDA EN EL IMPERIO ROMANO

Jesús y su vida en el Imperio romano Jesús nació en tiempo de Herodes, rey vasallo de Roma; su ministerio se desarrolló siendo emperador Tiberio y fue crucificado por Poncio Pilato, prefecto romano. En los evangelios, el Imperio romano es un supuesto omnipresente que en algunos momentos aflora de forma explícita. ¿Cuál fue la actitud de Jesús ante el Imperio romano? La novedad histórica que supone el reino de Dios se percibe por contraste con los valores del Imperio romano.

Rafael Aguirre Universidad de Deusto

LA " TIERRA DE ISRAEL" EN EL IMPERIO ROMANO El lector de la Biblia sabe que esta pequeña franja de tierra ha sido siempre muy disputada por su valor estratégico y por ser tierra de paso entre Europa, África y Asia. Alejandro Magno la conquistó con sus ejércitos, pero también introdujo la influencia helenista e impulsó el proceso urbanizador. A su muerte, el dominio griego lo ejercieron, primero, los ptolomeos de Egipto y, después, los seléucidas de Siria. La situación no era estable, pero estalló cuando el rey seléucida Antíoco IV Epífanes 26 RESEÑA BÍBLICA | Nº109

(175-164 a.C.) ofendió gravemente los sentimientos religiosos judíos. La rebelión de Matatías (165 a.C.), liderada después por Judas Macabeo (Macabeo es un apodo que significa “el martillo”) se sacudió el yugo seléucida e instauró la dinastía asmonea. Unos años después consiguieron la independencia política, pero nunca cesaron las graves disensiones internas, entre otras cosas por el nombramiento de un sumo sacerdote que no provenía de la línea legítima. Era inevitable que el avance del Imperio romano llegase a Palestina, y Pompeyo acabó con el reino

asmoneo en los años 64-63 a.C. Entró personalmente en el templo de Jerusalén y convirtió a Siria en provincia romana. El Imperio romano seguía una estrategia integradora y no quebró el proceso helenizador, sino que se apoyó en él y lo favoreció. Para el gobierno se apoyaba en élites o dinastías locales. El Imperio romano iba tejiendo una red de relaciones sociales de carácter piramidal que se denominan de “patronazgo”. Un patrón, personaje honorable y con recursos materiales, tiene una serie de clientes que dependen de su benevolencia. El número de sus


DOSSIER JESÚS Y SU VIDA EN EL IMPERIO ROMANO

Imagen aérea del Herodión, donde se encuentra la tumba de Herodes el Grande

clientes indica el honor del patrón, y los clientes obtenían más beneficios en la medida en que su patrón era poderoso. El patronazgo estructuraba el Impero en cascada. El patrón primero era el emperador y sus clientes inmediatos, las élites esparcidas por todos sus territorios. Pero los personajes de las élites, a su vez, eran patrones

con sus clientes. Eran unas relaciones basadas en la benevolencia discrecional, en las diferencias discriminadoras y en el honor como valor supremo.

LOS HERODIANOS El personaje clave en la incorporación de Palestina al Imperio romano fue Herodes el Grande,

hijo de Antípater, un idumeo convertido al judaísmo que había alcanzado una gran influencia al final de la dinastía asmonea. Herodes recibió del Senado, con el apoyo de Augusto, el título de rey el año 40 a.C., siendo durante cuarenta años uno de “los reyes socios y amigos del pueblo romano”. Herodes fue un gobernante Nº109 | RESEÑA BÍBLICA 27


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astuto, fiel a los romanos, que contemporizaba con un pueblo tan especial como el judío. Reconstruyó con magnificencia el templo de Jerusalén, a la vez que en tierras paganas construía espléndidos templos en honor del emperador. Su labor constructora fue colosal, y todavía asombra a los visitantes de aquella tierra. Pero todo esto iba acompañado de una profunda transformación económica. En pocas palabras: se pasaba de una economía de reciprocidad, prácticamente de trueque, en que cada familia cultivaba y consumía lo que necesitaba, a una economía de redistribución, en la que un poder central acaparaba la producción, decidía los cultivos más rentables e imponía fuertes cargas fiscales.

La situación del campesinado galileo se hacía insostenible. Muchos perdían sus propiedades y quedaban como jornaleros mientras sus propiedades pasaban a manos de grandes latifundistas que vivían en las ciudades o en el extranjero; era frecuente tener que endeudarse para poder vivir. Estas situaciones se reflejan en los textos evangélicos. En Jerusalén prosperaba una aristocracia sacerdotal y laical, claramente prorromana, que se beneficiaba económicamente del Templo y de las masas de peregrinos que acudían a la ciudad. A la muerte de Herodes (4 a.C.) estalló el descontento existente en el pueblo con varias revueltas lideradas por pretendientes mesiánicos, de las que

En Jerusalén prosperaba una aristocracia sacerdotal y laical, claramente prorromana, que se beneficiaba económicamente del Templo y de las masas de peregrinos que acudían a la ciudad

Un estudio de las parábolas de Jesús, teniendo en cuenta su forma y sus detalles realistas, pero, sobre todo, el contexto en que se contaron por primera vez. Un trabajo para entender a Jesús y su mensaje original.

verbodivino.es


JESÚS Y SU VIDA EN EL IMPERIO ROMANO

Extensión del Reino de Herodes en el año I a. C.

lestina volvió a estar unificada con Herodes Agripa, nieto de Herodes el Grande, como rey. A su muerte, Judea pasó a ser provincia procuratorial, y a partir de ese momento las tensiones fueron en aumento hasta desembocar en la guerra abierta con los romanos el año 66 con el incendio del Templo y la caída de Masada el 74. No es posible presentar ahora los acontecimientos posteriores, pero lo expuesto hace ver que la integración de la tierra de Israel en el Imperio romano requirió un proceso prolongado, complejo y conflictivo. El ministerio de Jesús se desarrolló en un momento crítico de ese proceso.

JESÚS, JUDÍO DE NAZARET DE GALILEA informa Flavio Josefo (Antigüedades judías XVII,288-289.295-298; Guerra judía II,68.71-75). En Galilea hubo un movimiento encabezado por Judas Galileo, que atacó el palacio de Séforis, capital de la región, y se apoderó de un arsenal de armas; en Perea fue proclamado rey un tal Simón; en Idumea, el pastor Athronges aspiró a la realeza. La situación fue tan grave que intervino el gobernador de Siria, Varo, que ejerció una durísima represión. El reino fue dividido entre los tres hijos de Herodes: Arquelao, etnarca de Judea; Antipas, tetrarca de Perea y de Galilea; Filipo, tetrarca de Traconítide y otros territorios al norte. Arquelao fue destituido por los romanos el año 6 d.C. y Judea pasó a ser

una provincia romana dependiente del legado de Siria, pero con un prefecto que vivía en Cesarea Marítima y solo en momentos especiales se trasladaba a Jerusalén. En ese momento tuvo lugar el censo de Quirino, necesario para controlar el tributum capitis, el que tenían que pagar todos los adultos y que se sumaba al ya vigente tributum solis, que afectaba a todas las propiedades. El régimen de prefectos romanos discurrió con relativa calma al inicio. El primero, Coponio, fue muy bien recibido, porque suponía liberarse de los odiados herodianos. Hubo algunos incidentes en tiempos de Poncio Pilato (26-36 d.C.), a uno de los cuales haremos mención. Del año 41 al 44 toda Pa-

En el artículo siguiente de esta revista se presentará a Jesús como judío. Conocemos el nombre de su padre, de su madre y de sus hermanos y hermanas (Mc 6,3). Era oriundo de Nazaret, un pequeño pueblo de la Baja Galilea, muy cercano a la capital, Séforis, ciudad por la que pasaban importantes vías de comunicación. Jesús se educó en un ambiente familiar profundamente judío y religioso, pero en una región transitada y abierta al helenismo. La represión brutal de las legiones romanas contra Judas Galileo el año 4 a.C. tuvo que llegar necesariamente a Nazaret; sucedió siendo Jesús muy niño y marcó los recuerdos de una generación: “Aquello fue dos años antes de los romanos”; “… después de los romanos”. En ese ambiente creció Jesús. Nº109 | RESEÑA BÍBLICA 29


DOSSIER

Los relatos evangélicos de la infancia de Jesús son construcciones teológicas y apenas proporcionan informaciones históricas. No es verosímil que Jesús permaneciese en el domicilio familiar hasta que comenzó su vida pública en torno a los 30 años

Los relatos evangélicos de la infancia de Jesús son construcciones teológicas y apenas proporcionan informaciones históricas. No es verosímil que Jesús permaneciese en el domicilio familiar hasta que comenzó su vida pública en torno a los 30 años (Lc 3,1). Dado que nació antes de la muerte de Herodes, tendría al menos 34 años. Para aquel tiempo, un varón de esa edad estaba ya en plena madurez. Es seguro que los discípulos que le seguían, y la mayoría de quienes le escuchaban en Galilea, eran más jóvenes que él. Jesús tiene un conocimiento notable de las Escrituras y posee una gran capacidad dialéctica para dirigirse al pueblo sencillo y para discutir con las élites doctrinales. Cabe pensar que había seguido un proceso similar al que describe Flavio Josefo en su Autobiografía, quien, movido por su inquietud religiosa, había frecuentado a diversos maestros 30 RESEÑA BÍBLICA | Nº109

y tuvo contactos con diversos movimientos religiosos judíos. Jesús pudo haber seguido un proceso similar de búsqueda, y las primeras noticias lo presentan cuando se acerca a Juan Bautista y al movimiento religioso que desarrollaba en el desierto del Jordán. Aquello resultó decisivo, porque allí maduró su experiencia religiosa, tomó conciencia de su misión y a partir de entonces empezó su propio ministerio.

EL REINO DE DIOS Y EL MOVIMIENTO JUDÍO DE RENOVACIÓN Jesús se separó de su maestro y no se quedó en el Jordán esperando a que la gente acudiese allí. Él salió a buscarla. Para entender su actitud, la clave está en su experiencia religiosa: Dios es un Padre que busca a los seres humanos, sus hijos, y les invita a acoger su reinado, lo que implica una profunda transformación personal y social (“la conversión”): “El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está llegando; convertíos y creed en la Buena Noticia” (Mc 1,15). Este futuro es inminente; Jesús lo ve ya actuante y por eso proclama que es una buena noticia para los pobres, los hambrientos, los afligidos, porque la situación va a cambiar, se va a hacer justicia; el reino del Padre implica la fraternidad entre los humanos, sus hijos. A quienes le preguntan por el momento de la llegada del reino de Dios les responde: “La venida del reino de Dios no se produce aparatosamente ni se dirá: ‘Vedlo aquí o allá’, porque el reino de Dios está ya entre vosotros” (Lc 17,20-21). El reino de Dios es inseparable del pueblo de Dios. Jesús se dirige a Israel y quiere que este acepte el reino de Dios

–con la plenitud de la justicia y de la paz– y se convierta así en una luz que ilumine a toda la humanidad (Is 2,1-5). Sin embargo, Jesús, que habla constantemente del reino de Dios, jamás llama a Dios rey. Lo más íntimo de su experiencia religiosa es descubrir a Dios como Abbá, como Padre, como amor.

LA DIMENSIÓN POLÍTICA DEL REINO DE DIOS Para Jesús, el reino de Dios no es un ideal que realizar en un ámbito espiritual y celeste. La soberanía actuante de Dios es una fuerza de transformación personal y social, es una propuesta política, en el sentido primigenio de esta palabra, y que Dios un día cercano manifestará en plenitud. 1) Jesús promueve un movimiento de renovación intrajudío. Lo específico de Jesús es proclamar que ha llegado el momento de la transformación radical de la historia con vistas al reino de Dios. Se explica que Jesús suscitase un eco muy positivo entre los sectores populares de Galilea. El reino de Dios se despliega en las bienaventuranzas y supone un anuncio de cambio y de esperanza para aquellos a quienes la incorporación al Imperio romano estaba suponiendo grandes sufrimientos. En los evangelios vemos que Jesús suscitó un movimiento profético popular, similar a otros que surgieron en aquel tiempo en el judaísmo. Pretende cambiar profundamente al pueblo de Israel. Hay multitudes que acuden a escuchar a Jesús, vienen de todas las aldeas galileas, pero Jesús nunca aparece visitando las ciudades, donde vivían las élites prorromanas. 2) Jesús habla en parábolas con un lenguaje sugerente, que da que


JESÚS Y SU VIDA EN EL IMPERIO ROMANO

pensar y enseña a ver la realidad de una manera diferente. Para Jesús, el reino de Dios no se identifica ni con éxitos militares, ni con convulsiones cósmicas, ni con signos deslumbrantes. Lo compara con un grano de mostaza, la más pequeña de las semillas (Mc 4,30); o con un poco de levadura, que se pierde en la masa (Mt 13,33); o con un tesoro escondido en el campo (Mt 13,44). 3) La expresión “reino de Dios“, tal como es usada por Jesús, tiene su antecedente en dos profetas que se dirigen al pueblo en los momentos más críticos de su existencia: el Déutero-Isaías, que exhorta a la resistencia y a la esperanza a los desterrados en Babilonia (Is 52,7), y Daniel, más cercano en el tiempo, que se dirige al pueblo abatido por el dominio seléucida, que amenaza con destruir las

instituciones sagradas y la misma identidad judía. Los capítulos 2 y 7 de Daniel describen en imágenes la victoria del reino de Dios contra todos los imperios. El capítulo 7 presenta una visión terrorífica de cuatro monstruos terribles que surgen del mar. Sigue una visión totalmente contrapuesta: no una bestia, sino un ser humano, un “hijo del hombre”, que no surge de los abismos marinos, sino que va sobre las nubes del cielo y se dirige hacia el trono de Dios, representando a Dios, al que miles y miles le servían, el cual le otorga poder, honor y un reino que nunca será destruido, mientras los monstruos precedentes son aniquilados. Después se explica la visión: las bestias son los imperios sucesivos que han ido oprimiendo a Israel (asirios, babilonios, medos, helenistas) y el ser

Colinas de Judea, que pasó a provincia procuratorial tras la muerte de Herodes Agripa, unificador de Palestina

humano representa al pueblo de los justos, que, contra todo lo que se podía pensar, prevalecerá y recibirá el reino de Dios. El reino de Dios es un mensaje de resistencia y esperanza que se dirige al pueblo en momentos de máxima opresión, en los que parece que no hay salida humana. 4) Jesús se encuentra en la tradición judía de la resistencia pacífica ante los imperios. En Israel hay una tradición, que se remonta a Isaías, y que desecha la violencia ante el acoso del Imperio. Hay otra tradición que exalta la violencia armada no solo para resistir, sino para atacar y llevar adelante el supuesto plan divino. Ambas tradiciones, la violenta armada y la pacífica,

Jesús se encuentra ante un nuevo imperio, el romano, y preconiza la resistencia pacífica, como lo había hecho poco antes Daniel. Además, es algo que pertenece al núcleo central de su mensaje tal como se encuentra resumido en el Sermón del monte (Mt 5−7) Nº109 | RESEÑA BÍBLICA 31


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salieron a la luz ante el Imperio romano. En Daniel, referencia importante para Jesús, hemos visto que el reino de Dios es una llamada a la resistencia firme, con la confianza puesta en Dios, pero sin el menor atisbo de las armas ni de la violencia. Jesús se encuentra ante un nuevo imperio, el romano, y preconiza la resistencia pacífica, como lo había hecho poco antes Daniel. Además, es algo que pertenece al núcleo central de su mensaje tal como se encuentra resumido en el Sermón del monte (Mt 5–7). Sin embargo, en el judaísmo contemporáneo de Jesús predominaba el espíritu macabeo, y las sublevaciones armadas se sucedieron, manifestándose con especial fuerza a la muerte de Herodes (4 a.C.), como hemos visto. No es posible detallar los numerosos incidentes de esta naturaleza, que fueron aumentando y desembocaron en la guerra total de los años 66-70.

La violencia también es expresada con un lenguaje de guerra, pues, desgraciadamente, Israel conoce de primera mano las circunstancias en las que quedan los vencidos

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Esta fe religiosa en la violencia se encuentra en los libros de los Jubileos, Henoc y Salmos de Salomón. Pero la tradición no violenta, probablemente minoritaria, además de contar también con raíces bíblicas, tenía una importante penetración popular. Josefo narra un ejemplo magnífico (Guerra judía II,169-174). Cuando Pilato llegó como prefecto a Judea, introdujo de noche, a escondidas, en Jerusalén unos estandartes con la efigie del César. Esto suponía una agresión a los sentimientos religiosos, y los judíos reaccionaron firme y pacíficamente. Fueron al palacio de Pilato en Cesarea, que no atendió sus peticiones. Entonces “los judíos se tendieron en el suelo boca abajo, alrededor de su casa, y se quedaron allí sin moverse cinco días y sus correspondientes noches”. Pilato mandó a sus soldados que les rodeasen y desenvainasen sus espadas. “Pero los judíos, como si se hubiesen puesto de acuerdo, se echaron al suelo todos a la vez con el cuello inclinado y dijeron a gritos que estaban dispuestos a morir antes que no cumplir sus leyes. Pilato, que se quedó totalmente maravillado de aquella religiosidad tan desmedida, mandó retirar enseguida los estandartes de Jerusalén”. La actitud de Jesús de reivindicar el reino de Dios y, a la vez, distanciarse de la violencia, que bullía en su pueblo con consecuencias finales funestas, se puede contextualizar perfectamente en el judaísmo de su tiempo. 5) La proclamación del reino de Dios podía fácilmente sonar a los oídos de los representantes del Imperio romano como un desafío al reino del César. El Imperio romano era tolerante y acogedor de los

dioses de los pueblos sometidos. Pero Jesús, fiel a la tradición judía, proclama el reinado de un Dios que no acepta compartir el panteón con otras divinidades, que se erige en la referencia decisiva en la vida de sus fieles y que, por supuesto, es incompatible con el culto al emperador. Además, en torno a Jesús se congrega un movimiento social que resulta una amenaza para los intereses de la élite judía prorromana y que se encuentra en un lugar delicado y fronterizo del Imperio. La autoridad romana ni entraba ni le interesaban las disputas intrajudías que Jesús suscitaba, pero aquel profeta galileo tenía que ser visto como un peligroso perturbador del orden imperial.

AFLORA LA CRÍTICA IMPERIAL Hay algunas escenas evangélicas en que aflora la crítica imperial. Para captarlas hay que tener en cuenta la situación en que se encontraban los autores de los relatos evangélicos. No podían ocultar que Jesús había sido crucificado por los romanos, pero rebajan el conflicto con el Imperio romano, a la vez que acentúan la responsabilidad de las autoridades judías. Por otra parte, los evangelios son literatura de grupos marginales en el Imperio y usan, con frecuencia, un lenguaje típico de los grupos que se encuentran en esa situación: tiene un sentido público que se somete a todas las convenciones sociales, pero tiene también un sentido oculto que solo captan los miembros del propio grupo y que posee un sentido crítico, a veces irónico y burlesco, en todo caso disimulado. Veamos algunos textos.


JESÚS Y SU VIDA EN EL IMPERIO ROMANO

EL ENDEMONIADO DE GERASA (Mc 5,1-21) Es un relato especialmente vivo y rico que debe leerse con atención. Nos fijamos solo en algunos detalles. Gerasa es una ciudad pagana en la ribera oriental del lago. Se describe con detalle la situación de un marginado poseído por un espíritu inmundo: vive en lugares impuros (los sepulcros), es violento e incapaz de convivencia humana, grita y se hiere a sí mismo. Este poseso descubre a Jesús y reacciona contra él. Su nombre es “legión”, un término militar romano, lo que puede ser una sátira contra la presencia militar existente en aquella zona. Estos espíritus impuros son transferidos a una piara de cerdos, animales impuros, que se arroja al mar y queda totalmente destruida. La Legión X Fretensis, estacionada en Palestina, tenía en su emblema un cerdo salvaje (un jabalí). En el trasfondo hay una crítica a la presencia militar del Imperio, que quiere permanecer en el lugar (Mc 5,11), pero que es presentado como un poder alienante, impuro, que está abocado al aniquilamiento total. EL PAGO DEL TRIBUTO (Mc 12,13-17) Hay un momento en que le instan a Jesús para que defina claramente su actitud ante el Imperio y ante el emperador mismo. Le preguntan: “¿Es lícito pagar tributo al César o no?”. Le tienden una trampa: si responde que no, incurre en delito ante los romanos; si responde que sí, decepcionará al pueblo, entre el cual el malestar por las cargas impositivas enormes y humillantes estaba muy extendido. El problema era candente y grave. Cuando el

Ejemplo de moneda acuñada por Tiberio

censo de Quirino, en el momento en que Judea pasó a depender directamente de Roma, surgió Judas Galileo, que incitaba a la rebelión diciendo que pagar tributo a los romanos era atentar contra Yahvé, único Señor de Israel. Jesús responde con otra pregunta y reformula la cuestión. Es un procedimiento típico del lenguaje disfrazado de sectores oprimidos. Para ser claros y breves nos fijamos solo en las palabras de Jesús: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Todo el énfasis está puesto en la segunda parte, que se refiere a algo sobre lo que no le habían preguntado: “Dad a Dios lo que es de Dios”. Preguntan por los derechos del César; Jesús responde reivindicando los derechos de Dios. Dios es el Señor supremo, y Jesús anuncia que su

Imperio está ya presente y pronto se hará del todo manifiesto. ¿Y qué es lo que hay que dar al César? Jesús no dice nada al respecto, ni siquiera si hay que darle algo. Basándose en este episodio acusan a Jesús ante Pilato, en el evangelio de Lucas (23,2), de ser un subversivo que “prohíbe pagar tributo al César”. Es la mejor prueba de que la ambigüedad del texto permitía esta interpretación o, quizá más exactamente, que podía descubrirse debajo del disfraz del lenguaje su verdadero sentido contracultural. LA ENTRADA “TRIUNFAL” EN JERUSALÉN (Mc 11,1-11) La entrada de un rey o de un legado suyo en una ciudad, tras una victoria, respondía a un género literario. Iba montado en Nº109 | RESEÑA BÍBLICA 33


DOSSIER

Jesús responde a la pregunta de si hay que pagar tributo al César con otra pregunta y reformula la cuestión. Es un procedimiento típico del lenguaje disfrazado de sectores oprimidos

una cabalgadura elegante, vestido regiamente, aclamado por la multitud, y acababa en el templo, donde ofrecía un sacrificio a la divinidad. Flavio Josefo describe en estos términos la entrada en Jerusalén de Alejandro Magno (Antigüedades de los judíos XI,325329) y de Agripa (Antigüedades de los judíos XVI,12-15). Una serie de indicios dan a entender que la entrada de Jesús en Jerusalén es una imitación satírica y burlesca de las gloriosas llegadas imperiales a una ciudad. Jesús, un peregrino andrajoso, sobre un modesto asno, entra en el templo de Jerusalén, donde no rinde pleitesía de ningún tipo, sino que lo observa todo y sale para Betania. No es pensable que quien ha criticado con tanta claridad y dureza las ansias de poder y de primeros puestos aceptase un homenaje al estilo regio. Percibir la ironía en textos o gestos culturalmente lejanos es sumamente difícil. Ahora se va abriendo paso esta interpretación anti-imperial, satírica y crítica de la entrada “triunfal” de Jesús en Jerusalén. JESÚS Y PILATO La confrontación entre Jesús y el representante del Imperio, Pilato, prefecto de Judea, se narra en los cuatro evangelios. Las preocupaciones apologéticas hacen muy difícil valorar histórica34 RESEÑA BÍBLICA | Nº109

mente esta escena. Pero algunos datos se pueden afirmar con razonable seguridad. Ante todo, que fue Pilato el responsable último de la ejecución de Jesús. La cruz era un patíbulo romano. El letrero “Jesús de Nazaret, rey de los judíos” expresa un delito a ojos romanos. En el texto hay un afán por hacer ver que Pilato toma esta decisión presionado por las autoridades judías y una chusma popular. Pero por las fuentes profanas (Filón de Alejandría) sabemos que Pilato era duro e inflexible, y no se dejaba presionar fácilmente. Con toda probabilidad, Pilato consideró a Jesús un peligro para el orden imperial. Ya en su detención parece que intervinieron tropas romanas (Jn 18,3). Pueden ser ciertas las acusaciones que se le dirigen en el evangelio de Lucas (23,2): “Hemos encontrado a este alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributo al César y diciendo que él es el Mesías rey”. El prefecto romano no era capaz de diferenciar entre las motivaciones y tácticas de los distintos grupos judíos. Para él eran iguales los movimientos mesiánicos armados que surgieron el año 4 a.C., a la muerte de Herodes, que los diversos movimientos proféticos del tiempo, que esperaban una pronta intervención divina, como el de Juan Bautista. Lo que le preo-

Mosaico de Séforis (Galilea)

cupaba a Pilato era la movilización popular, que veía como un peligro para el orden imperial. Jesús atentaba contra el Templo y contra la “paz y concordia” del Imperio. Pilato contó con el apoyo y legitimación de la oligarquía sacerdotal –cuya fidelidad se aseguraban los romanos– para su decisión de crucificar a Jesús.

CONCLUSIÓN Hemos comenzado diciendo que los valores del Imperio romano están siempre presentes en los relatos de la vida de Jesús. El reinado de Dios que Jesús anuncia no es un imperio más. Es una promesa y un proyecto de transformación histórica de novedad inaudita. Dios es Padre, todos los seres humanos son hermanos, las estructuras de patronazgo son abolidas, llega el


JESÚS Y SU VIDA EN EL IMPERIO ROMANO

momento del amor gratuito. Está muy bien el ideal romano de “paz y concordia”, pero con justicia y sin violencia. Es una forma de ver y valorar la realidad profundamente alternativa. El Imperio romano no fue peor que otros imperios. Al contrario, es el Imperio mejor valorado por la historia posterior.

Nosotros mismos somos afortunados herederos suyos. Sin embargo, este Imperio crucificó a Jesús no por equivocación ni por un ardid perverso de los sacerdotes judíos. Con sus actitudes y palabras, con la esperanza que suscitaba, era una amenaza intolerable para el or-

den romano. La cruz de Jesús significa, expresa y recuerda la dificultad que tiene el ser humano de aceptar la floración de sus mejores posibilidades. Esto acontece cuando se acoge el reino de Dios tal como Jesús lo promueve, con su fuerza de transformación personal y social.

BIBLIOGRAFÍA >  W. CARTER, El Imperio romano y el Nuevo Testamento, Verbo Divino, Estella 2011. >  R. A. HORSLEY y J. S. HANSON, Bandits, Prophets and Messiahs: Popular Movements in the Time of Jesus, Trinity International, Harrisburg 1999. >  R. A. HORSLEY y N. A. SILBERMAN, La revolución del Reino, Sal Terrae, Santander 2005. >  A. E. PORTIER-YOUNG, Apocalipsis contra Imperio. Teologías de resistencia en el judaísmo antiguo, Verbo Divino, Estella 2016.

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DOSSIER JESÚS Y EL JUDAÍSMO DE SU TIEMPO

Jesús y el judaísmo de su tiempo: conflicto y muerte Jesús fue un judeo (vamos a usar este término en vez de “judío” para subrayar su carácter étnico) que vivió casi toda su vida en la región de Galilea y murió en Jerusalén. Aunque algunas fuentes cristianas parecen sugerir su distanciamiento o ruptura con las tradiciones que identificaban a un judeo, una lectura atenta de los textos refleja lo contrario: Jesús fue un judeo que vivió con gran radicalidad su fe en Yahvé, si bien lo hizo de un modo original que desafiaba la visión hegemónica de las autoridades judeas. Su muerte fue resultado de una alianza entre la aristocracia sacerdotal y el prefecto romano, que buscaron acabar con su visión del judaísmo y su popularidad.

Carlos Gil Arbiol Universidad de Deusto

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Como hemos visto en los dos artículos precedentes, la recuperación de la historia de Jesús ha sido una tarea con más problemas de los que se podrían imaginar. Sin embargo, hoy se reconoce una base histórica suficientemente sólida como para aceptar la existencia histórica de Jesús; igualmente, los criterios de historicidad permiten identificar algunos dichos y hechos genuinos de Jesús. Todo ello, como hemos visto, está sujeto a interpretaciones y ambigüedades, y no está exento de proyecciones y manipulaciones. No obstante, hay ciertos consensos sobre los rasgos distintivos de Jesús que nos ofrecen las

fuentes. Algunos de ellos los hemos visto ya: la idea del reino de Dios, su peculiar experiencia religiosa, el desafiante marco del Imperio romano, la existencia de un movimiento en torno a su carisma. Uno de esos consensos difícilmente discutibles sobre la persona histórica de Jesús es su origen galileo y su identidad judea. En tiempo de Jesús, un judeo era todo aquel nacido de padres judeos y, si era varón, circuncidado al octavo día de nacer. Como fruto de ello, un judeo se atenía en su vida a las costumbres, normas y prácticas del pueblo de Israel, localizado geográficamente en el


DOSSIER JESÚS Y EL JUDAÍSMO DE SU TIEMPO

territorio que Heródoto, Plutarco o Filón llaman “Palestina”, y que incluía Galilea, Samaría y Judea. El nombre compartido que estos habitantes recibían, y que da cuenta de su pertenencia a una nacionalidad compartida, era “judeos” (ioudaios); este nombre

identificaba a aquellas personas que, aunque no vivieran en la tierra del antiguo Israel, eran reconocidas por la observancia de rituales de purificación, la abstención de alimentos considerados impuros y de cultos públicos a otros dioses fuera de Yahvé, la ob-

servancia del descanso sabático y de la circuncisión de sus niños varones, etc. No es fácil saber hoy con exactitud lo que definía a un judeo en aquel tiempo, pero parece que a sus contemporáneos no les resultaba difícil hacerlo. El descanso sabático, la observancia Nº109 | RESEÑA BÍBLICA 37


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de la pureza de los alimentos, la separación de costumbres no judeas y la circuncisión de los niños están entre las prácticas más visibles e identificables.

JESÚS Y EL SÁBADO En las fuentes cristianas, especialmente en el evangelio de Marcos, compuesto hacia el año

Imagen de una página de la Misná

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70 d.C., encontramos algunos datos que nos podrían hacer pensar que Jesús no era un buen judeo o que incumplía algunas de esas prácticas, por ejemplo, la observancia del sábado. En los capítulos segundo y tercero de este evangelio, su autor narra cinco controversias que Jesús protagoniza con diversos adversarios: escribas, escribas de los

fariseos, fariseos o herodianos. El contenido y el tono de las acusaciones va en aumento, hasta que, en la última de las cinco, lo que Jesús hace provoca que “los fariseos, se confabularon con los herodianos contra él para ver cómo eliminarle”. En esta última discusión polémica, Jesús cura en sábado a un hombre con la mano paralizada:


JESÚS Y EL JUDAÍSMO DE SU TIEMPO

Entró de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle. Dice al hombre que tenía la mano seca: “Levántate ahí en medio”. Y les dice: “¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?”. Pero ellos callaban. Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: “Extiende la mano”. Él la extendió y quedó restablecida su mano. En cuanto salieron los fariseos se confabularon con los herodianos contra él para ver cómo eliminarle (Mc 3,1-6).

La primera impresión del lector actual, especialmente si llega a este pasaje después de haber leído las cuatro polémicas anteriores (Mc 2,1-28), es de transgresión: Jesús incumple la sagrada norma del descanso sabático. Esta impresión está basada en la mención del “acecho” inicial de sus oponentes “para acusarle”, en el silencio hipócrita que el evangelista les achaca, en la curación que acontece en sábado y, sobre todo, en el resultado que esa curación le granjea: una sentencia de muerte. En efecto, según Ex 31,14-17, la violación de la observancia del sábado conlleva la muerte (por lapidación, según el tratado Sanedrín de la Misná o Nm 15,32-36). El autor del evangelio transmite la gravedad de la transgresión, pero la explica por un bien mayor: Jesús no cumple la Ley

porque salva una vida; Jesús –da a entender el evangelista– hace el bien, no el mal. La impresión que obtiene el lector no judeo –para quien Marcos escribe– es que la Torá no salva, sino que destruye. Jesús habría venido a acabar con la Torá. Sin embargo, nos encontramos con varios problemas para poder aceptar esa conclusión. En primer lugar, en ningún texto se afirma que curar sea una actividad prohibida en sábado; se trata de una convención más que de una norma. Así, por ejemplo, en el tratado Shabbat de la Misná se discute qué acciones pueden hacerse en sábado y cuáles no, es decir, cuáles son consideradas trabajo y cuáles no. Hacer una cataplasma para colocarla al enfermo está prohibido en sábado; igual que dar un masaje terapéutico o frotar con aceite una herida; pero hablar no está prohibido en sábado. Y esto es lo único que Jesús hace en esta escena; ni siquiera le estira el brazo al enfermo. En realidad, no hay ninguna norma que Jesús contravenga ahí. El segundo lugar, la Misná explica cuáles son las penas por las transgresiones del sábado en caso de error, despiste o desconocimiento: “Un sacrificio por el pecado”. Es decir, que el incumplimiento del sábado tenía, en la vida cotidiana, unas penas acordes a la transgresión, y no se resolvían con lapidaciones o sentencias de muerte. Y, en tercer lugar, había una idea muy difundida y aceptada entre los rabinos del tiempo de Jesús sobre la prioridad de la vida ante el precepto sabático. La Misná contemplaba la posibilidad de relativizar el precepto sabático si había una vida en peligro, como

dice el tratado Yoma de la Misná: “Al que ha sido cogido por el hambre se le alimenta, incluso con alimentos impuros, hasta que brillen sus ojos [...] Si una persona siente dolores en la garganta, se le puede dar una medicina por vía bucal en día de sábado, ya que hay peligro de vida, y todo peligro de vida desplaza al sábado” (mYom 8,6). Se discutía, incluso, si era posible visitar enfermos y consolar afligidos en sábado. Dicho de otro modo, aceptando el precepto de no trabajar, se discutía en qué circunstancias se debía o se podía cumplir y en cuáles estaba justificado incumplirlo. Es dudoso que una mano paralizada pudiera entenderse como una amenaza inminente para la vida, pero, de nuevo, esto depen-

La impresión que obtiene el lector no judeo –para quien Marcos escribe– es que la Torá no salva, sino que destruye. Jesús habría venido a acabar con la Torá. Sin embargo, nos encontramos con varios problemas para poder aceptar esa conclusión

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de de la interpretación. Y Jesús pregunta en esta escena a todos los presentes: “¿Qué está permitido hacer en sábado?”; se muestra como un rabino interesado en observar el sábado dentro de los límites de su propia comprensión, en la que destaca claramente el criterio de cuidar la vida amenazada. Un observador exterior, un legalista, puede entender que una mano paralizada no es amenaza vital; pero ¿qué piensa quien la sufre? ¿Estaría de acuerdo el enfermo en anteponer una formalidad discutible ante la posibilidad de recuperar su vida? Jesús parece tener claro en qué lugar se posiciona. Podemos recordar a este respecto la parábola del buen samaritano: “¿Quién te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?” (Lc 10,36). Estos datos arrojan un resultado diferente al de la primera impresión: Jesús no es un transgresor, sino un celoso observante del sábado. Si no nos dejamos llevar por los ardides del evangelista para “ver” la transgresión, descubrimos a un Jesús observante con un criterio muy claro de las prioridades: la observancia del sábado pasa por devolver la vida a quien la ha perdido. Jesús ofrece en esta escena una particular lectura de su propia tradición judea, incluyendo las circunstancias en las que se cumple o incumple el sábado. Dejar sin curar al hombre enfermo, no dar vida, sería incumplir el sábado; el sábado está hecho para el hombre, especialmente para el que sufre.

JESÚS Y LAS NORMAS DE PUREZA Otro de los signos de identidad judea era la observancia de las normas de pureza. Estas eran muy 40 RESEÑA BÍBLICA | Nº109

variadas y de extraña lógica, como se puede ver en Lv 11–15. Tanto en Palestina como, especialmente, en las ciudades del Imperio por donde estaban dispersos los judeos, se les podía reconocer porque había alimentos que no comían, personas con las que no se relacionaban, rituales de purificación que realizaban, etc. Con mucha frecuencia, todas esas normas confluían en un lugar: la mesa. Las comidas eran el sitio privilegiado en el que se mostraban los alimentos que se comían, cómo se preparaban, quiénes se sentaban, etc. La mesa era el lugar privilegiado para expresar la diferencia, la separación de los judeos puros respecto a todo lo considerado impuro, alimentos o personas. Un dato recurrente en las fuentes más antiguas es la sorpresa que causaba Jesús en mucha gente por el modo de comer; en concreto, por la compañía de la que se rodeaba al sentarse a la mesa. Aunque en las ciudades de la diáspora la observancia de las normas de pureza provocaba una marcada separación de su entorno, en Palestina no era tan complicado, porque casi todos compartían los mismos principios y se atenían a las normas kosher. Eso significaba abstenerse de alimentos considerados impuros, como la carne de cerdo, y de comer con personas impuras, como pecadores o aquellos cuya vida no reflejaba al Dios santo; “sed santos porque yo soy santo” es el estribillo que expresa el principio de la pureza en el Levítico. Se trataba de reflejar la identidad judea a través de los comportamientos cotidianos. Esta identidad era un reflejo de la de Yahvé: como Yahvé es santo y puro, así debe ser su pueblo. Esa

Un dato recurrente en las fuentes más antiguas es la sorpresa que causaba Jesús en mucha gente por el modo de comer; en concreto, por la compañía de la que se rodeaba al sentarse a la mesa


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pureza y santidad se expresaba mediante la separación de lo considerado impuro o profano, que abarcaba un amplio abanico de situaciones; algunas naturales e involuntarias (impureza de la regla menstrual de las mujeres, de un cadáver o de la lepra) y otras voluntarias (homicidio, idolatría o relaciones sexuales inadecuadas). Abstenerse de todo ello, evitarlo cuando es posible o purificarse con los rituales adecuados cuando ha sido inevitable, era la vida cotidiana de un judeo que quisiera reflejar en su vida la santidad de Yahvé. Y separarse de todos aquellos que no vivían de acuerdo con esas normas era fundamental para conservar la identidad colectiva de pueblo elegido. Por eso llamaba la atención que Jesús se sentara a la mesa con recaudadores de impuestos para Roma o que uniera a uno de ellos a su grupo de seguidores: “Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: ‘Sígueme’. Él se levantó y le siguió” (Mc 2,14). Con él se fue a su casa y provocó malestar: “Al ver los escribas de los fariseos que comía con los pecadores y recaudadores, decían a los discípulos: ‘¿Es que come con pecadores y recaudadores?’” (Mc 2,16). Uno de los insultos que Jesús se granjeó fue precisamente ese: “Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de recaudadores y pecadores” (Mt 11,19). Sus amistades incluían también a un sector especialmente etiquetado como impuro: “Si este fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es esta que le está tocando, pues es una pecadora” (Lc 7,39). Se atrevió a poner a personas impuras, además, como ejemplo de lo que Dios quería de Israel: “Los recaudado-

Crucifixión blanca, de Marc Chagall

res y las prostitutas llegan antes que vosotros [sumos sacerdotes y ancianos] al reino de Dios” (Mt 21,31). Estos ejemplos, que se repiten en géneros literarios diversos y fuentes independientes, arrojan una imagen peculiar: Jesús parece no cumplir con las normas de pureza en lo referente a la separación de personas impuras. Una lectura superficial o precipitada, como en el caso de la curación del hombre de la mano paralizada, podría llevarnos a pensar que aquí Jesús se distancia de la tradición judea.

Sin embargo, la justificación que presenta para ello revela lo contrario. Como en el caso de la curación en sábado, Jesús nunca justifica sus comportamientos apelando a que no se deben cumplir las normas, las costumbres o tradiciones propias. Dice exactamente lo contrario: “No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas; no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento” (Mt 5,17). Y, como en el caso del sábado, Jesús explica su particular modo de entender la Ley y las costumbres: Nº109 | RESEÑA BÍBLICA 41


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“Habéis oído que se dijo a los antepasados: ‘No matarás’; y aquel que mate será reo ante el tribunal. Pues yo os digo: todo aquel que se encolerice contra su hermano será reo ante el tribunal; y el que llame a su hermano ‘imbécil’ será reo ante el Sanedrín” (Mt 5,21-22). Aunque la primera impresión, de nuevo, puede hacer pensar que Jesús está cambiando la Ley, en realidad la está radicalizando, con una interpretación muy exigente. Un judeo podía insultar a otro mientras no lo matara; de ese modo cumplía el mandamiento de no matar (Ex 20,12). Jesús afirma que la cólera contra otro es un incumplimiento del precepto de no matar que requiere un juicio y sentencia exactamente igual que el del homicidio. De este modo, no está animando a dejar de cumplir el precepto, sino a cumplirlo de un modo mucho más exigente que los demás judeos. El amor al enemigo resulta la expresión más completa de esta radicalidad: “Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo’ y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos” (Mt 5,43-45). Aquí explica Jesús la razón de fondo de su extraño comportamiento: se trata de ser hijo del Padre del cielo, imitarlo, ser como él, que hace salir su sol sobre malos y buenos. Este argumento utiliza la misma lógica que las normas de pureza; aquellas proponían un Dios santo y puro al que había que imitar apartándose de todo lo considerado impuro; la interpretación de Jesús su42 RESEÑA BÍBLICA | Nº109

Expulsión de los mercaderes de El Greco (1571), Instituto de Arte de Minneapolis


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Cristo ante Pilatos, de Tintoretto (entre 1566 y 1567)

giere otra imagen de Yahvé cuya santidad es, sorprendentemente, tratar igual a justos e injustos, a malos y buenos. Este razonamiento explica por qué llamaba la atención de sus compatriotas la compañía de Jesús. Al dejarse ver en compañía de prostitutas, comer con pecadores y pedir que le sigan recaudadores está descubriendo su peculiar imagen de Dios: Yahvé es así. Esta justificación de sus actos, considerados por algunos como 44 RESEÑA BÍBLICA | Nº109

un desprecio o abandono de las normas y costumbres, refleja que Jesús no está incumpliendo la Ley, sino cumpliéndola de un modo radical. Y estos comportamientos y actitudes de Jesús resultaron atractivos para muchos judeos y una de las razones de su popularidad entre los habitantes de las aldeas galileas. Sin embargo, no era la interpretación de los escribas ni la de las autoridades judeas del tiempo, que reaccionaron en consecuencia.

JESÚS Y LAS AUTORIDADES JUDEAS Los últimos días de la vida de Jesús son los más detallados en las fuentes cristianas. Aunque hay un consenso entre los especialistas en considerar que esta parte del relato de su vida es la más revisada teológicamente, también lo hay para reconocer que es un relato plausible históricamente en sus datos fundamentales. En este último episodio de su vida hay varias escenas que se repiten en las fuentes con un sentido similar: un signo en el Templo que resultó decisivo, un juicio precipitado ante algunos miembros del Sanedrín y un proceso indeterminado ante el prefecto romano. No se puede minimizar la importancia que el templo de Jerusalén tenía para la vida de los judeos: en torno a él se realizaba la vida religiosa. Era el lugar de la presencia de Yahvé y representaba en miniatura la cosmovisión del judaísmo; además, era un centro económico y político, con tentáculos en todas las áreas de la vida en Palestina. La disposición del espacio reproducía a escala la idea de la pureza: en el centro y en lo más inaccesible estaba el lugar de la presencia de Yahvé; inmediatamente antes, el lugar santo, al que solo podían acceder los sacerdotes que ejercían como tales; antes de él están los lugares para los levitas y demás servidores del Templo; más alejado estaba el atrio de los israelitas, el lugar al que los varones accedían para presentar sus ofrendas y sacrificios; más alejado todavía estaba el atrio de las mujeres, que no podían ofrecer sacrificios por sí mismas, y, por último, el patio más alejado era el de los gentiles y personas impuras. Era un mapa de la


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No se puede minimizar la importancia que el templo de Jerusalén tenía para la vida de los judeos: en torno a él se realizaba la vida religiosa. Era el lugar de la presencia de Yahvé y representaba en miniatura la cosmovisión del judaísmo

santidad que marcaba el lugar de cada uno y que dejaba fuera a personas como aquellas con las que Jesús se relacionaba en Galilea y que tanto incomodaban. A la entrada del Templo se situaban los cambistas. Para poder presentar una ofrenda, el oferente primero debía cambiar la moneda de uso común –un denario, por ejemplo– por el siclo de Tiro, la única moneda que se aceptaba en las transacciones sacrificiales (más estable y con la efigie del dios Melkart). Con esa moneda se compraba el animal para el sacrificio, que debía ser adquirido allí mismo, entre los seleccionados por los sacerdotes como puro. Una vez realizada toda la operación, el oferente podía acercarse hasta el atrio de los israelitas para entregar la ofrenda. Todo esto exigía un complejo operativo de intercambio de divisas y de compraventa de animales, que resultaba muy lucrativo para los sumos sacerdotes, que controlaban el lugar con la ayuda de unos operativos policiales propios que vigilaban todo el recinto. El gesto de Jesús, que aparece en todas las fuentes, fue interpretado de modos diversos. Parece que al entrar volcó las mesas de los cambistas, expulsó a los que compraban y vendían y les recriminó haber convertido la casa de Dios en una cueva de bandidos (cf. Mc 11,15-19 y paralelos). Probablemente resultó un episodio aislado, porque no fue detenido en ese momento, sino unos días más tarde, según los evangelios. Las fuentes cristianas incluyen junto al gesto unas palabras proféticas sobre la destrucción del Templo, y probablemente reflejan la interpretación teológica

del ambiguo gesto de Jesús, pero no hay ningún rasgo de crítica al Templo como lugar de la presencia de Yahvé, sino al modo en que era gestionado por la aristocracia sacerdotal (“cueva de bandidos”). No cabe duda de que estos debieron de verlo como un desafío al sistema cultual que ellos controlaban en aquel momento. Además, cualquier alteración del orden en Jerusalén en fechas próximas a la Pascua resultaba extremadamente peligrosa, y los responsables del orden en el Templo tenían una responsabilidad ante el prefecto romano. Las autoridades judeas no desconocían lo que Jesús había hecho en Galilea, sus curaciones en sábado, sus amistades y relaciones, así como las explicaciones que ofrecía. Este último gesto en el Templo debió de resultar como la gota que colmó el vaso de su tolerancia. Todo lo que Jesús hacía no era por desapego o ruptura con su propia tradición, sino, según él mismo explicaba, por fidelidad y piedad a Yahvé, de quien se presentaba como enviado; quería renovar el judaísmo desde sus raíces. Si Jesús se consideró Mesías o no es muy difícil de aclarar; sobre lo que no hay duda es de que su propuesta del reino de Dios, tal como hemos visto en el artículo anterior y en este, fue una propuesta de renovación para todo judío fiel en la que se implicó personalmente al máximo. Es muy probable que Jesús identificara la tensión creciente de los últimos días en Jerusalén como un signo del final que le esperaba y que, de acuerdo con ello, vinculara la llegada del reino de Dios que proclamaba con ese final. Sus seguidores, tras la muerte, recordaron y relataron su Nº109 | RESEÑA BÍBLICA 45


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Maqueta del Segundo Templo (Museo de Israel), reconstruido por Herodes en tiempos de Jesús

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Pilato se distinguió en los años de prefecto de Judea por su dureza y crueldad, especialmente en la represión de los altercados, hasta el punto de que esa crueldad le costó el puesto años más tarde

vida subrayando su identidad mesiánica de Hijo de Dios. Pero lo que él pensaba de sí mismo es imposible de saber. De lo que no cabe duda es que las autoridades judeas vieron en los gestos y dichos de Jesús un desafío para las tradiciones que ellos mantenían y para su posición de poder y de control de todos los aspectos de la vida. Un texto del evangelio de Juan, aunque muy teologizado, explica bien el peligro que supuso Jesús para los sumos sacerdotes: “Si le dejamos que siga así, todos creerán en él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar santo y nuestra nación. [...] ‘Os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación’” (Jn 11,48-50). Quizá buscaron el modo de acallarlo apresándolo de noche. Enviaron a la guardia del Templo a por él y lo retuvieron en la casa del sumo sacerdote. De noche y sin aviso no se podía convocar el Sanedrín, de modo que podemos suponer que fue un juicio precipitado ante algunos sumos sacerdotes. Ni ellos ni el Sanedrín en pleno podían ejecutar una sentencia a muerte; para ello era necesaria la condena del prefecto romano. El hecho de que las autoridades

judeas recurrieran a Pilato fue, probablemente, para obtener esta sentencia. Podrían haber gestionado el problema de Jesús internamente, haberlo resuelto con unos azotes públicos, por ejemplo, pero parece que no era eso lo que buscaban. La sentencia que buscaban de Pilato era la que ellos no podían ejecutar: querían acabar definitivamente con la amenaza de Jesús, de su visión del judaísmo. No debió de resultar difícil obtener del prefecto la sentencia de muerte. La amenaza de una rebelión o de un altercado era razón suficiente para que Roma tomara medidas muy duras. Pilato se distinguió en los años de prefecto de Judea por su dureza y crueldad,

especialmente en la represión de los altercados, hasta el punto de que esa crueldad le costó el puesto años más tarde. La muerte por crucifixión es, quizá, uno de los datos más firmes desde el punto de vista histórico. Era la muerte reservada a los rebeldes o esclavos y terminaba con la vida y con la memoria del ajusticiado. Era tal la vergüenza pública de la muerte agónica en la cruz que su recuerdo quedaría para siempre vinculado al deshonor y humillación de aquella muerte. Sin embargo, en uno de los giros más inesperados y sorprendentes de la historia, lo que ocurrió a continuación dista mucho de aquellos objetivos. Aunque los acontecimientos quedan oscuros para el historiador, no se pueden ignorar los testimonios de aquellos seguidores que dijeron que la muerte no había sido el final de Jesús y que Dios había adelantado la resurrección del último día a aquellos momentos definitivos. La renovación de Israel, tal como Jesús la proponía, de acuerdo con la experiencia que tuvo de Yahvé, continuó por caminos inesperados y sorprendentes, y su memoria marcará la historia de la humanidad.

BIBLIOGRAFÍA >  R. AGUIRRE MONASTERIO, C. BERNABÉ UBIETA y C. GIL ARBIOL, Jesús de Nazaret, Verbo Divino, Estella 2009. >  J. P. MEIER, Un judío marginal: nueva visión del Jesús histórico. 4. Ley y amor, Verbo Divino, Estella 2010. >  E. P. SANDERS, Jesús y el judaísmo, Trotta, Madrid 2004. >  G. VERMES, Jesús el judío, Muchnik, Barcelona 1984.

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Jesús y el nacimiento del cristianismo: su memoria en disputa En los años posteriores a su muerte, la figura de Jesús de Nazaret continuó siendo objeto de una profunda reflexión entre sus seguidores. Las fuentes cristianas más antiguas dan testimonio de cómo este proceso se desarrolló en contextos culturales muy variados y, a menudo, en un clima de confrontación y controversias. Fue característico de las primeras comunidades la capacidad para afirmar múltiples y diversas imágenes de Jesús de modo simultáneo e incluso contradictorio. En el Nuevo Testamento poseemos un conjunto de ellas que pueden ser asumidas como representativas del modo en que la identidad y el significado de Jesús fue construido.

Ana Rodríguez Laiz Universidad Pontificia de Salamanca

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Fue relativamente fácil para la primera generación cristiana alinear su pensamiento con el de Jesús de Nazaret. Para aquellos que habían sido testigos oculares de su actividad pública, la distancia entre el contexto en el que Jesús vivió y el suyo propio era mínima. Pero, a medida que avanzó el tiempo, las discrepancias fueron agravándose. El movimiento cristiano tardó muy poco en ex-

tenderse fuera de las fronteras de Palestina y en asentarse en contextos urbanos muy diferentes del contexto rural y netamente judío en el que Jesús había desarrollado su ministerio. Dicho movimiento fue articulándose en pequeños grupos muy minoritarios y desarrollándose en contextos paganos –donde Jesús era un desconocido– o en ambientes judíos que lo consideraban un proscrito.


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Los evangelistas San Marcos y San Lucas, de Matthias Stom

En estos nuevos escenarios se hizo cada vez más necesario reajustar en nuevas categorías el mensaje fundante. Este estaba intrínsecamente unido a la persona de Jesús, cuya memoria se recordaba y se transmitía en las diferentes comunidades. Realizar esta actualización no era tarea fácil; por un lado, se corría el riesgo de perder la identidad originaria; por otro, era preciso desarrollar un mecanismo para crear continuidad entre el pasado y el presente, resistiendo al mismo tiempo la presión de conformarse a la cultura dominante. Se trataba de hacer relevante a Jesús y, a la vez, de distinguirlo de otras voces contemporáneas.

Los principales líderes cristianos de la época, así como las distintas comunidades nacidas en diferentes lugares del Imperio, sintieron esta presión. Todas ellas necesitaban recuperar una imagen de Jesús comprensible y significativa en el marco cultural en el que vivían. Los textos del Nuevo Testamento reflejan cómo la experiencia creyente les había conducido a situarse en espacios simbólicos liminales, fronterizos, entre un judaísmo que les era mayoritariamente hostil y el enorme poder de la cultura grecorromana. La memoria de Jesús debía reconstruirse en marcos extraños a aquellos en los que él vivió y en un clima de confrontación y controversias.

Las diferentes situaciones en las que se encontraba cada comunidad obligaron a adoptar estrategias hermenéuticas también diferentes. Era preciso hacer comprensibles creencias y cultos y, a la vez, distinguirlos de las creencias y cultos que les rodeaban. Y en estos intentos por establecer puentes con el Jesús del pasado se adoptaron caminos distintos, y su memoria fue reconfigurada en marcos conceptuales muy variados. Los recuerdos y tradiciones recibidas debían relatarse de forma significativa para que pudieran ser compartidas. La memoria de Jesús, más que un contenido, era una fuerza que dotaba de sentido la experiencia cristiana que cada miembro de la comunidad Nº109 | RESEÑA BÍBLICA 49


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había vivido. Se trató de un auténtico acercamiento existencial al pasado, no solo de un mero acto de evocación ni de un sencillo intento de conservación de los recuerdos de Jesús. Por otro lado, el ambiente conflictivo que rodeó a este proceso reclamaba que dicha memoria quedara fijada. El intento por permanecer en contacto con los orígenes cristalizó en rituales, credos, tradiciones, textos, imágenes… que preservaban y conservaban la memoria de Jesús. En todo ello predominó la tendencia a la simplificación y la esquematización. Además, al propio recuerdo de Jesús se le fueron asignando categorías ideológicas ajenas a la época en la que vivió, se enfatizaron algunos aspectos por encima de otros, se crearon contramemorias que desafiaron las creencias compartidas, y hasta hubo intentos por centralizar cuestiones que habían sido marginadas. Las imágenes de Jesús desarrolladas a partir de la reconfiguración de su memoria llegaron a ser contrapuestas y, en algunos casos, disputadas. En los libros que conforman el Nuevo Testamento encontramos huellas de este difícil proceso. Por ejemplo, el autor de la primera carta de Juan urge a sus destinatarios a estar atentos contra los “anticristos”, un grupo específicamente opuesto a la imagen de Jesús aportada por él y que rehusaban aceptarla como válida y autorizada (cf. 1 Jn 2,18-26; 4,1-6; 5,5-10). Son definidos como “seductores” y “falsos profetas”, son percibidos como una seria amenaza para la comunidad, y su oposición a considerar que ”Jesús es el Mesías“ y que es ”verdaderamente hombre“ 50 RESEÑA BÍBLICA | Nº109

El intento por permanecer en contacto con los orígenes cristalizó en rituales, credos, tradiciones, textos, imágenes… que preservaban y conservaban la memoria de Jesús. En todo ello predominó la tendencia a la simplificación y la esquematización

se define en términos de un conflicto cósmico entre la verdad y la mentira: “Habéis oído que iba a venir un anticristo; pues bien, han surgido muchos anticristos. Esta es la prueba de que ha llegado la última hora […] No os he escrito porque no conozcáis la verdad, sino porque la conocéis y porque ninguna mentira procede de la verdad. ¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Mesías? Ese es el anticristo”. En otro contexto diferente, Pablo de Tarso hace una advertencia similar a sus comunidades de Corinto, a las que reprocha haberse adherido a falsas enseñanzas sobre Jesús: “Si viene alguno y os anuncia a un Jesús distinto del que os hemos anunciado, o recibís un espíritu distinto del que recibisteis, o un Evangelio diferente del que habéis abrazado, lo soportáis tan tranquilos” (2 Cor 11,4). También se dirige a los gálatas en términos parecidos: “No salgo de mi asombro al ver […] con qué rapidez habéis abrazado otro Evangelio. Pero no hay otro Evangelio. Lo que pasa es que algunos están desconcertándoos e intentan manipular el Evangelio de Cristo […] Ya os lo dije, y ahora os lo repito: si alguno os anuncia un Evangelio distinto del que habéis recibido, ¡caiga sobre él la maldición!” (Gal 1,6-9).

Este carácter polémico se encuentra también en los evangelios. Por ejemplo, el autor del evangelio de Mateo pone en boca de Jesús este aviso a sus discípulos: “Cuidad de que nadie os engañe. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre […] y engañarán a muchos” (Mt 24,4-5). En otra conocida escena, Jesús pregunta a sus discípulos quién dice la gente que es él. En su respuesta mencionan a diferentes personajes vinculados a la tradición profética judía: “Unos dicen que Juan el Bautista; otros que Elías; otros que Jeremías o uno de los profetas” (cf. Mt 16,1316). Cuando Jesús, a continuación, pregunta directamente a los discípulos qué piensan ellos, es Pedro quien toma la palabra y dice: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Sin embargo, en la versión de este mismo episodio en el evangelio de Marcos, la respuesta de Pedro es simplemente: “Tú eres el Mesías”. Y, si observamos el pasaje según Lucas, Pedro afirma: “El Mesías de Dios”. Se trata de tres respuestas significativamente diferentes, aunque no lo parezcan. Y distintas, además, de la opinión sobre Jesús que parece tener la gente en general. El pasaje expresa así no solo el carácter enigmático de Jesús, sino también el hecho de que, en los orígenes cristianos, a esta


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Jesús, en el evangelio de Mateo, es presentado bajo la figura de un nuevo Moisés

pregunta decisiva se respondió de diversas maneras. Un último ejemplo: el evangelio de Lucas comienza con un prólogo en el que el autor expone el proceso que le ha llevado a componer su obra. Indica, en primer lugar, que hay otros relatos de la vida de Jesús basados en el testimonio de los testigos oculares: “Muchos se han propuesto componer un relato de los acontecimientos que se han cumplido entre nosotros, según nos lo transmitieron quienes desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra”. Enfatiza a continuación la validez de las enseñanzas que va a presentar: “Me

ha parecido también a mí, después de haber investigado cuidadosamente todo lo sucedido desde el principio, escribirte una exposición ordenada, ilustre Teófilo, para que llegues a comprender la autenticidad de las enseñanzas que has recibido”. Reconoce así un proceso de ordenación y selección de fuentes –incluyendo, probablemente, la omisión de lo que considera irrelevante– y, en definitiva, afirma el hecho de que su versión mejora otras conocidas. En su prólogo, el evangelista Lucas está interesado en subrayar la veracidad de la memoria de Jesús recogida en su evangelio con autoridad.

Poco sabemos acerca del grupo de los “anticristos” a los que se refiere el autor de la primera carta de Juan; o de los oponentes de Pablo; o de quiénes fueron los que “usurparon” el nombre de Jesús, tal como parece indicar el evangelista Mateo. Tampoco tenemos un total conocimiento de las otras versiones de la vida de Jesús que conoció Lucas y que quiso mejorar. Lo que sí podemos afirmar es que existieron estas disputas internas entre formas diferentes de reconstruir la memoria de Jesús y hacerla comprensible en otros contextos. Todo esto nos indica que no solo durante su vida, sino también a Nº109 | RESEÑA BÍBLICA 51


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Fue característico de las primeras comunidades cristianas la capacidad para afirmar múltiples y diversas imágenes de Jesús simultáneamente. Estas interactúan entre ellas y su yuxtaposición en el canon no es arbitraria

lo largo de cuarenta o cincuenta años después de su muerte, Jesús continuó siendo objeto de una profunda reflexión a la luz de nuevas situaciones y nuevas realidades. Si bien muchas de estas reflexiones fueron descartadas, los escritos del Nuevo Testamento recogen esta pluralidad y diversidad sin eludir que, en ocasiones, la memoria de Jesús cristalizó en imágenes diversas e incluso contrapuestas. Fue característico de las primeras comunidades cristianas la capacidad para afirmar múltiples y diversas imágenes de Jesús simultáneamente. Estas interactúan entre ellas y su yuxtaposición en el canon no es arbitraria. Dependen del contexto en que nacieron y de la función que desempeñaron. Por otro lado, las encontramos expresadas en diversas formas literarias: títulos, afirmaciones, argumentaciones, parábolas, poemas, visiones, credos, alegorías y una enorme diversidad de narraciones, desde breves relatos hasta obras narrativas completas, como son los evangelios. Estos no solo contienen muchas de estas imágenes, sino que, en sí mismos, reconstruyen una imagen de Jesús propia dentro de la propia estructura narrativa. 52 RESEÑA BÍBLICA | Nº109

De entre las diversas imágenes presentamos a continuación algunas de las más significativas, teniendo en cuenta no solo su diversidad, sino los diferentes significados que alcanzaron dependiendo del contexto.

JESÚS ES EL HIJO DE DIOS, PERO ¿DESDE CUÁNDO? El título “Hijo de Dios” fue otorgado a Jesús en etapas muy tempranas de los orígenes cristianos. La carta a los Romanos, fechada en torno al año 58, recoge una fórmula de fe muy antigua y ampliamente compartida por las comunidades: “Este Evangelio se refiere a su Hijo, nacido, en cuanto hombre, de la estirpe de David y constituido por su resurrección de entre los muertos Hijo poderoso de Dios según el Espíritu” (Rom 1,3-4). Pablo no conoce personalmente a los destinatarios de su carta. Por ello, el inicio de la misma contiene una autopresentación suya en la que reclama su autoridad como predicador del Evangelio de Jesucristo, a quien se refiere utilizando esta fórmula que puede considerarse representativa de la fe común en Jesús.

En ella se habla de un acto concreto en el cual a Jesús se le otorga el título de Hijo de Dios. La resurrección es considerada como un acontecimiento determinante para reconocer esta filiación divina. Su vida terrena es interpretada a la luz de su mesianismo –de ahí la alusión a su pertenencia a la estirpe de David– mientras que su filiación divina es una afirmación acerca de su existencia trascendente junto a Dios. La fórmula fusiona dos perspectivas de la persona de Jesús y, al mismo tiempo, las delimita, estableciendo una distinción de etapas. Este mismo título es recogido también por el evangelista Marcos (ca. 70) y resituado en su narración dándole una orientación distinta. La afirmación sobre la filiación divina de Jesús se sitúa en el contexto de su bautismo por parte de Juan: “Y sucedió en aquellos días que llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado en el Jordán por Juan. Y, al instante, saliendo del agua, vio los cielos rasgados y al Espíritu como una paloma descendiendo sobre él. Y una voz sonó desde los cielos: ‘Tú eres mi Hijo, el amado, en ti me he complacido’” (Mc 1,9-11). La formulación de las últimas palabras está tomada del Salmo 2, donde el rey ungido es llamado “mi hijo” por Dios. La afirmación de que Jesús es el Hijo amado de Dios se presenta con enorme solemnidad. Jesús es identificado así como un enviado especial de Dios retrotrayendo su filiación divina al comienzo de su actividad pública, no al momento de su resurrección. A su vez, relativiza la condición mesiánica de dicha actividad. Sin negar que sea el Mesías –tal como


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se subraya en la confesión de fe de Pablo–, superpone a ello su condición de Hijo de Dios desde su etapa pública y desde ella despliega su actividad. Los evangelios de Mateo y Lucas, datados ambos aproximadamente en la década de los años ochenta, muestran otro estadio posterior de reflexión respecto a este título. Sus autores, desde puntos distantes del Imperio y de forma independiente, matizan su utilización respecto al evangelio de Marcos. Al comienzo de sus obras, ambos añaden un relato sobre los orígenes familiares de Jesús que no se encontraba en Marcos, pues este evangelio sitúa

a Jesús en escena al inicio de su etapa pública, sin referencias a su nacimiento ni a su infancia. En el evangelio de Mateo, el autor apenas da detalles sobre dicho nacimiento, si bien por tres veces alude a la concepción de Jesús en circunstancias extraordinarias: la primera, en la genealogía, donde aparece una referencia a ello: “Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Mesías” (Mt 1,16); la segunda, en su breve noticia sobre el nacimiento: “El nacimiento de Jesús, el Mesías, fue así: su madre, María, estaba prometida a José y, antes de vivir juntos, resultó que había concebido por la acción del

Espíritu Santo” (Mt 1,18); una tercera referencia se expresa como un sueño de José a través del cual se le pide no denunciar a María: “José, hijo de David, no tengas reparo en recibir a María […] pues el hijo que espera viene del Espíritu Santo” (Mt 1,20). Por otro lado, el nombre otorgado al niño, Emmanuel, tiene un significado explícito: “Dios con nosotros” (cf. Mt 1,23). Todos estos indicios textuales tienen, entre otros, el objetivo de mostrar cómo la filiación divina de Jesús no podía ser vista desde el momento del inicio de su actividad pública, sino desde mucho antes: desde su concepción, Jesús es Hijo de Dios. De forma similar, el evangelista Lucas, en su presentación de las tradiciones acerca del origen de Jesús, alude explícita e implícitamente a esta misma condición: “No temas, María, concebirás y darás a luz un hijo […]. Él será grande, será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la estirpe de Jacob por siempre y su reino no tendrá fin […]. El que va a nacer será santo y se llamará Hijo de Dios” (cf. Lc 1,26-38). Si nos asomamos al evangelio de Juan (ca. 90-95), el avance en la reflexión es aún mayor. La consideración de Jesús como Hijo de Dios está intrínsecamente vinculada a su condición divina, a la que Nº109 | RESEÑA BÍBLICA 53


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se le asocia la categoría de la preexistencia, pues Jesús es el Hijo de Dios encarnado: “Al principio ya existía la Palabra. La Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios […] Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros; y hemos visto su gloria, la gloria propia del Hijo único del Padre […] A Dios nadie lo vio jamás; el Hijo único, que es Dios y que está en el seno del Padre, nos lo ha dado a conocer” (cf. Jn 1,1-18). Pero no sería correcto explicar este proceso tan solo desde la perspectiva cronológica. Volviendo a Pablo de Tarso, cuyas cartas son todas anteriores a la composición de los evangelios, encontramos en sus escritos himnos de gran antigüedad donde esta visión de la preexistencia de Jesús se intuye. Uno de los más conocidos es un himno recogido en la carta a los Filipenses, que comienza de esta manera: “Tened, pues, los sentimientos que corresponden a quienes están unidos a Cristo Jesús. El cual, siendo de condición divina, no consideró como presa codiciable el ser igual a Dios. Al contrario, se despojó de su rango, tomó la condición de esclavo y se hizo uno de tantos” (Flp 1,5-6).

JESÚS COMO ELÍAS, ELISEO, MOISÉS, DAVID… ¿O COMO NINGUNO DE ELLOS? Uno de los aspectos más recurrentes en la tradición cristiana antigua fue la reflexión sobre la persona de Jesús teniendo como trasfondo las Escrituras judías. En concreto, Jesús fue visto a la luz de los grandes personajes de la historia de Israel. Estos fueron utilizados no solo para identificar a Jesús con ellos, sino también 54 RESEÑA BÍBLICA | Nº109

para mostrar cómo su persona y su misión los trascendía a todos. Se trata de una gran paradoja que recorre todo el Nuevo Testamento. La pregunta por la identidad de Jesús gira, en cierto modo, en torno a este ejercicio de definición a la luz de la historia de Israel, y de nuevo la reflexión se realiza de forma continua y progresiva. De algún modo, la figura de Jesús resiste a las categorizaciones de las que es objeto y se define a partir de contrastes y ambigüedades. Al tiempo que estos personajes proporcionan modelos y rasgos que pueden ayudar a entenderlo, no parecen ser suficientes en sí mismos. Este hecho queda especialmente puesto de manifiesto en los evangelios. Por ejemplo, Jesús, en el evangelio de Mateo, es presentado bajo la figura de un nuevo Moisés. El relato de su infancia (cf. Mt 1-2) está construido

utilizando un paralelismo con el de Moisés; por otro lado, al igual que Moisés entregó la Ley a Israel en el monte Sinaí, Jesús es aquel que entrega una nueva ley, superando la de Moisés y, a la vez, llevándola a su cumplimiento (cf. Mt 5–6). Otras tradiciones neotestamentarias recogen también referencias a Moisés en relación con Jesús: “Porque la Ley fue dada por Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por Cristo Jesús” (Jn 1,17); “No perdáis de vista a Jesús […]. Él es digno de crédito ante Dios […] lo mismo que Moisés fue digno de crédito en todo lo referente a la casa de Dios. Porque Jesús merece tener tanta mayor gloria que Moisés cuanto el arquitecto de una casa supera en honor a la casa misma” (Heb 3,2-3); “La salvación que no habéis podido lograr con la Ley de Moisés la logra a través de él [Jesús] todo el que cree” (Hch 13,38-39).

Miriam, hermana de Moisés, imagen de Dina Cormick


JESÚS Y EL NACIMIENTO DEL CRISTIANISMO

Otros personajes de Israel son también empleados para tratar de manifestar la novedad traída por Jesús en su irrupción en la historia: es alguien “más grande que Salomón” (Mt 12,42), “más grande que Jonás” (Lc 11,32), más grande incluso que Abrahán (Jn 8,53-59). Esta superioridad queda expresada por boca de Jesús en el evangelio de Mateo: “Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron” (Mt 13,17). Mención especial cabe para la imagen del Siervo de Yahvé que figura en el libro de Isaías (cf. Is 52,13–53,12). Dicha imagen fue retomada por los primeros cristianos para interpretar a su luz el sentido de la muerte de Jesús en la cruz y, en el caso del evangelio de Mateo, también de su actividad terapéutica: “Al atardecer le trajeron muchos endemoniados […] y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo anunciado por el profeta Isaías: ‘Él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades’” (Mt 8,16-17). En los relatos de la pasión de los evangelios sinópticos, Jesús es presentado manteniéndose en silencio ante sus opresores (Mc 14,61) o cumpliendo la profecía de “ser contado entre los malhechores” (Lc 22,37). En el libro de los Hechos se cita explícitamente el pasaje de Isaías (Hch 8,32-33) y

la primera carta de Pedro recoge un antiguo himno que tiene ese texto como trasfondo: “También Cristo sufrió por vosotros […]. El que no cometió pecado y en cuya boca no se halló engaño; el que, al ser insultado, no respondía con insultos; al padecer, no amenazaba, sino que se ponía en manos de aquel que juzga con justicia […] a fin de que viviéramos para la justicia” (cf. 1 Pe 2,21-24). Esta reflexión sobre la persona de Jesús a la luz de las Escrituras judías se despliega también en su presentación como aquel en quien se cumplen: “Estudiáis las Escrituras, pensando encontrar en ellas la vida eterna; pues bien, también las Escrituras hablan de mí” (Jn 5,39); “Pablo refutaba vigorosamente a los judíos en público, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Mesías” (Hch 18,28); “Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había anunciado el Señor por el profeta” (Mt 1,22); “Cuando aún estaba entre vosotros, ya os dije que era necesario que se cumpliera todo lo escrito sobre mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos” (Lc 24,44). De diversas maneras, en los escritos del Nuevo Testamento, Jesús es vinculado al pueblo de Israel. Está conectado inseparablemente con su historia. Separado de ella correría el riesgo de convertirse en un objeto de especulación. Las

La figura de Jesús resiste a las categorizaciones de las que es objeto y se define a partir de contrastes y ambigüedades

comunidades cristianas primitivas comprendieron a Jesús desde el punto de partida de las Escrituras.

IMÁGENES DE JESÚS EN EL LIBRO DEL APOCALIPSIS Nos asomamos, finalmente, al modo en que Jesús es presentado en un libro peculiar dentro del canon neotestamentario: el Apocalipsis. En él encontramos muchas imágenes que no se hallan en ningún otro. Para comprenderlas bien es preciso recordar que este libro (ca. 95-100) está dirigido a comunidades cristianas que están soportando acoso y persecución. Su finalidad es sostenerlas en la fe creyente, que reconoce el poder limitado del mal, resiste frente a él y, en medio de un clima desfavorable, afirma el poder único de Dios en la lucha contra el mal. Por otro lado, su carácter litúrgico recoge muchas de esas imágenes en forma de oraciones e himnos. En este libro, Jesús es el “soberano de todos los reyes de la tierra” (Ap 1,5; 9,16). En clara alusión al poder de los emperadores romanos, la soberanía absoluta es reconocida en él. Se le designa también como “el alfa y la omega” (22,13), título que es aplicado a Dios en otros lugares de este mismo libro (cf. 1,8 y 21,6); es “el león de la tribu de Judá” (5,5) y “la estrella radiante de la mañana” (22,16) –referencias simbólicas a su mesianismo– y “el Amén” (3,14), indicando así al que lleva a cumplimiento las promesas de Dios. La expresión “el testigo fidedigno” aplicada a Jesús (1,5; 3,14; 19,7) adquiere especial relevancia en un contexto en que el martirio era una posibilidad real y Jesús se presenta como modelo de quien se mantuvo fiel a pesar de las conseNº109 | RESEÑA BÍBLICA 55


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El Apocalipsis habla de una figura eterna y preexistente que se identifica a la vez con el Jesús de la historia. Se incide en su vinculación al pueblo judío, su muerte como un “mártir”, su exaltación junto al trono de Dios y su actuación como alguien que rige la historia

cuencias. También es “aquel que tiene la espada cortante de doble filo” (1,16; 2,12; 19,15), que es una imagen relacionada con la conquista y el juicio. Pero, sin duda, el título dominante es la designación de Jesús como “el Cordero”, aludiendo a la función simbólica de este término en el Antiguo Testamento: el animal sacrificado en la fiesta de la Pascua, donde se conmemoraba la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto. El Apocalipsis, a través de todas estas imágenes, habla de una figura eterna y preexistente que se identifica a la vez con el Jesús de la historia. Se incide en su vinculación al pueblo judío, su muerte como un “mártir”, su exaltación junto al trono de Dios y su actuación como alguien que rige la historia. Y todo ello se enmarca en un drama narrativo en que se sitúa su actividad en el pasado, el presente y el futuro. Ocupa el centro de la historia de salvación que narra el Apocalipsis: una historia que abarca también pasado, presente y futuro.

A MODO DE CONCLUSIÓN La memoria de Jesús recibida y transmitida en las comunidades cristianas fue preservada en los textos que recoge el Nuevo Testamento. En él se reflejan diferentes perspectivas que no solo difieren 56 RESEÑA BÍBLICA | Nº109

Fuente de esperanza, en el camarín de la Virgen de Arantzazu, de Xabier Egaña


JESÚS Y EL NACIMIENTO DEL CRISTIANISMO

en la importancia concedida a algunos aspectos de su identidad, sino también al sentido y alcance que se le dieron. Por otro lado, en las fuentes cristianas primitivas perviven testimonios de que esta fue una cuestión discutida.

La memoria de Jesús recogida en los textos no se reduce al conjunto de datos conocidos ni a las impresiones sensoriales que los testigos oculares recibieron. La pluralidad y diversidad de imágenes muestra la dificultad para

recrear verdaderamente el alcance total de la persona de Jesús o incluso momentos sueltos de su vida. La cristalización de estos recuerdos acontece en medio de tensiones, de procesos a menudo dispersos y progresivos, y también de ambigüedades y silencios. Las imágenes no tienen un carácter abstracto o teórico, pues no nacieron en un vacío histórico ni experiencial. Detrás de cada una intervinieron distintos factores, como la búsqueda de clarificación, la necesidad de expresar aspectos de la identidad de Jesús, que se consideraban irrenunciables, y la confluencia hacia una síntesis. Los diversos contextos proporcionaron diferentes perspectivas, quedando todo ello expresado con categorías tomadas del entorno cultural que difícilmente pueden desvincularse del mismo.

BIBLIOGRAFÍA >  M. A. POWELL y D. R. BAUER (eds.), Who Do You Say That I am?, Westminster John Knox Press, Louisville, KY, 1999. >  T. THATCHER, Why John wrote a Gospel? Jesus – Memory – History, John Knox Press, Louisville, KY, 2006. >  J. TOLENTINO DE MENDONÇA, La construcción de Jesús, Sal Terrae, Santander 2018.

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Jesús ante la política: luces para hacer frente a los conflictos actuales La política aborda la dimensión social del ser humano, el modo en que se tejen las relaciones y se busca el bien común. En tal sentido, el reino de Dios, considerado como el mensaje central de Jesús, además de brotar de los anhelos religiosos del pueblo judío, tiene una dimensión eminentemente política en cuanto que implica un modo particular de relación entre quienes han aceptado ser parte de los grupos discipulares. La “política del Reino” se enfrentó, como discurso y praxis de resistencia, a la “política del Imperio romano”. De este modo propuso –y puede seguir proponiendo– escenarios alternativos para afrontar el conflicto y sus expresiones violentas.

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DOSSIER JESÚS ANTE LA POLÍTICA

Juan Alberto Casas Ramírez Pontificia Universidad Javeriana (Colombia)

En el mundo antiguo no había una división ni autonomía entre el ámbito político y el religioso. No era en vano que el Imperio romano adoptase y adaptase el panteón de los pueblos que conquistaba de tal modo que el culto ofrecido a las diferentes divinidades pretendiese propiciar y perpetuar la estabilidad política, expresada en el ámbito público por la llamada pax augusta. La provincia de Judea no fue la excepción, pues llegó a imponerse al templo de Jerusalén que uno de los sacrificios diarios fuese ofrecido como rogativa por el emperador. De este modo, los dioses, entre ellos el dios de los judíos, eran puestos al servicio de los intereses del Imperio. No era en vano tampoco que el emperador fuese considerado como una figura sacerdotal, “pontífice máximo”, intermedia-

rio privilegiado entre el mundo divino y el humano, cuya autoridad representaba la mismísima autoridad de los dioses. Tan solo pensar en rebelarse contra él no solo sería considerado como un delito político, sería una blasfemia en grado sumo, pues significaría declararse en contra de la voluntad divina. Así, en relación con Augusto, primer emperador propiamente hablando e iniciador de la dinastía Julio-Claudia, se tejieron leyendas que ratificaban su carácter divino. Por ejemplo, fue llamado divi fili, “hijo del divino”, en referencia a su adopción por parte de su tío Julio César, divinizado póstumamente. Virgilio lo emparentó con Eneas, el legendario héroe fundador de Roma e, identificándolo con el dios Apolo, cantó su concepción virginal como “una criatura engendrada Nº109 | RESEÑA BÍBLICA 59


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en los cielos” (Eneida, Égloga IV). Suetonio retomó la leyenda del nacimiento prodigioso de Augusto y añadió que su madre, Acia, “antes de dar a luz, soñó que sus entrañas se elevaban hasta las estrellas y que se extendían por toda la órbita de la tierra y del cielo” (Vida de los doce Césares, “Augusto”, 94). Una inscripción encontrada en la ciudad de Priene en honor a Augusto, el kyrios (señor) por excelencia, se refiere a este como “dios supremo” y “salvador”, y al anuncio de su nacimiento con el término “evangelio” (buena noticia). La teología imperial fue, así, una estrategia de propaganda que aseguraba el orden y la sumisión por parte de los pueblos colonizados. Cualquier conflicto que existiese podía ser neutralizado con la inoculación de esta postura ideológica y religiosa. Con este marco contextual se hace comprensible que los relatos sobre Jesús, narrados como cumplimiento y plenitud de las Escrituras judías –el Antiguo Testamento–, hayan recurrido a varias de las expresiones de la teología imperial –hijo de Dios, evangelio, señor, salvador…– y los resignificasen poniendo en entredicho su connotación cultural común para empezar a hacer referencia a Jesús y su mensaje. Quienes los escuchaban habrían captado su carácter subversivo y resistente, que propondría una cosmovisión alternativa a la del Imperio y sus lógicas legitimadoras de la opresión, las desigualdades y las violencias. Jesús era el Señor, el Hijo de Dios y el Salvador, no el emperador. El Evangelio –la buena noticia– era su anuncio de un Reino distinto y contrario al del Imperio. La paz otorgada por Cristo no era como 60 RESEÑA BÍBLICA | Nº109

la que da el mundo (Jn 14,27), en alusión a la pax romana. Palabras griegas como parusía, empleadas para referirse a la llegada o “adviento” del emperador, fueron asumidas para aludir a la presencia glorificada de Cristo en la plenitud de la historia (1 Tes 4,15; Mt 24,3.27.37.39). Solo Dios y su Cristo eran dignos de postración, no el emperador o su imagen (Flp 2,9-11; Ap 5,8; 19,10; 22,8-9). Incluso se ha encontrado que varios de los himnos cristológicos del libro del Apocalipsis habrían tenido como prototipo himnarios populares que antes glorificaban al emperador y ahora eran dirigidos a Cristo como “Rey de las naciones” (Ap 15,3-4).

Varias de las parábolas atribuidas por los evangelistas a Jesús –más allá de su tradicional interpretación alegórica– plasmarían críticas soterradas al sistema imperial y se configurarían como auténticos discursos de resistencia

Por otra parte, varias de las parábolas atribuidas por los evangelistas a Jesús –más allá de su tradicional interpretación alegórica– plasmarían críticas soterradas al sistema imperial y se configurarían como auténticos discursos de resistencia: la imagen de “un hombre noble que marcha a un país lejano para recibir la investidura real y volverse” (Lc 19,12) puede aludir de forma verosímil a los reyes vasallos, como Arquelao, quienes requerían del reconocimiento y delegación expresa del emperador para legitimar su corona. El modo de obrar de dicho noble al tomar lo que no ha puesto y cosechar lo que no ha sembrado (Lc 19,22), además del modo arbitrario de exigir réditos a sus súbditos dando más al que tiene y quitando lo poco al que no tiene (Lc 19,26), no sería sino una radiografía de las expropiaciones y usura del sistema tributario, que, para mantener el statu quo de la élite, empobrecía cada vez más a las clases menos pudientes. Parábolas referidas a viñedos, como la de Mc 12,1-12 o la de Mt 20,1-16, serían un fiel reflejo de la realidad del latifundismo: el conflicto por la tierra, su tenencia, su renta y la precariedad de los desposeídos, que se veían obligados a emplearse como jornaleros, sometiéndose a las arbitrariedades de los terratenientes. Los dichos y parábolas sobre la riqueza y el dinero plasmados en Lc 16–19 constituirían una denuncia de la acumulación ambiciosa de los bienes, que, además de acentuar la desigualdad expresada por el abismo existente entre ricos y pobres –como el que existe entre el rico y Lázaro, según Lc 16,19-26–, representan


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una pena de muerte por inanición para la población marginada. Un relato como la curación de un ciego mediante el uso de saliva (Mc 8,22-26; Jn 9,1-7) vendría a hacer de contrapeso a la leyenda propagandística sobre una curación milagrosa obrada por Vespasiano en Alejandría al escupir en los ojos de un ciego (Suetonio, Vespasiano I,7). La entrada “triunfal” en Jerusalén, además de retomar la profecía de Zac 9,9, se presentaría en paralelo con las procesiones imperiales que periódicamente se dirigían a la ciudad presidida por el gobernador romano de Idumea, Judea y Samaría. Con dicho trasfondo, devolver “al César lo que es del César y lo que es de Dios, a Dios” (Mc 12,17), en lugar de ser entendido como una afirmación de la autonomía de la política –lo del César– con respecto a la religión –lo de Dios–, e incluso como un llamado a obedecer las disposiciones de la autoridad civil, por más tiránicas que estas sean –como en ocasiones se ha llegado a enseñar–, constituye una afrenta hacia la teología imperial, que no solo exigía tributos, sino también sumisión y veneración; para Jesús, estos solo se deben a Dios, y no al César. Aún más, en coherencia con el Salmo 24,1, “del Señor es la tierra y cuanto la llena”, se llega a entender que “todo” es para Dios, mientras que “nada” es para el César. Pero ¿cuál pudo ser el interés de los relatos sobre Jesús en enfrentarse de este modo al sistema político-religioso imperial? Desde finales del siglo I a.C., la ocupación romana en Judea y su continua represión política, económica y religiosa, que tuvo como clímax

la destrucción de Jerusalén y del Templo en el año 70 d.C., alimentaron una ferviente expectativa apocalíptica que, entre otras fuentes –como el Salmo [apócrifo] de Salomón 17–, bebía de textos del Antiguo Testamento, como el libro de Daniel, en que se vislumbraba la irrupción definitiva de Dios y de su heraldo, alguien “como un hijo hombre” (Dn 7,13-14), que llegarían para juzgar a las naciones impías,

Estatua del emperador Augusto en Roma

acabar con las fuerzas del mal que oprimían a los justos e instaurar “un imperio eterno” (Dn 7,14). Se esperaba así la hora en que “el príncipe de este mundo” fuese arrojado fuera (Jn 12,31). En el caso de los grupos de seguidores de Jesús, se comprendió que en el propio Jesús dicho imperio eterno, opuesto al Imperio opresor romano, ya había llegado; y aunque los sucesos diesen la impresión de que el poder de Roma estaba triunfando, el imperio de Dios, inaugurado por Jesús, e invisible todavía, estaba creciendo como la semilla de mostaza “una vez sembrada” (Mc 4,30-32). De este modo, los relatos sobre Jesús, además de poner en evidencia los conflictos ocasionados por la ocupación romana, en continuidad con la tradición profética de Israel, ofrecerían una alternativa de cambio denominado reino o reinado de Dios. Así, desde un marco de comprensión religioso, el reino de Nº109 | RESEÑA BÍBLICA 61


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Dios sería la apuesta o “religión política de Jesús”. Fue una apuesta “política”, no en el sentido de un proyecto ideológico de toma del poder o del establecimiento de un gobierno de corte nacionalista, al estilo del propio Imperio o del de los grupos rebeldes judíos que se enfrentaban a él con la fuerza de las armas (inspirados en sus antepasados macabeos). De hecho, así como sabemos que Jesús nunca quiso “fundar” una religión, tampoco encontramos en él el interés por un sistema ético o político lógicamente estructurado. El Reino es una postura política porque, basado en el ideal de la renovación de la alianza (Jr 31,31-34), pone en evidencia la dimensión comunitaria del creer en su sentido más simple de búsqueda del bien común a partir de un modo de asumir las relaciones entre las personas en términos de fraternidad –al menos, en principio, entre los miembros del pueblo de Israel– como consecuencia de un modo de entender la relación con Dios en términos de filiación (1 Jn 4,20-21). Además, en continuidad con el espíritu profético, el Reino tiene un carácter político en cuanto que busca desenmascarar aquellas ac-

titudes idolátricas presentes en la sociedad, que tienden a divinizar lo que no es divino –gobernantes, leyes, estructuras, ideologías, el mercado– o que quieren manipular a Dios –haciéndose una imagen falsa de él– al ponerlo del lado propio y pretender que actúe según intereses y conveniencias particulares a través de prácticas rituales desligadas de la vivencia de la misericordia y la justicia (Mt 12,7). Tales actitudes idolátricas, en último término, acaban por sacrificar a los seres humanos más frágiles y vulnerables: los empobrecidos y marginados. En efecto, los evangelios sinópticos presentan a Jesús como un apasionado por el Reino. Sus palabras giran en torno al Reino, sus acciones son signos del Reino. Para Jesús, el Reino es lo único absoluto ante lo cual todo lo demás es relativo: “Buscad primero el Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura” (Mt 6,33). De hecho, las primeras palabras que el evangelio de Marcos pone en boca de Jesús tienen que ver con el Reino: “El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado” (Mc 1,15). Para él, el Reino no solo era una realidad futura. Sus palabras y acciones

Los evangelios sinópticos presentan a Jesús como un apasionado por el Reino. Sus palabras giran en torno al Reino, sus acciones son signos del Reino. Para Jesús, el Reino es lo único absoluto ante lo cual todo lo demás es relativo

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Pináculo del Templo. Jerusalén herodiana. Foto: Guillermo Martínez Vaz

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A diferencia de las estructuras jerárquicas –presentes en el Imperio–, el grupo conformado por Jesús es una comunidad de iguales en la que el primado es tenido por los últimos, y, frente a los cuales, los demás están llamados a volcarse solidariamente a su servicio

exorcistas y curativas eran señal de la irrupción presente de la soberanía de Dios (Mt 12,28; Lc 17,21). Paradójicamente, aunque fuese el corazón de su misión, los evangelios no señalan que Jesús propusiera una definición del reinado de Dios. Para referirse a él decía que “el Reino es como” o “semejante a…”, y recurría a comparaciones o parábolas tomadas de la experiencia cotidiana de sus interlocutores y su entorno rural (Mt 13,24.31.33.44.45.47). Ahora bien, aunque no lo definió, sí es posible inferir la comprensión que Jesús tenía del Reino a partir de sus palabras y acciones: a diferencia de los demás reinos –o imperios–, donde hay un rey frente al cual todos los demás son vasallos, en el reino de Dios no hay reyes: Jesús nunca afirma que Dios sea rey. El modo en que se dirige a Dios es en términos filiales: “Padre, papá”. Por ello, en el reino de Dios solo hay un Padre, frente al cual no hay súbditos, sino hijos, quienes, por tanto, más que ser receptores de los premios o castigos de un rey tiránico, son los destinatarios del amor incondicional y gratuito de un Dios que es Padre de todos. 64 RESEÑA BÍBLICA | Nº109


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Como consecuencia, si en el Reino la relación con Dios se comprende en términos de paternidad y filiación, ello significa que la relación entre los seres humanos deberá entenderse en términos de fraternidad. No es casual que, según Marcos, la primera acción de Jesús, habiendo iniciado el anuncio del Reino, consistiera en la convocación y conformación de una comunidad de seguidores (Mc 1,16-20), cuyo número –doce– evocaría el deseo de renovación de Israel (Mc 3,13, en referencia a las “doce tribus”), y cuyo trato mutuo implicaría una inversión de las lógicas del poder que rigen en el sistema imperial (Mc 10,42-44). Es el servicio, y no el dominio, el criterio que rige las relaciones entre los discípulos. A ese respecto, es sugerente que, en una sociedad patriarcal como la de Jesús –en que el ámbito públi-

co es exclusivo del varón, mientras que la mujer se ve confinada al espacio doméstico en función de su rol esponsal-maternal–, se mencione a varias mujeres entre sus seguidores realizando acciones típicas del discipulado: escuchar, seguir y servir a Jesús (Mc 15,4041; Lc 8,1-3; 10,38-42). Más aún, los evangelios son unánimes en resaltar el protagonismo de las mujeres en los relatos pascuales como primeras testigos del Resucitado. De este modo, el reino de Dios pone en cuestión estructuras, roles sociales y de género tenidos como naturales e inamovibles, y visibiliza a quienes históricamente han permanecido silenciados o subordinados para convertirlos en sujetos activos de la transformación de la realidad. Por otra parte, según cierta interpretación del pensamiento veterotestamentario en términos

de justicia retributiva, se creía que había unos signos a través de los cuales se manifestaría la bendición de Dios en quienes le son fieles: tierra, descendencia y larga vida (Dt 11,9). Quienes tienen estas “dádivas” son considerados bendecidos por Dios. En contraste, la situación de los marginados, excluidos, miserables e inservibles era explicable porque habrían abandonado a Dios o habrían sido abandonados por él. Dios no los habría bendecido con la prosperidad, la riqueza, la salud y la buena fama, pues “algo malo habrían hecho” para merecer su destino (Jn 9,2). Pues bien, mientras la sociedad halaga a los exitosos y poderosos, el Reino contiene un mensaje contrario: dichosos los pobres, los que tienen hambre, los que lloran, los que son aborrecidos (Lc 6,22-23). ¡Ellos son los preferidos de Dios! Él no los ha abandonado, tampoco ha causado su sufrimiento; está con ellos y “sufre con ellos”. Y si está con ellos no es porque estos sean más buenos, justos o fieles que los ricos o exitosos; es por su condición de vulnerabilidad, por ser las víctimas de una estructura social injusta que los excluye, degrada y olvida. Los que no son ni tienen nada –como los niños en el mundo antiguo– ahora son los propietarios del Reino (Mt 19,14). El Dios de Jesús, como un padre bueno, ama a todos sus hijos, pero con un amor discriminado a favor de los pequeños, los pisoteados, los débiles. Ellos son los destinatarios primordiales del Evangelio (Lc 4,17-19). Nº109 | RESEÑA BÍBLICA 65


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Así, a diferencia de las estructuras jerárquicas –presentes en el Imperio–, el grupo conformado por Jesús es una comunidad de iguales en la que el primado es tenido por los últimos, y frente a los cuales los demás están llamados a volcarse solidariamente a su servicio. Pero la buena noticia del Reino no se limita a señalar nominalmente a unos como destinatarios preferentes de la bienaventuranza. Jesús realiza en la práctica aquello que anuncia (Mt 4,23; 9,35). De ahí su preocupación por la salud (“salvación”) de las personas. Las 66 RESEÑA BÍBLICA | Nº109

acciones sanadoras (curaciones) y liberadoras (exorcismos) tienen un carácter político en cuanto que manifiestan el poder de Dios, que expulsa a las fuerzas del mal que oprimen a los más débiles (Mt 12,28), cuyo cuerpo individual quebrantado viene a ser como un reflejo del cuerpo social igualmente vulnerado. Son también acciones políticas en cuanto que la sanación no solo cura la “afección” (dimensión biológica de la enfermedad) al restituir a los cuerpos individuales, sino que también libera del “mal” (dimensión social) al reintegrar a la persona a la matriz

comunitaria de la cual había sido excluida por su condición. Asimismo, como una manera de poner en evidencia el carácter incluyente del reino de Dios, es usual encontrar en Jesús la práctica de una comensalía abierta. Sentarse a la mesa conlleva la necesidad de congeniar, de compartir la vida y consolidar relaciones entre iguales. Pero Jesús se sienta a la mesa con todos: con los fariseos (Lc 7,36) y con los recaudadores de impuestos y pecadores (Mt 9,11; Mc 2,16; Lc 5,29; 15,1-2); él compara al Reino con un banquete donde todos, buenos y malos, son invitados


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(Mt 22,2-10; Lc 14,12-14). Frente al acaparamiento de los recursos que deja con hambre a los campesinos y pescadores, Jesús distribuye panes y peces hasta que todos se hayan saciado (Mt 14,13-21). Él es un maestro de la comensalía, y al comer con todos rompe las barreras de las clases sociales y los prejuicios morales: es un Reino para todos, donde todos parten y comparten del mismo pan. En último término, anunciar un Reino en medio del Imperio equivale a decir que la justicia del Imperio no funciona, que las relaciones sociales que se construyen en él son perversas, que el gran César no es quien tiene la última palabra en el destino de los pueblos; que por ello se justifica soñar

“Ponerse” al servicio del Reino implica “oponerse” a los criterios del Imperio, de los que ponen la ley o el mercado por encima de la dignidad humana. No es posible servir al Reino y permanecer indiferente ante la injusticia o el dolor de otros

con un nuevo modo de vida, un modelo alternativo de relaciones humanas. Por tal razón, la praxis de Jesús no puede ser reducida a ámbitos puramente religiosos o espirituales; su propuesta incide y desafía directamente a la sociedad, a la economía y a la política, y ello explica las causas de su asesinato: se le imputó el delito de hacerse rey enfrentándose al César, y por ello obtuvo la pena destinada para los crímenes políticos de rebelión, siendo crucificado como uno más entre rebeldes (Jn 19,3.12-21).

ACTUALIDAD DEL MENSAJE DEL REINO PARA LOS PUEBLOS EN SITUACIÓN DE CONFLICTO No en pocas ocasiones a lo largo de la historia de la civilización occidental la Biblia ha sido utilizada para legitimar, perpetuar y hasta divinizar estructuras sociales, políticas, religiosas y económicas verticales, patriarcales, totalitarias y excluyentes. Paradójicamente, sus textos, escritos para dar vida y libertad, han sido frecuentemente manipulados para atemorizar, oprimir, perseguir, excluir, saquear, segregar, discriminar, esclavizar y hasta matar. Surge la pregunta sobre quién se convirtió a quién: ¿el Imperio se convirtió al cristianismo con su mensaje del reino de Dios o fue el cristianismo el que se convirtió al Imperio, olvidándose del Reino? Sin embargo, son cada vez más las comunidades creyentes, incluso en medio de la precariedad y del conflicto, que han tomado conciencia del carácter emancipador que puede tener el texto bíblico cuando es leído desde la óptica del reinado de Dios.

Ciertamente, el conflicto es una dimensión connatural de la vida social. Esto puede significar una oportunidad de crecimiento mutuo y de madurez cuando es asumido con actitudes empáticas, dialógicas y abiertas al compromiso de cambio, especialmente en favor de las partes más débiles o vulnerables involucradas. Por ello, cuando se afronta el conflicto no con el deseo de cooperar para su superación, sino con la intención de salir vencedor, cuando se recurre a cualquier forma de violencia –incluso queriendo justificarla como autodefensa– con la pretensión de eliminar, neutralizar o silenciar a la parte opuesta, lo único que se consigue es intensificarlo al propiciar espirales de resentimiento, dolor y venganza. La evasión, indiferencia, neutralidad, distanciamiento o negación –a veces revestidas de una falsa prudencia– tampoco funcionan como solución, ya que, además de postergar la confrontación, terminan por convertirse en cómplices silenciosas de la injusticia y la muerte. De acuerdo con la propuesta de Jesús, pero evitando caer en la tentación de preconcebir “fórmulas universalizables” –que omiten la siempre necesaria lectura atenta de la realidad y sus particularidades–, el conflicto podría ser abordado desde dos frentes: por una parte, como resistencia y denuncia profética de las estructuras injustas, opresoras e idolátricas; por otra, como “vuelco” misericordioso y solidario a favor de los victimizados y oprimidos. En primer lugar, “ponerse” al servicio del Reino implica “oponerse” a los criterios del Imperio, Nº109 | RESEÑA BÍBLICA 67


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de los que ponen la ley o el mercado por encima de la dignidad humana. No es posible servir al Reino y permanecer indiferente ante la injusticia o el dolor de otros. El Reino lleva a tomar partido –no concibe ninguna posición neutral–, a denunciar la mentira, a incomodar a los violentos, a los indiferentes, a los corruptos. Quien se compromete en la apuesta del Reino es consciente de que deja en un segundo plano sus intereses, conveniencias y comodidades, poniendo en riesgo su honra y hasta su propia vida. En segundo lugar, no se puede olvidar que las narraciones sobre Jesús presentes en los evangelios tienen como eje dramático los relatos de la pasión y muerte de Jesús. De este modo, los grupos discipulares de finales del siglo I llegaron a leer su propia experiencia de trauma –como la guerra del año 70– a la luz de la experiencia de fracaso y de victimización del propio Jesús. Así, en un mundo donde la historia es escrita por los vencedores, el relato sobre un crucificado, además de ofrecer sentido y resiliencia a otras víctimas, se configuró como un memorial que narra los acontecimientos desde la perspectiva de los vencidos y como una expresión de protesta ante la violencia y la muerte, que clama por la verdad y no por la repetición. Decirse seguidor de un crucificado significa optar por los crucificados de la historia –pero no en un sentido paternalista o asistencialista–, escuchar su clamor, luchar por eliminar las causas que los llevaron a su suplicio y comprometerse con la no repetición de este. En tal sentido, también quienes 68 RESEÑA BÍBLICA | Nº109

En un mundo donde la historia es escrita por los vencedores, el relato sobre un crucificado, además de ofrecer sentido y resiliencia a otras víctimas, se configuró como un memorial que narra los acontecimientos desde la perspectiva de los vencidos

ejercen la violencia o participan de ella son víctimas de sus propias acciones y de las estructuras que los han conducido a obrar de ese modo; por ello, también pueden llegar a ser destinatarios de la misericordia, expresada como perdón, en cuanto actitud sanadora –liberadora– por parte de las víctimas –que en ningún caso es exigible a estas– y como mediación de la conversión –liberación– de los victimarios. De este modo,

la justicia deja de ser asumida como una forma de venganza socialmente aceptada –perspectiva retributiva– y pasa a entenderse como el proceso gratuito –en términos de gracia– de restauración y reinserción comunitaria del ofensor, de reparación del daño causado y de compromiso con la verdad y la no repetición –perspectiva restaurativa– (Lc 19,1-10). Finalmente, ambas actitudes confluyen en la apuesta por una sociedad alternativa a partir de la conformación de comunidades resilientes, resistentes, plurales, misericordiosas y abiertas a los diferentes, vulnerados y excluidos. Hoy sabemos que la fuerza de la conversión en los grupos seguidores de Jesús durante el siglo I no se centró en las fórmulas de fe o contenidos doctrinales, sino en el modo en que en estos se acogía a las personas y se trataban mutuamente, eliminando cualquier sesgo étnico, de clase social o de sexo (Gal 3,28). Dos milenios después, el cristianismo se juega su credibilidad y permanencia en el ámbito de la sociedad secular si –y solo si– es capaz de retomar de forma genuina esta dimensión política del mensaje de Jesús.

BIBLIOGRAFÍA >  W. CARTER, El Imperio romano y el Nuevo Testamento, Verbo Divino, Estella 2011. >  R. HORSLEY y N. A. SILBERMAN, La revolución del Reino. Cómo Jesús y Pablo transformaron el mundo antiguo, Sal Terrae, Santander 2005. >  C. E. ROMÁN y OTROS, Jesús y el conflicto, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá 2019.


Actualidad

ACTUALIDAD

FUE NOTICIA

SEMINARIO DE NUEVO TESTAMENTO Y ORÍGENES DEL CRISTIANISMO I. Angulo Del 5 de octubre al 23 de noviembre de 2020 tuvo lugar un seminario virtual de Nuevo Testamento y orígenes del cristianismo en la Universidad de Durham. Cada semana diversos estudiosos de universidades como Durham, Duke, Yale, Cambridge u Oxford impartieron sus sesiones.

ENCUENTRO VIRTUAL DE LA ASOCIACIÓN BÍBLICA ESPAÑOLA I. Angulo La situación de pandemia ha reducido las posibilidades de reunirse. Con la intención de compartir las publicaciones de los miembros de la Asociación Bíblica Española, se tuvo un encuentro virtual el pasado 18 de diciembre. Tras el saludo de Carmen Bernabé, directora de la ABE, recordamos a los compañeros que han partido a la casa del Padre desde las últimas Jornadas anuales. Más de cuarenta personas nos encontramos en la presentación de catorce obras, lo que muestra la amplitud y calidad de la producción intelectual de los miembros de la Asociación.

MIGUEL PÉREZ FERNÁNDEZ, NOMBRADO HIJO PREDILECTO El 28 de diciembre de 2020 a las seis de la tarde tuvo lugar en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de San Pedro del Pinatar (Murcia) el acto de entrega del título de Hijo Predilecto del pueblo a nuestro amigo y colega Miguel Pérez Fernández. Estuvo rodeado de su familia, algunos amigos y el obispo de la diócesis, don José Manuel Lorca. El acto tuvo su parte protocolaria con lectura de una semblanza vital y de los méritos de Miguel y las consabidas actas del pleno municipal en que se acordó otorgarle tal título honorífico. Estuvo

L.Girón

marcado por las restricciones frente a la COVID-19 en cuanto al aforo y distanciamiento, pero a la vez fue emotivo y cálido en la intervención de la Sra. alcaldesa, doña Visitación Martínez, que ponderó el hecho de que la propuesta había recibido más de 500 adhesiones de amigos, colegas y paisanos. Miguel agradeció la distinción con voz emocionada, rememorando algunas historias y situaciones de su vida en el pueblo, y terminó proclamando que allí siempre había sido y quería seguir siendo “Miguelico el de Trini”.

CURSO DE NAVIDAD EN EL INSTITUTO TEOLÓGICO DE VIDA RELIGIOSA I. Angulo El Instituto Teológico de Vida Religiosa ofreció un curso online de Navidad con el título: “’No os aflijáis como los que no tienen esperanza’, 1Tes 4,13. Entre el sufrimiento y la esperanza: un debate de vida”. Con la pretensión de iluminar desde la fe la experiencia de pandemia que ha recorrido el año 2020, este curso pretendía iluminar desde la Escritura el dolor y avivar la esperanza. Para ello se centró en diversos personajes bíblicos: Job, Jonás, Judit y María de Betania. El gran baluarte de la esperanza cristiana, que es el libro del Apocalipsis, culminó el recorrido del curso. Este contó con la participación de biblistas como Víctor Herrero, Emeterio Chaparro, Ianire Angulo, Estela Aldave e Ignacio Rojas. Nº109 | RESEÑA BÍBLICA 69


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FUE NOTICIA

ANDRÉS GARCÍA SERRANO, MIEMBRO DE LA PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA I. Angulo

Entre los nuevos miembros de la Pontificia Comisión Bíblica que el Papa nombró el pasado enero, se encuentra Andrés García Serrano, miembro de la Asociación Bíblica Española. Andrés, sacerdote de la diócesis de Madrid, es profesor de Nuevo Testamento en la Universidad Eclesiástica San Dámaso. Además de sus estudios de Ingeniería Superior de Telecomunicaciones, está especializado en Teología Patrística y en Sagrada Escritura. Defendió su tesis doctoral en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma con un trabajo centrado en la función narrativa del pasaje de la presentación en el Templo (Lc 2,22-39). Los miembros de la Asociación se alegran con él por el reconocimiento y la valoración que implica esta responsabilidad eclesial.

PACO PRIETO, NUEVO OBISPO AUXILIAR DE SANTIAGO DE COMPOSTELA Redacción

El pasado 28 de enero de 2021, el papa Francisco nombró obispo auxiliar de Santiago de Compostela al biblista Francisco José Prieto Fernández, sacerdote de la diócesis de Ourense. Paco Prieto, miembro de la Asociación Bíblica Española desde 2002, es licenciado en Teología Patrística por la Universidad Gregoriana de Roma (1994) y doctor en Teología Bíblica por la Universidad Pontificia de Salamanca (2008). Ejerció su docencia como profesor de Patrología y Orígenes del Cristianismo en el Instituto Teológico Divino Maestro de Ourense, y fue profesor en el Instituto Teológico Compostelano y director del Centro de Ciencias Religiosas San Martín de Ourense. Celebramos su nombramiento y le deseamos grandes éxitos en su nuevo ministerio pastoral.

SERÁ NOTICIA

3-4 de junio de 2021

2-5 de agosto de 2021

CONGRESO “RELIGIÓN Y ESPIRITUALIDAD EN LA SOCIEDAD”

ASOCIACIÓN EUROPEA DE ESTUDIOS BÍBLICOS (EABS)

I. Angulo

La ciudad de Córdoba albergará un Congreso Internacional titulado “Modelando tradiciones en la periferia: los escritos pseudoepigráficos en los sistemas religiosos”. Será el XI organizado por la Red de Investigación de Religión y Espiritual en la Sociedad y tendrá lugar del 3 al 4 de junio de 2021.

I. Angulo

La Asociación Europea de Estudios Bíblicos (EABS) celebrará su conferencia anual del 2 al 5 de agosto de 2021 en la Universidad de Wuppertal, en Alemania.

NURIA CALDUCH, SECRETARIA DE LA PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA Redacción

Cuando estábamos cerrando este número de Reseña Bíblica, recibimos la noticia del nombramiento de la biblista española Nuria Calduch-Benages como nueva secretaria de la Pontificia Comisión Bíblica. Felicitamos a Nuria por este nombramiento y le deseamos todos los éxitos posibles en su nueva misión al servicio de la Biblia en la Iglesia.

DEUSTO: MÁSTER UNIVERSITARIO EN ESTUDIOS BÍBLICOS Redacción

Por primera vez en España, un máster sobre estudios bíblicos, preparado e impartido en una Facultad de Teología, ha obtenido el reconocimiento del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades como Máster Universitario. Ha sido la Facultad de Teología de la Universidad de Deusto quien lo ha puesto en marcha y la profesora Carmen Bernabé quien lo dirige; son profesores, además de ella, Lidia Rodríguez, Juan Luis de León, Carlos Gil, Eusebio Pérez, Vicente Vide y Carolina Aznar. Este Máster Universitario aúna dos perspectivas: por una parte, estudia la historia de composición de los textos bíblicos, así como la influencia de los contextos culturales en los que nacieron; por otra, indaga en los efectos e influencia que esos textos han tenido en las culturas posteriores, y analiza su uso en diferentes momentos y lugares. Esta mirada crítica se hace interdisciplinarmente, incluyendo la teología como una disciplina que dialoga con la historia, la sociología o la arqueología. El máster se realiza totalmente online e incluye una asignatura presencial en Palestina e Israel cuando las condiciones lo permiten. Para más información: www.teologia.deusto.es

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“El Bíblico me dio una buena base, pero eché mis raíces bíblicas más en Jerusalén” Entrevista a Rafael Aguirre Monasterio Por María José Schultz

Rafael Aguirre ha acompañado a través de sus numerosos estudios bíblicos a muchas generaciones de teólogos, especialmente los de habla española. Hoy es profesor emérito de la Universidad de Deusto, coordina al equipo de investigación Orígenes del Cristianismo y reside en Bilbao, donde continúa investigando y escribiendo.

¿Qué te empujó a estudiar la Biblia? Mis años de estudio de Teología en Roma coincidieron con las cuatro sesiones del Vaticano II y constaté que la orientación de Concilió se jugó en la cuestión bíblica. Antes del Concilio se dio un ataque tremendo de los sectores conservadores de Roma contra el Pontificio Instituto Bíblico y consiguieron que se retirase de la docencia a dos beneméritos profesores, Lyonnet y Zerwick. En el aula conciliar, ya en la primera sesión, se abordó el tema de la Biblia con un proyecto de Constitución que llevaba el título De fon-

Tras muchos años de incomprensión y sufrimiento, el Vaticano II dio solemnemente carta de ciudadanía en la Iglesia católica a los estudios críticos bíblicos

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tibus revelationis, así, en plural, lo que ya dice mucho. Entonces se dio la rebelión de los padres conciliares. El primero que tomó la palabra fue el cardenal Alfrink, de Utrecht, biblista, que dijo en latín: “El presente decreto doctrinal no me gusta. Pido una reformulación total”. Inmediatamente pidieron la palabra varios de los padres conciliares de más peso en su apoyo. Era una operación concertada, que marcó el rumbo del Concilio. El Papa retiró el documento y la Constitución que aborda el tema de la Biblia, la que acabó siendo la Dei Verbum; fue la que más reelaboraciones experimentó y se aprobó en la última sesión conciliar. Por fin, tras muchos años de incomprensión y sufrimiento, el Vaticano II daba solemnemente carta de ciudadanía en la Iglesia católica a los estudios críticos bíblicos. Esto suponía un hito histórico. El gran contencioso entre las formulaciones teológicas y la razón de la modernidad se había dado en torno a la cuestión bíblica. Yo

Schökel, profesor brillantísimo, ejerció una enorme influencia entre mis compañeros, a los que ofrecía la posibilidad de colaborar en la traducción de la Biblia que estaba preparando

era un estudiante veinteañero que seguía con interés y pasión este forcejeo que se ventilaba en el aula conciliar y en diversos foros teológicos que había en Roma. Algún otro compañero y yo íbamos más a las clases del Bíblico que a las que nos correspondían en la Gregoriana, aprovechando que ambos centros son vecinos. Este ambiente explica mi interés por la Biblia. Descubrí la seriedad metodológica de estos estudios y la repercusión social y eclesial que podían tener. ¿Por qué te inclinaste por el Nuevo Testamento? Buena pregunta, porque pertenezco a una generación de biblistas españoles que de forma mayoritaria 72 RESEÑA BÍBLICA | Nº109

se encaminaron por el Antiguo Testamento. El P. Luis Alonso Schökel, profesor brillantísimo, ejerció una enorme influencia entre mis compañeros, a los que ofrecía la posibilidad de colaborar en la traducción de la Biblia que estaba preparando. Además parecía que los estudios del NT eran como de segunda categoría, de tipo pastoral… Me resistí, no estaba de acuerdo con estas apreciaciones. Después de estudiar en el Bíblico de Roma fuiste a Jerusalén y fuiste alumno de L’École Biblique. ¿Qué significó para ti este cambio? Son centros muy diferentes. El Bíblico está en Roma, tenía muchos alumnos y unos estudios perfectamente reglados. L’École, de la que fui alumno el curso 1971-1972, tenía un grupo de alumnos reducidos, pero posgraduados; los estudios estaban más vinculados a la tierra, la relación con los profesores era muy estrecha y se trabajaba más en plan seminario. Personalmente trabajé en el Bíblico con Vanhoye y en l’École con Boismard. Dos grandes profesores, pero diametralmente diferentes. Vanhoye era la pura sincronía, desconfiaba de toda hipótesis sobre la evolución del texto. Boismard, por el contrario, estaba haciendo una gran investigación sobre la evolución de la tradición evangélica y me incorporé a su seminario. La tradición de l’École, desde su fundación, a finales del XIX, había sido introducir los métodos histórico-críticos en el mundo católico. Vanhoye te ponía en guardia ante una hipótesis. Boismard te animaba a explorar el camino. Ambos con todo rigor. ¿Con qué te quedaste de maestros tan distintos? ¿Cómo ha evolucionado tu forma de acercarte a los textos bíblicos? Al final un estudioso de la Biblia tiene que buscar su propio camino, su propio método, bien consciente, por supuesto, de todo lo que debe a colegas y maestros. A mí el Bíblico me dio una buena base, pero eché mis raíces bíblicas más en Jerusalén, donde estuve otro curso entero y he vuelto reiteradamente a estudiar, a veces con estancias prolongadas. Me interesó siempre el contexto social y cultural de los textos bíblicos, así como su repercusión en la historia posterior. Jerusalén te abre los ojos a estos planteamientos, aunque no se hable de ello explícitamente en las aulas ni en las revistas. Fui encontrando mi camino de forma un tanto autodidacta. Tengamos en cuenta que estoy hablando de unos años en que no existía in-


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cinco años en la Universidad de Deusto. También me ha ocupado la reflexión sobre la interpretación de la Biblia, la relación entre el estudio crítico y la lectura creyente. En este tema he reivindicado la necesidad del estudio crítico en el seno de la Iglesia, porque hay invocaciones teológicas que eluden la seriedad de este reto, y he reivindicado también la presencia de los estudios bíblicos y de su dimensión teológica en el debate cultural de nuestra sociedad.

La ABE debe seguir siendo lugar de encuentro plural donde se generan iniciativas, se comparten trabajos y se estimula al estudio de la Biblia

ternet, que la búsqueda tenía que ser materialmente en bibliotecas que no estaban interconectadas. En el Bíblico y en l’École, naturalmente, se estudiaban los aspectos literarios e históricos, pero el uso de las ciencias sociales se ignoraba, no existía lo que entendemos por un estudio interdisciplinar. A base de lecturas de autores de los que nunca había oído hablar a mis profesores, tales como Theissen, Meeks y Malina, fui descubriendo las posibilidades de la sociología y de la antropología cultural para comprender mejor los textos; se abrían perspectivas nuevas en unos estudios que me parecían excesivamente repetitivos. Me interesaron unos estudios de la Biblia que se realizaban en centros

no clericales, en universidades y en relación con otros saberes. Este tipo de estudios encontró eco en España hasta el punto de que formamos un equipo interuniversitario, en el que llevamos trabajando juntos más de veinte años, hemos impartido varios cursos sobre los orígenes del cristianismo y hemos publicado cinco libros conjuntos fruto de proyectos de investigación. ¿Cuáles han sido tus temas de interés preferente? Los evangelios (mi tesis versó sobre la muerte de Jesús en Mateo), el problema histórico de Jesús y los orígenes del cristianismo. Han sido estos los temas de mi docencia durante treinta y

Has sido director y miembro activo de la Asociación Bíblica Española. ¿Cuáles serían en este momento las tareas más importantes de la ABE? Promover que haya gente que se dedique al estudio e investigación en el campo bíblico. Es muy frecuente el caso de quienes se gradúan en Escritura, pero son clérigos que inmediatamente quedan absorbidos por tareas pastorales. En España se está abriendo un vacío bíblico y teológico penoso. En nuestra generación las cosas fueron distintas porque había más recursos humanos y menos clericalismo ideológico. También debe fomentar la participación de biblistas españoles en las grandes asociaciones bíblicas internacionales y en congresos. Creo que hay que potenciar la presencia en el mundo bíblico internacional de un polo iberoamericano e italiano (como existe en el mundo teológico) con su propia personalidad. Sería deseable la presencia en la ABE de estudiosos que trabajen en ámbitos no eclesiásticos. La ABE debe seguir siendo lugar de encuentro plural donde se generan iniciativas, se comparten trabajos y se estimula al estudio de la Biblia. Nº109 | RESEÑA BÍBLICA 73


AMÉRICA

América

Noticias de América Latina

Hacia una pedagogía de la reconciliación. Un itinerario para la construcción de la paz Jhon Fredy Mayor Tamayo y Alejandro Olaya Arenas Cali, Colombia

En 2017 se dio inicio a una investigación denominada La reconciliación fruto de la misericordia: un itinerario pedagógico para alcanzar una paz estable, que tenía como finalidad hacer un aporte al proceso de construcción de paz firmado en Colombia en noviembre de 2016, entre el Estado y la guerrilla de las FARC. En la investigación se planteó un itinerario pedagógico de reconciliación desde la misericordia fundamentado en la parábola de Lc 15,11-32, para que, posteriormente, fuera una herramienta de trabajo pastoral de movimientos católicos, grupos parroquiales, asociaciones de fieles e Iglesias de la Reforma.

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Fruto del análisis de la parábola y de los resultados de la investigación, en la cual se indagó en los diversos intentos por firmar acuerdos de paz en Colombia en una sociedad fracturada por la lucha intensa, se escribió el libro Hacia una pedagogía de la reconciliación. Un itinerario para la construcción de la paz, el cual busca responder al anhelo de paz que expresaron quienes participaron del proyecto. El itinerario presenta una ruta hacia la reconciliación que indudablemente pasa por el perdón y la misericordia. La obra retoma del análisis hermenéutico las diversas actitudes asumidas


AMÉRICA

por los protagonistas del relato; en un primer momento, propone el conflicto generado por la petición y partida del hijo menor de la casa del padre; en un segundo momento, la crisis del mismo al encontrarse lejos de la casa paterna y de las situaciones vividas; en un tercer momento, la actitud misericordiosa del padre que, tras el regreso del hijo, lo recibe sin ninguna acusación; en un cuarto momento, la actitud desafiante del hijo mayor ante la misericordia del padre; y, al final, la actitud del padre amoroso, el arrepentimiento del hijo menor, y la obstinación del mayor (del que no sabemos si

entró o no a la fiesta). Todo lo anterior llevó a los autores a proponer la reconciliación como un aporte al camino de la paz en Colombia, pues se manifestó con claridad que la misericordia aparece como requisito indispensable para un tiempo llamado de “posconflicto”. Tiempo en el cual se tenga la esperanza de lograr los resultados esperados del acuerdo de paz, desde el que inventemos una nueva manera de vivir, teniendo en cuenta las causas que generaron el conflicto, tanto por parte de las víctimas como de los victimarios y de buscar las mejores formas de reconciliación entre todos.

verbo divino www.verbodivino.es Tel. +34 948 556 505 Nº109 | RESEÑA BÍBLICA 75


AMÉRICA

Guillermo Jünemann, traductor de la Septuaginta al español Entrevista a Pablo Uribe Ulloa  Por María José Schultz El biblista chileno Pablo Uribe Ulloa, profesor del Instituto de Teología de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, acaba de publicar un estudio sobre el filólogo alemán Guillermo Jünemann, asentado en Chile, que tradujo la Septuaginta a principios del siglo XX. Pero ¿quién fue Jünemann? Guillermo Jünemann fue el hijo mayor de un matrimonio de inmigrantes alemanes que llegaron al sur de Chile en 1863. Tuvo una infancia muy sacrificada, no sabía español y debió enfrentar la discriminación de sus compañeros cuando se trasladó a Santiago a seguir estudios escolares. Estando en Santiago de Chile, el obispo Hipólito Salas se lo llevó a Concepción con una doble tarea: continuar estudios en el Seminario Conciliar y ser su asistente personal. Todo esto por su destacada capacidad académica, marcada por las lenguas clásicas. En 1880 es ordenado sacerdote y se dedica a enseñar en el mismo Seminario, reforzando así su vocación intelectual. Es en este tiempo cuando publica su mayor cantidad de obras literarias. También fue párroco –probablemente en Schwager– en la zona minera del carbón. Murió en 1938 en la ciudad de Tomé, cerca de Concepción.

Jünemann fue el primero que realizó una traducción completa al español de toda la Biblia en América en 1928

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¿Qué lo motivó a ponerse a la tarea de la traducción en un lugar tan alejado de los centros de estudios filológicos de la época y con tan pocos recursos? Su gran obra, la traducción de la Biblia al español, fue motivada por un encuentro que él tuvo con una mujer, quien le dijo que así como traducía tantas obras, por qué no traducía la Biblia. Él mismo reconoce que después de ese encuentro comenzó la tarea más importante de su vida, y luego de siete años completó dicha traducción. Su buen conocimiento del griego y su inquietud de traductor lo llevaron a realizar una traducción de la Ilíada y un compendio de literatura clásica. Fueron obras bastante modestas desde el punto de vista editorial, impresas en Concepción y Temuco (Chile). Hasta que logró que la editorial Herder de Alemania se interesara por sus obras. ¿Cuál ha sido su aporte al estudio de la Septuaginta? Más que un aporte específico al estudio de la Septuaginta, Jünemann fue el primero que realizó una traducción completa al español de toda la Biblia en América, ya en 1928, aunque solo pudo editar el Nuevo Testamento ese año en Concepción. La traducción del Antiguo Testamento esperó pacientemente en 34 cuadernillos manuscritos hasta 1992, cuando un grupo de exseminaristas coordinó la edición de la Biblia completa. La novedad de esta traducción es triple: 1) su antigüedad (1928), 2) que se haya basado en los LXX y no en la Biblia Hebrea para el AT, y 3) que además incorporara al final del AT dos libros apócrifos o pseudoepigráficos (Libro III de Esdras y Libro III de los Macabeos) propios de la Septuaginta y que, como sabemos, no son parte del canon cristiano.


AMÉRICA

Mariela Martínez Higueras

¿Por qué usó la Septuaginta como base de su traducción del AT, si en aquellos tiempos no se conocía mucho en el mundo académico la importancia de esta versión? Es una gran pregunta que hemos respondido parcialmente. Por una parte, creemos que era la versión que le quedaba más cercana, al ser él un erudito del griego helenístico. Por otra parte, hemos descubierto una pequeña obra llamada Apuntes exegéticos sobre el 4º evangelio, la epístola a los Romanos, Salterio y Génesis (21915). Allí, él mismo menciona la prevalencia del texto griego sobre el hebreo. Dice que el texto masorético es de origen incierto, relativamente moderno y al parecer dependiente de un solo códice. En cambio el texto griego de la Septuaginta, fijado por Sixto V, presente en el códice Vaticano, es reconocidamente mejor. Valora entonces, desde la crítica textual, que la versión de los LXX es superior y estaría mejor documentada en las tradiciones textuales. ¿De dónde surge el deseo de recuperar su trabajo? El interés por Jünemann nace del poco conocimiento existente

La novedad de esta traducción es triple: 1) su antigüedad; 2) que se haya basado en LXX y no en la Biblia hebrea; 3) la introducción al final del AT de libros apócrifos o pseudoepigráficos

HACED DISCÍPULOS El discipulado en el evangelio de Mateo a la luz de la literatura rabínica

verbo divino www.verbodivino.es Tel. +34 948 556 505 Nº109 | RESEÑA BÍBLICA 77


Ivone Gebara

Ensayo de antropología filosófica El arte de mezclar conceptos y plantar desconceptos

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sobre él. Su traducción de la Biblia es conocida por un público muy reducido, pero poco más. En el Seminario Metropolitano de Concepción, donde él fue profesor y rector, había hasta hace muy poco cuatro ejemplares de la “Biblia de Jünemann”, un par de libros sueltos de él, 34 cuadernos manuscritos y una fotografía enmarcada. Todo esto me motivó a hacer una revisión en conjunto con el personal de dicha biblioteca y buscar en el fondo antiguo todo lo relacionado con Jünemann, logrando así establecer un “fondo Jünemann” con la gran mayoría de sus obras. Paso obligado era, entonces, comenzar a estudiar y clasificar el material encontrado y, de esta manera, ofrecer esta primera entrega que pretende mostrar el aporte de Jünemann como filólogo y crítico literario de la Iglesia de la Concepción Chile. ¿De qué manera podemos recuperar su obra hoy en los estudios bíblicos? Considero que Jünemann es un hito importante para la historia de la Biblia en Chile y la hermenéutica bíblica latinoamericana (HBL). En Concepción-Chile se han realizado dos grandes traducciones bíblicas. La conocida Biblia Latinoamericana de 1971 por dos sacerdotes misioneros y la Biblia de Jünemann 43 años antes. Estas dos traducciones enriquecen el quehacer bíblico latinoamericano. La Biblia de Jünemann, aportando desde la lectura profesional de la

Biblia, y la Biblia Latinoamericana, aportando desde la lectura no profesional. Hay muy pocos estudios sobre Jünemann y su obra. Nosotros hemos encontrado 34 obras de puño y letra de Jünemann totalmente desconocidas que nos muestran tanto al personaje como su entorno, preocupaciones y situación histórica de la Iglesia de la Concepción de aquellos años. Por tanto, es sin duda un camino de investigación que contribuye al conocimiento tanto de la historia de la Biblia como de la historia de la Iglesia en Chile y Latinoamérica.

Para Jünemann la versión de los LXX es superior y estaría mejor documentada en las tradiciones textuales


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Una nueva aportación a la ciencia bíblica del Grupo de Investigación sobre los Orígenes del Cristianismo: Rafael Aguirre (ed.) Carlos Gil Elisa Estévez Carmen Bernabé Sergio Rosell David Álvarez Santiago Guijarro Estela Aldave Esther Miquel Fernando Rivas Leif E. Vaage

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