Del territorio al paisaje. Algunos referentes de espacios de arte y naturaleza en Europa Roberto Ramos de León ■ INDOC. Centro de Investigación, Documentación y Cooperación
CDAN. Centro de Arte y Naturaleza de la Fundación Beulas
1 ■ EL ARTE EN LA EMULSIÓN TERRITORIO-PAISAJE Definimos el horizonte como aquel concepto donde territorio y paisaje se encuentran: ese lugar concreto y visible a la par que inalcanzable para nuestro cuerpo: accesible mentalmente pero no a nivel físico. La línea del horizonte representa este denominador común que nos viene como anillo al dedo para introducir la materia que pretendo abordar en esta ponencia. Ese lugar real, que nunca habitaremos, nos permite reflexionar sobre territorio, el lugar palpable, y sobre paisaje, esta construcción cultural. Y, ante todo, para conocer cómo la acción artística contemporánea actúa como catalizadora en la emulsión de ambos conceptos. Es por ello importante discernir, desde la gestión de los proyectos culturales, qué es el territorio, y qué implica trabajar con un elemento de connotaciones tan ricas y delicadas como el paisaje. Y, fundamentalmente, comprender cómo interactúan respecto a las variables espacio-temporales, donde la actividad artística ha de valerse de conocimientos y herramientas de análisis territorial y, en especial, paisajísticas. Por este motivo, en las iniciativas artísticas que exploraremos a lo largo de las páginas siguientes se observa la fusión de pasado, de presente y de futuro. El respeto por la tradición del lugar, de su historia, del contexto actual de sus habitantes: La responsabilidad que implica la aproximación al territorio y a su paisaje reclama un adecuado entendimiento de la variable temporal. También la respuesta estética que suscita su paisaje, está relacionada con la variabilidad y el movimiento y con la manera en que se abstrae y aprecia. De hecho, el arte ha manejado el entendimiento de esta variabilidad con eficacia poniéndolo al servicio de su intención estética con mayor o menor soltura (Español Echániz, 2008: 205-206). Y queremos subrayar la palabra futuro, donde el arte ambiental en un sentido amplio está llamado más que nunca a ocupar un papel imprescindible para reflexionar sobre nuestras relaciones con la naturaleza, con el planeta. No es baladí este papel asignado, el de detenerse sobre este valor del porvenir ligado a la conciencia ecológica, donde artistas y científicos necesitarán trabajar conjuntamente en la llamada de atención sobre el problema y la divulgación de sus soluciones para el conjunto de la sociedad. Parafraseando a John K. Grande En Asking for the Earth (Reclamando la Tierra), James George escribe: “Tenemos una cultura dominante que es, en sentido objetivo, una contracultura, porque en la práctica (cuando no en la teoría) va en contra de la naturaleza” (Grande, 2005: 20). El arte en la naturaleza constituye ese ingrediente que, agregado al binomio territorio-paisaje, es capaz de activar emociones y puede reunirnos de nuevo con un saber filosófico que se ha ido perdiendo a medida que las últimas generaciones han viajado a ecosistemas más urbanos. Precisamente con aquel saber que nos abre las puertas a una visión del mundo que constata que no somos diferentes ni, por supuesto, superiores a la naturaleza, sino que formamos parte de ella, y que de ella dependemos.
2 ■ ARTE Y NATURALEZA La mayoría de los espacios y proyectos de arte y naturaleza seleccionados en esta ponencia presentan como denominador común la construcción de itinerarios con intervenciones artísticas de carácter escultórico. Surgidos en las últimas décadas, parten de la tradición del land art, término acuñado a finales de los años sesenta del siglo pasado para referirse a obras de arte que se relacionan y tienen su sentido respecto al paisaje en el que se ubican.