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La salud mental en manos de las redes sociales

Es inevitable pensar que la salud mental no se encuentre ligada a las redes sociales, puesto que es el entorno más inmediato donde nos reflejamos

Autor: Alexis Solano de la Sala

¿Quién no tiene un móvil en la mano?, incluso en este preciso instante muchas personas leerán este artículo desde su celular, otras desde su ordenador y quienes lo hagan desde la revista es muy probable que el móvil, lo tengan a pocos centímetros de distancia. Los dispositivos celulares ya no son únicamente aparatos tecnológicos para realizar llamadas o enviar mensajes, hoy se han convertido en asistentes personales y si, por algún motivo, nos son arrebatados es muy probable sentir, que con ello nos han quitado también, el entorno social en el cual interactuamos.

En el año 1978, se acuñó el término “Teoría de la identidad social” (TIS) debido a los trabajos que desarrolló el psicólogo británico Henry Tajfel, quien puso en evidencia cómo los grupos desarrollan conductas de discriminación grupal, únicamente por el hecho de recibir la premisa de que pertenecen a determinado grupo social y no a otro; es decir, la pertenencia a los grupos y la relación con ellos determina en gran parte quiénes somos individualmente y establecen nuestra identidad personal.

Es necesario tener claro que, la identidad se construye de dos maneras: de forma individual, que es el cómo me relaciono conmigo mismo; y de manera social, dada por la identidad que se construye con base al ámbito social en el que, cada persona se va desarrollando; siendo así, ¿qué tan fuerte están influenciando las redes sociales en la identidad individual/social y por ende, en la salud mental?

El evitar caer en la discriminación grupal y el deseo de pertenecer a ciertos grupos sociales, lleva a las personas a navegar por los mares turbulentos de las redes sociales, cayendo así en el juego de la sociedad perfecta, en esa realidad que muchas veces hace que se odie el cuerpo, el trabajo, el lugar donde habito y hasta el hogar que he formado.

En la vida real, se tiende a realizar comparaciones con pocos amigos y sus vidas “ideales”; mientras que, en las redes sociales el cotejo es con cientos de amigos y sus vidas perfectas. Se ha perdido la capacidad de estar solos, el valor de la soledad, la importancia de la introspección esa valiosísima oportunidad para encontrarnos con nosotros mismos, para escucharnos, sentirnos, explorarnos, cuestionarnos y repararnos.

Las redes sociales ocupan ese lugar de encuentro, a quienes se ha otorgado la responsabilidad de las alegrías y tristezas de cada usuario. Se busca llenar los vacíos con estas, huir de la realidad, del presente que se vive, mientras se evita el encuentro con nosotros mismos.

Es innegable pensar que no se ha desarrollado el sentido de la inmediatez y la comparación. Nos urge asumir la responsabilidad de nuestras vidas, pensamientos, sentimientos y acciones. Es vital quitar el poder que tienen las redes sociales sobre las emociones de cada individuo, para retomar el control de nuestras conductas y recordar que lo que nos diferencia de otros seres vivos es la capacidad de pensar, reflexionar, discernir, cuestionar y decidir.

La salud mental depende, totalmente, de cada persona, es responsabilidad absoluta de cada individuo el verificar la calidad de contenido y pensamientos que deposite en su mente, a través de los móviles o computadoras, hoy puede ser el momento perfecto para iniciar una dieta estricta en salud mental.

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