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Ingrávida memoria de los siglos
abriendo
LIBROS
Ingrávida MEMORIADELOSSIGLOS
Dinora Edith Cruz Toral
La escritura es una oscuridad
que debe abrirsemediante el poder de la palabra, pero sin perder su carácter de misterio.
JUAN GARCÍA PONCE
en las últimas décadas del siglo XX, el territorio de la actividad historiadora se extencrisis intelectual que hoy vive la disciplina de la historia reside en su incapacidad para ofrecer dióa zonas inesperadas de la conducta humana a la nación una historia de la nación. Dividida y a los grupos sociales marginados e invisibles, como está en tantas parcelas como hay historiadebido al descubrimiento de nuevas fuentes y dores o corrientes historiográficas, al desarrollo de nuevas perspectivas teóricas y metodológicas para su abordaje, en la confluencia y transformación de varias disciplinas concernientes a las ciencias sociales y las humanidades.
Frente a la supuesta unidad del quehacer historiográfico, vino la fragmentación en múltiples y legítimos solares. De una historia social que se concebía a sí misma como una síntesis donde se realizaría “la convergencia de una historia de la civilización material y de una historia de lo mental colectivo” –al decir de Georges Duby–, se pasó a una historiografía de múltiples rostros, con temas, problemas, enfoques y objetos propios.1 Según Enrique Florescano, quizá la mayor
1 Georges Duby,“La historia social como síntesis”,en Perspectivas de la historiografía contemporánea,p.94. [...] se antoja imposible que una de ellas pueda reunir esa miríada de especialidades en un todo coherente, significativo y accesible al lector común. La desvinculación de las instituciones y de los profesores que las integran se observa en el hecho de que ambos son indiferentes a las demandas sociales. No hay nuevas historias dedicadas al público amplio, ni síntesis, ni obras de divulgación que vuelquen al conjunto social el saber acumulado en los centros de investigación.2
Parecería, entonces, que la producción historiográfica ha equivocado el rumbo en cuanto sus fines iniciales: el destinatario del conoci-
2 Enrique Florescano, Historia de las historias de la nación mexicana,2002,pp.448-449.
miento histórico no es sólo el público profesionalizado de elite; la historia es un saber intelectual que concierne a sectores muy amplios de la sociedad. Gracias a la investigación histórica, su difusión y consumo, las comunidades, los grupos, las instituciones y las personas transforman su propio modo-de-ser-en-el-mundo, afirmando su conciencia-de-sí y su propio modo-de-ser-en-el-tiempo, es decir, su historicidad y su conciencia histórica o, mejor aún, la apropiación y resignificación del mundo desde su historia personal y colectiva.3 Pero, como hace años escribió Jean Chesneaux:
[...] es tan rígida la reclusión de los intelectuales en nuestra sociedad que se puede decir que […] las puertas invisibles de nuestras universidades se hallan tan herméticamente cerradas como las de las fábricas de los grandes complejos industriales o de las unidades hospitalarias.4
De este modo, aunque la producción historiográfica mexicanista es vasta y cubre hoy un amplio espectro de cuestiones que atañen a nuestropresente, su contacto con los planes y los programas de estudio y aun la difusión, es muy escaso.5
Si bien es cierto que las disciplinas escolares poseen cierta autonomía y no pueden ser asimilables a los conocimientos surgidos en los contextos sociales de la investigación, es de dominio público que el profesor de historia de primaria, secundaria o bachillerato se encuentra frecuentemente perdido, repitiendo en serie y “por encima” la información que le exigen los extensos planes y programas de estudio que, además, viene en los libros de texto.6 ¡Como si con unas cuantas horas a la semana se pudiesen hacer milagros! En el aula, mediante una información que aparece como absoluta, se privilegia la “historia de bronce” sobre otro tipo de historias que –se supone–también debe aprender el alumno. La materia de historia se convierte, así, en un ejercicio memorioso, aburrido y sin sentido. En consecuencia, el profesor y la maestra no enseñan a sus alumnos a pensar históricamente, a entender una historia problemática, a buscar significados en los procesos y mucho menos a manejar teorías y métodos, categorías y conceptos
3 Jesús Márquez Carrillo,“La historia de Puebla en un álbum para niños y niñas.Aspectos teóricos y metodológicos”,en La formación de una conciencia histórica.Enseñanza de la historia en
México,pp.249-250. 4 Jean Chesneaux, ¿Hacemos tabla rasa del pasado? A propósito de la historia y de los historiadores.Traducción de Aurelio Garzón del Camino,Siglo XXI Editores,México,1990,pp.9-10. 5 En descargo,desde hace más una década la difusión y la enseñanza de historia han tomado nuevos derroteros para el público infantil y adolescente.Editoriales comerciales y académicas se han preocupado,aunque poco,por formar en México una nueva cultura de la historia.Entre los esfuerzos académicos de difusión más serios destaca la Gran historia de México ilustrada (2002),coordinada por Josefina Zoraida Vázquez y la colección de las breves historias de las entidades federativas, dirigida por Alicia Hernández Chávez. Antonio de Mendoza ante frailes,encomenderos e indios. Lámina 1,Relación de Michoacán.
J.Márquez Carrillo, Breve diccionario histórico de México ,LunArena,2005.
6 Sobre los vínculos entre investigación y currículum,en especial en la disciplina de la historia,véase Raimundo Cuesta Hernández.
Sociogénesis de una disciplina escolar:la Historia,pp.16-19.
,LunArena,2005. Breve diccionario histórico de México J.Márquez Carrillo,
Miguel Hidalgo y Costilla (1753-1811).Litografía.
que le permitan acceder al conocimiento histórico mediante la síntesis, el análisis, la evaluación y la crítica de los procesos, con base en las evidencias documentales.7
Por eso, es de celebrar la aparición del Breve diccionario histórico de México. Ingrávida memoria de los siglos, de Jesús Márquez Carrillo, cuyo propósito no es ofrecer a los estudiantes de secundaria, bachillerato y aun licenciatura, “un conocimiento global y acabado sobre la historia de nuestro país, sino más bien mostrar algunas posibles –y yo agregaría, importantes– vetas de su riqueza”, mediante un recurso simple:
[...] un tema o concepto organizado alfabéticamente, pero que al mismo tiempo remite a otro grupo de temas y conceptos, donde algunos, a su vez se enlazan con otros, de suerte que una vez abierto el libro se puede ir de un lado a otro y, asimismo, cada entrada se puede leer de manera independiente.8
7 Mireya Lamoneda y Luz Elena Galván,“Clío y algunos problemas de su enseñanza”,en Cero en Conducta,Año VI,núm.28, pp.28-29.
La navegación que se sucede en las páginas del libro nos lleva por un placentero laberinto de múltiples e insospechadas lecturas: la historia es un proceso abierto, sin camisas de fuerza; un medio para el conocimiento y la reflexión sobre las historias que somos y el mundo que habitamos.
Si tomo al azar la entrada ‘Nacionalismo y patriotismo’, al final, ella me remite a: ‘Bandera y nacionalismo conservador’; ‘Bibliotheca Mexicana y patriotismo intelectual criollo’; ‘Guadalupanismo, singularidad regional y patriotismo’, y a ‘Identidad americana en Santa Rosa de Lima’. Si entre esas posibilidades, me inclino por ‘Bibliotheca Mexicana...’ y busco luego, entre las opciones existentes, ‘Educación, política y cultura del mundo barroco’, ésta me lleva a ‘Guadalupanismo...’ o a ‘Familias notables y política’. Si en este caso elijo ‘Guadalupanismo...’, ella me remite a algunas de las anteriores, pero también a ‘Hidalgo y Costilla, Miguel. Historia e imagen’, que a su vez me conecta a ‘Zapata, el zapatismo y la unidad revolucionaria’. En cambio, si me inclino por ‘Familias notables y política’, la elección puede ser ‘Conquista y colonización’ o ‘Sistema político mexicano’. Si elijo este último, puedo desplazarme a ‘Altépetl’ o a ‘Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (1917) y derechos sociales’. Desde ‘Altépetl’ puedo arribar a ‘Calpulli’ y ‘Tlaxilacali’; desde ‘Constitución Política...’, a ‘Demandas católicas y proyecto social’ o a ‘Revolución de Ayutla y Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos, 1857’... El libro es una suma de referencias, un conjunto de vasos comunicantes.
8 J.Márquez Carrillo, Breve diccionario histórico de México,p.7.
Pocas veces solemos encontrarnos con libros formativos y tan eminentemente lúdicos. Adiferencia de otros textos parecidos, caracterizados por la brevedad de sus definiciones, en este caso se optó por desarrollar los temas para una mayor intelección de los procesos históricos y desde una concepción teórica y temática. Al recoger de manera selectiva algunas voces, el Breve diccionario histórico de México no es una obra de referencia, sino una nueva manera de hacer historia, pues integra a los temas y problemas abordados (‘Crisis demográfica y sociedad indígena. Siglo XVI’, ‘Domesticación de las plantas alimenticias’, etc.), conceptos teóricos e históricos (‘Asamblea o Congreso Constituyente’, ‘Constitución’, ‘Calpulli’, ‘Modernidad e Ilustración’, ‘Nacionalismo y patriotismo’, etc.) y conceptos historiográficos (‘Antiguo régimen’, ‘Mesoámerica’, etc.). Como reconoce el autor:
[...] todavía hay muchas cuestiones por abordar, algunas, incluso, necesarias e indispensables, pero nunca fue el propósito del libro […] convertirse en una enciclopedia.9
Constituye, sí, una herramienta indispensable para el aprendizaje de la cultura histórica y la formación de conciencia histórica.
Por otra parte, el cambio de los contenidos de aprendizaje adquirió una importancia esencial en el Programa de Modernización Educativa (1989-1994), ya que de él se desprendieron acciones que repercutieron sobre los métodos de enseñanza, la elaboración y el uso de los libros de texto y otros materiales de apoyo.10 Pero además, se formuló un nuevo perfil del desempeño docente; en éste, para lograr sus objetivos, el maestro debía, entre otras cosas:
9 J.Márquez Carrillo, op.cit., p.9. 10 Los retos del Programa de Modernización Educativa fueron la descentralización del sistema,el combate al rezago educativo,la cobertura del fenómeno demográfico,el cambio estructural de la sociedad,la vinculación de los ámbitos escolar y productivo,el avance científico y tecnológico y la inversión educativa. Vid.Consejo Nacional Técnico, Hacia un nuevo modelo educativo,p.24. [...] tener acceso y manejo de fuentes de información[sic] que a su vez orienten su actividad educativa hacia la formación de actitudes profesionales en la búsqueda de criterios de validez y fiabilidad de la propia información.11
Desde esta perspectiva, la importancia del aprendizaje histórico en las aulas y fuera de ellas es innegable, en términos individuales y colectivos, ya que ofrece la posibilidad de tener una visión más o menos clara del pasado, hace más comprensible la forma de mirar el presente y permite adquirir una perspectiva de futuro, en razón de las múltiples mudanzas y tendencias que, incubadas en la sociedad, se proyectan en una conciencia histórica.12
Como docentes, el Breve diccionario histórico de México permite percibir a la educación como práctica social y encontrarnos ante un horizonte de posibilidades para mostrar a los alumnos la riqueza de la historia de nuestro país, a partir de múltiples miradas o ventanas para comprender el presente. Asimismo, al leer sus páginas, encontré implícitas un conjunto de propuestas pedagógicas y una visión de la historia en la que los sujetos, como actores del proceso histórico, también influyen en el destino de las sociedades.
Desde su nacimiento, y sobre todo desde el siglo XVII, las palabras diccionario y enciclopedia se hallan estrechamente ligadas; su naturaleza nos remite en lo fundamental a un discurso didáctico que, como es el caso, expresa juicios de valor ligados a una manera de percibir el proceso
11 Consejo Nacional Técnico, Hacia un nuevo modelo educativo, p.133. 12 Verena Radkau García,“Aprendizaje histórico:consideraciones y propuestas didácticas”,en Identidad en el imaginario nacional.Reescritura y enseñanza de la historia,pp.280-281.
,LunArena,2005. Breve diccionario histórico de México J.Márquez Carrillo,
Emiliano Zapata (Chilapa,Gro.,1914).
histórico, o mejor dicho, a una teoría de la historia.13 No es el caso de ocuparnos de ella, pero sí decir que este libro atiende a una demanda muy sentida entre los profesores que necesitan una formación y una información histórica profundas para manejar de manera más ágil y actualizada los contenidos históricos requeridos en los planes y programas de estudio.
En cierto modo, su carácter didáctico ofrece también elementos para pensar la difusión y la enseñanza de la historia como una tarea primordial en la formación de la conciencia histórica. A lo largo del texto se perciben las inquietudes y las expectativas del autor en este sentido, y sobre todo su interés hacia los alumnos, los maestros o cualquier persona interesada en comprender las semillas del pasado en el mundo contemporáneo, lo cual puede llevarnos a las siguientes preguntas: ¿cómo enseñar a pensar históricamente a mis alumnos? ¿Cómo pensarme y pensar históricamente mi presente?
El reto es complicado, pero el aporte de Jesús Márquez entraña no sólo una posibilidad, constituye también una invitación a los docentes para romper con las prácticas rutinarias de la enseñanza de la historia: desde la memorización del frío dato histórico; la repetición de temas necesarios para la historia oficial, pero ya conocidos por los alumnos desde el nivel básico hasta el nivel medio superior, sin aportarles un ápice en su formación; el punto de recortar –incluso en secundaria y preparatoria– estampas referentes a algún personaje o hecho memorable y pegarlas en el cuaderno, sin haber leído su contenido; el acto lúdico de exponer la clase a lo largo del año con temas repartidos al principio de cada curso, sin que el maestro o la maestra se preocupen por un aprendizaje significativo, o simplemente dictar y exponer una y otra vez para que los alumnos escriban y tomen notas, que repetirán después como pericos.
Esta obra nos invita a romper con esas prácticas, ya que privilegia la actividad de pensar y no el inútil preciosismo memorioso, que obnubila la formación de una conciencia histórica. La publicación de este libro se abre, en consecuencia, como una posibilidad para ver en la lectura un acto formativo, complejo y crítico, pues si se toma como punto de partida algún tema, problema o concepto, su propio desarrollo y los vasos comunicantes que entre sí establece, permiten no sólo entablar un diálogo abierto entre maestros y alumnos, sino también buscar palabras generadoras para un aprendizaje significativo, tanto más porque su concepción temática parte del método regresivo o genético.14 Por eso, por ejem-
13 Alain Rey, Enciclopedias y diccionarios,pp.15-28;Josep Fontana,
Historia:análisis del pasado y proyecto social,pp.9-13. 14 Sobre este método,Marc Bloch, Introducción a la historia, pp.48-51;Antonio Santoni Rugiu, Escenarios de la educación.
Conferencia (manuscrito).
plo, puede percibirse junto al problema de la formación de la ciudadanía y la democracia como una forma de vida, la importancia del clero y la cultura católica en la formación del México moderno, debido a su impronta actual en el gobierno y a la redefinición de algunas políticas públicas. Ciertamente, el autor nos invita a tomar parte en la construcción de una nueva forma de percibir y enseñar la historia y nos entrega en su Diccionario una posibilidad para hacerlo desde el presente y la reflexión crítica.
Por último, no menos aleccionador es el subtítulo. La palabra ingrávida alude a lo ligero, suelto y tenue, como la gasa o la niebla y, también denota o significa a lo encontrado en una búsqueda. En este caso podría referirse a la construcción histórica de los temas, problemas y conceptos abordados, pero más bien hace referencia a la voz (una síntesis) que, palpitante, se proyecta en el pasado y el presente, o para decirlo de otra manera, como el modo de encontrar en un concepto varias voces que recorren la memoria de los siglos hasta condensarse en una expresión, de cuya historicidad da cuenta, en parte, esta obra.
Para quienes nos dedicamos a impartir clases en secundaria, bachillerato y aun licenciatura, más que un diccionario, este libro es un espacio para la reflexión sobre los contenidos en el aula y nuestra práctica docente. Además, permite sensibilizarnos, junto con los alumnos, de que la historia no es una materia inerte, sino un tejido en permanente y abierto diálogo “con los mundos que fuimos, las memorias que somos y los mundos que soñamos”.15 Esta idea asimismo se refleja de algún modo en la estructura del libro.
Sin duda, falta mucho por hacer, pero esta obra viene a oxigenar nuestros ambientes académicos y es un hito fundamental para la enseñanza de la historia, una disciplina que, como ninguna otra, ayudará a extender la cooperación internacional en la aldea global y también al desarrollo de una cultura de la paz y el mutuo entendimiento entre los seres humanos.16 Mis felicitaciones al autor. Estoy convencida con él de que es necesario construir los andamios imprescindibles para que los problemas humanos del presente se vislumbren en una perspectiva histórica, pues “de todas las necesidades del alma, la más vital es la del pasado”(Simone Weil).
La Constitución de 1857.Óleo sobre tela (s. XIX). Petronilo Monroy.
J.Márquez Carrillo, Breve diccionario histórico de México ,LunArena,2005.
15 J.Márquez Carrillo, Historia social y cultural de la educación,p.47. 16 Sobre estas tareas asignadas a la educación, vid.Jacques Delors,
La educación encierra un tesoro, pp.26-27.
Reseña de la obra Breve diccionario histórico de México. Ingrávida memoria de los siglos,
deJesús Márquez Carrillo, LunArena Editorial, Puebla, 2005, 3a. reimpr., 191 pp., ils.