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Alcances de la educación en el siglo XXI

certidumbres

E INCERTIDUMBRES

Alcances de la EDUCACIÓN en el siglo XXI

María Sara Guadalupe González Flores

Cuando alguien pretende hablar acerca de

la educación en el siglo XXI, tenemos que referirnos a los grandes problemas que existen en México y, al mismo tiempo, hay que ver cuáles de estos problemas compartimos con otros países.

un buen punto de partida sería considerar algunos datos de la última prueba quier grado escolar a partir de primero de secundaria. Se lleva a cabo cada tres años y evalúa

PISA (Programa para la Evaluación Internacional las competencias necesarias para la vida actual de los Estudiantes) –los publicados en 2006–, en lectura, matemáticas y ciencias. analizar en qué coincidimos en cuanto prob- Las evaluaciones de la OCDE buscan medir el lemáticas de aprendizaje con otros países y, por grado en que los estudiantes manejan compeúltimo, hacer un recuento de las oportunidades tencias básicas para la vida en la sociedad actual, que se ofrecen a las personas más desprotegi- en la que es cada vez más importante que las das, en un país como el nuestro, con grandes personas sean capaces de localizar y procesar indesigualdades sociales. formación, de utilizar herramientas matemáticas

Así entonces, comenzaré con los resultados para resolver problemas reales, y de aplicar los que recogió la prueba PISA en 2006, en la que par- conocimientos aportados por las ciencias para ticiparon 30 países de la Organización para la entender el mundo y tomar decisiones. Cada tres Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y años se enfatiza algo en particular: en la prueba otros 27 países. PISA es un proyecto de la OCDE que de 2000, se hizo hincapié en lectura; en 2003, en evalúa a jóvenes de 15 años que estén en cual- matemáticas, y en 2006, en ciencias.

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En educación media superior se obtienen mejores resultados comparados con el nivel medio (secundarias) y los resultados más bajos son de telesecundaria.

En México, la aplicación de PISA está a cargo del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) y se hace con una muestra ampliada que permite el análisis por entidad y por modalidad educativa. Más importante que prestar atención al lugar que ocupa México respecto a otros países, hay que observar a los niveles de desempeño que es posible defi nir en cada escala, en función de lo que los alumnos pueden hacer. Estos niveles empiezan en 0, y el 2 es el que representa el mínimo necesario para la vida en la sociedad actual; alcanzar los niveles 5 y 6 signifi caría que un alumno está preparado para realizar actividades cognitivas complejas.

Así, el sistema educativo mexicano debe enfrentar retos importantes, ya que hay un alto porcentaje de alumnos por debajo del Nivel 2 (alrededor de 50%) lo que implica que muchos de nuestros estudiantes no están siendo preparados para una vida fructífera en la sociedad actual. Por otra parte, nuestro país tiene muy pocos estudiantes en los niveles más altos (menos de 1% en los niveles 5 y 6), lo que signifi ca que los alumnos de mejores resultados no están desarrollando las competencias que se requieren para ocupar puestos de alto nivel en los diversos ámbitos de la sociedad.

En lo que se refi ere al nivel educativo, en educación media superior se obtienen mejores resultados comparados con el nivel medio (secundarias) y los resultados más bajos se ubican en telesecundaria; también en ese nivel existen diferencias entre educación pública y privada.

Algo que señala Martínez Rizo, director del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), es que:

la sobrecarga de contenidos curriculares, junto con las fallas en la formación de los maestros, hacen que éstos privilegien el manejo superfi cial de contenidos y no el dominio de habilidades complejas.

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En México no se obtendrán buenos resultados si no se consigue elevar el nivel de las regiones más pobres y las escuelas en peores circunstancias.

Por ello, una buena enseñanza de las ciencias sigue siendo una asignatura pendiente para el sistema educativo mexicano y muestra la necesidad de enfoques pedagógicos que trabajen a profundidad contenidos clave y rechacen el enciclopedismo.

Martínez Rizo también explicó que una buena enseñanza de las Ciencias Naturales –y de todas las áreas del currículo– sigue siendo una asignatura pendiente para el Sistema Educativo Mexicano. Se necesita asegurar que las escuelas ofrezcan las condiciones necesarias para enseñar al estudiante el valor funcional de la ciencia, capaz de explicar y predecir fenómenos, además de ayudarles a adquirir los instrumentos necesarios para indagar la realidad natural de una manera rigurosa y contrastada.

Por otra parte, el estudio muestra que, entre la aplicación de 2003 y la de 2006, los resultados obtenidos por los estudiantes mexicanos mejoraron, sobre todo en matemáticas, lo que es alentador, si se considera que al mismo tiempo la cobertura de la población de 15 años se incrementó también en más de cuatro puntos porcentuales.

Entre 2000 y 2003 los resultados disminuyeron, aunque la cobertura aumentó en más de seis puntos. Martínez Rizo añadió que, sin embargo, hay que tener en cuenta que unos 36 de cada 100 jóvenes de 15 años ya no están en la escuela a esa edad, lo que es más preocupante.

Los resultados de PISA confi rman que en educación no es posible esperar cambios espectaculares en el corto plazo, y que los países desiguales, como México, no podrán tener resultados comparables a los de naciones más avanzadas si no se consigue elevar sustancialmente el nivel de las regiones más pobres y las escuelas en peores circunstancias. Por ello, la condición para tener mayores avances en materia educativa es dar realmente a las políticas que buscan la equidad la importancia que suele concedérseles en teoría.

El director del INEE destacó, citando los informes de la OCDE, que las evaluaciones de PISA no se refi eren sólo a las escuelas, sino a toda la

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Si el aprendizaje se da en contextos en que se puede aplicar, la comprensión surgirá de manera natural.

sociedad; si en un país los resultados son insatisfactorios, signifi ca que su sociedad, incluidas sus escuelas, no está consiguiendo que los jóvenes desarrollen, en medida sufi ciente, algunas competencias que hoy se identifi can como importantes para la vida contemporánea. ¿Pero es éste un fenómeno privativo de la educación en México? Precisamente es ahí en donde podemos encontrar similitudes con otros países. Las primeras preguntas que vienen a la mente son: ¿cuáles son los obstáculos para lograr el aprendizaje? ¿Qué hace la diferencia entre las personas capaces de realizar determinados tipos de aprendizaje y los que no pueden realizarlos?

A pesar de que estamos en el siglo XXI, la escuela sigue ocupándose de unos cuantos conocimientos y los materiales siguen siendo los mismos utilizados desde hace algunas décadas, así como la clase dictada por el “experto”.

Toda la información se presenta como un conjunto de elementos que deben ser memorizados y se adquieren leyendo un libro o escuchando a un profesor. La escuela se convierte en algo difícil porque el material resulta ajeno o inútil al estudiante; también sucede que algunos sistemas notacionales no se dominan fácilmente, en especial si las habilidades del estudiante no están ahí, en la inteligencia lingüística y lógica. ¿Qué sucede con los profesores? En su caso, casi siempre presentan problemas programados, piden a los alumnos que dominen una lista de nombres, memoricen y faciliten defi niciones cuando se les soliciten. Casi nunca tratan de que los estudiantes intenten reconciliar sus formas de concepción anteriores, y se ocupan de las últimas formas de conocimiento, no plantean problemas arduos lo que les permite mantenerse a resguardo. Los profesores aceptamos realizaciones ritualizadas y repetitivas o convencionales, debido a las diferencias marcadas entre aprendices y expertos. Sólo los expertos tienen la posibilidad de manejarse en diferentes sistemas representacionales.

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Un problema con los maestros es que piden a los alumnos que dominen una lista de nombres, memoricen y faciliten defi niciones cuando se le soliciten, sin comprender el tema.

¿Qué está dejando a un lado la escuela? La respuesta es fácil: la comprensión. La comprensión, que debería ser el fi n último de la enseñanza, está asociada a la forma en que los expertos tratan materias, problemas y desafíos en un campo de conocimiento. Cuando los aprendizajes se dan en contextos en que se pueden aplicar, las comprensiones surgirán de manera natural. Sin embargo, en muchas ocasiones, la escuela introduce sistemas de símbolos como la lectura, la escritura y las matemáticas. Debe enseñar conceptos y redes de conceptos, estructuras conceptuales por disciplina, pero no deja claro cómo aplicarlos, y a menos que los adultos hagan uso de esas habilidades, los propósitos del aprendizaje seguirán siendo oscuros.

Además, cada disciplina plantea sus propias difi cultades y limitaciones. En el caso de las ciencias, como física, matemáticas, ciencias naturales, ya Howard Gardner hablaba de concepciones erróneas (comprensiones tempranas), por ejemplo, el hecho de decir que un objeto pesado cae más rápido, esos llamados primitivos fenomenológicos formados en los primeros años de la vida. En Matemáticas, los errores se dan a lo largo de toda la enseñanza; por ejemplo, una niña que podía sumar de corrido 16 más 9 tomando elementos concretos como botones, sabiendo que un determinado montón de ellos llegaba a 16, no podía hacerlo en papel al ver 16 + 9 y le daba como resultado 15, porque sólo era capaz de sumar las unidades. En el caso de las reglas para la suma de fracciones, al sumar ½ + ½ sólo pueden sumar numeradores con numeradores y denominadores con denominadores, haciendo caso omiso de las reglas para la suma de fracciones. En el caso de la Estadística, los alumnos y los profesores tienden a utilizar procesos como recetas de cocina, sin identifi car los porqués del uso de un determinado proceso.

En cuanto a la Biología, las concepciones se anclan, por ejemplo, a explicaciones que no toman en cuenta el momento histórico en el que se da un cambio en alguna especie. La concepción de que, por ejemplo, el largo del cuello de la jirafa se debe a que tenía que alimentarse de las copas altas de los árboles y que esta característica se hereda. Utilizando esta idea indiscriminadamente, se llega a creer que algunas características pueden transmitirse de una generación a otra, cuando se sabe que el uso o el desuso de un órgano no son heredables.

Cuando estos errores se encuentran en las Ciencias Sociales, Gardner les llama estereotipos. En el caso de la Economía –que como la Estadística son el puente entre las ciencias sociales y las exactas–, muchas personas tienen ideas, “estereotipos”, que pueden no ser correctas, de términos como interés o infl ación, sin haber llevado clases formales de economía. En Estadística, los

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Laboratorio de biología.

psicólogos Amos Tversky y Daniel Kanheman documentan que la gente no hace caso de la información previa, sino que basa sus decisiones en estereotipos que sobreviven al proceso de enseñanza. En un experimento realizado por ellos, con estudiantes a los que se da información sobre una determinada población en la que 70% son ingenieros y 30% son abogados, si se describe un rasgo particular (por ejemplo, les gusta discutir), la gente, sin tener en cuenta la información previa –es decir, el porcentaje de abogados e ingenieros–, se inclina por decir que se trata de abogados, dando más importancia a imágenes dominantes sin tomar en cuenta la información dada.

Conclusión

¿Qué podemos proponer ante los grandes retos de la educación? En primer lugar, una educación para la comprensión, que puede lograrse si podemos integrar los conocimientos previos a los conocimientos que estamos revisando (enfoque constructivista), tratar los nuevos conocimientos desde diferentes perspectivas de enseñanza colocando al estudiante como el actor central de su propio aprendizaje. Otro aspecto importante es llevar el aprendizaje a experiencias prácticas que les permitan al estudiante no sentir desvinculado el conocimiento de la vida cotidiana.

Los profesores deberán introducir nociones contraintuitivas en el salón de clases, lograr que queden ancladas con las ideas anteriores que tiene el alumno, siempre y cuando sean congruentes; en el caso contrario, hay que asegurarse de que los nuevos contenidos sustituyan las concepciones erróneas y los estereotipos (estos últimos, por formas de concepción más elaboradas).

Por último, se debe vincular la educación superior a proyectos en que, además de poner en práctica las habilidades de la materia, los alumnos sean capaces de percibir que lo que ellos aportan como conocimiento puede ayudar a las personas con menos oportunidades.

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