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No se confundan climático y climatérico
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No se confundan
CLIMÁTICO Y CLIMATÉRICO
Arrigo Coen Anitúa (†)
El entrenador de una El en selección mexicana, refi riéndose al tiempo que requerirían sus jugadores para acostumal brarse orgánicamente al clima de la región en que hab brían de competir dijo: “Es cuestión sólo de climatización”. Lo que quiso decir es aclimatación; el término usado por el citado técnico no signifi ca ‘adaptación al clima’, sino ‘acondicionamiento de aire’, o sea el conjunto de las operaciones destinadas a mantener la atmósfera de una sala, de un vehículo o de un recinto cerrado cualquiera, en condiciones óptimas de c pureza de aire, temperatura, grado higrométrico (propu porción de humedad), etcétera. porci Otro disparate frecuente es el de emplear la voz Ot climatológico –que es lo relativo a la climatología o estudio de las condiciones estadísticas de los elementos que constituyen lo que se entiende por clima– en vez de climático, que es lo ‘concerniente al clima’. Y todavía peor es confundir climático y climatérico. Este último concepto está muy lejos de signifi car ‘perteneciente o relativo al clima’; veámoslo: ábrase cualquier lexicón y se leerá más o menos: Del latín climatericus, y éste del griego klimakterikós, a su vez derivado de klimaktér, ‘escalón’. Adjetivo que se aplica a cualquiera de los periodos de la vida considerados críticos, o a un tiempo peligroso por alguna circunstancia. Por ejemplo, estar uno climatérico, en lenguaje fi gurado y familiar, es ‘andar de malas’, ‘estar de mal temple o de mal talante’. También se dice ‘año climatérico’ del séptimo y del noveno de la edad de una persona, y de sus múltiplos, el 14, el 18, el 21, el 27 y 28, el 36, etc. Según muy antiguas opiniones eran los años en que se operaban cambios importantes de la constitución física del individuo. Copio, en seguida, del doctor Pedro Felipe Monlau: “Algunos fi lósofos de la antigüedad, y
Sárcofago de los esposos, en esta obra exhibida en el Museo Nacional Etrusco de Villa Giulia se puede ver cómo eran los klínes griegos.
. n t u . e d u . t w vr .th e a t r e
sobre todo Pitágoras, habían creído notar que ciertos números infl uían muy particularmente en la vida del hombre, de los animales y de las plantas”… “El número siete y sus múltiplos son años en todos conceptos aciagos. También se admitía un periodo climatérico novenal, que correspondía al septenal y a veces lo suplía.” Volviendo a la actualidad, ¿no decimos que la de los siete años es la edad del “uso de razón”?, ¿no es la de los catorce la “edad de la punzada”?, ¿no son, legalmente, en México, los dieciocho años (dos veces nueve) los que señalan la edad de la ciudadanía? Y todavía siguen siendo los veintiuno los de la “mayoría de edad”. Nuestros abuelos, los griegos, tuvieron una raíz kli, klin, ‘colgar’, ‘pender’, ‘apoyarse’, que hallamos también en nuestras voces latinas inclinar y reclinarse, cuyos signifi cados asimismo corresponden al de la raíz. El lugar en que uno se reclina o recuesta es el ‘lecho’, la ‘cama’, que en griego se llamó klíne, por lo cual llamamos clínica a un lugar en que hay camas, y a la parte de la ciencia médica que enseña a observar y a curar las enfermedades a la cabecera del paciente.
Klímax era para los griegos ‘escalera’, ‘gradación’ –la escalera va de grada en grada y la gradación de grado en grado, y tanto grada como grado
signifi can ‘paso’–, y con este sentido de gradación ha pasado clímax, mediante el latín, al castellano. Por lo cual se verá que incurren en dislate quienes usan clímax por ‘punto culminante’, o ‘extremo’ de cualquier proceso, confundiéndolo con el proceso en sí, o sea, su gradación. La raíz kli con la terminación abstracta -sis, da klísis, ‘inclinación’ en general, y con el sufi jo -ma de cosa concreta, da clima, ‘lo inclinado’ –como la raíz the, lugar, da thésis, ‘tesis’, ‘posición’, y théma, ‘tema’, ‘lo propuesto’, ‘proposición’. Clima es, pues, etimológicamente, ‘lo inclinado’. Aunque los griegos dijeron klíma de cualquier cosa inclinada (klímata orón, ‘laderas de monte’), en particular lo aplicaron a la aparente inclinación de la Tierra, del ecuador hacia los polos, por la progresiva oblicuidad de los rayos solares. El mundo entonces conocido lo dividieron por zonas con diferencia de media hora, en la duración del día solar comparada con la de la noche –sólo en el solsticio de verano, porque no conocían el fenómeno correlativo en el hemisferio austral, aún inexplorado–, y a cada zona la llamaron klíma. A cada clima correspondían marcadas diferencias meteorológicas, por lo cual fácilmente se trasladó el signifi cado de la palabra al que actualmente tiene de ‘estado general de la atmósfera’. Pero no se ha restringido al grado de justifi car el “clima artifi cial” que anuncian algunos salones de gran concurso de público. Puede haber, por ejemplo, temperatura artifi cialmente producida, pero el clima, siempre, por defi nición, es natural.
Klimaktér, ‘escalón’, llamaron los griegos, por metáfora, a toda crisis, a cualquier prueba, y klimakterikós, climatérico, a lo crítico, por cuanto cada crisis marca una etapa, un peldaño, una nueva orientación, una inclinación en la vida. Por especialización, climatérico se aplica en particular a la edad crítica de las mujeres, caracterizada por la suspensión de sus aptitudes concepcionales. Por último, de clínica, en el sentido médico, parece que últimamente se ha dado por hacer otra extensión, a mi parecer bastante arbitraria: se llama “clínica de tenis”, o “clínica de golf” a la práctica de esos deportes, bajo la vigilancia y el consejo de un experto.