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Tatacha que masticamos en la capirucha

Y SIGNIFICADOS

SEGUNDA PARTE

Arrigo Coen Anitúa (†)

Este artículo es continuación del anterior1 en el que

se tratan las diferentes voces populares que se usan en la ciudad de México. Sería interesante que el lector buscara las palabras de las que el maestro Arrigo confi esa no conocer su etimología en el Diccionario del español usual en México publicado por el Colegio de México2 y en el Diccionario de mexicanismos, de la Academia Mexicana de la Lengua.3

La palabra representada por una voluta saliendo de la boca. Códice Mendoza.

un par de orejas” equivale a dos ‘horas’, y sotaco o zotaco es ‘chaparro’, en el sentido de ‘bajo de cuerpo’. ¿Qué prefi ere usted decir: hiperquinético (o hipercinético), usando el término helénico (griego), o bien volado, de volada, o de boleto o hecho la mocha, a la mexicana? La “mocha” era una locomotora de patio, así llamada porque no tenía carbonera (se abastecía de combustible directamente del almacén de carbón o leña de la estación), que hacía con gran rapidez los cambios de vagones, por lo que adquirió fama en tiempos de la Revolución (mocho, yo creo que proviene del latín mutilus, ‘cortado’; de mutilare, ‘cercenar’, ‘mutilar’).

1 Ver: Arrigo Coen Anitúa (†), “Tatacha que masticamos en la capirucha. Primera parte”, Correo del

Maestro, núm. 183, año 16, agosto de 2011, pp. 56-58. 2 Diccionario del español usual en México, dirigido por Luis Fernando Lara, El Colegio de México, Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios, México, 2009. 3 Diccionario de mexicanismos, Academia Mexicana de la Lengua, Siglo XXI, México, 2010.

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Por “mover bigote” se entiende ‘comer’; ‘dormir’ por “planchar oreja o almohada”; ‘caminar’ es “gastar huarache”; y ‘robar’ aparte de “afanar”, “meter uña”, “avanzarse”.

Cuando la cosa ‘anda mal’ se dice que “está del cocol”.

‘Ocasión’, ‘oportunidad’, ‘golpe de suerte’ viene a resumirse en “chance”: en México recibimos esta voz del inglés (vía lenguaje de los pochos), idioma que, a su vez, la hereda del francés, en que a veces se califi ca: “bonne chance”, ‘buena suerte’; al francés le viene del latín cadentia ‘caída’ por las mismas razones por las que ocasión proviene del latín occasio, de occasum, supino de occidere, ‘caer’.

Otra palabra que ha hecho fortuna en México es “chao”, pero ésta la trajeron (o nosotros la importamos) de la Argentina, donde también dicen chau y chausito, por ‘adiós’ y ‘adiosito’, respectivamente. El país del Plata la recibió de los italianos, entre quienes se generalizó el s’ciao del dialecto véneto o veneciano; s’ciavo equivale a schiavo, que en italiano signifi ca ‘esclavo’, por lo que este saludo viene a querer decir ‘servidor’ (de usted).

“Como hacía tiempo que no te había bisteces (visto), pregunté por tripas (por ti)”. A propósito de bisteces, la forma “académica” de pluralizar bistec, del inglés beef steak, ‘tajada (steak) de carne de res (beef)’, es bisteques (como de frac, fraques), pero en México resulta pedante; por lo demás, bisteces bien puede originarse en la simple agregación del gramema -es, de plural, al primitivo bistec, escrito y luego leído; como sucede con catolicismo, que no es “catoliquismo”, o con comicidad, no “comiquidad”, y al revés de lo que pasa también con el superlativo culto amicísimo (del latín amicus) al que nosotros preferimos amiguísimo.

Recuerdo un juego de palabras en que se basaba un sketch (en inglés ‘escena dramática corta’) carpero: “Ocho es chocho (en el lenguaje alburero, los genitales femeninos)… ¿Conque usté vive en Chopocho (Chopo, número ocho) y usted en Pinocho (el ocho de la calle del Pino); pos yo vivo en Havre ocho y ora me los abrocho”. En esta misma ‘onda’, todano, ‘todo’ se dice tocho… morocho, pa’ que rime, y lo sabroso es chabocho (forma hipocorística).

Solamente los viejos recordamos que a la cabeza le decíamos maceta (al igual que los latinos testa, cuyo primer signifi cado fue ‘vasija de barro cocido’), chirimoya (no sé por qué) y coco (fácilmente imaginable); no se ha perdido la costumbre de aludir a ella con giros tales como “la de hueso” o “la bola de los pipis” (pipis por piojos, del latín pediculus, ‘piojito’, diminutivo de pedis). Por cierto, “la sin hueso” es, en español y desde casi siempre, ‘la lengua’ (“no le para la sin hueso” vale ‘habla mucho’).

Tampoco se ha dejado de llamar a la barriga “bodega” (por razones obvias), y como uno de los alimentos básicos de la dieta del mexicano es el frijol, solemos decir “la bodega de los bayos”, por la abundancia (¿o preferencia?) del frijol de ese color (del latín badius, ‘amarillento’).

Al trabajo duro, a la brega, nos referimos con “soba”; pero también es soba (de sobar, probablemente del latín vulgar subagere, por subigere, ‘aplastar’, ‘apretar’, ‘manosear’) la que le ponen a uno cuando de cualquier manera lo fastidian, aunque no sea con trabajo excesivo, sino con regaños o, directamente, con golpes.

El retobo, el reto, la rebeldía son “brava”, y “echar brava” es, por consiguiente, fanfarronería, ‘bravata’, y el ‘bravucón’ es “bravero”.

El lenguaje popular tiene un lexema timb- que da la idea de ‘lleno’, ‘relleno’, ‘infl ado’, ‘atiborrado’; de ahí se hace el adjetivo timbo, ‘harto’, ‘repleto’, ‘satisfecho’, y el sustantivo timborote, ‘muy gordo’, ‘obeso’.

“Música” es sustituto acrofónico de ‘mula’, que multiplica sus signifi cados, según el contexto, desde simplemente ‘malo’ o ‘terco’, hasta ‘malintencionado’ y ‘perverso’.

Tener poder o dominio es lo que signifi ca “tronarle a uno sus chicharrones”; si alguien declara que se ha vuelto árbitro absoluto de una situación, lo expresa con la frase “aquí nomás mis chicharrones truenan”.

Antes, por ‘fulano’ decíamos bato (posiblemente tomado del personaje de las pastorelas, Bato, el pastor ingenuo); ahora parece que se prefi ere chómpiras, cuyo origen ignoro.

Poco dinero es “una fi rulilla” y el nombre propio de todos los perros callejeros es “Firuláis” (desconozco de dónde puedan proceder); pero lo ‘rico’, ‘bueno’, ‘efi caz’, ‘valioso’, es chipocludo (evidentemente derivado del nombre chipotle, común, en náhuatl, a diversas especies de chile después de tratadas con humo o a fuego lento), porque con chilpoctli (chilli, ‘chile’, y poctli, ‘humo’) se hacen los más exquisitos condimentos.

Y así se podría seguir prolongando esta desordenada reseña de voces y de giros del habla popular, pero de espacio no nos ha quedado nada, es decir, “ni maiz paloma”.

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