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Comanejo o manejo compartido: una estrategia de conservación

DEL AULA

Comanejo o manejo compartido:

UNA ESTRATEGIA DE CONSERVACIÓN

Citlalli Álvarez

El deterioro de los ecosistemas terrestres y acuáticos

producido por las acciones humanas ha sido un tema recurrente en las reuniones internacionales desde hace muchas décadas. En este artículo veremos algunas de las medidas que se proponen para que la conservación del ecosistema no sea sólo responsabilidad de organismos especializados, sino de todos nosotros.

en respuesta a las preocupaciones sobre la alteración ambiental de todo el mundo, los países comenzaron a considerar la necesidad de proteger la vida silvestre y se han implementado diversas estrategias de conservación para mejorar la salud de los ecosistemas. Algunos ejemplos de estrategias son: áreas naturales protegidas, unidades de manejo para la conservación de la vida silvestre, bancos de germoplasma,1 proyectos de recuperación de especies prioritarias, leyes, convenios internacionales, ordenamientos ecológicos de territorios, zoológicos y la creación de organizaciones no gubernamentales entre otros.2

El desafío en la conservación es lograr un equilibrio entre el uso adecuado de los recursos

1 Banco de germoplasma: Lugar donde se mantienen a individuos representativos o a sus partes reproductivas (semillas, esporas, semen congelado, etc.) con el n de evitar la pérdida de la diversidad genética. 2 Berkes, F., et al., “Co-management and community-based management”, en Managing small-scale sheries: alternative directions and methods, IDRC, Ottawa, 2001, pp. 193-222; Jessen, S. y N. Lerch,

“Baja to Bering Sea marine conservation initiative: discussion paper for the meeting of May 23-24”, La Paz, Baja California

Sur, Canadian Parks and Wilderness Society, Vancouver, 2000;

Jessen, S. y N. Lerch, “Baja to the Bering Sea: a North American marine conservation initiative”, en Environments, núm. 27(3), 1999, pp. 67-89; Gary, W. A., et al., “Marine reserves are necessary but not suf cient for marine conservation”, en Ecological

Applications, núm. 8(1), S79-S92, 1998; Agardy, T., Marine Protected Areas and Ocean Conservation, Academic Press, San Diego, 1997; Ballantine, W. J., “Marine reserves in New Zealand”, ponencia en el 2nd. World Fisheries Congress, Univ. Qld., Brisbane, Australia, 1997, 23 pp.; Farrow, S., “Marine protected areas: emerging economics”, en Marine Policy, núm. 20(6), 1996, pp. 439-446; Kazmers, M., et al, Four agship sites Baja California to

Bering Sea marine conservation initiative, North American Fund for Environmental Cooperation, folleto, s.d.; CPAWS-BC (Canadian Parks and Wilderness Society-British Columbia), “About

Marine Protected Areas and The Baja California to Bering Sea

Initiative”, s. f., disponible en: www.cpawsbc.org/marine/mpas/ mpa_background.php.

y el abastecimiento de las necesidades de la humanidad sin dañar los ecosistemas. Cuando la humanidad emplea los recursos de una manera

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El exceso en la tala de árboles ha deteriorado los bosques.

que permite su sustitución natural, entonces se logra el uso sustentable.

Una de las principales causas de deterioro de los recursos es el sostenido crecimiento de la población humana y el consiguiente exceso en el consumo de recursos. Por lo tanto, las soluciones de conservación requieren un nivel de cambio en el comportamiento humano que, de acuerdo con Whitehead,3 es un reto debido a que la resistencia al cambio es frecuente.

Los profesionales que trabajan en la conservación y el manejo sustentable de los recursos toman en cuenta una serie de consideraciones en la implementación de herramientas para la conservación de la naturaleza:

• El manejo sustentable debe considerarse un privilegio en lugar de un derecho. • Los recursos naturales tienen un valor económico, no sólo porque los productos se venden, sino también por sus valores estéticos, científi cos, ecológicos y funcionales. • Todos los problemas de conservación tienen una mezcla de aspectos biológicos, socioeconómicos y políticos. • Una conservación efectiva requiere comprensión y tomar en cuenta los intereses de todos los involucrados. • La comunicación entre los usuarios es un aspecto clave en cualquier estrategia de manejo. • Los programas de conservación deben ser evaluados y modifi cados periódicamente de acuerdo con sus objetivos y necesidades. • Es indispensable tomar en cuenta experiencias previas y aprender de los aciertos y desaciertos con el fi n de incorporar esta información en el plan de manejo.4

Con el tiempo, experiencias de éxito y fracaso de las estrategias han demostrado que el manejo sustentable y la conservación de los ambientes terrestres y acuáticos no se refi eren al manejo de los ecosistemas o de la vida silvestre, sino al de las acciones humanas.

Por muchos años se creía que con saber o tomar en cuenta los aspectos biológicos de la especie o el ecosistema a conservar era sufi ciente; sin embargo, con el tiempo se comprendió que para la conservación y el uso sustentable de los recursos tenía que tomarse en cuenta todo el panorama, es decir, no sólo la parte científi ca sino también la parte económica, política y social.

Más reciente aún es el concepto de que el uso sustentable de los recursos constituye una responsabilidad de todos y cada uno de nosotros y no sólo de los científi cos, técnicos especializados o instituciones.

3 Whitehead, H., et al., “Science and the conservation, protection and management of wild cetaceans”, en Cetacean Society: Field studies of dolphins and whales, editado por J. Mann, R. C. Connor, P.

L. Tyack y H. Whitehead, The University of Chicago Press, Chicago y Londres, 2000, pp. 308-332. 4 Mangel, M., L. M. Talbot et al., “Principles for the conservation of wild living resources”, en Ecol. Appl., núm. 6, 1996, pp. 338-362.

Una de las estrategias que involucran a la comunidad es el comanejo o manejo compartido. Esta herramienta es un ejemplo de cómo todos podemos participar en la conservación y el uso sustentable de nuestros recursos.

El comanejo es una estrategia de organización social que tiene como objetivo usar los recursos de una manera sustentable, sobre la base de compartir el poder y la responsabilidad. Esta estrategia involucra a los interesados en todas las etapas del proceso como: el reconocimiento del problema, la planifi cación, la recopilación de datos, el monitoreo, la vigilancia, la presentación de informes, la toma de decisiones, la ejecución, la evaluación y la divulgación.5

El hecho de tener responsabilidades implica tanto privilegios como obligaciones y los usuarios deben ser animados a desempeñar un papel activo en cada etapa del plan de manejo para lograr una conexión genuina entre todas las partes. Al trabajar juntos, se combinan el conocimiento tradicional de la comunidad local con el conocimiento de los científi cos y el conocimiento jurídico de las instituciones gubernamentales.6

Si el comanejo se aplica correctamente, los interesados mostrarán actitudes optimistas y se producirán cambios positivos en la comunidad. Además, la participación activa en todas las etapas del proyecto promoverá una mejor comprensión de los problemas e incrementará el conocimiento.

Cuando los interesados comprenden la complejidad de los recursos administrados, son capaces de trascender sus intereses personales. Esto es importante porque una vez que los actores están inmersos en el proceso apoyarán el proyecto y la conservación de la vida silvestre se logrará.7

El comanejo se puede implementar de diversas maneras dependiendo de la zona, el contexto, los objetivos y los componentes, por lo que no existe una fórmula que funcione para todos los casos y es posible una variedad de arreglos de acuerdo con la situación. La fl exibilidad de esta estrategia se traduce en un proceso de adaptación.8

En cualquier caso, la situación es multifactorial porque esta herramienta implica relaciones humanas. A continuación presento algunos desafíos que enfrentan los profesionales de la conservación y sus respectivas opciones para resolverlos.

1. La disparidad de las partes involucradas es algo común que surge de una representación insufi ciente de algunos interesados. A pesar de los esfuerzos para involucrar a una mezcla representativa de la comunidad, por lo general en muchos grupos se presenta un desequilibrio de géneros ya que las mujeres están poco representadas en la toma de decisiones. Esto ocurre porque en las comunidades existen diferencias en el conocimiento de los recursos por género y edad. Estas diferencias

5 Yandle, T., “The challenge of building successful stakeholders organizations: New Zealand’s experience in developing a sheries co-management regime”, en Marine Policy, núm. 27, 2003, pp.179-192; Kishigami, N., Co-management of beluga whales in

Nunavik (Arctic Quebec), National Museum of Ethnology, Canadá-Japón, 2002; Jentoft, S., “Co-managing the coastal zone: is the task too complex?”, en Ocean & Coastal Management, núm. 43, 2000, pp. 527-535; Chase, L. C., T. M. Schusler y D. J. Decker,

“Innovations in stakeholder involvement: What’s the next step?”, en Wildlife Society Bulletin, núm. 28(1), 2000, pp. 208-217;

Berkes, F., R., 2001, op. cit.; Pomeroy, R. S. y F. Berkes, “Two to tango: the role of government in sheries co-management”, en

Marine Policy, núm. 21(5), 1997, pp. 465-480. 6 Jentoft, S., 2000, op. cit.; Pomeroy, R. S. y F. Berkes, 1997,op. cit.;

Berkes, F., “Co-management: bridging the two solitudes”, en

Northern Perspectives, núm. 22(2-3), 1994, pp. 18-20. 7 Chase, L. C., et al., 2000, op. cit.; Jentoft, S., 2000, op. cit.; Pomeroy,

R. S. y F. Berkes, 1997,op. cit. 8 Chase, L. C., et al., 2000, op. cit.; Pomeroy, R. S. y F. Berkes, 1997,op. cit.; Berkes, F., 1994, op. cit.

Jóvenes de Oaxaca participando en un programa de limpieza y desazolve de ríos y barrancas.

www.oaxacanundua.com

entre mujeres, hombres, jóvenes y adultos, e incluso en la posición socioeconómica, producen disparidad en la actitud, el acceso a los recursos y la participación en el proyecto. Por ello es importante tener en cuenta que las diferencias de género existen y que dan lugar a desigualdades en la participación y en la toma de decisiones. Los especialistas superan esta barrera al reconocer y responder a las necesidades e intereses de los grupos poco representados. Por ejemplo, las estrategias para la integración de las mujeres en los grupos de trabajo incluyen el acceso a guarderías, la incorporación de sus ideas y el fomento de su opinión. Se ha observado que la participación activa de las mujeres puede mejorar el proceso al incluir sus habilidades, fortalezas y preocupaciones ambientales, que

a menudo están vinculadas a la salud y al bienestar de la familia.9 2. Otro aspecto a considerar es el escepticismo de la comunidad. A menudo, la comunidad recibe con escepticismo el establecimiento de proyectos de conservación por parte de las instituciones gubernamentales porque con frecuencia desconfía de las intenciones y la honestidad de las autoridades. Una manera

9 Siar, S. V., “Knowledge, gender and resources in small-scale shing: the case of Honda Bay”, en Environmental Management, núm. 31(5) Palawan, Filipinas, 2003, pp. 569-580; Brasell-Jones, L. T., “The experience of women in co-management groups in New Zealand”, s. f., disponible en: divcom.otago.ac.nz/epmrc/5-17.html;

Brasell-Jones, L. T., “Ministry of Agriculture and Forestry”, New

Zealand. s. f. Disponible en: www.maf.govt.nz/mafnet/rural-nz/ people-and-their-issues/social-research-and-welfare/women-inlandcare-groups/womlc009.htm.

de superar ese escepticismo es reconstruir la confi anza a través de la acción; esto se logra manteniendo la comunicación, tomando en cuenta las ideas de los ciudadanos y mostrando compromiso.10 3. Una restricción importante es la inversión, pues el comanejo requiere invertir una cantidad importante de recursos, tiempo y esfuerzo de todos los involucrados. La falta de recursos para llevar a cabo las actividades es común; a menudo los programas no cuentan con los servicios humanos y fi nancieros necesarios para mantener los proyectos e incluso carecen de apoyo para el seguimiento y la evaluación periódica. En consecuencia, esta empresa tiene que ser planeada y ejecutada con prudencia en cada caso.11 4. Un factor más a considerar es el agotamiento de los participantes. Hay que tener en cuenta que esta herramienta es un proceso largo y continuo y siempre habrá retos que resolver durante la ejecución y las etapas posteriores, lo que puede resultar en un cansancio excesivo. A fi n de superar esta fatiga, es recomendable que se vayan rotando los equipos de trabajo para, por un lado, alternar conoci-

10 Venter, A. K., “Community-based natural resource management in South Africa: experience from the Greater St Lucia Wetlands

Area”, ponencia presentada en el 2nd. Pan-African symposium on the sustainable use of natural resources in Africa, Ouagadougou,

Burkina Faso, julio de 2000. Disponible en: www.iucn.org/themes/ ssc/susg/docs/pas2/venter.PDF; Shindler, B. y K. A. Cheek , “Integrating citizens in adaptive management: a positional analysis”, en

Conservation Ecology, núm. 3(1), 1999, p. 9; Sverdrup-Jensen, S. y J.

R. Nielsen, “Co-management in small-scale sheries: a synthesis of Southern and West African experiences”, s. d., disponible en: www.ifm.dk/reports/16.PDF. 11 McGrath, D. G., A. Cardoso y E. Pinto-Sá, “Community sheries and co-management in the lower Amazon oodplain of

Brazil”, ponencia presentada en The international symposium on the management of large rivers for sheries: sustaining livelihoods and biodiversity in the new millennium, Phnom Penh,

Camboya, del 12 al 15 de febrero de 2002; Chase, L. C., et al., 2000, op. cit.

yucatan.ws

Jornada de reforestación “Mil árboles por Mérida”.

mientos y experiencia y, por el otro, evitar el aburrimiento.12

A nivel internacional, hay ejemplos de la implementación de esta estrategia. Lo que emerge de la experiencia es que el comanejo es una herramienta que al ser aplicada correctamente se obtienen grandes benefi cios en el manejo sustentable de los recursos. Lo que hay que tener muy presente es que: 1. El manejo sustentable de los recursos no se trata del manejo de las especies y los ecosistemas, sino de las acciones humanas. 2. Todos podemos ser parte de un proyecto de conservación.

12 Chase, L. C., et al., 2000, op. cit.; Jentoft, S., et al., “Social theory and sheries co-management”, en Marine Policy, núm. 22(4-5), 1998, pp. 423-436.

Bibliografía:

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Obtenido el 18 de abril del 2011. CPAWS-BC (Canadian Parks and Wilderness Society-British

Columbia), “About Marine Protected Areas and The Baja

California to Bering Sea Initiative”, s. f., disponible en: www.cpawsbc.org/marine/mpas/mpa_background. php. Obtenido el 12 de abril del 2011. CHASE, L. C., T. M. Schusler y D. J. Decker, “Innovations in stakeholder involvement: What’s the next step?”, en

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Wilderness Society, Vancouver, 2000. , “Baja to the Bering Sea: a North American marine conservation initiative”, en Environments, núm. 27(3), 1999, pp. 67-89. KAZMERS, M., S. Jessen, M. Robards, R. Cannings y R.

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