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Lo que se puede mejorar
LIBROS
Carmen Gamiño
En este libro se presentan, de manera clara y puntual, procesos y resultados surgidos de un trabajo de investigación llamado Proyectos de Escuelas del Futuro (PEF), realizado por un equipo de profesionales e investigadores de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés, Buenos Aires, con el fin de proporcionar a directivos, maestros y personal vinculado al ámbito escolar herramientas prácticas para mejorar la calidad educativa en las escuelas. No obstante que esto se realizó en Argentina, es posible trasladar esas experiencias a otros países, incluido el nuestro, pues las condiciones sociales y de educación se asemejan en muchos sentidos, y las propuestas son muy interesantes y útiles.
este trabajo de investigación parte de la premisa de que sin duda alguna es posin importar las variables socioeconómicas. Para llegar a los objetivos del libro, narran cómo el sible mejorar la calidad educativa, sumando el sistema educativo en Argentina se ha trasformasaber de los teóricos con el saber práctico de do desde finales del siglo XIX, de acuerdo con quienes laboran directamente en las escuelas, los procesos sociales y políticos, y a partir de un caminos muchas veces separados e indepen- aparato estatal centralizado cuyas decisiones se dientes. Silvina Gvirtz y M. Victoria Abregú, en tomaban verticalmente (de arriba abajo), hasta una inteligente y extensa introducción, contes- la política educativa de la década de 1990, en la tan a la interrogante: ¿Es posible mejorar la es- cual se comienza a dar cierta autonomía a las cuela? La respuesta indica que si bien es cierta la instituciones para tomar decisiones propias (sin idea de que los cambios deben comenzar desde abandonar el esquema vertical), pero en la que arriba (secretarios de Estado, técnicos y peda- se concluye que los grandes logros de alfabetizagogos, a nivel macrosocial), cada participante ción no fueron suficientes pues la calidad es baja involucrado en las instituciones educativas tie- y no se logró la pretendida equidad; de acuerdo ne la capacidad de aportar elementos para me- con análisis sociales realizados, quienes más necejorar la calidad de vida de los niños y jóvenes sidad de educación tienen, menos educación reciben. con quienes se trabaja (ambiente microsocial), Las autoras hacen hincapié en la urgencia de
llevar a cabo un análisis macrosocial (sociedad, Estado y políticas públicas) y microsocial (la escuela), para resolver el problema y proponen la reforma del sistema educativo, en el que el Estado debe mejorar y establecer metas académicas, e implementar una agencia nacional de información y evaluación de calidad que monitoree las metas planteadas. La mejora en las escuelas es posible si el Estado permite la democratización en la toma de decisiones, coloca a las escuelas como centros generadores de programas de intervención directa y propicia la igualdad de condiciones que favorezca proyectos pedagógicos de calidad; es posible, si en las propias escuelas se buscan nuevos métodos de gestión para trabajar en equipo, métodos que alcancen metas claras y previamente consensuadas, sujetas a un continuo análisis y evaluación. En este sentido, las autoras aclaran que cada escuela tiene su propio contexto y debe crecer y modificarse de acuerdo con éste. Para lograr una “escuela efectiva”, enlista 15 puntos, entre los que se mencionan: tener misión clara entre los directivos, docentes y miembros de la comunidad; diseños de estrategias de acción; fuerte apoyo y participación de las familias; seguimiento del progreso del alumnado; compartir los logros; revisar debilidades.
La obra se divide en dos partes; la primera ofrece herramientas para mejorar la gestión y la segunda comparte estrategias didácticas para mejorar la enseñanza, todas ellas ya se aplicaron y han arrojado resultados significativos. explica que alumnos, padres, docentes y directores deben ir en la misma dirección, intentado alcanzar la misma meta. Ninguno de los involucrados debe quedar aislado. La comunicación debe ser continua y eficaz para que cada quien pueda hacer y decidir oportunamente. La capacidad de liderazgo de quien dirige es fundamental, así como la claridad en la visión y misión de la escuela, a partir de las que se pueden planificar las acciones individuales y colectivas. Además de compartir sus experiencias, adjunta cuatro anexos para recoger información que refleje realidades desde distintas miradas: observación de la institución y del PEF, autoevaluación del trabajo escolar por parte de los alumnos, así como evaluación del docente por el alumnado.
Capítulo II: “Construyendo un espacio para la gestión en la escuela”, de Marcela Zinn y M. Victoria Abregú. Se trata de cómo transformar el trabajo administrativo en información útil que permita plantear objetivos concretos y tomar decisiones, no de manera intuitiva como se hace en muchas escuelas, sino a partir de información fehaciente y planes estratégicos. Se explican los procesos internos que deben existir
Primera parte: La gestión
Capítulo I: “Algunos aportes para reflexionar y favorecer la eficacia de la gestión curricular”, de Carlos Alberto González. Como en un viaje en tren, cuando todos van a bordo, Carlos Alberto
Esquema del capítulo II en el que se explican los procesos internos que deben existir en una escuela.
en una escuela: evaluación de la situación actual (información cuantitativa y cualitativa), determinación de la situación que quisiéramos tener a mediano y largo plazos, diseño e implementación, monitoreo de lo que se hizo bien y lo que se debe mejorar. Comparten también un anexo sobre estos temas.
Segunda parte: La Enseñanza
Capítulo III: “El nivel inicial, primer peldaño en el proceso de enseñanza-aprendizaje”, de Diana Jarvis de Oteiza. Una buena planificación diaria, con tiempos establecidos para cada actividad dirigida a los niños, puede transformar la calidad escolar, así como el trabajo en equipo en el que el director pedagógico no pierda su objetivo volviéndose únicamente administrativo y asistente social, y los maestros encuentren estrategias que promuevan el aprendizaje. Hay propuestas estratégicas para transformar la competencia lingüística en un objeto de enseñanza (adivinanzas, etc.) –así como la alfabetización inicial bajo cuatro principios– enfocadas a los quehaceres del lector y del escritor; algunas –generadas por maestros y alumnos (antologías de cuentos)– se comparten en este capítulo.
Capítulo IV: “La inclusión de los niños en el mundo letrado: un desafío en la escuela”, de Ana María Kaufman. La autora es especialista en el área de didáctica de la lectura y la escritura. Desarrolla su trabajo a partir de las preguntas: qué, cómo y a quién se enseña. En el qué, el objetivo es formar a los alumnos como ciudadanos de la cultura escrita. A partir de las investigaciones de Emilia Ferreiro en la década de 1970, en las que afirma que los niños reconstruyen la escritura desde antes de entrar a la escuela, el enfoque de enseñanza da un giro muy importante y se centra en los contenidos psicológicos y en las características formales de los diferentes tipos de textos. Luego da una muy interesante explicación de lo que es leer significativamente (muestreo, anticipación, predicción, autocorrección e interferencia) y cómo el proceso de escritura debe alejarse del “decir del conocimiento” (memorización y utilización automática de conceptos asociados) para llegar al “transformar el conocimiento” (interacción de género, contenido y retórica). En cuanto a quién, la respuesta es A TODOS, sin importar la edad y sin subestimar a los niños respecto a su capacidad de entender. En cuanto al cómo, cuenta paso a paso exitosos y muy interesantes proyectos didácticos implementados en la escuela con la participación de maestros y alumnos: elaboración de enciclopedias, cancioneros para regalar a otros grupos, El Centro de Lectura para Todos, lectura en voz alta.
Capítulo V: “Prácticas y estrategias de enseñanza de las ciencias sociales”, de Nidia Robles. Los resultados de la investigación muestran que es posible mejorar el aprendizaje de las Ciencias Sociales. Esta mejora no depende sólo del aumento en los recursos económicos sino del cambio de actitud del docente y de su constante reflexión en su quehacer cotidiano. Describe la problemática principal en la cual el maestro reconocía el bajo aprovechamiento por parte de los alumnos y subestimaba su capacidad de aprendizaje, la falta de planeación y de proyectos didácticos ingeniosos que movieran el sentido crítico en vez de la memorización-repetición y la falta de comunicación entre los profesores de los distintos grados, que repetían los mismos temas con la misma información.
Capítulo VI: “¿Cómo lograr un aprendizaje efectivo de las ciencias naturales?”, de María Eugenia García Tavernier. Para poder aprender los alumnos deben querer aprender. Y con este propósito comparte algunas estrategias de motivación tomando en cuenta atención, utilidad,
expectativas de éxito y satisfacción. Explica las categorías del aprendizaje necesarias para tener claros los objetivos del docente: conocimiento, comprensión, aplicación, análisis, síntesis y evaluación. Educar en la ciencia es alcanzar la alfabetización científica y para ello es necesario contar con lo siguiente: conceptos e ideas, procesos (habilidades) y actitudes y disposiciones. Además, hay que utilizar el método científico, favorecer la interdisciplina entre las ciencias y otras asignaturas, y evaluar a los alumnos más allá del conocimiento teórico; ir de lo más simple a lo más elaborado, iniciar con situaciones conocidas para avanzar a situaciones desconocidas; desarrollar la observación, formulación de preguntas, elaboración de hipótesis, predicciones, planificación y conducción de una investigación, interpretación de resultados, etcétera.
Capítulo VII: “La enseñanza y el aprendizaje de las matemáticas: las opciones didácticas en función de las distintas concepciones”, de Horacio Itzcovich. “¿Qué conocimiento es pertinente transmitir en el área de las matemáticas?”es una pregunta muy antigua. Y la responde a partir de un problema matemático que requiere dividir. El sentido del conocimiento matemático (resolución del problema, manipulación de escrituras y representaciones, y uso y dominio de varios y diversos recursos de cálculo) y el sentido de la división (la complejidad que tiene el enseñar cada concepto matemático). “¿Qué enseñamos cuando enseñamos matemáticas en la escuela?” es la segunda pregunta que responde el autor y para ello explica cómo se han modificado los métodos a través del tiempo, desde la matemática estática y acabada hasta la bella definición de Brousseau, en la que afirma que con las matemáticas:
… los niños pueden aprender los rudimentos de la gestión individual y social de la verdad. Aprenden con él no sólo los fundamentos de su actividad cognitiva, sino también las reglas del debate y de la toma de decisiones pertinentes…
“¿Cómo aprender matemáticas?” es la última pregunta que responde y en ella explica que los alumnos deben internalizar los conceptos y que es fundamental que en la clase se incluyan momentos de reflexión, discusión y confrontación, es decir, un espacio de debate, de establecimiento de conjeturas de validación o rechazo de hipótesis.
Cabe mencionar que cada uno de los autores acompaña su capítulo con una bibliografía que vale la pena consultar.
Reseña del libro:
Nuevas perspectivas en educación. Mejorar la escuela. Acerca de
la gestión y la enseñanza, de Silvia Gvirtz y María Eugenia de Podestá, Granica, Buenos Aires, 2004, 279 pp.