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Entre la fotografía y la música. Una pausa en el constante fluir del tiempo

Entre la fotografía y la música

UNA PAUSA EN EL CONSTANTE FLUIR DEL TIEMPO

Sibila de Villa Azarcoya*

Podemos comprender la música como un fluir

constante a través del tiempo. Vibraciones en movimiento que son alcanzadas por espacios de silencio y que transcurren en un lapso de tiempo determinado. El sonido es efímero. La música queda guardada en la memoria, entre nuestros sentidos. Es ahí donde se vuelve permanente.

Fotografía: Sibila de Villa, 2014 Alejandro Martínez Gil, guitarrista

en mi experiencia en los escenarios, la música sucede sólo en ese instante, es irrepetible. Al finalizar el concierto, y una vez en soledad, uno puede sentir que esa música aún resuena. Lo mismo ocurre cuando, como público, asistimos a un concierto, y días después seguimos tarareando melodías, recuperando imágenes.

La memoria del canto y sus melodías a lo largo de la historia de la humanidad ha sido una herramienta muy poderosa para conservar y transmitir historias, vivencias imborrables, expresiones necesarias. Y aunque los sonidos puedan ser fugaces, sus significados nunca lo son.

La fotografía ha sido una actividad necesaria en mi vida, que me acerca a un mundo visual a p a re n t e m e n t e e s t á t i c o p e ro t a m b i é n e n c o n s tante movimiento. Tomar una fotografía e inmovilizar una imagen permite recuperar el momento vivido, detener la fugacidad en un segundo.

* Licenciada instrumentista egresada de la Escuela Nacional de Música de la UNAM. Acreedora a la medalla “Gabino Barreda” a la excelencia académica. Cuenta con especialidad en saxofón por la Universidad de Mohawk, Canadá. Egresada con honores.

Fotografía: Sibila de Villa, 2014 Víctor Flores Herrera, contrabajista

La imagen fija nos obliga a la reflexión, a crear historias, recordarlas, reinventarlas. Nuestra imaginación recrea el paso del tiempo que ha quedado estático plasmando un testimonio de nuestra propia experiencia de vida. Es entonces cuando esa imagen fija recobra su movimiento. La música y la fotografía pueden conducirnos a mundos paralelos de percepción. Las une un puente de comunión. Podemos cruzar del silencio al estruendo, del sonido a la luz y de lo intangible a lo palpable. Son dos caminos por los cuales podemos transitar y al mismo tiempo frenar los torbellinos del cotidiano.

Nuestros sentidos necesitan pausas entre la ráfaga de información que recibimos cada día. El silencio de la imagen o el fluir con las melodías que nos significan puede ayudarnos a recobrar el reposo necesario para pensar creativamente. Irrumpir en nuestro diario vivir y combinarlo con el arte refuerza nuestros anhelos.

Entre las muchas maneras de combatir la nada, una de las mejores es hacer fotografías.

JULIO CORTÁZAR, “Las babas del diablo”, en Las armas secretas (1959)

Fotografía: Sibila de Villa, 2014 Alberto Delgado, flautista-saxofonista

Fotografía: Sibila de Villa, 2014 Rafael Mendoza, cantautor

Fotografía: Sibila de Villa, 2014 Adriana Cao, arpista Fotografía: Sibila de Villa, 2014 Alejandro Campos, saxofonista p

Fotografía: Sibila de Villa, 2014 Autorretrato, flautista-saxofonista

El concepto armonía se refiere al orden de las cosas y a cómo éstas fluyen en concordancia con su entorno; implica un sentido de paz y de belleza, de equilibrio en una realidad muchas veces caótica. Ese concepto se aplica en la música, la fotografía, las relaciones humanas, en nuestra relación directa con el mundo, en la vida, en nuestro respeto hacia el todo. Tratar de incorporarnos a ese todo armónico puede ayudarnos a reorientar todo aquello que no esté fluyendo en nuestras actividades cotidianas, para lo cual el arte siempre resulta útil.

En mi vida cotidiana, entre el torbellino de los viajes, los conciertos, los ensayos, el ir y venir de ciudad en ciudad, me resulta imprescindible detenerme un momento y observar de cerca lo que habita a mi alrededor, reconocer la importancia de todo lo que pasa frente a mis ojos y, de ser posible, capturar un momento de la realidad que vivo.

Las fotografías son una visión única y personal, un enfoque de la realidad que percibimos y de lo que nos resulta importante resguardar en una imagen. De igual manera, la música que escuchamos o hacemos se torna personal basada en los gustos, las vivencias y nuestro entorno histórico-cultural. Ambas artes, la música y la fotografía, se convierten en actividades comunitarias cuando nos abrimos a compartirlas o a formar parte de un suceso social. Es una decisión personal hasta dónde queremos llevar nuestro quehacer artístico a través de cualquier disciplina.

Fotografía: Luis Curiel, archivo personal Sibila de Villa Azarcoya

Discografía solista

Camposanto Música mexicana contemporánea para flauta transversa

www.youtube.com/watch?v=5o3ekZEXVL4 www.sibiladevilla.blogspot.mx

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