Mi-
EDITORIAL
A
principio de 2017, el gobierno de Enrique Peña Nieto (EPN) incrementa 20% el precio de los combustibles, lo cual casi de inmediato aumenta a su vez los precios de los artículos de primera de necesidad. Entre enero y febrero (y esporádicamente en marzo) de ese mismo año se dieron sostenidamente cientos de pequeñas y grandes protestas en más de 25 estados del país en contra de lo que coloquialmente se llamó el gasolinazo (del que José Antonio Meade, candidato presidencial del PRI-PVEMPANAL, fue uno de sus autores principales). En 36 años de gobiernos neoliberales en México no hay antecedentes de una protesta de esa naturaleza que, por su extensión, amplitud social y diversidad de formas de lucha, haya sacudido al régimen y sus tradicionales maneras de control social. A su vez, La llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica en enero también de ese año, acelera la crisis económica mexicana. El Tratado de Libre Comercio (TLC) ha generado
grandes ganancias para las empresas estadounidenses, canadienses y mexicanas, que durante tres décadas han pagado salarios miserables a los trabajadores mexicanos. La implantación del modelo neoliberal en México, junto con los tratados de libre comercio e inversión y las reformas estructurales, desde De la Madrid hasta Peña Nieto, sólo han beneficiado al gran capital financiero internacional, la oligarquía nacional y las grandes empresas trasnacionales de la energía, minería, industria automotriz, agroindustria y financiera. Esto ha sido posible porque la mayoría de los mexicanos viven de su trabajo y no del trabajo ajeno, carecen de organización y de los instrumentos de defensa (como los sindicatos) que les procuren mejores condiciones para luchar por sus derechos económicos, laborales, políticos y sociales. Durante décadas se ha impuesto al pueblo trabajador un férreo control político e ideológico a través de la manipulación mediática de los medios de comunicación masiva (televisión y radio), la privatización de la
educación pública que promueve el individualismo y la competencia como valores superiores, y el desmantelamiento de los centros de investigación, ciencia y tecnología que refuerzan la dependencia económica hacia el exterior. Sin embargo, la resistencia popular al neoliberalismo viene creciendo en los últimos años, ejemplo de ello son la formación de las autodefensas campesinas en contra del narcotráfico en varios estados del país y la lucha de los trabajadores de la educación democráticos que desde 2013 y particularmente durante todo el 2016 sostuvieron en contra de la mal llamada “reforma educativa”, sorteando la represión del Estado, agrupándose en distintos referentes populares y lanzando nuevas jornadas de lucha como la de éste 2018 para enfrentar la represión y rectificar todas las reformas estructurales neoliberales. Visto desde las clases subalternas, está en proceso la construcción de una nueva correlación de fuerzas entre la clase empresarial y el pueblo trabajador, y hay que contribuir al rescate y fortalecimien(Sigue en la 2)
EL SALTO
E
n filosofía tradicional se le ha llamado salto cualitativo, en Ciencias Políticas y Sociales revolución; y en Física moderna, salto cuántico, cambio de fase o estado del sistema: el salto es transformación total hacia algo nuevo y diferente. México, el gran cuerno de la abundancia del planeta Tierra, está a punto de darlo. La partidocracia fracturada llegó a su límite, en todo el abanico conocido, pasando desde la derecha, el centro y la izquierda, hasta fragmentarse (unos declarados, muchos en la mecánica de la invisibilidad) y recomponerse en tres grandes e inverosímiles coaliciones (la del Estado con sus anteriores compinches), y dos pantallas; en donde
un gran híbrido aspiró los intereses y ajustes de cuentas, entre criollos de abolengo del PAN, y entre caducos sobrevivientes del añejo dedazo y caudillismo del PRI, mutando y reforzando , por fin, una estructura política partidista que rompiera los enormes eslabones atados por décadas, entre los principales dominadores y controladores de este país, su nombre: Juntos Haremos Historia. En la lógica del salto y desde la óptica del socialismo, el gran tamal llamado Juntos Haremos Historia, ha cuajado por incorporar a parte de la clase política desmembrada de sus adversarios, afianzándose en una coyuntura electoral, con promesas de posicionamientos en el poder, que no habrán materializado con sus partidos de origen; y en cuanto a la oligarquía financiera, fuertes corporativos y firmas industriales de todos tamaños, han venido respaldando toda una maquinaria nacional, apostando su capital político unos, y económico otros, en aras de un cambio en el aparato, donde las consentidas élites, operarán bajo otras reglas de enriquecimiento en el mercado, y ellos obtendrán buena tajada del pastel; ha cuajado porque sus planteamientos sincronizaron en el tiempo de crisis agudizadas del capitalismo, con un despertar de nuevas conciencias y otras generaciones; por el hartazgo de tantos agravios a la sociedad; y por el firme desafío contra el Estado, con un Proyecto de Nación, antítesis de las altas cúpulas de la mafia en el poder; y no por las convicciones ideológicas de todo un pueblo, México, de transitar hacia la ruta del socialismo, que está muy lejos de ofrecer, la incipiente izquierda partidista. México, el gigante y suculento pastel, “mágicamente” inacabable, y en su colosal salto, alcanza para todos desde su perspectiva, y está por repartirse de otra manera, sin (Sigue en la 2)
El cártel de la Reforma Educativa ataca de nuevo Tatiana Coll
o pude resistir la necesidad de tomar prestado este título, tan contundente N como certero, a mis amigos y compañeros profesores de la UPN, Lucía Rivera, Roberto González y Marcelino Guerra, que con este título publican un artículo
en la revista digital Insurgencia Magisterial (08/05/18). Estaban callados, parecía que no se movían, pero vuelven al ataque, nos dicen, los grupos pertenecientes a la oligarquía nacional han descubierto la manera efectiva de impulsar campañas, construir redes de opinión pública eficientes y que influyen de manera determinante en las decisiones de política educativa. Esto es por lo menos evidente desde el gobierno de Fox, cuando bajo su mandato introdujo la prueba Enlace, el Programa de Escuelas de Calidad y se creó el INEE. De los variopintos grupos con siglas diferentes que integran el cártel, el más conocido es sin duda Mexicanos Primero, ahora presidido por un verdadero experto en todo lo concerniente a la educación y la cultura: el señor Ramírez Magaña, que sustituye a Claudio X González. El señor Ramírez, a pesar de su turbio pasado familiar, es también presidente del Consejo Mexicano de Negocios y dueño de la cadena Cinépolis. Claro, el vicepresidente primero es Pablo González, hermano mayor de Claudio y director general de Kimberly-Clark. Terminan de integrar la dirección otros dos personajes vinculados al gobierno panista y que han sido funcionarios de educación en Sinaloa, son supuestamente sus “thinktanks educativos”. Este cártel se mueve en muchos espacios, desde lo local a lo nacional, pero sobre todo en los medios donde logran una difusión desmesurada. Tienen una verdadera obsesión por consolidar la contrarreforma (Sigue en la 4)