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La Ileada de Vasconcelos
La Ilíada es un poema épico griego, una epopeya atribuida tradicionalmente al aedo conocido como Homero (no Vasconcelos, tampoco Simpson).
Está compuesto por un total de 24 cantos (15 693 versos) en los que se narran diferentes sucesos ocurridos durante el último año de la llamada Guerra de Troya, la cual duró una década. El poema relata el asedio de la ciudad de Troya por los aqueos (griegos), para “rescatar” a Helena, esposa del rey Menelao, quien fue raptada por Paris, príncipe troyano; asimismo, da cuenta de las hazañas de héroes clásicos como Héctor, Aquiles, Áyax, Patroclo, Odiseo, entre otros. Por supuesto, las protagónicas intervenciones divinas de Afrodita, Palas Atenea, Hera… El título de la obra deriva del nombre griego de Troya, Ilión (no Ileón).
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Por su valor estético e histórico, La Ilíada está considerada una obra maestra de la literatura universal y con frecuencia forma parte de los libros que el sistema educativo mexicano incluye en sus programas de enseñanza.
El libro comenzó a circular por iniciativa de José Vasconcelos, entonces rector de la Universidad Nacional, quien creía que la institución a su cargo tenía que trabajar para el pueblo. Para lograrlo –tanto en la Universidad como posteriormente en la Secretaría de Educación–, Vasconcelos actuó en dos ejes principales: los libros y las artes dentro y fuera de las aulas. En ese sentido, el rector publicó decenas de autores con el sello de la Universidad. Dirigía la colección Julio Torri, escritor y compañero del Maestro de América en el Ateneo de la Juventud. Eran ediciones empastadas en color verde que se regalaban en sitios públicos, por ejemplo en la Fuente del Quijote del Bosque de Chapultepec. En un principio, editó a 12 autores que él consideraba tan esenciales como clásicos, en una colección de 17 volúmenes: Vidas Ejemplares de Romain Rolland; Fausto de Johann Wolfgang von Goethe; Los diálogos (en tres tomos) de Platón; Las tragedias de Esquilo y Eurípides; La Comedia de Dante Alighieri; La luna nueva de Rabindranath (no Rabina ¿se acuerdan de Martita?) Tagore; La Ilíada y La Odisea de Homero; Cuentos escogidos de León Tolstói y Principios críticos sobre el Virreinato de la Nueva España y sobre la revolución de
Independencia de Agustín Rivera y Sanromán. En un país laico, el pensador progresista, (ultra) católico y pronacionalsocialista editó también Los Evangelios de Mateo, Lucas, Marcos y Juan.
Cuando el pensador fungió como Secretario de Educación Pública, se encargó de que estos clásicos de difundieran en las escuelas públicas. Las críticas a su labor no se hicieron esperar. ¿Qué sentido tenía para los campesinos analfabetas revisar, digamos, los Diálogos de Platón? Para el secretario, tenía todo el sentido del mundo: para hacer una obra de verdadera cultura es menester comenzar con los libros, ya sea escribiéndolos, ya sea editándolos, ya sea traduciéndolos, apuntó en el prólogo a las Lecturas clásicas para niños, que editaría después.