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Pensamiento

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Rutina

Rutina

Pensamiento

Todo partió con una suspensión temporal de clases, posteriormente se decretó cuarentena total por siete días en la ciudad de Osorno; de eso ya son casi cuatro meses. Somos un matrimonio de profesores con dos hijos adolescentes, un perro y dos gatos. ¿Cómo vive una familia el encierro? Con sentimientos encontrados; felicidad por estar todos reunidos (aunque sea una locura), miedo a contagiarse, también con sueños rotos. Benjamín, mi hijo de 14 años, quien pertenece al equipo de basquetbol “Los Toros Osorno”, es un adolescente que soñaba con su gran debut en primera división, vive la frustración de no poder jugar. Pascal, una adolescente que deseaba una gran piyamada en el día de su cumpleaños, terminó con un solo invitado, su primo Alonso, y sin la posibilidad de practicar su deporte favorito: el patinaje.

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Mientras Facebook nos bombardea con noticias poco alentadoras, una mezcla de miedo y desesperanza aumenta cada día. No sabemos qué pasará, si alguien de la familia morirá y tendremos que enterrarlo en soledad. Cuando la muerte acecha todo deja de ser importante. Hay días en que me emociono viendo zapatos, luego pienso, “no los necesito, ya que hago clases online y me visto sólo para arriba jjajajja”.

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Historias confinadas

Para mi cumpleaños soplamos la torta que envío mi cuñada. Fue una oportunidad para hacer algo distinto, ya que a medida que los días y semanas transcurren, las rutinas se hacen presentes. Cada uno se levanta para tomar o dar clases, mis hijos participan a través de la plataforma Zoom, mientras que mi esposo y yo estamos al frente de la clase, en una extenuante labor, que combinamos con preparar los alimentos, limpiar la casa, poner la mesa, lavar la ropa, etc.

He pasado por muchos procesos: deseos de escapar, felicidad, angustia, miedo; al final, resignación. ¿Qué vamos a hacer? Me respondo, “estamos vivos, eso es lo más importante”.

Si tuviera que sacar algo en blanco, diría que toda experiencia tortuosa tiene un lado positivo. Agradezco el tiempo con mis hijos y mi compañero de vida, el tener la oportunidad de compartir momentos, como sentarnos para almorzar todos juntos (acto que estaba relegado para el día domingo), anécdotas, acontecimientos que no volverán como dice el poema de Gustavo Adolfo Becker: volverán las oscuras golondrinas… ésas ¡no volverán! Sólo queda mirar el vaso medio lleno para poder enfrentar cada mañana con optimismo y gratitud.

María Eugenia Garrido Alvarado

Cuando el aislamiento nos une | 139

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