GRACIAS PAPÁ POR CUIDARME Por: Pamela Cuevas, Coach Empresarial
PAMELA CUEVAS Coach Empresarial
FB: Pamela Cuevas Coach Mail: pcvirues@gmail.com
“No más esfuerzos físicos hasta que te vuelva a ver y verifiquemos que tu presión arterial esté en su normalidad. Tomarás una pastilla diaria, a la vez que revisarás tu presión para tener un historial de ésta, también te harás estos análisis, nos vemos en quince días”. Fueron palabras de mi doctor. ¿Te parece familiar?, al escuchar estas palabras y asimilarlas parecía que pasaba de inmediato por el proceso de un “duelo”.
1.- La negación. “Definitivamente esto no puede estar pasándome", fue mi primer pensamiento, “estoy joven, debe haber un error, no tengo ningún síntoma”, sí, leíste bien, no tengo ningún síntoma. Tengo la fortuna de ser hija de un gran pediatra, podría escribirte mil historias de cómo mi padre me ha salvado la vida, y ésta no será la excepción, como cada año me ha inculcado realizarme un chequeo médico general, algo no vio bien en mí, me conoce, me revisó la presión y heme aquí, después de haber visitado al especialista. 2.- La ira. Mi enojo se hace presente tan sólo de pensar en lo que conlleva, en las limitaciones que termina en un detestable “¿por qué?”, la culpa, la rabia, el sentimiento de lo que no es justo para mí. 3.- La negociación. ¿Y si cuido más mi descanso, alimentación y ejercicio podría dejar de tomar medicina?, y si me cuido más. 4.- La depresión. Imprescindible pasar por esta etapa. El miedo, la impotencia, la irritabilidad, la tristeza de saberme enferma sin sentirme así. 5.- La aceptación. Creo que he comenzado a vivirla, aún no pasan los quince días, aún no sé qué viene para mí, aún no estoy segura de que sea esta mi realidad; de lo único que si estoy segura es que quiero ser responsable con mi salud, porque al cuidarme, cuido a quienes amo.
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