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Placeres contemporáneos

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La cr ítica

La cr ítica

POR ENRIQUE BOTELLO*

El ojo, como todos los sentidos, se educa. Se educa para crear, se educa para disfrutar, se educa para consumir placeres, se educa para distinguir, se educa para elegir

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Entre toda la marea de reactivos visuales a los que estamos expuestos, la mayoría basura digital, podemos encontrar verdaderas joyas, imágenes que saltan y se muestran como remansos de luz en la oscuridad virtual.

Hace unos días, de extraordinario frío, mientras daba los primeros sorbos al café al tiempo que revisaba las redes sociales básicas, en Facebook, me aparece una imagen del gran fotógrafo y amigo Alfonso Lorenzana, una foto de su serie Las Torres, me atrapa, la disfruto y luego la reviso con minucia, me gusta todavía más.

Es una foto de fragmentos de las Torres de Tijuana tomada desde adentro de un transporte público, se distingue a contraluz la ruta: PRESA-CENTRO acompañada de las tarifas; es un día nublado, se observa la atmósfera en blanco y negro, una foto muy local, pero que trasciende. Me remite a Elsa Medina, con su fotografía del limpiador de vidrios, una imagen que, en su momento, cambió la forma de mirar a muchos.

La mirada de Alfonso, es una mirada educada, es una mirada ecléctica y que está en constante ejercicio. Lo conozco desde mis inicios (a mediados de los años 80 del pasado siglo) y siempre le he seguido la huella. A diferencia de otros fotógrafos tijuanenses, Lorenzana es discreto, no se mueve con las “corrientes”, no le apuesta a los premios y reconocimientos: vive la fotografía, respira la fotografía, es el fotógrafo de Tijuana, es la cauta mirada local que reconoce y se reconoce en su imágenes; no se conmueve con el “muro”, como los extranjeros o los chilangos; no se entusiasma con los migrantes, lo conmueve su entorno personal, sus viajes en transporte públi- co, sus caminatas por las calles alternativas de la Tijuana tan manoseada por propios y extraños.

No me resisto, cojo el móvil y le marco: le refrendo mi admiración; platicamos sobre la imagen y me dice: “Tienes un gusto oscuro”, inmediatamente regreso a la foto y sí, es un tanto lúgubre, me encanta todavía más. Le encargo una copia, la quiero tener cerca, la quiero ver siempre.

“Mientras daba los primeros sorbos al café al tiempo que revisaba las redes sociales básicas, en Facebook, me aparece una imagen del gran fotógrafo y amigo Alfonso Lorenzana”

El gusto obedece a experiencias pasadas, a referencias vividas, esos placeres contemporáneos nacieron de un tiempo anterior Por eso no a todos nos detona de la misma manera, sin embargo hay patrones estéticos que embelesan, que atraen, que se disfrutan y sienten.

El otro día en mi museo favorito, Los Globos, compré un póster enmarcado, era el retrato de Hyacinthe Gabrielle Roland —de la pintora francesa Marie Louise Élisabeth Vigée Lebrun—, por su tamaño lo dejé unos minutos en el piso, recargado contra un poste, en ese breve tiempo un par de decenas de transeúntes se detuvieron a admirarlo, en sus caras se podía ver el extrañamiento y al mismo tiempo gozo de enfrentar la mirada Roland.

El analfabetismo visual, un mal del presente que se debe combatir. Es de celebrarse el trabajo de creadores visuales que aportan a favor de una estética que trastoca lo común. Lorenzana es uno de ellos.

Rael Salvador:

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