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Crea comunidada a través del muralismo
Rogelio Santos analiza su experiencia de vida como migrante y destaca el positivo impacto que tuvo en su desarrollo como ser humano y como artista plástico
Experimentar un torrente de sentimientos y sensaciones poco comprensibles cuando aún no se alcanza una década de vida, puede detonar la necesidad de expresarse más allá del lenguaje oral, y en el caso de Rogelio Santos fueron las artes plásticas la herramienta para comunicar sus ideas.
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Originario de Oaxaca y criado en Baja California, la familia de Rogelio emigró a San Quintín cuando él apenas alcanzaba los 5 años de edad.
“Mi familia, como muchas, vino en busca de mejores oportunidades, la migración nos enseñó a ver otro panorama de la vida, otra oportunidad de trabajo, otra visión; nos fortalecimos, nos ayudó a apreciar lo que tenemos en nuestro lugar de origen y a enfrentar problemas sociales”.
Atraídos por las oportunidades laborales en los campos agrícolas ensenadenses, Rogelio recuerda que, si bien hubo mejoras en su estilo de vida, hubo también una fuerte sacudida en sus formas de socializar y de integrarse como comunidad.
“Llegamos en los noventa, era un tiempo en el que había mucha discriminación, yo tenía unos 5 años, y recuerdo que incluso dejamos de hablar, vivía un acoso constante, yo siempre pintaba, hacía dibujos, y con eso me fui ganando a los amigos. Nunca pensé que me iba a dedicar a eso, para mí era algo que hacía de forma natural”
“Trabajé en los campos agrícolas desde niño, estuve cortando tomate, pepino, chile, calabaza, fresa, de todo, porque era normal que los niños trabajaran con sus familias en el campo, eso me dio la idea de estudiar para ingeniero agrónomo, pero la vida me llevó al camino del arte, a encontrarme a mí mismo, era algo que ya de por sí hacía; le tenía mucho cariño al trabajo agrícola, me gustó mucho haber conocido ese proceso, vivir de esa manera, aprender con mis padres, para ellos esa era la vida, no tenían otras posibilidades, su mundo era el campo”.
Rogelio analiza su experiencia de vida y destaca el positivo impacto que tuvo en su desarrollo como ser humano.
“A mí me fortaleció, sé que a muchos la idea de que los niños trabajen les parece algo incómodo, pero en los pueblos trabajamos desde niños, en nuestras comunidades la costumbre es esa, llegamos a ser independientes desde temprana edad”.
Tras decidirse por estudiar la Licenciatura en
Artes en la Universidad Autónoma de Baja California, en Ensenada, Santos experimentó lo que él llama una metamorfosis donde trabajó para reevaluar sus orígenes, las costumbres de sus antepasados y confrontarlos con su nueva realidad, con su presente y su futuro, con la amalgama social y cultural de la comunidad a la que ahora pertenecía.
“Yo estudié la licenciatura en Ensenada, además hice un intercambio en Bellas Artes de Oaxaca, en ese tiempo aún estaba en una construcción personal de mis cuestionamientos sociales, en una metamorfosis social, pero c uando ya volteo a ver realmente mis raíces es cuando empecé a estudiar el arte, porque me empecé a cuestionar quién soy, de dónde vengo y a darle más valor”.
“De hecho me siento muy afortunado de pertenecer a este hermoso estado donde estamos llenos de cultura”.
Las posibilidades de expresión que le dieron las artes plásticas motivaron a Rogelio a ir más allá de su sentir como individuo y creó procesos que involucraran y permearan en la comunidad.
“Era una comunidad un tanto conflictiva, donde muchos empezaban a negar su origen, a negar su estado, su pueblo, eso se me hacía triste porque creo que negar tu origen es hacer que se pierda tu historia, así que me puse a idear un proyecto comunitario, que lo hice a través del Programa de Acciones Culturales, Multilingües y Comunitarias (PACMyC), es ahí donde inicié con el proyecto de murales, llamado “Color de mi Entorno”, trabajando con la comunidad, con muralismo sobre la transculturalidad”. generar un diálogo que permita la expresión comunitaria a través de los murales.
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“Vi la oportunidad de poder compartir y hacer presentes a personas que han tenido relevancia en sus espacios, jóvenes y señoras que han trabajado por su comunidad, es así que empiezo a reconocer a esas personas que emigraron por diferentes circunstancias de la vida, pero que siguen con sus costumbres, con su gastronomía; hay que aplaudirlos, tomarlos en cuenta, los plasmé en los murales y así la comunidad empezó a tener sentido de pertenencia, una identidad”.
“Platicar con estas personas es algo complicado, pero al trabajar en equipo para el mural se crea otro ambiente donde uno convive, la plática se va dando, uno va conociendo sus vidas. El trabajo comunitario une, aunque es complicado lograrlo. Yo vi la oportunidad de aportar a través del arte, quizá no vamos a cambiar el mundo, pero sí logramos un impacto en la gente de la comunidad”.
“Vivir en un lugar con tanta pluralidad étnica como San Quintín te permite conocer mucho sobre otras costumbres, otras formas de vida”
Rogelio reconoce que el trabajo no ha sido fácil, pues se debe tener el tacto para irrumpir en los círculos familiares, adentrarse en costumbres hallar
“Es una labor muy bonita porque ahora veo que ya hay más personas que les gusta la poesía, la pintura, las artes plásticas, esas actividades ayudan mucho y más a los niños, ellos peligran mucho, hay que apostarles a ellos porque son quienes van a tomar las decisiones en un futuro”.
“Vivir en un lugar con tanta pluralidad étnica como San Quintín te permite conocer mucho sobre otras costumbres, otras formas de vida, cuando inicié el proyecto del mural en la muy enriquecedor, en San Quintín se logran acuerdos importantes entre comunidades de distintos pueblos como triquis, zapotecos, mixtecos, purépechas, hay temas sociales o políticos donde hay diferencias, pero uno se puede abrazar como hermano, convivir”.
“He tenido la oportunidad de explorar mucho en el arte, aún soy joven en esta carrera, he trabajado con material reciclado, con pintura en canva, litografía, todo lo que tiene que ver con la gráfica y casi en todos he podido tener mis obras expuestas en un espacio”
“A consecuencia de toda esta reflexión sobre el rescate de la memoria estoy en el proceso de trabajar en los petates, yo no conviví con mi abuelo, tengo una foto con él, pero casi no lo recuerdo, así que retomo estas piezas que se usan en nuestra cultura, recuerdo que cuando mi abuela fallece la envuelven en un petate y así la entierran”. periodistajsg@gmail.com