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Rocío Caballero exhibe en el norte mexicano
POR CARLOS-BLAS GALINDO*
Dado que el lenguaje artístico que Rocío Caballero practica es el de una figuración naturalista o verista, sus obras generan, en las sensibilidades estéticas de los públicos, reacciones opuestas que pueden ocurrir de manera simultánea o bien en forma progresiva o incluso alternada, dependiendo de un sinnúmero de factores, entre los que cabe señalar a los marcos referenciales de cada persona que entre en contacto con ejemplos de la producción de esta autora. Entre tales secuelas descuellan los pares admiración-rechazo y asombro-elusión. Asimismo, sus pinturas (y también sus obras gráficas, tanto como sus esculturas) suscitan, entre otros efectos sensibles, los de sorpresa, entusiasmo, seducción y azoro. Todo lo anterior, debido a que los públicos no especializados están más habituados a reconocer formas que a interpretar imágenes, sobre todo si —como es el caso— se trata de obras no complacientes y de una elevada elocuencia, fuerza expresiva, ésta, con la que la mencionada artista consigue intrigar, inquietar, conmover e inclusive agredir nuestras capacidades de reaccionar en cuanto a lo sensible. Caballero consigue los resultados descritos mediante una hábil elección y combinatoria de recursos estéticos tales como los de lo abyecto, lo bello, lo grotesco, lo ominoso (opción tan de suyo presente en obras figurativas veristas), lo rudo, lo sarcástico, lo siniestro, lo terrorífico y lo típico.
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De una manera general es posible afirmar que la temática por la que Rocío Caballero se interesa es la de los roles sociales de las personas, dependiendo de si somos mujeres u hombres. Al ahondar en los asuntos que ella aborda, resalta que, cuando representa mujeres, éstas son muy jóvenes y se asume que solteras, pues esta autora hace referencia al engañoso espejismo que, para quienes integran la población femenina heterosexual (aunque no solamente para ellas) constituye el amor romántico. A juzgar por la manera en la que esta artista resuelve las figuras masculinas, trátese de niños o de varones jóvenes, se infiere que plantea un cuestionamiento a la organización social hegemónica, que es el patriarcado, a la vez que establece una crítica al sistema económico capitalista, con el que la citada hegemonía está indisolublemente vinculada (sin que esto signifique que, en donde han existido o existen otros sistemas económicos no prevalezca el patriarcado). Como tema preponderante, Caballero trabaja en el de un sector masculino específico que desde el comienzo del decenio de los 80 del siglo pasado descuella al interior de la clase dominante, misma que es la de la burguesía: el de los hombres jóvenes que cuentan con una formación universitaria, que viven y trabajan en áreas urbanas, y que tienen un alto poder adquisitivo: esto es, en el de los varones yuppies
Rocío Caballero ha consolidado del todo su lenguaje individual, por lo que sus obras son indudable e inmediatamente reconocibles como de su autoría. Posee constantes iconográficas vinculadas de manera directa con sus temas, entre las que por su frecuencia resaltan las máscaras que portan algunos de sus personajes masculinos. Como se sabe, el simbolismo de la máscara es complejo; empero, en Occidente sobresale la alusión al uso escénico de la máscara, originario del teatro griego (amén de su uso ritual, del funerario, del votivo y de disfraz, sea éste carnavalesco o de alguna otra índole), con lo que se alude a la asunción temporal de las características de aquel personaje que es identificable con el de la máscara con la que se inviste. Sin embargo, mo; esto es, como un portavoz de las tendencias oscuras. Tanto es así que su consumo como alimento está prohibido por ciertas normativas religiosas.
Especial énfasis hace esta artista en la formación de la niñez masculina de la clase dominante, pues si por ahora toda educación constituye una acción política tendiente a imponer en niñas y en niños los intereses de la burguesía, el estudiantado que forma parte del sector específico al que ella se refiere recibe una educación que es todavía más rigurosa que la del resto de la población que tiene acceso a la instrucción escolar, y con la que desde el poder se pretende garantizar la continuidad del actual estado de las cosas. Algo que sin duda conviene explicar es la presencia de tiras de figuras antropomorfas recortadas que algunos de los personajes que Caballero representa sostienen entre sus manos y, muchas veces, miran. Se trata de un uso sígnico de esas siluetas, con las que esta autora se refiere a la manera en la que los yuppies nos consideran a las demás personas, a las otras personas; a quienes no formamos parte de su colectividad. No somos para ellos seres, sino formas deshumanizadas y cosificadas que desde luego contrastan de una manera por demás enfática con la escrupulosidad con y de José Clemente Orozco (1883-1948), al tiempo que consigue una muy feliz glosa de una pintura de Julio Galán (1959-2006).
“Rocío Caballero utiliza de una manera por demás acertada los recursos de la apropiación, la cita y la glosa, que han sido características de los posmodernismos”
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Cabe celebrar que la madurez expresiva que Rocío Caballero ha logrado no ha impedido que continúe desarrollando su estilo personal. Ella hace uso de su amplio acervo técnico de una manera que es tan vigorosa como osada; la calidad de factura que es tan patente en su producción resulta asombrosa; el virtuosismo que ha alcanzado es notorio e incluso hace gala de esta capacidad suya. Asimismo, trabaja con un esmero pletórico de audacia. Y lo hace de una manera por demás infatigable. Estructura sus obras procurando la armonía, el equilibrio y el orden, e incluso ha recurrido, para algunas de éstas, a la simetría axial. En sus trabajos son distinguibles señales del empleo de la perspectiva lineal, marcas que en ocasiones incluso enfatiza. En cuanto a su filiación estilística, a la producción visual de Rocío Caballero cabe ubicarla dentro de la vertiente contracultural de la post vanguardia (corriente del arte contemporáneo en la cual he centrado mi interés en fechas recientes), de ahí que su aproximación a sus motivos sea glocal —esto es, desde un punto de mira local para asuntos globales frenasí de la indiviCenprehihuahua, desde el 10 de noviembre del año en curso y hasta el 13 de febrero de 2023, misma que está conformada con 25 pinturas de su autoría, fechadas entre 2005 y 2019, provenientes de colecciones privadas, piezas que han sido facilitadas en préstamo temporal a fin de integrarlas a la presente exhibición. Para esta individual suya, Rocío Caballero me solicitó el texto de sala y para catálogo, escrito que retomo y amplío en esta colaboración para Palabra Asimismo, ella tuvo a bien invitarme, con la anuencia de Elia Fernández, directora de Casa Chihuahua, y de Alexis Esparza, coordinador de curaduría de ese recinto, a fungir como orador durante el acto inaugural de su exposición, encomienda que acepté gustoso y que, desde luego, cumplí. La presentación de Fábulas distópicas en Casa Chihuahua está resultando favorable para el impulso al desarrollo de la cultura artística del norte mexicano. Sería formidable que la titular de la Dirección de Museos y Galerías de la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Baja California se interesara por exponer esta individual de Caballero en alguna (o en más de una) de las sedes expositivas con las que se cuenta como parte de la infraestructura para la distribución de la cultura artística en esta entidad. carlosblasgalindo@yahoo.com
*Profesor-investigador de arte, crítico de arte, curador independiente, artista visual y conceptual
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